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PEDECIBA: Los orígenes de una revolución científica y cultural en el Uruguay posdictadura (1985-1990)
PEDECIBA: Los orígenes de una revolución científica y cultural en el Uruguay posdictadura (1985-1990)
PEDECIBA: Los orígenes de una revolución científica y cultural en el Uruguay posdictadura (1985-1990)
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PEDECIBA: Los orígenes de una revolución científica y cultural en el Uruguay posdictadura (1985-1990)

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La ciencia ha cobrado en el país un protagonismo inusitado y el PEDECIBA es un actor central en este desenlace.
En 1985 Uruguay retornaba a la democracia y con ella asomaba un sinfín de oportunidades y desafíos a todo nivel. En referencia a las ciencias se intuyó la necesidad de crear un programa de ciencias básicas, con Adela Reta como ministra de Educación y Cultura y Víctor Ganón como articulador; se comienza a gestar lo que sería
el PEDECIBA. La recomposición del diálogo entre el gobierno y la Udelar, junto al retorno de los científicos emigrados, terminó de cuajar en un fructífero organismo cuya importancia estratégica quedó demostrada en la gestión de la pandemia con el accionar del GACH.
Víctor Ganón, actor central desde su génesis, recoge en estas páginas una memoria que merece guardarse como un eslabón crucial en la historia del Uruguay de las últimas décadas.

“...el PEDECIBA demostró ser esencial para asegurar la base de investigadores, grupos, laboratorios, equipamiento y redes internacionales de cooperación, necesarios para aportar al desarrollo nacional
basado en conocimiento”.
Rafael Radi

“Han pasado 36 años y si algo hacía falta para comprobar el valor de ese Programa de Ciencias Básicas que allí nació fue la pandemia de 2020. Nunca antes se había vivido tanto protagonismo de las ciencias y los científicos, que en las pantallas ocupaban el lugar de los debates políticos. La mayoría de ellos se habían formado bajo la sombra protectora de ese PEDECIBA”.
Julio María Sanguinetti

IdiomaEspañol
EditorialVictor Ganon
Fecha de lanzamiento23 feb 2023
ISBN9798215294208
PEDECIBA: Los orígenes de una revolución científica y cultural en el Uruguay posdictadura (1985-1990)
Autor

Victor Ganon

Ingeniero Industrial (especializado en Comunicaciones y Electrónica) por la Udelar y diplomado en Computer Management Studies–University of London, Inglaterra.Co-autor principal del software denominado “Sistema de Información Ejecutivo URUCIB”, se desempeñó como director nacional de URUCIB, Proyecto URU/86/004, “Informática para la Presidencia de la República”, de 1986 a 1990.Se desempeñó además como director de Televisión Nacional, SODRE, de 1998 a 2000, director de la división Informática en la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (1985–1988) y director del Centro de Computación de la Intendencia Municipal de Montevideo (1978- 1975). Fue representante titular del Gobierno en el Programa de Desarrollo de Ciencias Básicas (PEDECIBA, 1985–90).Coordinó la Comisión de Ciencia y Tecnología del Partido Colorado (1992-1994 y 2003-2010) y actuó como delegado del mismo partido en la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Concertación Nacional Programática (CONAPRO, 1984–85).

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    PEDECIBA - Victor Ganon

    Para mi esposa Moti,

    mis hijas Florencia y Julieta,

    mis nietas Maia, Lara, Sofía y Suri

    UNA HISTORIA URUGUAYA

    1985 fue un año de esperanzas. También de incertidumbres. Después de una larga década de dictadura, los dolores, los pesares, las heridas, las pasiones y los temores seguían vivos detrás de la alegre celebración restauradora de las instituciones. El panorama del vecindario no era tranquilizador, cuando el nuevo gobierno democrático de Raúl Alfonsín vivía tensiones violentas con el reacomodo militar. También la economía nos amenazaba, con una gran caída de la actividad y la inminencia de una larvada crisis bancaria, de potencial desestabilizador.

    En ese contexto, todo el ámbito cultural nos desafiaba. Las expectativas eran enormes. Las ansiedades también. Había que acallar pasiones y reconstruir vínculos. Uno fundamental era con la Universidad, luego de una intervención, precedida por tiempos de tormentas en que nada faltó. Nuestra ministra, la Dra. Adela Reta, inspiraba confianza, por su jerarquía académica y su clásico talante, abierto y liberal. Del otro lado, el rector Samuel Lichtensztejn, ahora repuesto en su sitial, abría un crédito de esperanza, por su prestigio y moderación.

    Por nuestra parte, estábamos decididos a darle al gobierno un fuerte liderazgo innovador. Veníamos de mucha oscuridad. Procuramos entonces revitalizar el Consejo Nacional de Innovación, Ciencia y Tecnología (CONICYT), con la figura del Cr. Israel Wonsewer. Comenzamos las primeras conversaciones con el Ing. Mario Wschebor, que proyectaba la creación de la Facultad de Ciencias y soñaba con un edificio que pudimos inaugurar con el Dr. Ricardo Ehrlich una década más tarde. Allí se nos aparece la idea de crear un programa de desarrollo de las ciencias básicas, que nos presentan la doctora y Víctor Ganón. La idea era prometedora. Facilitar el retorno de científicos emigrados, apoyar la investigación básica, formar gente. En muy poco tiempo se arma el esquema, en un clima de colaboración gobierno-Universidad impensable en las últimas décadas.

    Han pasado 36 años y si algo hacía falta para comprobar el valor de ese Programa de Ciencias Básicas que allí nació fue la pandemia de 2020. Nunca antes se había vivido tanto protagonismo de las ciencias y los científicos, que en las pantallas ocupaban el lugar de los debates políticos. La mayoría de ellos se habían formado bajo la sombra protectora de ese PEDECIBA, desmentido cabal a la afirmación trivial que en muchos medios periodísticos se hacía sobre el abandono de la ciencia en el país. En aquel momento tan particular el gobierno tuvo el acierto de formar un grupo científico de asesoramiento (el hoy célebre Grupo Asesor Científico Honorario, GACH) en el que colaboraron docenas de científicos especializados por el PEDECIBA, empezando con su figura más conocida, el Dr. Rafael Radi, que lo ha recordado en instancias públicas. Con el tiempo también se fueron añadiendo otras instituciones como el Institut Pasteur, en el gobierno del Dr. Jorge Batlle, también importante ámbito de investigación.

    Lo importante es que esta es una buena historia pero que sigue viva, escribiendo nuevas páginas en el desarrollo del país. No es solo un recuerdo, aunque este es imprescindible para que se entienda que las instituciones no nacen de la nada, que son el esfuerzo de mucha gente a lo largo de años y que el espíritu constructivo en el quehacer del Estado es cimiento indispensable del desarrollo nacional. Se suele con frecuencia replegarse en el escepticismo en cuanto a esa posibilidad de los acuerdos para hacer cosas. Oportuno, entonces, más que nunca rescatar esa memoria, como lo hace Víctor Ganón en estas páginas, con la autenticidad del relato auténticamente vivido.

    Esta es, también, una historia uruguaya. Sobre lo mejor de lo nuestro.

    Julio María Sanguinetti

    Mayo 2022

    Prefacio

    J’écris parce que je crois que j’ai quelque chose à dire.¹

    Anonyme

    La scierie

    Sauver quelque chose du temps où l´on ne será plus jamais.²

    Annie Ernaux

    Les années

    Hace tres años publiqué un libro sobre URUCIB, un proyecto para instalar un Sistema de Información Ejecutivo en la primera presidencia de la República del Dr. Julio María Sanguinetti, en los años 1985-1990. Me movió, entre otras cosas, el sentimiento de rescatar del olvido ciertos hechos que merecían un recuerdo adecuado y porque algunos actores de aquel evento ya habían desaparecido, mientras que los que quedábamos ya éramos menos y nos aquejaban males diversos.

    Susan Orlean (2018), en su libro sobre el gran incendio de la Biblioteca Central de Los Ángeles en 1986, escribió:

    En Senegal, la expresión amable para indicar que alguien ha muerto es decir que su biblioteca ha ardido. Cuando escuché esa frase por primera vez, no la entendí, pero con el paso del tiempo me di cuenta de que era perfecta. Nuestras mentes y nuestras almas contienen volúmenes en los que han quedado inscriptas nuestras experiencias y emociones. La conciencia de cada individuo es una colección de recuerdos que hemos catalogado y almacenado en nuestro interior, la biblioteca privada de la vida que hemos vivido. Es algo que no podemos compartir enteramente con nadie, una biblioteca que arde y desaparece cuando morimos. Pero si puedes tomar algo de esa colección interna y compartirlo –con una sola persona o con todo el mundo, en una página o en un relato oral–, adquiere vida por cuenta propia.

    Yo siento que con el PEDECIBA estamos corriendo el riesgo de un destino parecido. Si bien, a diferencia de URUCIB, el PEDECIBA está vivito y coleando, tal como lo pudimos comprobar en estos tiempos de pandemia por algunas menciones en los medios y por los homenajes al Prof. Dr. Roberto Caldeyro Barcia en los 100 años de su nacimiento, también es cierto que nadie habló del PEDECIBA en los homenajes a la Dra. Adela Reta en los 100 años de su nacimiento, ambos ocurridos en 2021.

    Soy consciente de que no todos los participantes de los hechos y circunstancias que llevaron a la creación del PEDECIBA pueden tener exactamente los mismos recuerdos, como puede atestiguarlo en forma maestra el cuento En el bosque de Ryunosuke Akutagawa, que plasmara en el cine, también magistralmente, Akira Kurosawa en Rashomon. Pero este es un riesgo que estoy dispuesto a correr para rescatar de un olvido cercano a las circunstancias y las personas que llevaron a la creación de este programa, que se ha revelado innovador y efectivo para ejecutar los fines que se había propuesto.


    1. Escribo porque creo que tengo algo que decir.

    2. Rescatar algo del tiempo en el que nunca más estaremos.

    I

    Pensar el futuro

    1

    El seminario

    de diciembre de 1984

    Los orígenes de la idea de un PEDECIBA (Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas) se remontan a fines del año 1983. En aquel momento empezaron a reunirse en el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE) algunos de sus investigadores principales, entre los que se contaban el Dr. Omar Trujillo y Omar Macadar.

    El tema fue abordado en una conversación del periodista Emiliano Cotelo (2020) con Trujillo:

    E. C.: El doctor Ángel Caputti en una carta que nos enviara contaba que en 1983 asistía como honorario al IIBCE y que a fines de ese año le tocó presenciar, como oyente de sus maestros, largas discusiones matinales entre los doctores Macadar y Trujillo sobre la planificación, organización y puesta en marcha de un programa así. Fui entonces testigo de cómo se amasaba la idea de un programa de desarrollo de ciencia básica, dice el doctor Caputti. ¿Efectivamente allí en esas charlas estuvo el germen del PEDECIBA?

    O. T.: Y sí, el querido amigo Caputti era uno de nuestros alumnos y él fue un testigo del origen coloquial casi de esa idea que en realidad nace de un rumor que recibimos nosotros de que, en el campo de la Unesco, en la Oficina Regional de Ciencia y Tecnología para América Latina y el Caribe (ROSTLAC) con sede en Montevideo, existía la preocupación de que en el Uruguay no había un grado alto de doctorado que no fuera el de las profesiones liberales. Nosotros no teníamos un doctor en Física, no teníamos un doctor en Química, no teníamos un doctor en Matemáticas. Acuérdense de que en ese momento no existía la Facultad de Ciencias, y entonces nosotros recibimos el rumor de que habría una posibilidad de que hubiera fondos disponibles para tratar de empezar a organizar algo en ese sentido. Nos llegó como un rumor, y me acuerdo muy bien de que lo trajo a nuestros oídos el doctor Cardozo.

    También el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se suma en aquellos tiempos a los apoyos del fomento del desarrollo de las ciencias básicas en Uruguay de la mano del representante residente de Naciones Unidas (NNUU) en el país, Pedro Mercader. Por Unesco/ROSTLAC actuaban el director de la oficina, Dr. Gustavo Malek, y un asesor, el Lic. Braulio Orejas Miranda, un zoólogo excolega de los investigadores del IIBCE.

    Contando con esos apoyos, un grupo de científicos, biólogos todos, se reunieron durante 1984, tanto en el IIBCE como en la oficina de Unesco/ROSTLAC para pensar acerca del futuro de las ciencias básicas en el Uruguay democrático que se avecinaba a corto plazo. Ellos asumieron la responsabilidad de ampliar las reuniones con científicos de otras disciplinas y promovieron la creación de un grupo de trabajo donde estuvieran representadas las distintas áreas de las ciencias básicas. Para conformar dicho grupo, que se llamaría Grupo Asesor Honorario (GAH) y funcionaría en la esfera administrativa de la Oficina de Unesco/ROSTLAC, el director de dicha oficina, Dr. Gustavo Malek, cursó invitaciones personales a los siguientes investigadores: Washington Diano (Química), Juan Grompone (Informática), Patrick Moyna (Química), Gonzalo Pérez (Matemática), Omar Trujillo (Biología), Rodolfo Wettstein (Biología), Carlos Zamalvide (Física), Omar Macadar (Biología) y Horacio Cardozo (Biología) (PNUD-Unesco,1984). El GAH mantendría reuniones semanales entre el 9 de julio de 1984 y diciembre del mismo año.

    Como ya fuera mencionado, el representante de NNUU en Uruguay era Pedro Mercader, un español nervioso, inteligente y muy emprendedor, deseoso de ayudar al nuevo gobierno democrático que surgiera de las urnas el 25 de noviembre de 1984. Él contaba dentro de su oficina con varios proyectos, uno de los cuales era el URU/83/010 Informática y desarrollo. Bajo ese paraguas Mercader reunió a expertos de los distintos partidos políticos, entre los que estábamos Juan Grompone y yo, para elaborar un documento que se llamó Bases y estrategias para el desarrollo de la informática en el Uruguay. En una carta que le dirigió al Lic. Hugo Fernández Faingold³ el 13 de diciembre de 1984, Mercader le adjuntaba dicho documento y concluía: Creo que el contenido del mismo no solo se explica por sí solo, sino que ofrece al nuevo gobierno democrático y al país una base excelente de discusión para la toma de decisiones pertinentes en el momento adecuado.

    Con ese mismo espíritu y disposición, Mercader le pidió al GAH, que había sido convocado por Malek, que redactara un proyecto de documento de asistencia preparatoria. El PNUD aprobó dicho documento con lo que se creó un Proyecto de Asistencia Preparatoria (PAP). Este instrumento habilitaba, a partir del 3 de octubre de 1984, al uso de recursos limitados del PNUD con el fin de preparar programas de mayor alcance. El 8 de noviembre de 1984, Mercader le informaba al Dr. Aquiles Lanza⁴ acerca del proyecto URU/84/002 Instituto de Ciencias Básicas:

    Sobre el Instituto de Ciencias Básicas, la iniciativa que hemos tomado es la de organizar un seminario de expertos uruguayos que se encuentran en el país y en el exterior para que nos ayuden a identificar la propuesta definitiva. Dada la experiencia de los mismos y el conocimiento que estos tienen de su campo de especialización por su trabajo y contactos internacionales, creemos que dicho seminario a realizarse en el mes de diciembre próximo será de gran utilidad para el país. Asimismo, estamos realizando una encuesta, cuyos resultados se presentarán en el seminario, sobre el estado actual de las ciencias básicas en el país.

    Como hemos visto, toda la actividad respecto al fortalecimiento de las ciencias básicas fue llevada a cabo por la comunidad científica y el auxilio de los organismos internacionales mencionados. No existió vínculo alguno con las autoridades vigentes de facto, tanto nacionales como de la Universidad de la República (Udelar), y sí con quienes estaban compitiendo en las elecciones de noviembre y más tarde con aquellos que habrían de asumir el gobierno electo.

    Para el seminario de diciembre, el GAH reconoció que la labor debía contar con la colaboración de los científicos uruguayos radicados en el exterior, para lo cual se crearon mecanismos de repatriación, con fondos del PAP, de algunos de dichos investigadores. El documento PNUD-Unesco (1984) dice al respecto:

    La selección de estos científicos se realizó basándose en que cumplieran con las siguientes condiciones:

    Mantener actividad científica en centros universitarios o equivalentes.

    Poseer una producción de nivel destacado en el área de especialización.

    Estar en la actualidad desvinculados de los grupos que desarrollan tareas de investigación y docencia superior en el Uruguay.

    Conocer las dificultades que enfrenta la investigación en los países en vías de desarrollo y particularmente Uruguay.

    Estos criterios de selección muestran cómo, desde el principio de todas estas actuaciones, el GAH y los investigadores que lideraron el proceso se guiaron por los estándares más altos de calidad a la hora de ejecutar sus acciones.

    Por último, digamos que el documento preparado para la asistencia preparatoria sirvió de base a la discusión del seminario de diciembre de 1984.


    3. Futuro ministro de Trabajo y Seguridad Social del gobierno electo.

    4. Futuro intendente electo de la Intendencia de Montevideo.

    2

    Los científicos radicados

    en el exterior

    En la creación del PEDECIBA existen dos grandes asambleas. La primera de ellas ocurrió en Montevideo, del 10 al 20 de diciembre de 1984, y se llamó Seminario de evaluación de propuestas para el desarrollo programado de las ciencias básicas. La segunda también fue en Montevideo, del 20 al 25 de mayo de 1985, y su realización fue resuelta en el seminario de diciembre de 1984 a fin de continuar el proceso hacia la institucionalización de la propuesta del PEDECIBA.

    Alguien podría decir que se trata de una única asamblea con un cuarto intermedio de cinco meses. Sí y no. Sí, porque en las dos se trató el mismo tema. No, porque sus actores fueron diferentes. Recordemos que, en diciembre, si bien ya existía un gobierno electo, este no había asumido y recién lo haría el 1º de marzo de 1985. Del mismo modo, en diciembre, las autoridades de la Udelar todavía eran las del período de facto, y se entendía que esa institución debía participar en forma sustantiva en el programa a crearse.

    Por ello, en la reunión de mayo se previeron dos tipos de participantes:

    Los delegados representantes de instituciones (Ministerio de Educación y Cultura (MEC), Udelar, Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), Unesco, PNUD, IIBCE).

    Los delegados de los científicos e investigadores.

    Pero se aclaraba en la convocatoria: los delegados de a) tendrán potestades resolutivas en la elaboración de los documentos finales de la reunión, y los de b) actuarán en carácter de asesores técnicos de la reunión.

    En el seminario de diciembre, realizado en el marco de un Proyecto de Asistencia Preparatoria Unesco/PNUD, participaron 42 científicos uruguayos, residentes en el país y en el extranjero, de acuerdo al siguiente detalle:

    Área Biología: Elio García-Austt (presidente), Enrique Bucher, Osvaldo Reig, Claudio Scazzocchio, Washington Buño, Roberto Caldeyro Barcia, Omar Macadar, Omar Trujillo, Federico Dajas, Rodolfo Wettstein, Horacio Cardoso, Julio Velluti (secretario técnico). De estos doce investigadores, ocho residían en Uruguay (seis de ellos pertenecían al IIBCE), uno en España, otro en Francia y los dos restantes en Argentina.

    Área Física: Luis Saravia (presidente), Raúl Donángelo, Graciela Lesino, Félix Martí, Roberto Suárez, Carlos Zamalvide, José Antonio Ferrari (secretario técnico). De estos siete investigadores, tres residían en Uruguay, dos en Argentina, uno en Dinamarca y otro en Estados Unidos.

    Área Informática: Jorge Vidart (presidente), Gastón Gonnet, Jorge Forcella, Juan Grompone, Ana Asuaga (secretario técnico). De estos cinco investigadores, tres residían en Uruguay, uno en Venezuela y otro en Suiza-Canadá.

    Área Matemática: Enrique Cabaña (presidente), Rodrigo Arocena, Walter Ferrer, Alfredo Jones, Jorge Lewowics, Mario Wschebor, José Luis Massera, Julio Ricaldoni, Gonzalo Pérez, Roberto Markarian (secretario técnico). De estos diez investigadores, cuatro residían en Uruguay, cuatro en Venezuela y dos en Brasil.

    Área Química: Carlos Píriz (presidente), Juan Alberto Coch, Juan Xavier de Vries, Simon Dittrich, Jorge Servián, Patrick Moyna, Washington Diano, Jorge Omar Toth (secretario técnico). De estos ocho investigadores, cinco residían en Uruguay, uno en Países Bajos, otro en Brasil y otro en Alemania.

    La primera constatación es que asistieron al seminario 23 científicos residentes en el Uruguay y 19 residentes en el extranjero.

    La segunda constatación –¿podríamos llamarla sorpresa?– es encontrar a la informática como una de las ciencias básicas. De algún modo, ya la constitución del GAH hacía prever esto cuando incluyó al Ing. Juan Grompone como uno de sus miembros. Y seguramente ese criterio contó con los apoyos necesarios dentro de la comunidad científica, que se había reunido para impulsar las ciencias básicas y su programa de desarrollo. Pero sin ninguna duda, vista en retrospectiva, se trató de una decisión con una gran visión de futuro, más allá de la audacia del planteo en aquellos tiempos. Máxime si se constata que, en menos de dos años, se iniciaría el proceso que culminaría con la creación de la Facultad de Ciencias, y en ella se le da cabida a la biología, la física, la matemática y la química, pero no a la informática.

    El seminario de diciembre de 1984 produjo una serie de documentos que serían el insumo básico de la reunión de mayo de 1985. Luego de una introducción realizada por PNUD/Unesco venía un capítulo con antecedentes y evolución de las ideas. A continuación, estaba el documento llamado PEDECIBA – Documento general, que era la propuesta de un programa de desarrollo de las ciencias básicas. A dicha propuesta le seguían cinco documentos que detallaban el futuro PEDECIBA de acuerdo a cada una de las cinco áreas que se consideraban. Seguía luego el documento que evaluaba la situación actual de cada una de las áreas y otro que detallaba las acciones piloto que las áreas podían emprender, en el marco y con los recursos del PAP vigente, en un horizonte de seis a nueve meses.

    Durante el seminario, el 18 de diciembre, fui invitado a participar en una reunión del área de Informática, que se desarrolló en una de las salas del IIBCE. Además de Jorge Vidart, Gastón Gonnet, Jorge Forcella y Ana Asuaga, asistimos Pablo Handler, Gustavo Maissonave, Martín Ponce de León y yo. La conversación giró alrededor de los siguientes puntos:

    El PEDECIBA había sido una iniciativa de la comunidad científica con el apoyo del PNUD. Se encontraba en una primera etapa preparatoria, que iba hasta julio de 1985.

    Se lo concebía con una perspectiva subregional. Se contaba con el apoyo del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) argentino, a través de la Secretaría de Ciencia y Técnica (SECYT) del Gobierno de la Nación, cuyo secretario era Manuel Sadosky.

    Se lo pensaba como el germen de una Facultad de Ciencias.

    Había un factor-oportunidad muy grande: la cantidad de científicos uruguayos en el exterior, que estarían deseosos de volver al recuperarse el gobierno democrático en Uruguay. Se buscaba aprovechar el factor coyuntural que implicaba el desexilio.

    En Informática se visualizaba una prioridad: la formación de docentes para la carrera profesional.

    Fecha de inicio: marzo de 1986.

    Se vislumbraban algunas acciones necesarias:

    La existencia de una política de Ciencia y Tecnología, apoyada en una cierta estructura administrativa.

    Algo de fondos.

    Apoyo del gobierno entrante frente a una solicitud ante el PNUD.

    El 28 de diciembre de 1984 se conoce un artículo publicado en el suplemento La Semana del diario El Día titulado Centro de Investigación Científica, que en su parte medular decía:

    Un centro de investigación científica y alta docencia, con otorgamiento de títulos de posgrado y probablemente con carácter regional, podría comenzar a funcionar en nuestro país, más allá de mediados de 1985.

    La iniciativa de un instituto semejante, que estaría vinculado a la Universidad de la República y a otros importantes institutos de nuestro medio, forma parte de un ambicioso proyecto en

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