ARTE EL PODER Y EL MERCADO, DETRÁS DE LA OBRA
La tentación de colocarse por encima del criterio de lectores y espectadores para recomendar o no la visita a una exposición, nunca ha sido el propósito de la historiadora y crítica de arte Blanca González Rosas, autora de la columna de arte de Proceso desde el 13 de marzo del 2000
Para la analista y exacadémica del Departamento de Historia del Arte de la Universidad Iberoamericana, donde realizó el posgrado, egresada de Sociología en la Universidad Autónoma MetropolitanaXochimilco, con estudios en la Universidad Friedrich Alexander de Erlangen-Nürnberg, Alemania, y fundadora de la Consultoría Torre Trece. Arte, Economía y Política, la crítica, primero que nada, debe hacer accesible la comprensión del fenómeno artístico.
Pero también develar los diversos intereses detrás, gubernamentales y del mercado. De ahí que prefiera hurgar en los porqués de una exposición, de un artista, en el impacto del mercado, de la política cultural, y contribuir a que cada lector forme su propia opinión a partir de datos y criterios muy concretos.
Hace una metáfora con un bufete de comida:
Es una especie de mediación, de discurso que acompaña al arte y sus consumidores, sean espectadores o compradores. Y precisa su definición:
“La crítica de arte es un quehacer especializado que requiere un conocimiento amplio del sistema artístico y una actitud ética por parte de quien la escribe. Es común que se confunda con una simple opinión más o menos llamativa. Eso no es profesional. La crítica de arte profesional requiere que quien la escriba tenga una definición del arte que le permita seleccionar los objetos de estudio y un actitud empática ante los retos y cambios del presente”.
¿Qué tipo de crítica hace en Proceso y a qué público se dirige?
Responde que cuando se escribe sobre arte no se cambian contenidos dependiendo el medio, pero sí el tono y cómo se escribe. Primero que nada se trata de una crítica periodística. Recuerda cuando fue invitada por el Editor de Cultura en el entonces semanario, Armando Ponce, quien le propuso hacer análisis del arte y su contexto, ahora llamado ecosistema, pues considera que la crítica es un quehacer –más que una disciplina–, una práctica de interpretación demasiado diversa.