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Revisión de los TLC en Colombia: Impacto sectorial y recomendaciones de política
Revisión de los TLC en Colombia: Impacto sectorial y recomendaciones de política
Revisión de los TLC en Colombia: Impacto sectorial y recomendaciones de política
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Revisión de los TLC en Colombia: Impacto sectorial y recomendaciones de política

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El libro Revisión de los TLC en Colombia: impacto sectorial y recomendaciones de política proporciona un contexto crítico sobre la implementación de los Acuerdos del G-3 y los Tratados de Libre Comercio (TLC) de Colombia con Estados Unidos, la Unión Europea y América Latina, destacando los resultados insatisfactorios obtenidos hasta el momento. Se revela que, a pesar de las concesiones comerciales significativas realizadas durante las negociaciones, los beneficios prometidos no se materializaron. Durante la campaña presidencial de 2022 varios candidatos expresaron la necesidad de revisar y renegociar estos acuerdos, reflejando la percepción negativa de su impacto en la economía colombiana, motivando a los autores a emprender este libro con el ánimo de conseguir fuentes sólidas para comprobar esa necesidad.

El análisis detallado revela que, contrario a las justificaciones del Ministerio de Comercio de la primera década del siglo XXI, el crecimiento económico y las exportaciones no experimentaron el esperado impulso después de la implementación de los TLC. El estudio señala una disminución de las exportaciones, especialmente en sectores clave como la industria liviana, la agricultura y la manufactura pues, descontando las exportaciones minero-energéticas, la balanza comercial muestra un déficit con los países miembros de la OMC que han firmado TLC con Colombia.

Además, se destaca que la estructura exportadora no ha experimentado cambios sustanciales, y ciertos sectores como la industria del calzado, las manufacturas de cuero, el papel, la metalurgia y la cerámica han perdido participación. La reseña también señala la falta de adaptación y la rigidez en la política comercial colombiana, así como las reglas de juego detrás del comercio (propiedad intelectual) ante las dinámicas globales, especialmente en medio de la competencia entre Estados Unidos, Europa y China, lo que plantea la necesidad de una revisión y un cambio de rumbo en la política comercial del pais.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 abr 2024
ISBN9789585060555
Revisión de los TLC en Colombia: Impacto sectorial y recomendaciones de política

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    Revisión de los TLC en Colombia - José Manuel Álvarez Zárate

    CAPÍTULO I

    SECTOR AGRÍCOLA, ALIMENTOS Y BEBIDAS

    Pablo Andrés Aponte González*

    Este capítulo revisa los modelos de política adoptados por Colombia en el sector agrícola y el impacto del TLC mediante cuatro objetivos específicos: i) identificar los antecedentes del sector desde el punto de vista de la política pública y el desempeño cuantitativo en comercio internacional, describiendo la situación previa a la celebración de los TLC; ii) resaltar los motivos por los cuales Colombia decidió negociar los TLC durante la primera década del presente siglo; iii) hacer un análisis diagnóstico sobre los resultados de los TLC, teniendo en cuenta las medidas arancelarias y no arancelarias, y la balanza comercial, con el fin de identificar los motivos y, con ello, iv) introducir recomendaciones para mejorar la posición del sector agrícola colombiano en el comercio internacional. Los modelos y sus resultados ayudan a comprender las estrategias políticas, el desarrollo sectorial tanto en el mercado interno como externo, y agregan evidencias respecto de su eficacia.

    1. ANTECEDENTES Y CARACTERIZACIÓN DEL SECTOR

    1.1. EL SECTOR AGRÍCOLA ANTES DE LOS TLC

    La historia de las negociaciones y la puesta en marcha de los TLC con EE.UU., la UE y México, muestra que el sector agrícola alimentario no avanzó como se había prometidœo desde finales de los años 90, sino que, por el contrario, perdió terreno frente a esos países, sumados Argentina y Brasil, al entregar su soberanía alimentaria. Antes de analizar las negociaciones particulares haremos un recuento de la política comercial agrícola en Colombia y de su importancia.

    El sector agrícola, alimentos y bebidas ha sido por demás relevante en la matriz exportadora colombiana con algunos productos tradicionales, y si bien actualmente no es el de mayor preponderancia, dado que ha sido reemplazado por el sector minero-energético, para el año 2022 el representó un 16,2% de las exportaciones colombianas (DANE, 2022), posicionándose como el tercer sector con mayor participación.

    La importancia de la agricultura en nuestro país se remonta incluso a períodos anteriores a la Independencia; sin embargo, en la era republicana (1849) se establecieron las primeras reformas liberales en el comercio internacional, con énfasis en las exportaciones de productos agrícolas como la quina, el algodón y el tabaco, y durante el siglo XIX se realizó el tránsito lento hacia el capitalismo (Ocampo, 1982), una de cuyas manifestaciones fue la expansión del tamaño del mercado y la incursión en las exportaciones. Los resultados solo dieron frutos en las décadas de los años cincuenta, sesenta y noventa, evidenciando intermitencia de debilidad estructural, es decir, un ciclo de estancamiento desde la independencia hasta los años cincuenta, una expansión entre 1850-1882 en la que las exportaciones crecieron un 120%, y una recesión entre 1882-1910 (Ocampo, 1982, p. 55), de forma que la precaria integración lograda en el siglo XIX llevó a ubicar a Colombia en la periferia secundaria de la economía mundial (Ocampo, 1982, p. 64).

    La expansión exportadora de mediados de siglo dio lugar a conflictos entre los denominados gólgotas y draconianos –comerciantes librecambistas y artesanos–, lo que a la postre generó rencillas entre los liberales (Correa R., 2009) y más razones para el conflicto violento que perduró durante todo el siglo: los comerciantes que abogaban por la abolición de aranceles y tarifas aduaneras, y los artesanos que preferían distanciarse de la liberación de la entrada de mercancías y la competencia internacional.

    A partir de 1910 y hasta la crisis de 1929 la integración al mercado mundial fue la base de un nuevo auge del comercio colombiano. La crisis fortaleció las políticas proteccionistas del comercio que habrían de permanecer hasta finales del mismo siglo. Por medio de este modelo, y como resultado de las políticas del presidente Reyes Prieto (entre 1905 y 1906), se aumentaron los aranceles de manera estratégica con el fin de retomar la capacidad productiva y la infraestructura ferroviaria y fluvial del país, que habían quedado en situación precaria debido a la Guerra de los Mil Días (Junguito y Rincón, 2004). Adicionalmente, entre finales del siglo XIX y principios del XX, se dio impulso y desarrollo al cultivo del café y su consecuente exportación (Machado, 2011).

    En la segunda mitad del siglo XX se identifican tres modelos de política agrícola: i) la Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI); ii) la promoción de las exportaciones, y iii) la transformación hacia el modelo de apertura comercial.

    Si bien el modelo de ISI no se utilizó exclusivamente para la política comercial agrícola, sino que fue de uso común para todos los sectores en América Latina, tuvo implicaciones en su tecnificación pues, ante la falta de oferta, se propuso fabricar internamente los productos que se importaban de los países desarrollados, protegiendo con ello la industria nacional (Vázquez Maggio, 2017). El contexto de la Segunda Guerra Mundial y de la postguerra impidió que los países desarrollados continuaran exportando productos industriales a los países latinoamericanos, por lo que en Colombia se dio impulso a este modelo, bajo la premisa de intervenir directa o indirectamente en la economía en el marco de una política comercial proteccionista (Guarín Grisales y Franco López, 2008). Las recomendaciones de la Misión Currie, y de Prebisch desde la CEPAL, sirvieron para que el gobierno planteara la industrialización impactando con ello la economía (Hirschman, 1958; Prebisch, 1949). A partir de esa política se sometió la agricultura a las necesidades de la industria colombiana.

    El modelo de sustitución de importaciones no fue aprovechado por el sector agrícola pues, siguiendo a Maya Muñoz (1992), provocó: i) aumentos en el precio interno de la producción industrial, reduciendo el precio de los productos agrícolas; ii) incrementos en los precios de los insumos para la producción agrícola, y iii) una afectación de la rentabilidad relativa de los productos agrícolas respecto de los productos industriales derivados de ellos. Por otra parte, el modelo de promoción de exportaciones, como complemento del modelo de sustitución de importaciones, impulsó la creación del Fondo de Promoción de Exportaciones (Proexpo) que buscaba mejorar la competitividad de los productos de exportación colombianos. En ese modelo se aplicaron medidas promotoras de exportación, al tiempo que medidas restrictivas, a fin de cubrir la demanda nacional.

    El modelo de promoción de exportaciones dio lugar a un crecimiento rápido de la exportación de banano, algodón, azúcar y flores, siguiendo las tendencias mundiales respecto de ese tipo de productos, y generó las categorías de productos agrícolas exportables (como el café y el banano) e importables (como los cereales). Durante la época en que estuvo vigente esta política aumentaron las exportaciones de ciertos productos como el café (bonanzas de 1977 y 1986), y se mantuvo la producción nacional de los denominados importables, como el arroz o el sorgo (Perfetti J. et al., 2017).

    Mientras se promovían la industrialización y las exportaciones, por medio de la Ley 49 de 1981 Colombia adhirió al Acuerdo General de Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT). No obstante, ni la adhesión al GATT, ni la política interna mejoraron la competitividad de los productos nacionales respecto de sus pares extranjeros, fenómeno que los nuevos tecnócratas atribuyeron a los límites del mercado interno, a la falta de innovación en los diferentes sectores y a la poca capacidad competitiva en el mercado internacional debida a la restricción de las importaciones, de suerte que las bonanzas en el periodo no necesariamente obedecieron a las políticas públicas, sino a la variación de los precios de los productos (Perfetti J. et al., 2018).

    Las restricciones a las importaciones alcanzaron un 60% de los productos (Aguilar Z., 1991), y con el fin de proteger la industria nacional se establecieron aranceles, cuotas de importación, financiamiento estatal de empresas, incentivos al crédito de fomento industrial, subsidios, incentivos tributarios y un fondo de promoción de las exportaciones.

    Concomitante con la expedición de la Constitución Política, la ola neoliberal de los años 80 promovió un cambio hacia la apertura comercial dando fin a las políticas proteccionistas y abriendo al mundo la economía y los productos nacionales; así, la Ley 7 de 1991 (Ley Marco de Comercio Exterior), entre otros mecanismos, redujo las restricciones a la importación a valores cercanos al 3%, en comparación con el anterior 60% (Aguilar Z., 1991), promovió la exportación de productos con potencial en el mercado internacional, restringió la intervención estatal, expuso al sector a la desgravación arancelaria y liberó las restricciones al comercio para aumentar la competencia.

    No obstante, la reducción precipitada de los precios ante la apertura comercial, y la pérdida de ingresos de los grandes productores agrícolas –especialmente de cereales– (Guterman, 2008), generó una nueva intervención del Estado. A manera de ejemplo, se expidió la Ley 101 de 1993 (Ley General de Desarrollo Agropecuario y Pesquero), regulada por el Decreto 1694 de 1993, para promover la franja de precios y proteger a los productores nacionales ante la variación de los precios del mercado internacional¹; se mantuvieron por algunos años los Certificados de Reembolso Tributario (CRT); se liberalizó la economía; se avanzó en la asociación con otros Estados y organizaciones internacionales en aspectos comerciales y, mediante la Decisión 324 del 27 de agosto de 1992, se implementó la Zona de Libre de Comercio Andina, el arancel externo común para los miembros de la Comunidad Andina de Naciones (CAN)², y el arancel interno común para mantener las preferencias entre los miembros; por su parte, la Decisión 371 de 1994 promovió la franja de precios andina, que incluyó más productos, al tiempo que liberalizó la economía, y avanzó en la asociación con otros Estados y organizaciones internacionales en aspectos comerciales.

    Igualmente, por medio del Decreto 1279 de 1994 se permitió la compra de cosechas, posteriormente elevada a política por medio del CONPES 2723 de 1994, que indicó a los Ministerios de Agricultura y Comercio Exterior el fomento de

    … la suscripción de acuerdos entre los productores y los procesadores agroindustriales que garanticen la absorción de las cosechas nacionales y promuevan el mejoramiento de la competitividad sectorial en las cadenas agroindustriales de la cebada, el trigo, los aceites y los alimentos balanceados para animales. En los productos en los cuales se suscriban tales acuerdos y se establezca una mejora moderada en el precio al productor agropecuario, el Gobierno Nacional otorgará una rebaja arancelaria que compense el incremento de precios convenido.

    Con ello se intentó conciliar la disparidad entre el mercado interno y el mercado internacional en productos sensibles dentro del agro colombiano.

    Los resultados después de treinta años de apertura no son tan alentadores como los gobiernos han querido demostrar. Autores como Perfetti (2018) y Guterman (2008) indican que el sector agrícola no ha tenido cambios significativos pese a la apertura comercial, puesto que sus beneficios se concentran en productos específicos y no en la totalidad del sector. Así, Perfetti (2018) concluyó que en el plano nacional los beneficios de las políticas agrícolas han sido identificables en ciertos productos como el azúcar y la palma, sin contar los efectos en productos como el café y el banano. Sin embargo, en productos como los cereales, la balanza comercial tuvo un cambio negativo brusco a partir de la irrupción de los TLC, como veremos más adelante.

    1.1.1. CAFÉ Y BANANO COMO LAS PRINCIPALES EXPORTACIONES ANTES DE LOS TLC

    En este capítulo analizamos el desempeño de los productos agrícolas en el comercio internacional durante el siglo XX y la primera década del siglo XXI hasta el período en el cual se dieron las negociaciones de los TLC. Se evidencia que productos emblemáticos como el café y el banano perdieron participación frente a productos no agrícolas como el oro y petróleo que recobraron importancia a partir de la apertura económica, desplazando la participación agrícola hacia participación petrolera, tal como se expresa en la gráfica 1.

    GRÁFICA 1. PARTICIPACIÓN EN TOTAL DE EXPORTACIONES: CAFÉ, PETRÓLEO, ORO Y BANANO (1905-2022)

    Fuente: Urrutia, Posada, y Pontón (2002), Trademap (2023) y (DANE, 2022).

    Si bien el café se ha considerado el principal producto de exportación de Colombia, su calidad exportadora no ha sido constante en el tiempo. La principal época de auge cafetero se manifestó desde las primeras décadas del siglo XX hasta los años setenta. Al final de siglo XX su descenso en la participación exportadora se acentuó con la política de apertura comercial. Aunque los tratados de libre comercio profundizaron esa tendencia, fue relativamente favorable para el café que mejoró su participación frente a la pérdida en los años noventa, aunque no volvió a resurgir como antes.

    Antes del siglo XX las exportaciones agrícolas se concentraban en productos como la quina y el tabaco. Como lo manifiestan Urrutia et al. (2002, p. 1), la consolidación del café cobró importancia hacia final de siglo³: La ampliación del área cultivada del café fue bastante lenta hasta 1870 y en los últimos decenios del siglo XIX experimentó su primer auge de precios y una consecuente ampliación en el volumen de sus exportaciones. Luego de la Guerra de los Mil Días y durante las décadas siguientes se ubicó como el primer producto de exportación: de aportar el 2% de la producción mundial en la primera década del siglo, llegó al 10% en 1940 (Urrutia et al., 2002, p. 17). El sector mantuvo esa importancia hasta la profundización de la apertura que trajo consigo el TLC con EE.UU., luego de la cual disminuyó su participación relativa con los efectos que explicaremos más adelante en el epígrafe 3.

    GRÁFICA 2. EXPORTACIONES DE CAFÉ (US$ MILLONES) VS. PARTICIPACIÓN % EN EXPORTACIONES TOTALES (1905-2021)

    Fuente: cálculos propios con base en Urrutia et al. (2002) y DANE (2022).

    A pesar de su éxito en el mercado internacional, el café estuvo sujeto a las fluctuaciones del mercado, a los precios internacionales, a los movimientos del principal competidor (Brasil) y a las crisis externas que golpearon la economía mundial. Esta situación conllevó reclamar medidas de protección⁴ al gobierno nacional en instancias internacionales⁵, y a ser eje protagónico en las intervenciones macroeconómicas del país⁶. Por su parte, el banano inició su auge en los años 20 del siglo XX y, contrario al café, sus productores fueron principalmente empresas multinacionales⁷ instaladas en la región del Magdalena y luego en el Urabá. La participación del banano en las exportaciones totales ha oscilado entre el 2 y el 10% (gráfica 3). El techo se tocó en la primera parte del siglo XX, mientras que llegó a su piso debido a los ciclos internacionales, los movimientos de los competidores (Costa Rica, Honduras, Nicaragua y Ecuador), las crisis económicas y las guerras. La apertura económica muestra un descenso en la participación y una ligera recuperación a partir de la firma del TLC con quien se negoció el fallo a favor de Colombia en la OMC. Al igual que el café, el siglo XX vio surgir iniciativas político-gremiales para proteger de las fluctuaciones al sector⁸. Sus principales socios comerciales han sido los mismos protagonistas de los tratados que veremos en el apartado 2: EE.UU. y Europa.

    GRÁFICA 3. VALOR Y PARTICIPACIÓN % DEL BANANO EN EXPORTACIONES TOTALES

    Fuente: cálculos propios con base en Urrutia et al., (2002), Trademap (2023) y DANE (2022).

    De esa manera, antes firmar los TLC las exportaciones agrícolas tenían dos amplios referentes de productos exportados que gozaban de apoyo estatal y ejercían influencia gremial en la política, en la intervención de precios, en la definición de cuotas de importación y en los aranceles:

    Los casos de café y banano han resultado más asimilables al del productor (colectivo) enfrentado a la competencia monopolística. La producción de café se restringió, en varias ocasiones, en aras de un sistema de cuotas para incidir en el precio internacional, y Colombia ha tenido una participación significativa del mercado mundial y tuvo también influencia importante en el sistema de cuotas en las épocas de pactos y convenios de 60 productores. La producción de banano se ha visto sometida, pero aparentemente con menor importancia práctica, a las cuotas europeas a favor de sus ex-colonias (Urrutia, Posada, y Pontón, 2002, pp. 59-60).

    Este comportamiento y sus resultados se pueden resumir en la tabla 1:

    TABLA 1. PROMEDIOS DE VALOR DE EXPORTACIONES DE CAFÉ DURANTE EL SIGLO XX

    Fuente: Grupo de Estudios del Crecimiento Económico Colombiano, 2000.

    A partir de las cifras descritas se evidencia que antes de la entrada en vigor de los TLC, el valor de las exportaciones de café y banano crecía desde mediados del siglo XX. A principios del siglo XX el café pasó de ser el producto más exportado (70% en la década de los sesenta), hasta llegar al 11,4% en 1999 (Grupo de Estudios del Crecimiento Económico Colombiano, 2000), y al 6% en promedio en las décadas de 2000-2022.

    Este hallazgo muestra, por un lado, la pérdida de importancia relativa del café a partir de la diversificación de las exportaciones y, si se juzga por el crecimiento exportador de otros productos agropecuarios diferentes al café, la diversificación de la matriz exportadora del país, como se muestra en la gráfica 4.

    GRÁFICA 4. PARTICIPACIÓN EN TOTAL DE EXPORTACIONES: CAFÉ, BANANO VS. OTRAS EXPORTACIONES (1905-2022)

    Fuente: cálculos propios con base en Urrutia et al. (2002), Trademap (2023) y DANE (2022).

    La disminución del porcentaje de exportaciones del café no se reflejó necesariamente en otros productos agrícolas que aumentaron su participación como los productos minero-energéticos (Villar y Esguerra, 2005). Al inicio del siglo XX la evolución de la matriz exportadora muestra una marcada participación de productos como el azúcar, el cacao, el caucho, los cueros de res, el tabaco, la tagua y el ganado vacuno, todos ellos con cerca del 20% entre 1910 y 1919, para ubicarse en el 9% en 1929 y en el 2% en los años cincuenta (Urrutia et al., 2002). Una caída notable a partir de los años veinte que se mantuvo durante el tiempo del modelo de la sustitución de importaciones de mediados de siglo, consistente con la intención de este modelo de trasladar el enfoque hacia los productos industriales. Esta situación tuvo un cambio notable en el modelo de promoción de exportaciones a partir de la segunda mitad de los años setenta, la cual se mantuvo estable hasta inicios del siglo XXI, coincidiendo con el comienzo de las negociaciones de los TLC.

    1.1.2. LAS IMPORTACIONES

    Con base en los datos del Banco de la República (1960) es posible determinar que de los US$ 327.000.000 destinados a importaciones de EE.UU. durante 1955, US$ 31.039.000 fueron de productos animales y vegetales, comestibles o no comestibles (es decir, del sector agrícola), lo que equivale a un 9% de las importaciones. Este comportamiento se mantuvo durante los años posteriores.

    Durante los años 80 las importaciones se mantuvieron en términos similares, en la medida en que los animales vivos (y otros productos animales), los productos vegetales (grasas y aceites), y los productos de la industria alimenticia (bebidas y cacao) tuvieron una participación cercana al 10%. En 1981 las importaciones de estos productos fueron de US$ 541.000.000 y las importaciones totales alcanzaron los US$ 5.199.200.000 (Banco de la República, 1985). Asimismo, entre 1986 y 1990 la participación del sector agrícola en las importaciones se redujo hasta el 7% (Banco de la República, 1990). Cabe anotar que en los períodos mencionados los productos vegetales (entre ellos, las semillas y los cereales) fueron los de mayor preponderancia.

    Entre 1992 y 1994, con la apertura económica, aumentaron las importaciones agrícolas recuperando el porcentaje del 9%, que se había visto entre los años 60 y 80; y los productos vegetales aumentaron su valor de US$ 193.000.000 a US$ 615.000.000, mostrando un comportamiento similar a las importaciones generales (Banco de la República, 1995). El incremento de las importaciones agrícolas continuó entre 1995 y 2000 con niveles de 12% en 1996 y 1998, y de 13% en 1999, con aumentos significativos en los productos vegetales, que alcanzaron valores cercanos a los US$ 1.000.000.000 (Banco de la República, 2000). Al inicio del siglo XXI los primeros 24 capítulos de clasificación arancelaria, pertenecientes al sector agrícola, continuaban reflejando el valor mostrado durante las décadas anteriores, rondando un 10% del total de las importaciones. Así, por ejemplo, en 2008 las importaciones agrícolas alcanzaron los US$ 1.882.244.000 del total de US$ 17.099.537.000 (TradeMap, 2022), es decir, un 11% de las importaciones totales.

    2. LA POLITIZACIÓN DE LOS MOTIVOS DE COLOMBIA PARA ENTRAR EN LOS TLC CON ESTADOS UNIDOS, LA UNIÓN EUROPEA Y MÉXICO

    A partir del anterior recorrido histórico, a continuación mostramos los principales motivos expuestos por el gobierno colombiano para negociar una mayor liberalización del comercio agrícola con EE.UU., la UE y México (Protocolo Modificatorio del TLC-G3). En general las razones de carácter macroeconómico por las cuales Colombia decidió celebrar dichos TLC tienen puntos en común toda vez que, aunque la negociación con los EE.UU. se inició con anterioridad a la modificación del TLC-G3 y con la UE, las declaraciones del gobierno para avanzar en la apertura comercial total por medio de acuerdos bilaterales fue la misma.

    Resaltamos que la posición respecto de la apertura de Colombia osciló alrededor del argumento de aprovechar las ventajas comparativas de los productos agrícolas. Como sustento de ese criterio, en el reporte de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe el MINCIT indicó que si bien los productores agrícolas mostraban una mayor sensibilidad en los procesos de apertura ante la distorsión de precios fundamentada en los subsidios a la exportación y las ayudas internas en las economías desarrolladas, la decisión de liberalizar el sector no implicaba en sí misma un desmedro el sector. Lo anterior se justificó tomando como ejemplo los casos de China, España, Costa Rica y México, en los cuales la desgravación arancelaria tuvo como contrapartida el aumento del porcentaje en el PIB del sector agrícola (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 2005). De igual manera, la opinión académica también validaba esa perspectiva, bajo el entendido de que los países más abiertos crecen más (Garay, Barberi y Cardona, 2006, p. 34).

    2.1. ESTADOS UNIDOS

    En mayo de 2004 se iniciaron las negociaciones para el Tratado de Libre Comercio entre Colombia y EE.UU. (Silva, 2007). Durante el curso de las negociaciones el Gobierno colombiano dio a conocer que los principales aspectos de la negociación agrícola se centraban en la reducción de aranceles, en las medidas sanitarias y fitosanitarias, y en las restricciones cuantitativas.

    En cuanto a la reducción de aranceles, los EE.UU. no tenían aranceles elevados por lo que la desgravación no significó un obstáculo para los negociadores colombianos. Se contaba con el antecedente compartido por Perú, Bolivia y Ecuador de reducciones arancelarias unilaterales en virtud de la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas y de Erradicación de Drogas (Andean Trade Promotion and Drug Eradication Act –ATPDEA)⁹, otorgadas a productos como flores, tabaco o carne de bovino (Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, 2006). La negociación de las medidas sanitarias y fitosanitarias no arrojó un resultado satisfactorio, pues fueron impuestas como obstáculos para los productores nacionales que deseaban exportar a los EE.UU. Finalmente, frente a las restricciones cuantitativas, EE.UU. aplicaba un sistema de cuotas para productos como el azúcar, que el Gobierno colombiano esperaba que aumentaran mediante la negociación (Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, 2006; Matriz de asuntos e intereses TLC Colombia-Estados Unidos,

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