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Las representaciones sociales: Universidad, Género y Mercado Laboral
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Libro electrónico353 páginas4 horas

Las representaciones sociales: Universidad, Género y Mercado Laboral

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Entre los años 2017 y 2019, un grupo de docentes y estudiantes de Sociología hemos realizado algunos ejercicios de investigación acerca de la cultura política en los estudiantes de la FES Aragón. Partiendo de algunas ideas generales, previamente plasmadas por Almond y Verba, sobre las inconsistencias lógicas en el comportamiento político del mexicano, se fue abriendo el camino para profundizar del dato estadístico hacia la exploración de variables socioculturales sobre la ciudadanía y cultura política de los jóvenes y universitarios en el país.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento12 abr 2023
ISBN9786073057646
Las representaciones sociales: Universidad, Género y Mercado Laboral

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    Las representaciones sociales - Manuel Ramírez Mercado

    REPRESENTACIONES SOCIALES DE CULTURA POLÍTICA EN LOS ESTUDIANTES DE LA FES ARAGÓN

    Manuel Ramírez Mercado

    Ana María Martínez Ponce

    ABSTRACT

    En este trabajo se expone el resultado de un ejercicio de investigación con jóvenes estudiantes de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, a partir de la identificación de expresiones concretas sobre la valoración de las instituciones políticas se diseña un cuestionario abierto para indagar sobre la representación de lo político y electoral. Con este ejercicio se abona al estudio de actitudes políticas remarcando el sentido común que vinculan el ejercicio analítico de las representaciones sociales y dejando el camino abierto para profundizar más sobre las condiciones sociales en las actitudes políticas de los estudiantes de este campus universitario.

    INTRODUCCIÓN

    La Sociología proporciona herramientas analíticas para facilitar el acercamiento hacia las actitudes sociales con orientación política, lo cual la acerca a una tenue barrera disciplinaria con la ciencia política, dando paso a una discusión entre ambas disciplinas para precisar el objeto de estudio (JANOWITZ, 1966; DUVERGER, 1968; BOTTOMORE, 1982; BENEDICTO Y MORÁN, 1995). Este diálogo interdisciplinario pone en el centro del debate distintos ejes analíticos que configuran a la sociología política como responsable de esta área de convergencia disciplinaria, tales como: la estratificación social, las actitudes políticas, la democracia, la legitimidad, los sistemas de gobierno, los partidos políticos, la subordinación, el control social y la socialización política.

    La profundización en el estudio de las actitudes sociales hacia la política fue llevando el campo de investigación a la recuperación de postulados analíticos de la antropología y la psicología, al abordar los problemas de base sociocultural como lo son los valores y las representaciones sociales, sea en forma del sentido común o mediante la especificación de rituales y visiones del mundo que convergen con el comportamiento político. En este caso, la base sociocultural permite identificar esa parte del comportamiento social que expresa el vínculo entre la cultura y la política, llamándola de manera más precisa como la cultura política, entendida como la matriz de significados encarnada en símbolos expresivos, prácticas y creencias, que constituye la política ordinaria en una colectividad delimitada (SCHNEIDER Y AVENBURG, 2015:117).

    En ese marco de reflexión analítica de la sociología, surge la inquietud por desarrollar un ejercicio de investigación sobre los procesos de socialización política de los jóvenes universitarios formulados en las actitudes y valores de la cultura política. La estrategia metodológica gira en torno a la exploración del sentido común contenido en las representaciones sociales, que es muestra del carácter dinámico, cambiante y contradictorio de la misma, matizando las inconsistencias lógicas que caracterizan a la cultura política del mexicano. La expresión cambiante y contradictoria está, al mismo tiempo, anclada en una tipología de cultura política imbricada en una visión pesimista hacia el sistema político, sus instituciones, sus actores y sus procedimientos en general. De esa manera, se eligió a un grupo de jóvenes universitarios al considerar que ejemplifican la forma de aprehensión del sentido común generalizado en los ambientes de convivencia cotidiana: la familia, el vecindario, la escuela, quienes tienen la posibilidad de replantear las bases socioculturales que le son propias, a partir de la aprehensión de saberes más especializados enmarcados en los estudios universitarios. Para ello, esta investigación se apoya en un ejercicio de exploración de las representaciones sociales mediante la aplicación de cuestionarios abiertos para recuperar las percepciones sobre los vínculos asociativos entre la esfera de lo social y las actitudes políticas.

    RELACIONES ANALÍTICAS ENTRE LA CULTURA POLÍTICA, LA SUBJETIVIDAD Y SOCIALIZACIÓN POLÍTICA

    Los estudios sobre la cultura política, a pesar de su diversidad y la exploración de métodos cuantitativos y cualitativos, se han visto ampliamente influenciados por la investigación de Gabriel Almond y Sidney Verba en el texto La cultura cívica. Estudio sobre la participación política democrática en cinco naciones (1970), cuyo eje principal se centró en explorar la relación de las condicionantes sociales de la participación de los ciudadanos en cinco naciones. El estudio resaltó la cultura política entendida como las orientaciones específicamente políticas, posturas relativas al sistema político y sus diferentes elementos, así como actitudes con relación al rol de uno mismo dentro de dicho sistema (ALMOND Y VERBA, 1970:30). Con esta definición los autores centran la atención en el papel del sistema político y, a partir de ello, identifican el comportamiento social de sus elementos constitutivos, como lo son: instituciones, actores y procesos políticos en general; de igual manera, los autores consideran las actitudes subjetivas, sobre todo al integrar el papel que juega el sujeto como ciudadano dentro del mismo sistema. Las orientaciones políticas integradas en esta definición refieren, entonces, a las actitudes y la internalización de esta dualidad: conocimiento del sistema político y el rol de uno mismo.

    Al referir cómo se adquieren los conocimientos acerca del sistema político, de sus actores y procesos (la esfera gubernamental, la elección de los gobernantes, las formas de participación política) inevitablemente llevan a considerar los elementos que intervienen tanto en el conocimiento formal como en el informal, mediante los procesos de comunicación y de socialización que implican relaciones sociales desde el ámbito familiar, el escolar, el laboral o en el vecindario y donde se van configurando los valores y actitudes hacia el poder y la política. Por otra parte, al posicionar al sujeto dentro de esa misma estructura del poder y en la vida política, se recupera el carácter auto referencial subjetivo e intersubjetivo que muestra la forma en la que esos valores y actitudes recrean la confianza, la apatía o la indiferencia hacia el sistema político y sus componentes.

    Dado el carácter interdisciplinario del concepto de cultura política, y de dos de sus componentes: las orientaciones y las actitudes, se puede iniciar la reflexión desde dos puntos de anclaje: la subjetividad y la socialización política. Apoyando un primer acercamiento a la subjetividad política, Sara Victoria Alvarado, María Camila Ospina-Alvarado y Claudia María García, en el artículo Las tramas de la subjetividad política y los desafíos a la formación ciudadana en jóvenes (2012), consideran que la comprensión de lo político implica una realidad que se expresa y adquiere forma en el ámbito público, en el terreno de lo colectivo, del ‘nosotros’, pero está significado por el ‘mí mismo’, cargado de los sentidos instituyentes de la esfera privada (ALVARADO, OSPINA-ALVARADO Y GARCÍA, 2012:247). El nosotros y el mí mismo son dos formas de hacer operable la definición de cultura política establecida por Almond y Verba, estas refieren a la dualidad del ámbito público y la esfera privada, lo público donde se llevan a cabo los vínculos sociales y de interacción social que permiten el reconocimiento del otro con el cual se asimila la idea del nosotros colectivo: los jóvenes, los estudiantes, los trabajadores, los desempleados, los votantes, los militantes, entre otros más. Esa parte de la integración al ámbito de lo público, desde el plano fenomenológico, permite que la realidad sea asequible al colectivo, pero como parte de un constructo social que emana de la configuración de la vida cotidiana, enmarcado en la esfera privada, donde el sentido común le da orden a esa realidad, que para Alfred Schütz y Thomas Luckmann es parte esencial del y de otros hombres (semejantes) con quienes se comparte intersubjetivamente ese mundo (SCHÜTZ Y LUCKMANN, 1973:26).

    Considerando los elementos descritos en las líneas anteriores, se observa que las orientaciones y las actitudes hacia la política comienzan a integrar tres componentes: el mí (el yo), el nosotros y los otros, donde la construcción del sentido subjetivo e intersubjetivo es el puente que vincula la esfera de lo público con lo privado y donde emana el sentido de orientación hacia el sistema político. El carácter polisémico de la subjetividad política se muestra al considerar que también tendría su especificidad tanto en la creación de sentidos y acciones instituyentes de nuevas formas de vida compartida en contra de las hegemónicas (PATIÑO, DUQUE Y MUÑOZ, 2017:211). La relación entre subjetividad y la creación de sentido, desde la sociología, implica el reconocimiento de la interacción y la delimitación de un espacio socialmente significativo para el sujeto, al respecto Alejandra Aquino, en La subjetividad a debate (2013), considera que "la subjetividad se ha abordado implícitamente como el proceso de producción de significados de los individuos (sujetos, actores, agentes) en interacción con otros y dentro de determinados espacios sociales (estructura, sistema, campo, habitus, configuración) (p. 271). Así, para Nancy Palacios y José Herrera, en su trabajo Subjetividad, socialización política y derechos en la escuela (2013), la interacción y el espacio social son recursos de apoyo para la subjetividad con la finalidad de crear sentido y desarrollar la acción en un doble discernimiento: sea para preservar la visión del mundo o para modificarla, permitiendo el enlace con otra forma de comprender la subjetividad política mediante la cual se alude a un abanico de percepciones, representaciones, ideas, sentimientos, expectativas, deseos, que orientan las prácticas sociales de los sujetos" (PALACIOS Y HERRERA, 2013:418).

    Las prácticas sociales, bajo estos enfoques, contemplan una amplia gama de factores que concurren en el sujeto y le dan un sentido de orientación propiciando la configuración del espacio público como escenario de realización de lo político y la negociación del poder (ALVARADO, OSPINA, BOTERO Y MUÑOZ, 2008:29), el lugar donde se conoce, se reflexiona y se debaten temas de interés público: la política, las elecciones, la memoria histórica, los proyectos de nación, que si bien parten de la motivación individual, se concatenan y convergen con las percepciones, representaciones y prácticas sociales de otros sujetos. Esta visión compartida permite comprender el sentido social que emana de la subjetividad política e identifica el papel de la socialización en este rubro.

    La realidad socialmente compartida refiere a los procesos de socialización, a la transmisión de creencias, costumbres y prácticas sociales, así la socialización política puede ser definida como un conjunto de actitudes, creencias, conocimiento político, modelos de comportamiento y tendencias comportamentales de los sujetos que influyen en el sistema político (ALVARADO et al., 2012:247). De esa manera, la base sociocultural refuerza las percepciones y representaciones tipificadas en la subjetividad política; es por ello que la socialización política es estudiada como un mecanismo básico para que los miembros de una sociedad acepten sus valores generales y desarrollen solidaridad social hacia la colectividad a la que pertenecen (SMITH-MARTINS, 2000:79), con esta idea se reconoce la existencia de una cultura generalizada que abarca la totalidad de la sociedad y donde los valores socialmente adquiridos apuntalan los mecanismos de convivencia social.

    El conocimiento formal del poder y la política procura que el sujeto identifique los roles previamente asignados a través de los cuales el sistema se integra y mantiene estable, así la socialización política se vincula a la idea de la conciencia política, mediante la cual el sujeto desarrolla estos vínculos emocionales y racionales sobre el papel que desempeña al pensar, hablar y actuar políticamente, tanto en el plano individual como en el colectivo, que abarca el núcleo familiar, el escolar, las relaciones de amistad, el vecindarioy los vínculos virtuales. Es por ello que las percepciones, las creencias, las expectativas y las representaciones sociales conformadas en la subjetividad política, abren la posibilidad a la reflexión tanto a nivel macro como a nivel micro social, reflexionando de manera general el papel del sistema político, sus actores, instituciones y procesos, así como las actitudes del propio sujeto dentro de ese espacio del poder y la política.

    Ligada a esta idea, Nancy Palacios y José Herrera (2013) consideran que la socialización política hace posible la construcción de la subjetividad política, en un ámbito en el cual los sujetos viven en una multiplicidad de relaciones (escolares, barriales, etc.) y aprenden a interactuar con los demás poniendo en funcionamiento reglas y normas sociales (PALACIOS Y HERRERA, 2013:420). Este argumento está ligado a la reflexión de Deicy Hurtado y Franci Corrales (2017) para quienes, la socialización política manifiesta un comportamiento político:

    […] influenciado por la posición que ocupa el individuo en la estructura social, por los contextos sociales, por las interacciones sociales dentro y entre los grupos que configuran un ambiente social –vecindario, iglesia, país, provincia, familia–, por las redes sociales creadas por los individuos o a las que se adscriben voluntariamente (HURTADO, D. Y CORRALES, 2017:131).

    En ambos planteamientos, la relación entre subjetividad y socialización política identifica al sujeto en el contexto de las condicionantes estructurales y el ambiente social vinculado a agentes de socialización tanto formales (la familia, el Estado, la escuela) como informales (los amigos, los medios de comunicación, las redes sociales), y a partir de los vínculos de capital cultural y profundidad reflexiva se compone la cultura política, sea activa o pasiva. Toda esta circunstancia permite plantear las siguientes cuestiones: ¿Cómo se vincula la subjetividad política con la construcción de la ciudadanía? ¿Qué relación guarda la cultura política con las representaciones sociales? ¿Cuál es el papel de la educación y del sistema escolar en la socialización política y en el comportamiento político para observar la cultura política de los estudiantes universitarios?

    Para abordar estas interrogantes se recupera el aporte de las representaciones sociales en el estudio de la cultura política y la ciudadanía, enmarcada en el contexto escolar con los jóvenes universitarios. Con este ejercicio se pretende contextualizar los aportes derivados de estas investigaciones para ligarlos al trabajo de investigación desarrollado con los estudiantes de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, uno de los campus periféricos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con una población estudiantil proveniente en su mayoría del oriente de la zona metropolitana de la Ciudad de México.

    LAS REPRESENTACIONES SOCIALES

    Serge Moscovici es reconocido como el principal impulsor de la teoría de las representaciones sociales, quien parte de una idea básica: Toda representación está compuesta de figuras y expresiones socializadas. Conjuntamente, una representación social es una organización de imágenes y de lenguaje porque recorta y simboliza actos y situaciones que son o se convierten en comunes (MOSCOVICI, 1979:16). De esta manera, la aprehensión de la realidad vincula la comunicación y el comportamiento de los individuos, donde la representación social emana de actividades psicológicas para la interpretación de esa realidad y el conocimiento socialmente adquirido; implica el reconocimiento de la interacción social en la construcción de esa subjetividad que organiza las imágenes, los actos y situaciones de la vida cotidiana. Muy relacionado con estos postulados Denise Jodelet define las representaciones sociales como:

    […] imágenes que condensan un conjunto de significados; sistemas de referencia que nos permiten interpretar lo que nos sucede, e incluso, dar sentido a lo inesperado; categorías que sirven para clasificar las circunstancias, los fenómenos y a los individuos con quienes tenemos algo que ver; teorías que permiten establecer hechos sobre ellos. Y a menudo, cuando se les comprende dentro de la realidad concreta de nuestra vida social, las representaciones sociales son todo ello en conjunto (JODELET, 1986:472).

    En ambos planteamientos los conceptos construidos alrededor de las imágenes permiten ordenar la realidad; así, hablar de sociedad, escuela, política, cultura, ciudadanía, entre otros, no corresponde al trabajo intelectual del sujeto aislado, más bien corresponde a actos concretos de ordenamiento del mundo de lo cotidiano. Moscovici realiza la distinción entre la faz figurativa y la faz simbólica: entendiendo por representación la que permite atribuir a toda figura un sentido y a todo sentido una figura (MOSCOVICI, 1979:43), por medio de esta distinción se observa el papel que cumplen las representaciones sociales en la interpretación y la reflexión de la vida cotidiana; sean personas, objetos, hechos o percepciones simbólicas, todo ello en conjunto integran los acontecimientos de la vida diaria. Para Denise Jodelet es importante resaltar que el conocimiento con el que interpretan y dan sentido a la estructura social, corresponde a un tipo particular de pensamiento social que se sustenta en el sentido común y en los procesos de socialización. La comunicación es fundamental en la construcción de las representaciones sociales, al propiciar la difusión del pensamiento social que contextualiza la construcción de significados a las imágenes de algo o de alguien y la forma en que se socializa ese conocimiento.

    Las representaciones sociales operan mediante dos procesos: la objetivación y el anclaje. La primera, lleva a hacer real un esquema conceptual, a duplicar una imagen con una contrapartida material (MOSCOVICI, 1979:75). Es decir, implica una operación formadora de imagen y estructurante (JODELET, 1986:481), es un proceso mediante el cual se relacionan la percepción y el concepto, la figura y el sentido, se hace concreto lo abstracto, en este proceso se integran tres fases: a) la selección y descontextualización de los elementos de la teoría; b) la formación de un núcleo figurativo; c) la naturalización. Estas fases refieren a la forma mediante la cual las personas se apropian de imágenes y hechos, involucrando los referentes culturales que le son socialmente significativos. A partir de ello, se forma el núcleo figurativo donde se estructuran las representaciones sociales, para pasar finalmente a la naturalización, donde los elementos figurativos se convierten en realidad, conectando el pensamiento y la realidad.

    Por otra parte, el anclaje es el proceso mediante el cual la sociedad cambia el objeto social por un instrumento del que puede disponer, y este objeto se coloca en una escala de preferencia en las relaciones sociales existentes (MOSCOVICI, 1979:121). Más aún, el anclaje es la integración cognitiva del objeto representado dentro del sistema de pensamiento preexistente y a las transformaciones derivadas de este sistema, tanto de una parte como de la otra (JODELET, 1986:486). Es la forma mediante la cual el conocimiento de lo desconocido se vuelve familiar a través de la asignación de categorías, eso nuevo se inserta en el pensamiento preexistente, en el sentido común, que permite comprender el sentido de los hechos y las conductas sociales a través de las representaciones sociales.

    Tanto para Moscovici como para Jodelet, las representaciones sociales se articulan en torno a las imágenes (figuras) y el sentido (común) asignado a estas imágenes, donde la objetivación y el anclaje cumplen la función de clasificar, ordenar y otorgar sentido a la imagen representada a través de los referentes socioculturales expresados en el pensamiento social que contextualiza la forma de aprehender el objeto. De esa manera, logran conjuntar tanto la subjetividad individual y el pensamiento social, profundizando en el origen sociológico de las representaciones sociales. En ese mismo orden de ideas, para Silvia Piñero, el conocimiento compartido de las representaciones sociales no implica que las representaciones respecto a un objeto determinado sean idénticas para todos los agentes, sin importar su adscripción a un determinado grupo social (PIÑERO, 2008:5), son más bien de tipo heterogéneo y plural; de ahí la importancia de la comunicación en el intercambio de experiencias con el objeto representado.

    Este proceso de creación, transmisión y reproducción de la faz simbólica de las representaciones, se complementa con las tres dimensiones de contenido que son la actitud, la información y el campo de la representación:

    […] la primera de ellas se refiere al aspecto afectivo de la representación, que implica una valoración positiva o negativa acerca del objeto representado. La información se refiere a las formas de explicación que el agente posee acerca del objeto, la cual puede variar dependiendo de la calidad y el tipo de información poseída, así como del grado de precisión de la misma. Por último, el campo de representación es definido como la forma en que se organizan los diversos elementos que la estructuran, lo cual incluye la especificación de su núcleo figurativo o central y de sus elementos periféricos (PIÑERO, 2008:6).

    El tipo de acercamiento con el objeto y la disponibilidad de comportarse frente a este es lo que moldea la actitud, la cual está vinculada a los conocimientos individuales o de grupo respecto al objeto a representar, la cantidad y calidad de la información depende de los canales involucrados en la generación y difusión de la misma, tales como los medios de comunicación, los comentarios, los rumores, mucha de esta información se naturaliza en forma de conocimiento socialmente válido sin necesidad de ser corroborado. Por último, la imagen del objeto visualiza las propiedades y contenido del mismo. Este último aspecto vincula lo que Jean-Claude Abric denomina como núcleo central, el cual está constituido por uno o varios elementos que en la estructura de la representación ocupan una posición privilegiada: son ellos los que dan su significación a la representación (ABRIC, 2004:22). Así, la naturaleza del objeto, el tipo de relación que el sujeto o el grupo mantienen con este, al igual que los valores y normas sociales, configuran el entorno ideológico del núcleo central. De igual manera, los elementos periféricos, organizados alrededor del núcleo central, constituyen lo esencial del contenido de la representación, su lado más accesible, pero también lo más vivo y concreto. Abarcan informaciones retenidas, seleccionadas e interpretadas, juicios formulados al respecto del objeto y su entorno, estereotipos y creencias (ABRIC, 2004:23).

    La relación entre lo mental y lo social –que conllevan las representaciones sociales, el núcleo central y los elementos periféricos– recuerda que el proceso de organización y comunicación de los grupos sociales refiere a la memoria colectiva, las historias individuales y de grupo, a las características de las relaciones sociales, de la identidad social y contextualiza las prácticas socio-culturales en torno al pensamiento social. Ante tal panorama, Jean-Claude Abric identifica cuatro funciones de las representaciones sociales: a) Función de saber: se identifica el proceso mediante el cual el sentido común genera un marco de conocimiento e interpretación de hechos y fenómenos, así como el intercambio de información

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