La historia ya estaba anunciada: el gobierno de Andrés Manuel López Obrador provocó la irritación de sus socios comerciales en materia del maíz genéticamente modificado, quienes ya solicitaron consultas técnicas en el contexto del T-MEC.
Con dicho procedimiento, junto con el de materia energética, México ya tiene dos frentes abiertos por incumplir lo dispuesto en el acuerdo comercial, lo que implica riesgos para otros sectores productivos por las posibles represalias que puedan tomar Estados Unidos y Canadá.
El especialista y director del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), Juan Carlos Anaya Castellanos, asegura que México creó un problema con la mayor economía del mundo.
“La realidad es que no teníamos ningún problema con Estados Unidos. Creamos un problema. Sí, porque no es un problema comercial, lo vemos más como un tema político e ideológico, ya que México es un gran exportador. Tenemos una balanza superavitaria y este tipo de medidas está poniendo en riesgo sectores como el hortofrutícola, como el de carne de res, como, ya que Estados Unidos puede responder con decisiones que no beneficien al sector agropecuario mexicano.