El placer del masoquismo: Los placeres de Natalia, #2

Por Natalia Duarte

El placer del masoquismo es la historia de cómo me inicié en ese mundo. Esta vez, fueron las enseñanzas de una experta en el arte del Shibari las que me llevaron a encontrar mi sitio como sumisa. Descubrí lo placentero que puede llegar a ser el dolor. Toda una experiencia que contar.

• Idioma: Español
• Editorial: Natalia
• Fecha de lanzamiento: 24 abr 2023
• ISBN: 9798223724186

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La revelación

Recuerdo que la sala estaba abarrotada y que la presidía un mural sobre el que proyectaban una forma femenina curiosamente amarrada. Llevaba rato perdida entre los pasillos del palacio de convenciones hasta que me decidí a abrir una de las puertas al azar. Así fue como me tropecé con esa fascinante imagen. De repente, olvidé por completo mi conferencia, que seguro ya habría empezado. Caí hipnotizada por la insólita belleza de los patrones geométricos dibujados con una soga sobre una figura extendida de mujer. Tardé en percatarme que los muros del salón estaban recubiertos de fotografías de figuras desnudas y anudadas.

Sobre el atril, una japonesa anciana y menuda se dirigía a la audiencia. «... es esencial el cuidar la calidad estética del conjunto que forma la cuerda con la persona sometida. No se pueden realizar de cualquier manera, pues tiene, además, muy en cuenta el efecto energético, negativo o positivo, sobre ciertos puntos de la persona entregada al maestro y que están relacionados con los meridianos energéticos del cuerpo humano». La imagen de la pantalla se desvaneció para dar paso a la de otra mujer suspendida por un cordel que le rodeaba cintura y piernas. «Como pueden observar, las variantes son infinitas. Aunque no se debe entender el Shibari como una experiencia sexual en sí misma, puede llegar a ser una práctica altamente placentera. Esto se debe a que los nudos y cuerdas se posicionan de manera estratégica para estimular los puntos de presión y así producir una especie de masaje Shiatsu».

Contemplaba boquiabierta las mil maneras armoniosas y delicadas de inmovilizar la desnudez en las fotografías que se sucedían sobre la pantalla. Nudos y trenzas engarzados con meticulosa precisión alrededor de brazos y torso, por las piernas y hasta los pies. Me fascinaba su estética, la simetría de las formas, el asombroso equilibrio entre cuerpo y soga.

El resto de la conferencia giró en torno a los orígenes de aquella ancestral tradición. Según relataba la señora, aunque había llegado hasta nuestros días con fines eróticos, provenía del tiempo de los samuráis y la utilizaban para apresar y torturar a sus víctimas. Aunque mi primera impresión fue violenta, la conferenciante insistía en que se trata de una práctica consensuada entre la persona atada y el maestro de ceremonias, con técnicas y límites definidos, donde no cabe la crueldad.

Al finalizar la conferencia, me aproximé a la anciana sorteando los asistentes que abandonaban el salón y curioseaban las