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Olvidarte de Él
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Libro electrónico167 páginas2 horas

Olvidarte de Él

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"Olvidarte de Él" es un libro dedicado a todas las mujeres que atraviesan por una ruptura amorosa y se encuentran sumidas en tristeza o depresión. Este conmovedor recorrido por la vida amorosa de las personas ofrece una perspectiva reveladora sobre las dinámicas de conquista y el comportamiento tanto de hombres como de mujeres en relaciones románticas.

Con una mirada honesta y perspicaz, el libro examina las personalidades perversas que pueden surgir en el ámbito de las relaciones, así como los celos y los conflictos que es esencial evitar o afrontar con sabiduría. A través de historias reales y consejos prácticos, "Olvidarte de Él" proporciona las herramientas necesarias para superar una pérdida amorosa y recuperarse emocionalmente.

Este libro no solo es un bálsamo para el corazón herido, sino también una guía inspiradora que empodera a las mujeres, animándolas a enfrentar las dificultades y encontrar su fuerza interior. A medida que las lectoras se sumergen en sus páginas, descubrirán estrategias para sanar el dolor emocional, reconstruir su autoestima y, finalmente, avanzar hacia un futuro lleno de esperanza y felicidad.

"Olvidarte de Él" es un compañero comprensivo y sabio que aborda los desafíos comunes que muchas mujeres enfrentan después de una ruptura. Con empatía y conocimiento, este libro ofrece valiosos consejos para evitar patrones destructivos, establecer límites saludables y abrirse a nuevas posibilidades de amor y crecimiento personal.

Si te encuentras en medio de una pérdida amorosa y deseas encontrar la fuerza para seguir adelante, "Olvidarte de Él" será tu guía hacia la sanación emocional y la renovación interior. ¡Prepárate para embarcarte en un viaje de autodescubrimiento y empoderamiento que te ayudará a construir una vida plena y feliz después del amor perdido!

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento20 jun 2023
ISBN9798223473121
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    Olvidarte de Él - Linda Watsom

    Introducción:

    Desamor es el inmenso grado de tristeza y ansiedad que sufre una persona ante la ruptura de una relación amorosa. Se manifiesta a través del llanto incesante y algunos síntomas depresivos como falta de apetito, pérdida de peso, desmotivación y aislamiento, cambios en el patrón de sueño e incapacidad para disfrutar cosas que fueron consideradas placenteras, entre otras.

    ¿Por qué el desamor pesa más que la pérdida del más querido objeto protegido?

    Quizás... porque ni el más valorado objeto, jamás osó mostrar interés por ti.

    Allí radica la dificultad de superar la pérdida de un amor: nunca lograrás reemplazar una relación sentimental con otra; porque cada una se construyó a base de subjetividades distintas y en un momento histórico concreto. Con cada hombre has vivido amores diferentes y únicos, como así también intercambios de afectos o reclamos propios a la personalidad de cada uno. Es por eso que puedes volver a estar acompañada, pero no dejas de suspirar por el que vive en tu pasado; aquél que pelea en tu mente con tu actual pareja, disputándose el trofeo de haberte enamorado de la mejor manera.

    No te preocupes, la psicología lleva más de cien años ocupada en estudiar cómo funciona la mente humana, y del cómo logra recuperarse frente a la adversidad para seguir mirando el futuro; a eso le llama: resiliencia.

    El dilema es, que la psiquis, por naturaleza, hace su mejor esfuerzo; pero en otras ocasiones, por su mala educación, desconoce los recursos que posee latentes, y que deben ser enseñados para entrar en funcionamiento.

    Ésta es mi tarea: Mostrarte paso a paso la manera en que los sentimientos vinculan a las personas, para madurar en relaciones que se juran eternas, logrando algunas sobrevivir en armonía; y otras... naufragar, dejando en muchos casos, heridas emocionales profundas. Te mostraré el peor de los escenarios, donde la autoestima se degrada, la persona se siente abatida y fragmentada, permitiendo que la situación la supere. Pero también te señalaré aquellas, que consiguen continuar con su vida sin problemas. Incluso muchas van más allá, transformando la mala experiencia en algo positivo; haciendo que los tropiezos las ayuden a desarrollar recursos para sobrevivir. Esta guía te llevará a pensar y actuar como estas últimas.

    Para abordar este ensayo tienes dos caminos: Depende de ti y de tu situación emocional. Cada capítulo es independiente, pero mi consejo es que sigas el orden.

    Si emocionalmente estás desbastada y requieres ayuda inmediata, puedes ir directamente al capítulo 8, madurar su contenido y comprometerte con los pasos que revertirán tu situación. Pero corres un riesgo si sólo haces eso. Resulta, que, sin entender las causas del dolor, o en qué etapa se cometieron los errores; seguramente los volverás a repetir una y otra vez. Sigue mi consejo, tómate tu tiempo, disfruta la lectura hoja por hoja, compara su contenido con tus propias creencias y experiencias; haz conclusiones que te permitan ver las fallas en la relación extinta, oblígate a modificar los hábitos, y haz un nuevo mapa de ruta que te invite a crecer en el amor.

    Este libro está redactado para que te resulte fácil comprender, sin perder el rigor científico. Encontrarás historias, poesías, teorías inéditas y personajes con los cuales compararte (o a tu ex compañero de vida) con el único motivo que tu humor, paulatinamente mejore, y logres arribar al tan ansiado cap. 8 con las herramientas necesarias para su abordaje.

    Te invito, de aquí en más, a caminar juntos el camino de tu recuperación emocional.

    Capítulo 1: Tus sentimientos

    ––––––––

    Sin esas saladas gotas que acompañan la emoción... sin pasión, sin euforia, sin ternura, sin sonrisas... ¿Es posible concebir un mundo? Creo que NO.

    Apenas llegas al mundo y ya comienzas a exhibir sentimientos. Eres nada más y nada menos que sueños y temores, euforias y pasiones, dramas y amarguras. El desprecio o el amor.

    Ten en cuenta que la vida cotidiana nos compromete con el alrededor. Somos fabricantes de afectos; porque todo aquello que nos toca, en todas sus formas, nos afecta de alguna manera... y reaccionamos al respecto. Esto es la esencia del amor o el desengaño que se encuentra en los caminos.

    En cosas del sentir, es dura la lucha contra el propio pensar, y mucho más contra el ajeno. Los pensamientos se pueden compartir y llevarlos a debate; los sentimientos son individuales, te pertenecen, y nadie te los puede cuestionar.

    Aquí sentado me pregunto, ¿quién soy yo para meterme con tu vida?, ¿quién soy yo para incurrir en propiedad de otro sentir? ¡Nadie! Pero puedo enseñarte la historia del origen del sentir... para que analices y evalúes, a quien comparte o compartió tus días, y el por qué te trata o te trató de tal manera.

    Todo lo que nos pasa en el alma arranca con la primera gota en el pecho de una madre.

    A mi juicio, el sabio Harry Harlow entrometido inspector de los vericuetos de la mente, dio en la tecla con la clave del sentir. En su laboratorio psicológico experimentaba con monitos bebés, criándolos con dos tipos de madres artificiales. Unas de alambre con biberones simulando mamas, y otras forradas de piel como la de una madre auténtica. Los pequeños se alimentaban con la madre de alambre, pero apasionadamente se abrazaban a la cubierta de pelaje, que satisfacía la necesidad de contacto.

    Un colega de aquel, el intelectual John Bowlby continuó investigando, pero con humanos, y al tiempo definió la conducta del apego. La vida es tormenta y no hay nada más imperioso que aferrarse a lo más firme para subsistir.

    MIRA TU HISTORIA Y DESCUBRIRÁS A QUIENES TE HAS AFERRADO

    A todo pequeño no lo une con su madre tan sólo el alimento. Aquel mero sostén, sólo es compañero en la innata búsqueda de emociones para soportar tempestades y así sobrevivir. El apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres (o cuidadores); proporcionándole la seguridad emocional indispensable para sentirse aceptado y protegido incondicionalmente, y por consiguiente, un correcto desarrollo de su personalidad.

    Pero el crecer busca otros brazos para conquistar, además de los que dieron vida. Entre tanta búsqueda y tan pocos encuentros, nadie ha muerto sin haber sido feliz alguna vez. El último día debería ser el que clausure la epopeya.

    Préstame atención. El cariño progenitor es gratuito, casi todo el de los demás tiene su precio. Se negocia lo ansiado por lo que se está dispuesto a dar. El mercado de afectos está repleto de buenos y malos negociantes. La moneda de cambio es la caricia, pequeña muestra voluntaria del sentir. Paz que estimula a otra persona a devolverla.

    Se acaricia rozando la piel, con una dulce carta, con la palabra bella, mirando algunos ojos o escuchando desgracias.

    Las caricias buenas son las que proveen satisfacción; mientas las negativas son las causantes de dolor, daño moral o agresivas. En medio, una fina capa, entre caricias condicionales que nos dan por lo que hacemos, y las incondicionales que nos dan por lo que somos.

    EVALUA LAS CARICIAS

    ¿Alguna vez has evaluado la calidad de las caricias recibidas? Si fueron pobres ¿conoces su origen?

    Hay niños que no reciben caricias dulces. Se transforman en bandidos buscadores de caricias malas. Prefieren el reto de sus padres para sentir que existen, a que se los ignore. Lo habrás escuchado lo hacen para llamar la atención. No hay niño ni viejo que soporte oír que no es querido. Cualquier persona digiere mejor la soledad con pareja enojada, que con otra que lo somete a la ley del hielo.

    Por eso te digo, todo adulto busca halago, persiguiendo algún tipo de cariño aprendido alguna vez.

    Como en todo universo, el de las caricias se rige con preceptos:

    Si la persona que está contigo nunca agradece.

    Si nunca acaricia.

    Si nunca pide ayuda.

    Si nunca dio muestras de quererse.

    Si permite que la ofendan; entonces, quien la observa, leerá en su historia las pobrísimas caricias buenas de su infancia, y el claro germen de actuales y próximos enfermos sentimientos.

    MIRA LOS PASADOS

    Ahora te digo: lo bueno y lo malo no disputan mundos. Más bien van de una misteriosa mano. El criterio de justicia humana es tan vago, que para corregir lo malo aplica otro mal, que curiosamente considera bueno.

    En ciertas épocas, de niños fuimos domados y achicados aún más. Nadie ha escapado de escarmientos, suaves o severos. En ese pasado se aprenden dos lecciones: lo prohibido y las penas para quienes transgredan. Por ello nace como sentimiento la bronca ante la sanción, que crece como enredadera en la pared humana.

    Parece mentira; lo cultivado ayer en la niñez, marca el sendero de acciones al premiar o reprender a otro en cualquier hoy. No inventamos las reglas, fueron los demás los que formaron nuestro inconsciente patrón de acciones.

    A fuego nos marcaron como res en pampa, el duro concepto. Dijeron que lo malo no debe escapar al castigo. Es tan profunda la premisa, que luego sancionamos de la misma forma en que nos ajusticiaron.

    Aquel al que hoy le imponen sólo multa por embestir con triciclo la maceta preferida, será el más tolerante de errores ajenos; los verá pasajeros. En el otro sitio extremista, de manera contraria y triste, quien sufrió llamaradas de insultos y humillaciones, optará entre horca o guillotina para ajusticiar a quien olvidó ponerle –hoy- sal a su comida.

    El enojo o el descontrol busca en cada descarga emocional: justicia y paz espiritual, deseada por el infante que éramos cuando fuimos reprendidos. Nos crearon heridas de memoria, que vanamente intentamos suturar.

    MIRA LAS HERIDAS GUARDADAS EN LA MEMORIA

    La tolerancia a la frustración se fabrica a la par de las gratificantes historias familiares; mientras la tolerancia a la ansiedad y a la angustia se van cultivando en la medida en que se nos enseña (desde niños) a ser paciente ante situaciones desagradables.

    En definitiva, lastima con palabras no el que no ama, sino quien carece de recursos para gobernar sentimientos. Y latiga el cavernícola con sus puños lacerantes la piel ajena y delicada, con un claro intento de dañar... no de amar.

    Es hora de anécdota:

    Alguna vez me contaron esta historia. En un mundo lejano, donde quién sabe por qué razones no existía el hombre, había una verde pradera con un solo espantapájaros y cientos de aves que deseaban adueñarse del maizal. El muñeco de paja, quieto y eterno, reinaba. Era rico, rodeado de alimentos que nunca consumía, y por su aspecto todos le temían. Los plumíferos sobrevolaban y observaban; deseaban el poder del espantapájaros. De vez en cuando alguno intentaba imitarlo, quedándose suspendido en el aire con alas inmóviles, logrando sólo caer a tierra. Otros se le posaban en el hombro para endulzar sus oídos; pero al no tener respuesta, retomaban el vuelo. Y otros, deseaban arrebatarle de prepo una mazorca, pero al ver el rostro serio, desistían.

    El humano no debe actuar como esos torpes pájaros, ni probar nada para mostrar quién es. Simplemente es. Quien imite, se haga amigo por interés o pretenda robar personalidad ajena, dejará en claro la pobreza en la suya, proveniente de incultos padres con desequilibrios entre valoración y censura.

    El que sólo exhiba un esqueleto de autoestima, será usina de celos, mentiras, soberbias, envidias y de viles sentimientos Y sólo se relacionará con otro ser a través de un camino de lágrimas.

    Pero no sólo los mal criados sufren por carecer de herramientas emocionales que le permitan interactuar sanamente; sino que los educados en cuna de amor, también sufren al relacionarse con los primeros.

    Es por ello que el adulto debe buscar el equilibrio entre lo que da y lo que recibe; o como dice la Biblia Amarás a los demás como a ti mismo (nunca más que a ti mismo).

    Tus sentimientos impactarán en tus valores. Ni tan humilde que no te permitas valorarte. Nunca exceso de bondad, para que no se aprovechen. Jamás indiscriminada solidaridad, para quien no se la merece. Mucho menos, desmedida lealtad a quien no la corresponda. Y de ningún modo, honestidad extrema, vendedora del secreto que no conviene sacar.

    Por todo eso te digo: Los sentimientos son naturaleza humana desde aquel primer minuto. Solo amarás, cuando te hayan sembrado semillas de bondad.

    Los humanos ansían ternura, y guardan en piel y espíritu las primigenias caricias que sintieron. Sin importar su edad, pretenden volver, aunque sea por una vez, a la delicia de esas primeras manos en la espalda. El primer amor ingenuo jamás abandona los pasados.

    También se ven otros humanos, renunciantes de afectos, y perdedores de aventuras felices, por temor a quedar sin nada un día después. Gran error. El amor

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