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Dominar el Juego
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Libro electrónico178 páginas4 horas

Dominar el Juego

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Información de este libro electrónico

¿Alguna vez te congelaste frente a una mujer?
¿Has sentido como si una pared te aleja de ella?
Eso se llama "falta de experiencia", "falta de conocimiento"... en definitiva: "inmadurez sexual".

No es tu culpa, a muchos nos educaron con un código muy severo, que hace que respetemos de sobremanera a las mujeres, pero que reprime la natural tendencia del macho de ir tras ellas para seducirlas.

Si de niños nos criaron de esa manera, lo único que se consigue es "tenerles miedo"; y ellas "ODIAN" a los hombres tímidos, porque necesitan un "hombre" a su lado que las haga sentir seguras y protegidas.

La mujer huye ante el hombre que las acosa; porque son de cuerpos más frágiles, y además porque intuyen que sólo las están buscando para sexo. Pero el varón que sabe llegarles con palabras y gestos oportunos, es el que consigue seducirlas con éxito.

Quiero invitarte a que leas la siguiente propuesta, donde aprenderás sobre la mentalidad femenina, cómo conseguir atracción, la manera de seducirlas, conseguir citas y más...

Esta guía te forjará autoconfianza, ya no serás visto como "amigo", ni tendrás de desembolsar cientos de dólares para que te presten atención.
No te pierdas la oportunidad

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento20 jun 2023
ISBN9798215089514
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    Vista previa del libro

    Dominar el Juego - William Cooper

    Introducción:

    Siglo XXI, época de grandes cambios tecnológicos y sociales. Se vive a toda prisa, en búsqueda de logros inmediatos y de gratificación efímera. El pulgar para arriba de un desconocido, vale más que el sabio consejo de un amigo; y es que la velocidad de la vida moderna, no se permite el lujo de la pausa y la reflexión. Los roles, claramente establecidos en décadas pasadas, sobre lo femenino y masculino, hoy se ven desenfocados; originando confusión (y angustia) en aquellos que interactúan; al no encontrar coherencia entre lo enseñado por padres, y lo que la realidad les muestra. Es cierto, la mujer, gracias a sus luchas, ha ido conquistando lugares y derechos que parecían ser patrimonio del hombre; pero a pesar de ello, su naturaleza la empuja a no perder los privilegios que supo disfrutar, de aquellas épocas que reniega. Por eso se ven damiselas que ya no esperan que sea el hombre el de las iniciativas; pero ocultamente esperan que él se haga responsable de las decisiones. Confunde ¿no?

    Para el hombre la mujer siempre ha sido un libro indescifrable, y quizás allí se encuentre una de sus más bellas características... que nos enloquecen; pero una cosa es admirar lo distinto y luchar por atraparlas; y otra, que por falta de sabiduría, uno termine siendo manipulado por lo que tanto desea.

    Al varón se lo sigue criando de la misma manera, con pocos sentimientos y deseos de gloria; pero de igual modo, le siguen retaceando el manual del cómo actuar y de qué manera debe llegar al triunfo. Esto siempre ha sido así, porque al macho se lo ve como la parte ruda y adrenalítica de la humanidad, que tras golpes y caídas... termina aprendiendo solo. Nada más equivocado.

    Encontrarás cientos de artículos con sus tips para abordar una dama; pero invariablemente fracasan si no son ejecutados por una personalidad varonil afincada. Resulta, que cada herramienta que se adquiere, no puede ser aplicada a tientas y locas; sino, primero, debe ser mensurada y adaptada a la situación requerida. Esto último, sólo se logra con un conocimiento preciso del mundo donde hombres y mujeres se relacionan, del rol que la naturaleza les ha heredado, y de la psicología oculta que los define.

    Estas dudas y otras es el leitmotiv de esta guía. De aquí en adelante nos adentraremos en lo que los padres no enseñan, en lo que los amigos no saben o exageran, en los secretos que las mujeres guardan en sus ADN (y quizás ni ellas mismas lo sepan) para que tú, sabiduría en mano, seas un distinto.  El conocimiento, y sólo el conocimiento, es el causal de los cambios mentales (la experiencia también es conocimiento aprendido); y cuando los pensamientos maduran en sentido correcto, la persona resalta entre los analfabetos, y adquiere una personalidad magnética... por ser el alfa, y no... parte de la manada.

    La psicología lleva más de cien años estudiando los procesos mentales y el cómo reaccionan las personas de acuerdo a los estímulos que reciben. Dominar el juego se inmiscuye en los resultados de tales estudios científicos, rescatando lo mejor de lo mejor, para que el iniciado corrija posturas, evite repetir errores y sólo apueste al éxito.

    Desde ya, UNA VERDAD: no importa cuánto cambien las épocas o las costumbres; la humanidad ha logrado sobrevivir gracias a ciertas reglas que no han variado desde el mundo cavernícola... y quien las ignore, está destinado a ocupar el rol del perdedor... lugar de por sí ¡superpoblado!

    Resulta que esas pautas se están olvidando, generando un mundo con falta de compromisos, amores efímeros y con la creencia que todos somos desechables. En definitiva, una sociedad plagada de personas sin luz propia.

    El que nade contra la corriente, el que domine el ABC de la historia humana; ese será el líder que todos admiren.

    Esta guía ha sido elaborada de la manera más sencilla, sin perder su rigor científico, usando los más variados elementos de gramática para que la experiencia de su lectura resulte gratificante. Se incluyen textos científicos, teorías psicológicas elaboradas exclusivamente para esta guía, historias adaptadas para ejemplificar, y fundamentalmente POESIAS, que es el lenguaje que más seduce a la mujer, para que el lector se adentre en los conceptos de la metáfora y la cadencia de la rima, e ir erradicando el áspero idioma del macho.

    Te invito a realizar el recorrido de lo que será el cambio de paradigma de tu vida.

    Capítulo 1: Tus sentimientos

    ––––––––

    Sin esas saladas gotas que acompañan la emoción... sin pasión, sin euforia, sin ternura, sin sonrisas... ¿Es posible concebir un mundo? Creo que NO.

    Apenas llegas al mundo y ya comienzas a exhibir sentimientos. Eres nada más y nada menos que sueños y temores, euforias y pasiones, dramas y amarguras. El desprecio o el amor.

    Ten en cuenta que la vida cotidiana nos compromete con el alrededor. Somos fabricantes de afectos; porque todo aquello que nos toca, en todas sus formas, nos afecta de alguna manera... y reaccionamos al respecto. Esto es la esencia del amor o el desengaño que se encuentra en los caminos.

    En cosas del sentir, es dura la lucha contra el propio pensar, y mucho más contra el ajeno. Los pensamientos se pueden compartir y llevarlos a debate; los sentimientos son individuales, te pertenecen, y nadie te los puede cuestionar.

    Aquí sentado me pregunto, ¿quién soy yo para meterme con tu vida?, ¿quién soy yo para incurrir en propiedad de otro sentir? ¡Nadie! Pero puedo enseñarte la historia del origen del sentir... para que analices y evalúes, a quien comparte o compartió tus días, y el por qué te trata o te trató de tal manera.

    Todo lo que nos pasa en el alma arranca con la primera gota en el pecho de una madre.

    A mi juicio, el sabio Harry Harlow, entrometido inspector de los vericuetos de la mente, dio en la tecla con la clave del sentir. En su laboratorio psicológico experimentaba con monitos bebés, criándolos con dos tipos de madres artificiales. Unas de alambre con biberones simulando mamas, y otras forradas de piel como la de una madre auténtica. Los pequeños se alimentaban con la madre de alambre, pero apasionadamente se abrazaban a la cubierta de pelaje, que satisfacía la necesidad de contacto.

    Un colega de aquel, el intelectual John Bowlby continuó investigando, pero con humanos, y al tiempo definió la conducta del apego. La vida es tormenta y no hay nada más imperioso que aferrarse a lo más firme para subsistir.

    A todo pequeño no lo une con su madre tan sólo el alimento. Aquel mero sostén, sólo es compañero en la innata búsqueda de emociones para soportar tempestades y así sobrevivir. El apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres (o cuidadores); proporcionándole la seguridad emocional indispensable para sentirse aceptado y protegido incondicionalmente; y por consiguiente, un correcto desarrollo de su personalidad.

    Pero el crecer busca otros brazos para conquistar, además de los que dieron vida. Entre tanta búsqueda y tan pocos encuentros, nadie ha muerto sin haber sido feliz alguna vez. El último día debería ser el que clausure la epopeya.

    Préstame atención. El cariño progenitor es gratuito, casi todo el de los demás tiene su precio. Se negocia lo ansiado por lo que se está dispuesto a dar. El mercado de afectos está repleto de buenos y malos negociantes. La moneda de cambio es la caricia, pequeña muestra voluntaria del sentir. Paz que estimula a otra persona a devolverla.

    Se acaricia rozando la piel, con una dulce carta, con la palabra bella, mirando algunos ojos o escuchando desgracias.

    Las caricias buenas son las que proveen satisfacción; mientas las negativas son las causantes de dolor, daño moral o agresivas. En medio, una fina capa, entre caricias condicionales que nos dan por lo que hacemos, y las incondicionales que nos dan por lo que somos.

    ¿Alguna vez has evaluado la calidad de las caricias recibidas? Si fueron pobres ¿conoces su origen?

    Hay niños que no reciben caricias dulces. Se transforman en bandidos buscadores de caricias malas. Prefieren el reto de sus padres para sentir que existen, a que se los ignore. Lo habrás escuchado lo hacen para llamar la atención. No hay niño ni viejo que soporte oír que no es querido. Cualquier persona digiere mejor la soledad con pareja enojada, que con otra que lo somete a la ley del hielo.

    Por eso te digo, todo adulto busca halago, persiguiendo algún tipo de cariño aprendido alguna vez.

    Como en todo universo, el de las caricias se rige con preceptos:

    Si la persona que está contigo nunca agradece.

    Si nunca acaricia.

    Si nunca pide ayuda.

    Si nunca dio muestras de quererse.

    Si permite que la ofendan; entonces, quien la observa, leerá en su historia las pobrísimas caricias buenas de su infancia, y el claro germen de actuales y próximos enfermos sentimientos.

    Ahora te digo: lo bueno y lo malo no disputan mundos. Más bien van de una misteriosa mano. El criterio de justicia humana es tan vago, que para corregir lo malo aplica otro mal, que curiosamente considera bueno.

    En ciertas épocas, de niños fuimos domados y achicados aún más. Nadie ha escapado de escarmientos, suaves o severos. En ese pasado se aprenden dos lecciones: lo prohibido y las penas para quienes transgredan. Por ello nace como sentimiento la bronca ante la sanción, que crece como enredadera en la pared humana.

    Parece mentira; lo cultivado ayer en la niñez, marca el sendero de acciones al premiar o reprender a otro en cualquier hoy. No inventamos las reglas, fueron los demás los que formaron nuestro inconsciente patrón de acciones.

    A fuego nos marcaron como res en pampa, el duro concepto. Dijeron que lo malo no debe escapar al castigo. Es tan profunda la premisa, que luego sancionamos de la misma forma en que nos ajusticiaron.

    Aquel al que hoy le imponen sólo multa por embestir con triciclo la maceta preferida, será el más tolerante de errores ajenos; los verá pasajeros. En el otro sitio extremista, de manera contraria y triste, quien sufrió llamaradas de insultos y humillaciones, optará entre horca o guillotina para ajusticiar a quien olvidó ponerle –hoy- sal a su comida.

    El enojo o el descontrol busca en cada descarga emocional: justicia y paz espiritual, deseada por el infante que éramos cuando fuimos reprendidos. Nos crearon heridas de memoria, que vanamente intentamos suturar.

    La tolerancia a la frustración se fabrica a la par de las gratificantes historias familiares; mientras la tolerancia a la ansiedad y a la angustia se van cultivando en la medida en que se nos enseña (desde niños) a ser paciente ante situaciones desagradables.

    En definitiva, lastima con palabras no el que no ama, sino quien carece de recursos para gobernar sentimientos. Y latiga el cavernícola con sus puños lacerantes la piel ajena y delicada, con un claro intento de dañar... no de amar.

    Es hora de anécdota:

    Alguna vez me contaron esta historia. En un mundo lejano, donde quién sabe por qué razones no existía el hombre, había una verde pradera con un solo espantapájaros y cientos de aves que deseaban adueñarse del maizal. El muñeco de paja, quieto y eterno, reinaba. Era rico, rodeado de alimentos que nunca consumía, y por su aspecto todos le temían. Los plumíferos sobrevolaban y observaban; deseaban el poder del espantapájaros. De vez en cuando alguno intentaba imitarlo, quedándose suspendido en el aire con alas inmóviles, logrando sólo caer a tierra. Otros se le posaban en el hombro para endulzar sus oídos; pero al no tener respuesta, retomaban el vuelo. Y otros, deseaban arrebatarle de prepo una mazorca, pero al ver el rostro serio, desistían.

    El humano no debe actuar como esos torpes pájaros, ni probar nada para mostrar quién es. Simplemente es. Quien imite, se haga amigo por interés o pretenda robar personalidad ajena, dejará en claro la pobreza en la suya, proveniente de incultos padres con desequilibrios entre valoración y censura.

    El que sólo exhiba un esqueleto de autoestima, será usina de celos, mentiras, soberbias, envidias y de viles sentimientos Y sólo se relacionará con otro ser a través de un camino de lágrimas.

    Pero no sólo los mal criados sufren por carecer de herramientas emocionales que le permitan interactuar sanamente; sino que los educados en cuna de amor, también sufren al relacionarse con los primeros.

    Es por ello que el adulto debe buscar el equilibrio entre lo que da y lo que recibe; o como dice la Biblia Amarás a los demás como a ti mismo (nunca más que a ti mismo).

    Tus sentimientos impactarán en tus valores. Ni tan humilde que no te permitas valorarte. Nunca exceso de bondad, para que no se aprovechen. Jamás indiscriminada solidaridad, para quien no se la merece. Mucho menos, desmedida lealtad a quien no la corresponda. Y de ningún modo, honestidad extrema, vendedora del secreto que no conviene sacar.

    Por todo eso te digo: Los sentimientos son naturaleza humana desde aquel primer minuto. Solo amarás, cuando te hayan sembrado semillas de bondad.

    Los humanos ansían ternura, y guardan en piel y espíritu las primigenias caricias que sintieron. Sin importar su edad, pretenden volver, aunque sea por una vez, a la delicia de esas primeras manos en la espalda. El primer amor ingenuo jamás abandona los pasados.

    También se ven otros humanos, renunciantes de afectos, y perdedores de aventuras felices, por temor a quedar sin nada un día después. Gran error. El amor no es la espera egoísta y temerosa del cariño, sino la

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