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Desde el infierno con amor
Desde el infierno con amor
Desde el infierno con amor
Libro electrónico119 páginas2 horas

Desde el infierno con amor

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Rosa es una niña alegre y divertida, con una pasión por el rock and roll, cuya infancia transcurre rodeada por el amor y el afecto de sus padres. La niña crece, encuentra a Arturo, un joven más mayor que ella, y los dos se enamoran. Sin embargo, pronto la realidad se hará cargo de demostrarle que no todo es lo que parece. Un importante descubrimiento sobre sus orígenes, la pérdida de la madre enferma y la evolución de su relación con Arturo cambiarán significativamente la vida de Rosa. La niña despreocupada de antes se ve obligada a convertirse en una mujer fuerte, resuelta y valiente que debe llevar adelante una vida familiar marcada por la enfermedad mental.

Es así como empieza a manifestarse aquella pesadilla permanente en la que Rosa tiene que luchar sin descanso, rodeada por una sociedad sorda ante sus gritos de ayuda, donde las instituciones no hacen más que darle la espalda. Será solo el amor incondicional que siente por sus hijos lo que le dará la fuerza para escapar de las llamas de aquel infierno.

Desde el infierno con amor es un relato de impacto, basado en hechos reales, que cautivará a los lectores y los empujará a reflexionar sobre lo que supone vivir con personas que pacedecen de una enfermedad mental y, especialmente, sobre lo que significa hacerlo frente ael silencio ensordecedor de aquellas instituciones que tendrían que representar un apoyo.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento20 jul 2023
ISBN9791220144308
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    Desde el infierno con amor - Rosa Abril Puertas

    CAPÍTULO 1

    Rosa, ¿qué pasa si te digo que eres adoptada?, la cara de la niña se entristece, deja de jugar y sus labios comienzan a acercarse más al suelo. Definitivamente no, no le gusta la idea ni tampoco la broma de mal gusto que sus padres le gastan cada vez que le hacen esta pregunta. Por poco que a ella le guste, la adopción es una idea que siempre sobrevuela los techos de su casa, nunca desaparece porque no puede, porque cuando las ideas no son tales significa que forman parte de la realidad y, aunque no siempre son tangibles, están a nuestro alrededor constantemente, nos siguen, nos ven crecer e incluso nos arropan por las noches. Esto es lo que sucedía en casa de Rosa con la idea de la adopción, no era tangible, pero era tan real que definiría su vida para siempre.

    Todas estas preguntas a Rosa se las hacen en su segunda casa, la que en su corazón será para siempre su hogar y la que, en sus peores momentos, recordará y le hará sonreír; y es que su familia se muda a un pequeño barrio de una gran ciudad que más que un barrio parece un pueblo, donde las casas son bajas, las calles están aún sin asfaltar y todo el mundo se conoce. El barrio es un lugar que, más que encanto, lo que tiene es luz y color, ganas y alegría de empezar allí vidas nuevas, historias nuevas. El edificio al que se muda Rosa es el primero que se construye en todo el barrio, el más alto, ¡tiene tres pisos! Rosa vive con su padre y su madre en el bajo de ese edificio, que tiene un jardín trasero que, a pesar de no ser muy grande, es el espacio perfecto para vivir aventuras y para hacer lo que a Rosa más le gusta en el mundo: bailar. Baila de todo, la música le sigue en sus movimientos como el viento a las hojas que caen de los árboles, no le importa qué tipo de música sea, que ella siempre va a encontrar unos acordes que pueda bailar. Esto es lo que está haciendo Rosa ahora mismo, bailar delante de las macetas de su jardín, que en su cabeza son el público más apasionado de todos los tiempos, cuando, de repente, en la radio comienza a sonar una música que a ella le da la sensación de extranjera, de más allá de las fronteras de su casa, de su barrio y puede que de su país. Nunca había escuchado esos ritmos y esas voces graves cantando en lo que piensa que es inglés, pero que no lo tiene muy claro. Rosa está descubriendo el rock and roll y lo que ella todavía no sabe es que se volverá, de aquí a muy poco tiempo, en su pasión.

    Podríamos pensar que a la España de la que hablamos, y al barrio en el que vive Rosa, no llegaban muchas cosas, por no decir que casi ninguna, pero eso no era del todo así, y lo demuestra que Rosa, siguiendo ese nuevo estilo de música que acaba de descubrir, de repente está yendo a clases de una cosa que resulta que se llama rock acrobático. Nadie en el barrio sabe muy bien qué es eso, pero se quedan embobados cuando ven a Rosa dar volteretas al ritmo de esa música venida de tan lejos. Es buena, muy buena, gana varias competiciones y parece que puede tener un buen futuro en todo este mundo, pero nadie puede olvidarse de que a España entran bastantes cosas, pero España no entra en ellas. Su padre no entiende muy bien cómo funciona todo ese mundo, y ese desconocimiento lo único que trae es un miedo irracional a que su hija no tenga una buena vida, así que el sueño de Rosa de ser bailarina profesional termina aquí, dando comienzo a nuevos acontecimientos con los que quizá tampoco tendrá la vida que su padre soñaba para ella.

    Lo que puede parecer sobreprotección por parte de su padre, en realidad es preocupación. La madre de Rosa está enferma desde que ella tiene recuerdos, por lo que no podía ocuparse de su hija en todos los ámbitos que como madre le hubiesen gustado. Es su padre el que toma las riendas y de ahí, y de una sociedad absolutamente cerrada, proviene esta protección y este miedo a que a su pequeña hija le pasase algo.

    Ha pasado un tiempo, es domingo, tiene quince años y acaban de operar a Rosa porque tenía un bulto en el pecho, nada excesivamente grave, pero una operación, al fin y al cabo. Está en casa, y su madre no quiere que salga, se te van a saltar los puntos, Rosa lo oye como un eco lejano, la cabezonería de la adolescencia siempre puede a la sensatez del adulto y sale a la calle en busca de sus amigos. Sale de casa sin preocupaciones, saluda a sus vecinas y mira al cielo con mirada de qué harta estoy después de pillar a su madre en una esquina de la ventana intentando adivinar dónde y con quién va. No entiende la necesidad de saber dónde va a estar exactamente, si es imposible esconderse allí donde vive, las vecinas, si no son sus tías, son sus primas y si no, amigas de estas, por lo que no hay secretos, no hay dobleces, no hay cara B de la historia.

    Camina por su barrio segura, allí nunca pasa nada, va a ser un buen día, sus amigos están deseando verla para que les cuente qué tal ha ido la operación, y además puede que esté él, ese medio novio que tiene por el que se ve obligada a luchar para que le haga caso, aunque ese día no va a estar y Rosa ya no sabe muy bien qué hacer.

    Están esperando a que Rosa llegue donde siempre, son amigos de toda la vida, desde que el barrio es barrio, van juntos al único colegio que hay y conocen los pocos escondites que esas calles aún sin terminar esconden. Cuando llega Rosa, los ve charlando, a medida que se acerca escucha cómo uno de sus amigos dice que va a venir su hermano mayor con un amigo, Rosa sonríe, parece que tenía razón y que va a ser una tarde muy divertida.

    Se llama Arturo, y el coche en el que llega impresionando a los adolescentes es suyo, a Rosa no le llama demasiado la atención, pero puede que ella a él sí. Se pasan la tarde hablando y yendo de aquí para allá con el coche. Cuando vuelven al barrio, Rosa ve a su novio y piensa que es el momento perfecto para demostrar lo que es capaz de conseguir, así que muy decidida, como si de repente tuviera diez años más, sale del coche, con una sonrisa amplia en la boca, marcando mucho sus movimientos para que todo el que estuviera cerca la mirara, dice adiós y da un portazo. Lo consigue, su novio la mira y se marcha. Por fin, piensa la adolescente con las hormonas revoloteando a su alrededor y con menos conciencia de la que le gustaría.

    No pasan muchos días cuando se encuentra con su amigo: ¿Te acuerdas del amigo de mi hermano? Le rompiste la puerta del coche el otro día. Rosa se pone nerviosa y lo primero que le dice es: ¿Dónde vive?, quiero pedirle disculpas. Su amigo le acompaña y así fue cómo se conocen bien, unas disculpas, un te invito a tomar algo, unas charlas algún que otro día por el barrio…, y así, casi sin querer, Arturo entra de lleno a su vida, con un portazo, como tantos otros que Rosa irá esquivando a partir de entonces.

    La relación va muy rápido, él tiene diez años más y quiere casarse, pero todo tendrá que esperar porque sucede lo que nadie quiere que suceda nunca, la madre de Rosa fallece dejando a una hija en el mundo demasiado joven para entender todo lo que se le va a venir encima. Por suerte, Rosa no está sola, su padre, como ha hecho siempre, será el encargado de colocar las manos debajo para que su hija nunca se caiga, o al menos eso intentará.

    La muerte de su madre fue literalmente un batacazo para Rosa, es decir, un golpe fuerte y con estruendo, ella lo sintió así a pesar de que no fuera una sorpresa, su madre llevaba enferma muchos años y, aunque Rosa no sabía qué enfermedad tenía exactamente, siempre supo del delicado estado de salud que tenía la mujer a la que ella más quería. Su familia trató durante mucho tiempo antes de hacer que se mentalizara de que esto iba a suceder, y se lo advirtieron, pero en el momento de la verdad todo dio igual, y es que cuando esto sucede no importan los años de enfermedad, no importa que hayas visto o no cómo esa persona va perdiendo vida poco a poco, no importa nada. Es un instante de tu vida en el que el mundo se paraliza, se cae, se da un batacazo, miras a tu alrededor y solamente hay vacío, un agujero negro que se instalará para siempre dentro de tu corazón y con el que aprenderás a convivir poco a poco. Esto fue lo que le sucedió a Rosa, su vida se vació en un instante.

    La primera decisión que toma su padre tras quedarse viudo es viajar a su Andalucía natal para enterrar de una vez por todas el mayor secreto que ese matrimonio ha estado guardando desde hace quince años y que su mujer, justo antes de morir, le hizo prometer que jamás desvelaría.

    Se marchan de vacaciones, o eso le ha dicho su padre a Rosa, ella está triste, pero a la vez emocionada, está enamorada hasta las trancas y ¡va a casarse! Nada más emocionante que la idea de haber conseguido al amor de tu vida cuando tienes quince años.

    Rosa está sola en esa casa familiar que ella no había visto nunca, es raro para ella estar ahí, nunca había salido del barrio y de repente resulta que tiene un pueblo en Andalucía. Observa todo lo que hay a su alrededor con detenimiento, intentando buscarle una explicación a por qué su padre se ha empeñado en ir allí tan rápido, ella solo quiere estar con Arturo, darse besos entre los callejones y prometerse amor eterno por las calles de su barrio. Llaman a la puerta, es el cartero. Ella recoge las cartas, y a pesar de que ninguna es para ella, decide abrirlas por si alguna podía ser un papel relacionado con la boda. Rosa aún no sabe que no están en Andalucía por unas simples vacaciones, pero está a unos segundos de descubrir que tu vida puede cambiar de un momento a otro sin que puedas hacer nada por impedirlo.

    Abre la carta de pie, en

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