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El Ocaso del Mundo
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Libro electrónico144 páginas2 horas

El Ocaso del Mundo

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En un periodo en el que todos los países del mundo compiten por ser el primero en encontrar otro planeta habitable entre las numerosas esferas del universo, un equipo de tripulantes argentinos, a bordo de la Sasha 077, realiza una expedición intergaláctica. Una vez en el espacio la nave es succionada por un agujero negro, solo sobreviven el capitán King y la alférez Dominic, los cuales despiertan en un inhóspito planeta que se encuentra devastado casi por completo, sólo existe una pequeña zona adaptada tecnológicamente para hacer posible la vida, allí se enfrentarán a depredadores de todo tipo, desde animales evolucionados hasta seres alterados genéticamente, y no sólo eso, sino que se encontrarán cara a cara con humanos que han involucionado a formas de vida más primarias. Descubrirán llenos de temor y sorpresa que no han llegado a un nuevo planeta, como esperaban, sino que el agujero negro los ha transportado 3000 años hacía el futuro y el lugar irreconocible en el que están, no es otro que la Tierra. Ahora, de que ellos logren sobrevivir y encuentren la manera de regresar, depende el futuro de la humanidad. Pero, cuando crean que todo está solucionado es cuando la mayor pesadilla comenzará a desatarse... Comprenderán que la involución no tiene vuelta atrás sino, por el contrario, un vertiginoso avance.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 oct 2021
ISBN9781005817466
El Ocaso del Mundo
Autor

Gladys Horodeski

Gladys Noemí Horodeski, nació el 15 de septiembre de 1986, en Alem, Misiones. Quinta hija de una familia humilde, su padre Juan Horodeski agricultor, su madre Eva Rodríguez ama de casa. A la edad de tres años, sus familia se mudó a San Vicente, un pueblo a tres horas de Alem, allí concluyó la primaria y la secundaria en un colegio local.Más tarde conseguiría una beca del Servicio Educacional Hogar y Salud (en conjunto con el ACES Asociación Casa Editora Sudamericana), organismo en el cual trabajó como promotora a fin de mantener dicha beca. Y se mudó a la capital de Misiones (Posadas) en la que vive y escribe actualmente, siendo alumna avanzada en las carreras de Profesorado y Licenciatura en Letras en la UnaM.En 2013, participó con un cuento de su autoría, "Por unos ojitos tristes", en la Antología Boulevard Literario, convocada por Editorial Rosario.Entre sus obras destaca "El Ocaso del Mundo", publicada por Editorial Alvi Books en 2014.

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    El Ocaso del Mundo - Gladys Horodeski

    Dedicado a:

    Diego Ale, mi lector del presente. Y Emily franza, mi lectora del futuro.

    La  Tierra quedó pequeña y lejana mientras la nave ascendió hasta confundirse entre los planetas y puntos luminosos del Universo. King colocó el sistema de gravedad, y la tripulación se juzgó feliz de volver a sentir el piso bajo sus pies; anotó en su bitácora de vuelo la fecha y  la hora de despegue: 23 de  noviembre 2025; 0900 A.M; luego se detuvo un instante y contempló la inmensidad del cosmos, que era surcado por la Sasha 077.

    King y su equipo eran quienes más veces habían incursionado en el espacio exterior, ya habían contemplado las auroras de los polos de Saturno, habían atravesado las nubes de Neptuno, se habían aproximado lo más que se puede de Mercurio sin ser calcinados, habían visto de cerca sus cráteres, habían pisado con sus botas espaciales el suelo rojizo de marte para tomar muestras de superficie y seguir los secos cauces de agua, perforado sus profundidades con sofisticados equipos sin hallar nada que no se viera a través de una sonda espacial; habían experimentado el frío plutónico e investigado su rocosa superficie,  pero aún no podían dejar de sorprenderse cuando contemplaba de cerca las estrellas y los demás cascotes voladores que iluminaban lo inmenso y vacío del espacio.

    Cuando la exploración del sistema solar acabó, tras constantes fracasos que los convencieron de la inutilidad de la empresa, decidieron trasponer las fronteras y la conquista de otros sistemas planetarios, extra solares, comenzó a divisarse, primero como un proyecto utópico, para irse constituyendo luego y  con rapidez asombrosa, en una posibilidad factible. Gracias a los aportes financieros pronto avanzaron hacía otros sistemas estelares cercanos, con la difícil misión o quizás con la insólita ilusión de encontrar otro planeta habitable, en otro sistema astral, uno que fuese capaz de sostener vida en cualquiera de sus formas. Sin embargo, hasta entonces, sólo se habían encontrado con desérticos sistemas cuyas condiciones no favorecían ni aún a los organismos unicelulares.

    La necesidad de hallar un planeta con las condiciones favorables, era cada vez más apremiante ya que todas las esperanzas de la humanidad radicaban en esta fantasía utópica porque, a juzgar por cómo iban las cosas, a la Tierra no le quedaba demasiado tiempo.

    Los gases tóxicos de la atmósfera terrestre se habían multiplicado en los últimos años, haciendo que respirar fuera peligroso para todos e incluso, en algunas zonas, mortal. Los recursos estaban casi completamente agotados, el suelo no producía y la mayor parte del agua estaba contaminada. A todo ello se sumaba el deterioro creciente de la capa de ozono, permitiendo la entrada directa de los rayos ultra-violetas. El verano jamás había sido tan denso ni el invierno tan crudo, miles morían diariamente a causa de las condiciones climáticas, las lluvias caían copiosamente por tiempo indeterminado, provocando inundaciones que eran seguidas por  meses de atroz sequía. Las pestes habían aumentado y a causa de ello la mortandad infantil era una bandera oscura ciñéndose sobre pobres y ricos en igual magnitud. La humanidad no estaba segura, su extinción nunca había sido más inminente.

    King no estaba meditando en esto, nunca le habían quitado el sueño las predicciones apocalípticas, él había aceptado la misión, no para salvar el mundo, sino para cumplir su sueño personal de pasar a la historia como el primero en hallar el planeta gemelo de la tierra, o quizás, lo hacía simplemente para salvarse a sí mismo, ya que estar sumergido en el espacio sideral era la mejor manera de no pensar en aquellas cosas que se ha perdido en el insignificante planetita que acababan de dejar atrás.

    La nave se iba internando en una oscuridad absoluta, se acercaban más y más a lo inexplorado, sorprendía que los cascotes iluminados no estuvieran flotando aquí y allá, no había más luces que las de la nave misma, estaban llegando donde nunca antes lo había hecho una nave tripulada. King se arrellanó en su asiento y se dispuso a disfrutar de ese momento en que la Sasha 077 tanteaba la oscuridad con la cautela de una gacela y se deslizaba hacía el frente con la agilidad de una leona.

    Se encontraban a sesenta años luz de la Tierra, a poca distancia de su objetivo, el planeta HD189733b, que orbita una estrella enana naranja y en cuya atmosfera la molécula de agua es el compuesto dominante. El cual había sido descartado en misiones anteriores por las altas temperaturas detectadas en su superficie, pero los últimos informes, hechos con tecnología más avanzada, fueron prometedores: su hemisferio sur poseía una temperatura similar a la de la Tierra; detectaron, además, que lejos de ser gaseoso, como se creía por su exorbitante tamaño, era rocoso, por lo cual era en potencia el planeta más similar a la Tierra del que se había tenido noticias en toda la historia de la humanidad.

    El capitán, teniendo en cuenta todo lo que aquella misión significaba pero sin darle demasiada relevancia al hecho de que su planeta natal se estuviera muriendo, meditaba en qué pasaría si al fin tenían éxito: ¿acaso se permitiría que todos los habitantes del planeta agónico subiesen sin más a una nave y ocuparan el nuevo mundo?, él sabía que no, no necesitaba esperar a hallarlo para saber que eso no ocurriría, que siempre habría quien tomará posición y decretará quiénes podían o no acceder a los beneficios. Estaba menos preocupado por esto que por si los equipos que traían eran lo suficientemente eficaces, para que, una vez hallado el lugar que buscaban, pudiesen enviar la información hasta los financiadores del proyecto, tomar las muestras necesarias y regresar sin percances.

    Sabía que estaba en medio de una guerra de intereses, ya que a los que financiaban la expedición muy poco les importaba el futuro de la Tierra, pues de ser así la cuestión sería salvarla mientras se pudiera y no abandonarla antes de que explotará, y, si bien sabía que su misión no era solo hallar vida, hallar un planeta con atmosfera respirable, sino hallarlo primero que nadie, antes que los rusos, antes que E.E.U.U, y aunque comprendía que esto beneficiaría  solo a unos pocos, no le importaba en absoluto, esperaba ser el primero a pesar de todo, simplemente porque él no se contentaba con ser el segundo, no había más motivación que esa y tampoco la necesitaba.

    Era consciente de las multiplicidad de  cosas en contra, de la inmensidad de posibilidades de que todo saliese mal, porque su país no tenía todo lo que otros para lograr el objetivo y King, sabia, además, que Argentina había invertido todo el dinero que se necesitaba para aplacar el hambre y las pestes que abatían a la población, en aquella misión que él dirigía ahora, sin embargo a King no le molestaba ese juego doble y político, estaba acostumbrado a la suciedad y había aprendido a lidiar con ella hasta el punto de que no le afectará en lo mínimo, no le fastidiaba que los demás lograsen beneficios de lo que él hiciese, siempre y cuando él se quedase, sino con una buena suma, al menos con el manojo más verde de laureles.

    Los demás tripulantes iban y venían de un puesto al otro, King sabía que no necesitaba preocuparse por ellos, tenía un equipo capacitado, todos sabían lo que debían hacer y cuando hacerlo, a pesar de ello siempre estaba supervisando cada uno de los comandos y verificando cada accionar de sus subordinados.

    La alférez Dominic había terminado su ronda de verificación de los tableros y demás equipos y ahora platicaba con Brian, su risita nerviosa se oía con claridad a pesar de estar bastante lejos de King, este le dirigió una mirada de desaprobación, ella, al percibirla, se sonrojó, bajo los ojos y desapareció por el pasillo rumbo a los comandos inferiores de control de la nave. El capitán era consciente de lo odioso que podría parecer su proceder ante sus subordinados, pero eso no le quitaba el sueño, muy por el contrario, lo mantenía con esa cuota de adrenalina necesaria para conservar el buen humor pero no excesiva como para que ese bienestar se refleje en el rostro, él creía que la disciplina era el motor del éxito y que para impartirla se necesitaba aplacar todo sentimiento y dejarse guiar únicamente por la razón, cualidad imprescindible para cumplir el deber sin cuestionarlo.

    King estaba convencido de que, si había alguien capaz de lograr el alto cometido que se esperaba de esa misión, ese era él, pero sabía también que debía prestar atención a cada detalle, ya que, a pesar de que la Sasha 077 era el mejor diseño, estaba capacitada con tecnología de última, poseía motor de curvatura que al generar una distorsión en la red tiempo- espacio, que rodeaba la nave, hacía que sea el espacio el que la estirará y la transportará con él, y de esta manera se reabastecía directamente de masa y energía de las estrellas de los sistemas que cruzaba superando, en gran manera, la velocidad de la luz, él era quien debía controlar los comandos de la nave porque el espacio suele ser una trampa mortal para los incautos y confiados, que dejaban todo el trabajo a las máquinas inteligentes, olvidando que fueron fabricadas por humanos y por ende podrían tener fallas.

    Sin embargo todo indicaba que no había motivos para preocuparse ni cuestiones de las que ocuparse, ya que a pesar de la gran rapidez con la que viajaba la nave, dentro, los tripulantes gozaban de la tranquilidad de un paseo en crucero y podían disfrutar un panorama del espacio en tiempo humano, era como estar encapsulados en una botella que al ser arrastrada por la corriente, era golpeada contra las rocas, pero adentro se sentía como si se estuviese  en un velero, surcando el mar, impulsados por una brisa suave, esto ocurría, además, por el escudo protector de la nave, que era capaz de repeler los cascotes que flotaban en el espacio, porque actuaba como el polo inverso del imán con toda la materia espacial, de modo que ésta se apartaba de su camino, en teoría, y les dejaba libre el paso.

    La Sasha 077, estaba equipada con dos cañones láser, que fueron diseñados solo por precaución, ya que no se esperaba tener que usarlos contra nada, la misión era ,ante todo, pacífica, tenían órdenes de no destruir ninguna partícula de materia, ni de dañar al más microscópico ser vivo, sin embargo, la operación espacial hacía sistemas no conocidos podría traer aparejado muchos peligros, por ello, los inversionistas, que temían perder su capital, habían encargado a los diseñadores los potentes láser.

    No obstante, King no ignoraba que la  tranquilidad que disfrutaban era  aparente,  ya que sabía que a la velocidad que iba y arrastrada por la fuerza del espacio que la rodeaban, la Sasha 077, estaba a merced de las circunstancias, y

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