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Mis tres deseos
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Libro electrónico244 páginas3 horas

Mis tres deseos

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Mis Tres Deseos está escrito para que las mujeres encuentren unacompañía inspiradora y poderosa al abrazar sus deseos, frente a sí mismas y frente al mundo. Las acompañará en esos momentos en los que conocen sus derechos, el camino que desean para su vida o las acciones que saben que les haría bien tomar para llegar a donde más anhelan, pero les cuesta vencer los obstáculos que encuentran en sí mismas y en el mundo para hacerlo.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 mar 2023
ISBN9786287642652
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    Mis tres deseos - Daniela Méndez

    PRIMERA PARTE - DESPIERTA, ESTÁS VIVA

    Todas somos protagonistas de una serie de Netflix

    Mis tres deseos

    En realidad, todas nosotras podríamos escribir un libro con nuestras historias, con nuestras vivencias, con todo eso grande, pequeño, dramático, doloroso, divertido, mágico, abrumador, desconcertante, que vivimos en nuestra vida y en nuestro día a día. El tema es que no todas queremos hacerlo públicamente (muchas de nosotras llevamos seguramente nuestros diarios que son auténticos libros privados) y está bien no querer. Lo importante es hacerlo en privado, en íntimo: escribir un libro con nuestra historia, en nuestra piel, en nuestra imaginación, que con sus distintos capítulos, los maravillosos y los terroríficos, nos haga sentir conmovidas, emocionadas y orgullosas.

    Yo he querido escribir este libro y hacer de algunas cosas íntimas algo público; además de todo lo que te conté en la introducción, quiero agregar ahora que en él hay algunas historias no solo mías, sino de amigas y de mujeres que, en las consultas, se revelan y comparten parte de esas narraciones de sus propios libros y películas. Deseo de corazón que las anécdotas, relatos, frases y vivencias que hay detrás de cada uno de los capítulos, te acompañen a vivir tu vida como realmente quieras vivirla y a escribir los próximos capítulos de tu propio libro del alma, como realmente quieras escribirlo.

    Para comenzar esta aventura juntas quiero invitarte a hacer un ejercicio práctico:

    Mis tres deseos Imagínate en este momento como la heroína de una de esas series, películas o libros que tanto te gustan.

    Mis tres deseos Piénsate y siéntete por un momento como si estuvieras fuera de ti, viendo tu vida, tu historia, como si fueras otra.

    Mis tres deseos Ahora recuerda tres momentos o eventos que hayas superado a lo largo de tu vida y de los cuales te sientas orgullosa. Recuerda e identifica tres historias de amor que hayan nutrido tu alma, en las cuales sientes que ganaste sabiduría y consciencia sobre la vida, sobre ti misma y los demás…

    Mis tres deseos Para lograrlo quiero proponerte que abras tu mente y que no incluyas solo el amor de pareja, sino cualquier historia importante que involucre vínculos determinantes; puede ser el encuentro con un amigo o amiga, con una persona clave en tu vida, un maestro o maestra, o un amor que se haya quedado o ido de tu vida, por supuesto.

    No es fácil tomar distancia de nuestra vida, vivencias e historias, porque las sentimos y experimentamos en la propia piel, sin embargo, hacer este ejercicio nos puede llevar a conectar con esa admiración que a veces sentimos por otras mujeres, sobre todo por esas heroínas de historias; también por esa mujer o amiga a quien hemos visto en sus propias hazañas y no podemos más que hacer una reverencia o aplaudir muy fuerte ante ellas. Este ejercicio, y concentrarnos en él, nos puede llevar a ponernos de rodillas ante todo eso que hemos pasado a lo largo de nuestra historia y a aplaudir muy fuerte las distintas conquistas que hemos tenido en los años que llevamos de vida.

    ¿Qué tal si nos admiramos como admiramos a las otras? ¿Qué tal si nos miramos con la compasión y la comprensión con la que muchas veces miramos y comprendemos a las demás?

    El reconocimiento y la admiración por nuestros logros y conquistas nos ayudarán a conectar con la energía que necesitamos para alcanzar o abrazar nuestros tres deseos. Esos deseos que hoy más nos importan y ocupan espacio en nosotras.

    ¿Y por qué tres? Por varias razones. La primera de ellas, porque son tres los deseos hacia los cuales nos guía nuestro inconsciente: deseo de amar —y ser amadas—; deseo de gozar —de obtener satisfacción y complacencia interna en nuestro día a día a través de nuestras distintas acciones y elecciones—; y deseo de desear —de sentir motores internos que nos ayuden a encontrarle un sentido a nuestros días y a nuestros años de vida—.

    La segunda, porque hay tres deseos concretos, que incluyen los tres que te he contado antes: deseo de relacionarnos con una pareja, amigos, con otras y otros, con quienes podamos sentir conexión y apego; deseo de tener un trabajo o de llevar adelante algún proyecto que nos ayude a sentirnos creativas, talentosas y productivas; y deseo de ser madres o no serlo —que son dos caras de una misma moneda, ya que este deseo tiene que ver con cómo nos enfrentamos a la maternidad en nuestras vidas hoy en día—.

    La tercera razón es porque nuestros deseos nacen en tres espacios de los cuales te contaré un poco más adelante: real, simbólico e imaginario. Se podría decir que de cada uno de ellos nace al menos uno de los deseos que nos mueven principalmente.

    Finalmente, porque el tres también es un símbolo de que son algunos los deseos que elegimos de todos los posibles en el mundo, aunque en la vida real cada una decida si es uno o son cuatro, siete o diez a los que hemos de abrirle espacio en nuestra existencia. Como te contaré en las próximas páginas, nuestros deseos se van renovando y cambiando de número y forma según nuestras necesidades, etapas y momentos.

    En este punto, querida, quiero invitarte a que te hagas algunas preguntas para irlas respondiendo a medida que avanzas en la lectura:

    Mis tres deseos ¿Cuáles han sido y/o son los tres deseos más importantes de mi vida?

    Mis tres deseos ¿Qué he hecho por ellos?

    Mis tres deseos ¿Cuánto he entregado, apostado, por ellos?

    Mis tres deseos ¿Qué me han dado y qué me han quitado?

    Mis tres deseos ¿Cuáles han sido o son los obstáculos más grandes que he tenido o tengo para alcanzarlos?

    Tres planetas de nuestro universo: real, simbólico e imaginario

    Cuando nacemos somos disfrute puro, ni siquiera sabemos cuál es la diferencia entre nosotras y nuestra madre o el mundo. Venimos del todo, del útero; nos lleva un tiempo asimilar que somos un ser distinto de nuestra mamá y de todos los demás. Poco a poco, el lenguaje nos va penetrando literalmente: el nombre por el que nos llaman una y otra vez comienza a marcar nuestro ser. Ya no somos todo ni todas sino Daniela, Sofía, Paola o María.

    En ese proceso de penetrar y ser penetradas por la cultura, por el lenguaje, nuestro inconsciente, ese mar inmenso que nos mueve, nos demos o no cuenta, se divide como en tres partes, por llamarlo de alguna manera: nuestros nombres, los valores e ideales que forman parte de nuestro mundo (simbólico); un cuerpo en los límites de nuestra piel, que nos recuerda que somos seres que vivimos junto a otros, pero que tenemos un cuerpo propio y separado del de los otros (imaginario); y un agujero que es un hoyo negro y, a la vez, un universo, que es angustia y a la vez posibilidad, ese espacio en el que nos rebelamos a entregarnos al nombre que nos ponen, al orden del mundo y la cultura, al deber ser y hacer, un espacio abierto que es importante tocar con cuidado y al que regresamos cada vez que sufrimos o nos sentimos plenas como en un orgasmo del cuerpo o del alma: en ese lugar nos sentimos todas y a la vez nada (real).

    Estos son los tres registros que, según el psicoanálisis lacaniano, se encuentran en nuestro inconsciente; ellos están allí, detrás y debajo de nuestros movimientos. Te los comparto para que esta organización te ayude a ordenar lo que muchas veces pasa por ti y sientes que no tiene principio ni fin. El proceso de autoconocimiento y trabajo interno muchas veces necesita que pongamos algunos nombres a lo que nos pasa y a lo que pasa en nuestro mundo interno y ¿para qué, querida?, pues para bajar la angustia y poder trazar nuestras propias estrategias al enfrentar los distintos retos de la vida y de este mundo humano, tan desafiante como mágico, en el cual nos encontramos.

    Entonces, yendo un poco más profundo en cada uno de estos planetas, quiero contarte algunos detalles más sobre ellos:

    El simbólico es el espacio de los nombres que nos han puesto y que nos hemos puesto. También, el de los valores e ideales más importantes de nuestra vida. Incluye nuestro nombre propio, nuestro apellido, el apodo con el que nos han llamado y nos llaman, y esas palabras que nos mueven y nos marcan como valiente, poderosa, respetuosa, buena, que se porta mal, rebelde, feminista, princesa, guerrera, terrible, tremenda. En él se graban todos esos nombres e ideales culturales que nos resuenan, no solo al principio de nuestra vida, sino en los momentos clave de nuestra experiencia humana. Nuestros nombres e ideales, esos que más han calado en nosotras, a veces funcionan como profecías. ¿Qué quiere decir esto? Que de tanto escucharlos y repetirlos nos los creemos y actuamos conforme a ellos. De hecho, son como una brújula: seguirlos nos orienta, nos calma, nos lleva por los lugares que nos son familiares y conocidos, como cuando nos llaman por nuestro nombre, por ejemplo.

    El imaginario es el espacio de nuestra imagen, esa noción que tenemos de nuestro cuerpo como un espacio vivo en el cual nos movemos mientras estamos en el mundo. Es esa imagen que vemos en el espejo y sabemos, sentimos, nuestra. Nos identificamos en ella y la reconocemos como la casa de todos los nombres, ideales e historias que somos, como la casa de nuestro mundo simbólico. Con este planeta nos mostramos al mundo desde cierta seguridad y consistencia. En compañía de este planeta encontramos las piernas, los brazos, la voz, la mirada, que nos acompañan a hacer realidad nuestros deseos.

    El real es el espacio que ni el simbólico ni el imaginario lograron atrapar del todo, es como la rebeldía interna que todos los humanos mantenemos. En él se guarda lo que no tiene nombre ni cuerpo, lo que no sabemos ni queremos explicar. Este espacio está lleno de misterio y lo más interesante es que en él encontramos tanto la angustia como el placer más grande de la vida. Es algo así como ese momento del orgasmo en el que el placer más inmenso se confunde con muerte y dolor.

    Estos tres espacios están relacionados unos con otros, cada uno tiene su campo propio y, a la vez, comparten algunas áreas y fronteras con los otros dos. Estos tres espacios son representados en psicoanálisis con un nudo borromeo en el que se observan tres aros con espacios propios y compartidos, pero que solo existe como tal, como nudo, mientras están los tres juntos por ese espacio que comparten. Finalmente, los tres están reinando en nuestro mundo y, a la vez, siendo reinados por nuestra más profunda libertad. Tienen una historia única, original y hermosa en cada una de nosotras que se ha formado —y se forma— con los millones de experiencias que vivimos en nuestra existencia.

    Para poder movernos en el mundo con una pulsión propia, deseos y amores personales, cada uno de estos tres espacios deben estar alimentados. ¿Qué quiero decir con esto? Que en el simbólico debe haber cierta información que me permita tener referencias de quien soy y a donde voy: «Ah, soy Daniela, y se supone que debo —y/o quiero— ser buena o valiente o poderosa». Estas palabras, que conforman este espacio, son necesarias para guiarnos. Hay algunas que permanecen en nosotras durante toda la vida, otras que se van moviendo y sustituyendo por otras. Por eso, cuando escuches por allí esas tendencias que te piden renunciar a todas tus etiquetas pues ojo, porque al estar en el lenguaje siempre necesitamos algunas de ellas. Lo cual no quiere decir que solo las necesitemos a ellas para vivir. Quizá, en un momento de tu vida, era importante ser buena y eso te guio. Ahora, ya no quieres ser buena sino libre… y libre también es una palabra que te mueve, tan palabra, etiqueta y necesaria como buena y sobre todo una buena etiqueta que te orienta.

    En el imaginario, por su parte, también hay información que alimenta y que sostiene todo nuestro ser, por eso sí importa cómo nos veamos en el espejo, por eso sí importa lo que sentimos al vernos. Por eso, aunque no nos importe la apariencia de nuestro cuerpo, cuánto pesa o de qué color van nuestros labios hoy, o queramos darle una patada a los estereotipos de la época, sentirnos contenidas en nuestra piel es clave para dar pasos en nuestra vida y para hacer realidad nuestros deseos. Sentir que nuestro cuerpo corresponde a nuestro ser, que lo que vemos en el espejo y lo que sentimos en nuestra piel sostiene con consistencia todo nuestro mundo interno, es clave para hacerle frente a la vida.

    El real, ese rebelde inatrapable, también es necesario, allí están guardados nuestros goces y gozos, esos que veremos más adelante. Es el real, como su palabra bien lo dice, el que sella nuestra autenticidad.

    Estos tres espacios se traducirían de la siguiente manera:

    «Esta soy yo, así me llamo, estos son los ideales y valores que me mueven y me importan (simbólico), en este cuerpo me muevo y hago realidad mis deseos y me relaciono con otros (imaginario), estos son mis gozos y goces, gustos y sensaciones que, aunque no puedo explicar bien, me hacen quien soy: me gusta que me toquen suave, adoro escuchar voces con cierto tono, en el silencio cierro los ojos y siento un placer inexplicable como en un orgasmo». O «Hay temas como la muerte, la enfermedad y la soledad que me siento incapaz de tocar», a este agujero negro también se va todo aquello de lo cual no queremos o no podemos saber porque es demasiado angustiante para nosotras (lo real).

    Ahora quiero invitarte a hacer un ejercicio para descubrir la información que está presente en los tres espacios que te conforman:

    Mis tres deseos Además del nombre que aparece en tu DNI o pasaporte, ¿qué otros nombres te pondrías? Y no me refiero solo a nombres propios, sino a cualquier nombre que venga a tu imaginación, con el cual te llamarías. Yo, por ejemplo, hace tiempo me puse: libre, valiente, poderosa, escritora .

    Mis tres deseos ¿Qué sientes cuando te ves al espejo? ¿Sientes que tu cuerpo te acompaña en tus nombres, valores, sueños y deseos?

    Mis tres deseos ¿Qué te resulta tan gozoso en tu vida que de pensarlo sientes que tu alma se expande, mariposas en el estómago o una paz inefable?

    Mis tres deseos ¿Qué te resulta tan angustiante o doloroso en tu vida que de imaginarlo sientes que se te nubla la vista o que tu corazón se acelera?

    Por todo lo que te he contado antes es que a todas nos tocan y nos penetran algunas etiquetas. En psicoanálisis se llaman significantes y son las palabras clave que nos comandan y están escritas en nuestra mente, piel y alma. Por eso, es que todas tenemos algunos "no sé qué" que sentimos en la piel, por eso a algunas nos gusta mirar, a otras escuchar y a otras movernos en libertad. Por eso, es que todas tenemos un tumbao distinto en nuestro cuerpo.

    Descubrir información sobre el real, el simbólico y el imaginario te ayudará no solo a fortalecer la conciencia de que eres un mundo distinto a muchos otros, sino a cachar tus propios gustos, sutilezas y todo eso que está detrás de tus movimientos y deseos. Esta información también te ayudará y te acompañará a hacer realidad tus tres deseos, los de tu vida o los de este momento de tu existencia.

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