Engaño Fértil

Por Kasumi Lee

Para algunas personas, la vida conyugal es la mejor. Para Amelia, es un callejón sin salida. Tras otra discusión, Philip se va de viaje de fin de semana, y deja a Amelia en casa para que disfrute de algo de tranquilidad por una vez.

Sin embargo, es verano y el calor le está haciendo mella. El universitario cañón de al lado ha vuelto a casa para pasar el verano y hay un vecino exmarine que le tenía el ojo echado desde hacía tiempo. En el transcurso de un sábado de calor asfixiante, lo que antes era impensable se convierte en una realidad salvaje que la deja con unos recuerdos agridulces...

...y un recordatorio permanente.

• Idioma: Español
• Editorial: Kasumi Lee
• Fecha de lanzamiento: 24 jun 2023
• ISBN: 9798215912508

Kasumi Lee

Hi!I’m Kasumi Lee, a modestly accomplished erotica author liberated from the chains of Amazon exclusivity. How that happened is literally Kafkaesque, and so I moved my whole steamy catalog of sexy stories to Smashwords!I’ve written a lot of interracial stories featuring White men and Asian women, especially ones where my Asian female characters find themselves pregnant by their handsome White lovers. Their clueless Asian husbands won’t find out until it’s too late!Not all my stories are interracial stories, or even set in the real world. I’ve experimented with paranormal erotica, and even some darker taboo stories, but interracial stories with sexy White knights seducing and breeding beautiful Asian goddesses remain my favorite.Whatever gets you hard or makes you wet, I’m sure you’ll find something in my smutty little library to satisfy you. I hope you have as much fun reading my stories as I had writing them!Kasumi Lee

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Engaño Fértil

Una Esposa Infiel Se Queda Embarazada Al Poner Los Cuernos

Kasumi Lee

Derechos de autor © 2023 Kasumi Lee

Todos los derechos reservados.

Los personajes y eventos que se presentan en este libro son ficticios. Cualquier similitud con personas reales, vivas o muertas, es una coincidencia y no algo intencionado por parte del autor.

Ninguna parte de este libro puede ser reproducida ni almacenada en un sistema de recuperación, ni transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico, o de fotocopia, grabación o de cualquier otro modo, sin el permiso expreso del editor.

Contenido

Página del título

Derechos de autor

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Eran las cuatro de la mañana.

Amelia miraba fijamente el reloj de la cama, deseando que le entrara un sueño que no llegaba. Sentía los ojos pesados, pero incluso cuando los cerraba no podía dormirse, y el esfuerzo mental solo hacía que aumentar el insomnio.

A eso contribuía también la persona con quien compartía la cama. Philip roncaba como un oso y despertaba el resentimiento de su mujer sin darse cuenta siquiera. Por suerte era sábado. Si fuera un día laborable, tendría que ir a trabajar sin dormir por su culpa. Los tapones para los oídos ayudaban un poco, pero tampoco mucho.

¿Cómo se las arreglaba él para hacer tanto ruido sin despertarse?

Amelia cogió la almohada y se dio la vuelta; se la plantó sobre la cabeza y la presionó contra sus orejas. Intentó en vano ahogar el espantoso rugido que salía de las fosas nasales de Philip, pero no había manera.

¿Privar de sueño al cónyuge contaba como motivo de divorcio? Tal vez no, aunque si ella le negaba el sexo hasta que dejara de roncar, quizá podría darle una motivación…

También hacía mucho calor. Las noches de verano eran sofocantes, pero si encendía el aire acondicionado habría más ruido todavía. ¿Insomnio con aire acondicionado o insomnio empapada de sudor? No era buena elección, y menos cuando uno de los dos roncaba como un cerdo.

Bueno, ahora había mejorado un pelín. Tal vez fuera la almohada, pero su mente iba silenciando poco a poco el ruido. Mantuvo la almohada sobre la cabeza y permaneció tumbada boca abajo, esperando que le entrara el sueño por fin. No fue así, pero sí que le entró otra cosa…

Solo llevaba un camisón de seda. Ponerse más de una capa, por fina que fuera, con este calor era imposible. El camisón le dejaba las piernas desnudas y la entrepierna expuesta, y como el sueño seguía negándose a llegar, sus manos empezaron a vagar.

Deslizó una mano por debajo del estómago y se apartó el dobladillo