La culpa de quererte/me
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Esta mágica historia transcurre en un barco, en medio del mar, y en el cual los dos se dejan llevar por sus sentimientos y se adentran en el maravilloso mundo de lo que llamaríamos «el flechazo».
Adriana descubre cosas de Hugo que le hacen dudar de él, hasta dudar de ella misma, pero no puede más y decide llegar al punto de poner tierra de por medio.
Nuestra protagonista decide viajar al pueblo de su infancia, necesita volver a encontrarse con ella misma. Pero el destino se vuelve caprichoso, hace que por casualidad conozca a Gabriel, quien le hace volver a sentir aquel amor del que huyó una vez, pero el que le hace volver a creer.
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La culpa de quererte/me - Natalia Usero Herreros
© Derechos de edición reservados.
Letrame Editorial.
www.Letrame.com
info@Letrame.com
© Natalia Usero Herreros
Diseño de edición: Letrame Editorial.
Maquetación: Juan Muñoz Céspedes
Diseño de cubierta: Rubén García
Supervisión de corrección: Celia Jiménez
ISBN: 978-84-1068-624-3
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.
«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».
PRÓLOGO
«He escrito un libro», cuando escuché esas palabras me invadió una vorágine de sensaciones y muchas preguntas se apelotonaban en la punta de mi lengua. Entre risas de emoción y nervios, fuiste resolviendo y poniendo en orden todas las dudas. La conclusión llegó de inmediato y se resume en dos palabras: ilusión y amor. Ilusión por hacerme cómplice de esta creación que se basa fundamentalmente en el amor en su máxima expresión y en todas sus formas.
Como ya puedes suponer, querido lector, esta historia contiene mucho amor. Este sentimiento que surge de la atracción entre personas y que, cuando existe reciprocidad, nos completa. En sus páginas, te inundará esta emoción y la percibirás de diversas maneras, pues el amor está en todas partes y se comparte con muchas personas de nuestro entorno. Esta historia sencilla hará que te sientas identificado/a, disfrutarás de la trama, pero también del entorno en el que se desarrolla la misma. Tiene los ingredientes adecuados y en su justa medida para disfrutar del placer de la lectura.
Los personajes se enfrentan a desafíos internos relacionados con temas tan cotidianos como la pérdida de seres queri dos y la dificultad que existe a la hora de superarlas. El apoyo que suponen todas las personas de nuestro entorno y lo fácil que hacen nuestro día a día. También se plasma la sinceridad y lo placentero de una amistad sana. Pero no todo puede ser positivo, las mentiras forman parte fundamental de la historia, al igual que las consecuencias que derivan de estas. Y, por último, me gustaría destacar el homenaje al amor propio que es en sí la obra en su totalidad. Respetarse a uno mismo y poner límites no es tarea fácil; actualmente, con el auge de las redes sociales y la comparación constante se pone en peligro el amor hacia uno mismo. Confundimos muchos conceptos relacionados con el amor, aprobamos situaciones que nada tienen que ver con una relación plena, sana y respetuosa, lo que provoca que el amor propio se encuentre en decadencia. Por esa razón, embarcarte (y nunca mejor dicho) en la vida de Adriana te dará una perspectiva ajustada sobre lo que supone priorizar las necesidades y sentimientos propios.
Hasta aquí puedo contar, es el momento de que te abras a una lectura sencilla, que lo hagas sin prejuicios y disfrutes del placer de conocer a unos personajes encantadores, con mucho que ofrecer, contándonos su historia desde la más absoluta cotidianidad, pero de una forma extraordinaria, porque todo aquello que se hace con amor y desde el amor es absolutamente sorprendente.
La que parece tu amiga desde siempre.
INTRODUCCIÓN
Hola, soy Adriana Garden Martínez. Te preguntarás quién soy y por qué estás leyendo mi historia. Yo tampoco lo sé, pero ya que estás aquí te invito a quedarte.
La verdad es que no sabría ni por dónde empezar, bueno creo que sí… te diría que vas a entrar en el mundo más mágico, el mundo del flechazo, definido como «Enamoramiento inmediato que se produce por el encuentro con una persona desconocida». Al sentirlo nos produce un estado de felicidad natural que nos embriaga, una sensación de plenitud, euforia y cambios de humor. Todo esto según el tópico literario, claro.
Y llegados a este punto también podríamos hablar de «La media naranja» haciendo referencia a esa persona que llega para complementarnos dando lugar al amor verdadero. No os voy a mentir, todo esto lo he leído en Wikipedia, todavía no he tenido el placer de sentir nada parecido.
Mi historia comienza aquí. Acompáñame para descubrir si la culpa fue por quererte o por quererme.
CAPÍTULO 1
Era el día. Por fin era el día y como siempre cuando algo emocionante se acerca me temblaba todo, el corazón me iba a mil. Aunque estaba con los ojos cerrados, mi mente estaba despierta y esperando a que sonara el despertador.
Las siete de la mañana. No me gusta madrugar, pero tengo que admitir que ese día no me importó. Por fin sonó, me levanté y me dirigí a la ventana para subir la persiana y asomarme. Tenía vistas a la calle peatonal. Al abrirla noté como el sol del mes de mayo me daba en la cara, ya estaba aquí el calorcito de la primavera con esa brisa que te empapaba de olor a comienzo de verano. Y de esta forma, entraba en mi habitación una luz que llenaba de ilusión cada rincón de este pequeño cuarto.
Y sí, aquí estaba yo, frente al espejo, con una camiseta de estar por casa que utilizaba como pijama, con una coleta mal hecha y mis gafas mal colocadas, sin ellas no veía un pimiento.
Levantarme con buen humor no es algo muy común en mí, pero esa ocasión lo requería. Hoy comenzaba mi viaje de estudios. Acababa una época genial, fin de exámenes, y ahora solo tocaba pensar en pasarlo bien rodeada de todos mis amigos. Sin embargo, una parte de mi mente rondaba el tema de la universidad con el que estaba muy dudosa. No tenía muy claro qué hacer, quizá dedicar un año para pensar en mí y decidir realmente lo que quería para el futuro y lo que me vendría bien, pero por otro lado mi sentido de la responsabilidad no contemplaba esa opción. Ya lo pensaría, lo que estaba claro es que no era el momento de decidir, era momento de disfrutar lo que estaba por llegar en un futuro próximo, es decir, el viaje.
Abrí rápidamente la puerta de mi cuarto y bajé las escaleras como si no hubiese un mañana. Me dirigí a la cocina para preparar mi desayuno: vaso de leche y tostada con aceite y tomate. No soy muy de innovar en el desayuno y menos tan temprano.
Vi que se despertaba también mi madre y que entraba en la cocina.
—Buenos días, Adri.
—Buenos días mama —le respondí.
Ella es Amelia Martínez, mi madre, la persona que más me ayuda en mi día a día. Si tengo el ánimo un poco pesado, es ella la que me levanta haciendo que todo se me olvide y cuando tengo un día bueno lo mejora llenándome de energía.
Desde que nos mudamos a España, concretamente a un pueblo del norte, ella nos hizo fuertes. Es así, una persona buena y a la misma vez con una fortaleza envidiable. Después del fallecimiento de mi padre nos tocó serlo a todas, la mudanza fue una de las consecuencias y eso hizo que las circunstancias fuesen mucho más duras.
Al terminar de desayunar me dirigí a mi habitación, tenía que terminar de hacer la maleta.
—Espero que no se me olvide nada —pensé mientras estaba sentada en el suelo.
—¿Seguro que lo llevas todo? —se oyó una voz desde la puerta.
Me giré y la vi allí, apoyada entre el quicio de la puerta y la pared, con su pelo rizado de recién levantada. Mi hermana pequeña, aunque no lo es tanto, tan solo soy dos años mayor y apenas se nota esta diferencia de edad. Marta, mi confidente y mi gran apoyo, también podría considerarla como mi mejor amiga, mucha de la gente que conocemos nos dice que somos muy parecidas, pero lo cierto es que tiene más carácter que yo. Su horóscopo es Leo, así que ya te puedes hacer una idea de su personalidad arrolladora.
—Espero que sí, ¿por qué?
—Porque creo que debes de haberte llevado todo lo que había en el armario, menuda maleta —me dijo en tono sarcástico.
—Me voy cinco días de crucero, ¿qué quieres que haga? Hay fiestas temáticas y que esa ropa ocupa mucho sitio: los complementos, alguna chaqueta, y todos los «por si acaso».
Reconozco que soy un poco indecisa y me cuesta decirme, no puedo evitarlo.
Cogí el conjunto de ropa que tenía preparado en el escritorio, un vaquero corto azul. Me apetecía ponérmelo, ya que comenzaba a hacer calorcito. Lo combiné con un jersey de manga larga marrón junto con unas zapatillas blancas. Fui directa al baño para peinarme y lavarme la cara, dientes etc. Ya me había duchado la noche anterior, así que tenía que lidiar con mi pelo despeinado por la almohada. Me resulta difícil manejar mi larga melena, por eso recurrí a lo más rápido: recogérmelo en una coleta alta y muy bien sujeta. Después me coloqué las enormes gafas que tapaban las pecas de mi nariz. Llevar las lentillas en un viaje tan largo no era muy recomendable.
Ya estaba lista, mi madre y mi hermana me esperaban abajo con el coche en marcha.
CAPÍTULO 2
Llegando al instituto, subí la mirada y en la esquina se podía ver como el autobús se hacía hueco en toda la parada de enfrente, todos mis amigos estaban llegando y dejando las maletas, se palpaban los nervios y la ilusión en sus caras.
Bajé del coche y mientras bajaba la maleta con ayuda de mi hermana, mi madre se fue hablar con los profesores que nos acompañaban en esta nueva aventura.
A lo lejos vi cómo se iban acercando mis amigas Ana, Carla y Lucía. Mis personas imprescindibles de este mi nuevo hogar. Cuando llegué me acogieron muy bien, tenía tan solo diez años y venía con miedo al cambio y la tristeza por la pérdida. No quería relacionarme con nadie que no