LECTURAS PARA LA SEDUCCIÓN
¿Harían una pareja feliz Cleopatra y Casanova? ¿Cómo se las ingeniaría Valmont ante Salomé? ¿Y si Tristán cayera en las redes de Lana Turner, en vez de en las de Isolda? ¿Qué hubiera sido de George Clooney en Quemar después de leer, si esa carta la hubiese rubricado la Carmen de Merimée? En este arte de los preliminares, los atributos sucumben a la estrategia. Por eso, y por más que la literatura rebose de burladores legendarios, la seducción «antítesis de la violación» es femenina. Las delicias del coitus reservatus feminizan a cualquier candidato a Don Juan. Incluso en los infiernos.
Will Smith en Hitch, Mel Gibson en Lo que quieren las mujeres, en . ¿Qué tienen en común? Tres tenorios con vocación de macho alfa se reconvierten en asépticos gurús del sexo. Signo de los tiempos. En ese ámbito íntimo donde antes prevalecían las lecciones de , la lírica de los trovadores, los diarios de —es decir, el libro—hoy se imponen el celuloide y la visibilidad total. Sin embargo, por más que la posmodernidad lleve apa-rejada una cierta paridad en los roles, las pautas siguen siendo las mismas.
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