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La batalla de Lepanto (Inebahti): Vista por los otomanos
La batalla de Lepanto (Inebahti): Vista por los otomanos
La batalla de Lepanto (Inebahti): Vista por los otomanos
Libro electrónico249 páginas3 horas

La batalla de Lepanto (Inebahti): Vista por los otomanos

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Según Miguel de Cervantes, Lepanto es “la más alta ocasión que vieron los siglos” y para la cristiandad en general, una victoria militar y, sobre todo, moral y de reputación, aunque con escasísimos resultados territoriales y geoestratégicos para los vencedores. Mientras que Lepanto es un leitmotiv para todos los participantes cristianos —el papado, los príncipes italianos, los Habsburgo españoles y los caballeros de las órdenes de Malta y de San Estéfano—, encontrar referencias a este hecho de armas es francamente difícil en la historiografía otomana.

En estas páginas veremos la evolución de la marina otomana hasta llegar a los sucesos que acaecen en 1571, culminando con la conquista de la fortaleza tunecina de La Goleta en 1574. A través de este sugestivo relato, entenderemos las razones que obligan a un Estado —luego un Imperio— a transformarse en una potencia marítima. Lepanto supone el final de un proceso que desencadena una de las batallas navales más grandes de la historia, tanto por el número de embarcaciones enfrentadas como por los hombres que combaten y fallecen en las pocas horas de esta lucha a sangre y fuego.

Miguel Ángel Bunes Ibarra es profesor de Investigación del Instituto de Historia (IH) del CSIC, especialista en la historia del Imperio Otomano en la época clásica y en los procesos de expansión de españoles y turcos por el Mediterráneo en los siglos XVI y XVII.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento16 feb 2023
ISBN9788413526607
La batalla de Lepanto (Inebahti): Vista por los otomanos
Autor

Miguel Ángel Bunes Ibarra

Profesor de Investigación del Instituto de Historia (IH) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y académico de la Türk Tarih Kurumu (Academia de Historia Turca). La mayor parte de su carrera investigadora se ha dedicado al análisis de los caracteres de la expansión de españoles y otomanos por el Mediterráneo durante los siglos XV al XVII, el estudio de las minorías religiosas en este espacio y la edición de fuentes históricas y literarias sobre estos procesos, tanto hispanas como turcas. Además del estudio de los caracteres del enfrentamiento de los dos imperios, así como las maneras del emprender las relaciones diplomáticas entre la Monarquía Hispánica y las diferentes entidades políticas musulmanas de estos siglos. Todas estas líneas de investigación se plasman en cuatro decenas de monografías sobre estos temas y un par centenares de capítulos de libros y artículos de revista.

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    La batalla de Lepanto (Inebahti) - Miguel Ángel Bunes Ibarra

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    Índice

    PRÓLOGO

    CAPÍTULO 1. UN IMPERIO TERRESTRE QUE NECESITA CREAR UNA ARMADA

    El origen de los otomanos y su expansión por el Occidente

    Galípoli y el nacimiento de la marina otomana

    CAPÍTULO 2. LUCHA POR EL CONTROL DEL EGEO Y EL MAR NEGRO

    Primeros enfrentamientos con Venecia por el dominio de los estrechos

    La conquista de Constantinopla: la importancia de la marina para aislar una ciudad

    La expansión por el mar Negro y el Egeo

    CAPÍTULO 3. ASEDIO A RODAS POR MEHMED II Y LAS GUERRAS CONTRA VENECIA DE BEYACID II

    El primer intento de conquista de Rodas

    La ocupación de Otranto por Mehmed II: Estambul como nuevo contendiente en Europa occidental

    La conquista de Egipto por Selim I y la OCUPACIÓN definitiva de Rodas

    CAPÍTULO 4. ARGEL, LOS HERMANOS BARBARROJA Y LA ESCUELA DE LOS CORSARIOS PONENTINOS EN LA ARMADA DEL SULTÁN

    Los Barbarroja, la renovación del corso en el Mediterráneo

    La conquista de Corón por Andrea Doria y el ascenso de Barbarroja a kapudan paça

    CAPÍTULO 5. LA SANTA LIGA Y LA BATALLA DE PRÉVEZA

    La tercera guerra turco-veneciana (1537-1540)

    Barbarroja en Francia (Tolón, 1543-1544)

    Turgut y la consolidación de la expansión de Estambul

    CAPÍTULO 6. EL INTENTO DE CONQUISTA DE MALTA DE 1565

    El deseo de Estambul de control de las islas del Mediterráneo

    El inicio del sitio y la llegada del auxilio desde Sicilia

    CAPÍTULO 7. LA BATALLA DE LEPANTO Y EL CESE DEL ENFRENTAMIENTO HISPANO.OSMANLÍ EN EL MEDITERRÁNEO

    La conquista de Chipre y la creación de la Liga Santa

    La campaña de la flota cristiana de 1570

    La campaña otomana de principios de 1571 y la conquista de Famagusta

    La búsqueda de las armadas para entrar en combate

    CAPÍTULO 8. LAS CONSECUENCIAS DE UNA BATALLA QUE NO SE NOMBRA

    La veloz reacción ante una derrota

    La partida de la nueva flota del sultán (1572)

    La conquista de Túnez y la firma de la paz con Venecia

    BIBLIOGRAFÍA

    MIGUEL ÁNGEL BUNES IBARRA

    Profesor de Investigación del Instituto de Historia (IH) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y académico de la Türk Tarih Kurumu (Academia de Historia Turca). La mayor parte de su carrera investigadora se ha dedicado al análisis de los caracteres de la expansión de españoles y otomanos por el Mediterráneo durante los siglos XV al XVII, el estudio de las minorías religiosas en este espacio y la edición de fuentes históricas y literarias sobre estos procesos, tanto hispanas como turcas. Además del estudio de los caracteres del enfrentamiento de los dos imperios, así como las maneras de emprender las relaciones diplomáticas entre la Monarquía Hispánica y las diferentes entidades políticas musulmanas de estos siglos. Todas estas líneas de investigación se plasman en cuatro decenas de monografías sobre estos temas y un par centenares de capítulos de libros y artículos de revista.

    Miguel Ángel Bunes Ibarra

    La batalla de Lepanto (Inebahti)

    vista por los otomanos

    Esta publicación es parte del proyecto de I+D+i PGC2018-099152-B-I00, financiado por MCIN/AEI/10.13039/501100011033/ FEDER Una manera de hacer Europa

    DISEÑO DE CUBIERTA: PABLO NANCLARES

    © Miguel Ángel Bunes Ibarra, 2023

    © Los libros de la Catarata, 2023

    Fuencarral, 70

    28004 Madrid

    Tel. 91 532 20 77

    www.catarata.org

    La batalla de Lepanto (Inebahti)

    vista por los otomanos

    isbne: 978-84-1352-660-7

    ISBN: 978-84-1352-627-0

    DEPÓSITO LEGAL: M-1686-2023

    thema: 3MDQV/IQBCS

    impreso por artes gráficas coyve

    este libro ha sido editado para ser distribuido. La intención de los editores es que sea utilizado lo más ampliamente posible, que sean adquiridos originales para permitir la edición de otros nuevos y que, de reproducir partes, se haga constar el título y la autoría.

    PRÓLOGO

    El Imperio otomano, como cualquier Estado que se precie, exclusivamente se detiene en las batallas que depararon enormes victorias y éxitos a los gobernantes que las organizaron. La de Lepanto, Inebahti en turco, no se encuentra entre los grandes episodios militares que confieren la grandeza de la Sublime Puerta, por lo que es escasamente mencionada por los cronistas e historiadores oficiales de los siglos XVI y XVII. Mientras que Lepanto es un leitmotiv para todos los participantes cristianos que intervienen en ella: el papado, los príncipes italianos, los Habsburgo españoles y los caballeros de la órdenes de Malta y de San Estéfano, encontrar referencias a este hecho de armas es francamente difícil en la historiografía otomana. Las escasas noticias que existen, y hay que recordar que las crónicas en el mundo turco eran controladas férreamente por las estructuras políticas y administrativas del palacio donde residen los sultanes y los órganos administrativos de los sucesores de Osmán, lo hacen describiéndola como donanma sındı, cuya traducción literal al castellano es armada derrotada. Es una batalla que se pierde y sobre la que se legisla rápidamente para silenciar la importancia de las pérdidas sufridas, amenazando a los difusores de las malas noticias con penas de prisión para intentar silenciar los acontecimientos, como refiere rápidamente en la correspondencia privada Luis de Requesens a Juan de Austria al recibir los avisos de sus espías en Ragusa y Estambul.

    Lepanto para los cristianos, por el contrario, y comenzando por la descripción que hace Miguel de Cervantes, es la más alta ocasión que vieron los siglos, la representación máxima de los éxitos de los bautizados en el Mediterráneo. Es el momento más glorioso de las acciones de armas de Felipe II, Pío V, Juan de Austria, Marco Antonio Colonna o la Señoría de Venecia, que no es narrada nunca por sus oponentes. Esta larga enumeración de sus protagonistas refleja que no existe un único relato de los acontecimientos del 7 de octubre de 1571, ya que cada uno de los litigantes del occidente del mar Mediterráneo se atribuye el éxito de la batalla. Como ocurre en la anterior Liga, la de 1538, que reúne casi a los mismos protagonistas en el golfo de Patras y se enfrenta a la flota de Solimán el Magnífico comandada por Hayreddin Barbarroja en la contienda de Préveza, empresa que es ganada claramente por el corsario, que crea la regencia berberisca de Argel, tenemos diferentes visiones según las fuentes que utilicemos. Esta batalla supone que los otomanos se convierten en la potencia marítima en el Mediterráneo hasta que Pío V vuelve a lograr unir a casi todos los príncipes mediterráneos en una empresa común. Los relatos del enfrentamiento bélico son muy escuetos por parte italiana y española, que no así desde la visión de los turcos, ya que el resultado no es el esperado en ningún caso. Venecia se siente traicionada por sus aliados cristianos, en especial por los genoveses, lo que supone que desea romper la Liga para redimirse ante la Sublime Puerta con un tratado de paz que le permita seguir comerciando y manteniendo los restos de su imperio comercial mediterráneo. Las crónicas cristianas, en especial las españolas, son muy ricas en los sucesos de este enfrentamiento, sobre todo al relatar la resistencia y la valentía de los soldados que custodian el único resultado tangible de esta primera unión de las potencias marítimas cristianas: la conquista de la ciudad de Castelnuovo (Herceg Novi). Francisco Sarmiento y sus 2.000 hombres se defienden en un territorio hostil y aislado de las acometidas de la enorme armada de Solimán que comanda el kapudan paça (almirante en jefe) Hayreddin Barbarroja al año siguiente, hasta morir o ser capturados por los otomanos. Estos soldados seguirán siendo protagonistas de aventuras y huidas a lo largo de los años, generando una enorme admiración, lo que explica la enorme publicidad de sus hazañas y que Carlos V deje una manda testamentaria para rescatar a los cautivos que siguen vivos en Estambul en el año 1558. Es una derrota con honor, cosa que no ocurre con las naves otomanas que combaten en Lepanto, según la escasa historiografía otomana que narra este acontecimiento, salvo cuando se describe la actuación de Uluç Alí (Euldj Alí, el Uchalí Fartax de Cervantes, el calabrés tiñoso de sus primeros años como turco nuevo). Las fuentes orientales muestran que la pérdida de la marina del sultán en esta batalla naval puede suponer que se alteren las fronteras del imperio y, sobre todo, que aumenten las sublevaciones de grupos sediciosos y rebeldes en las áreas exteriores del mismo. Ello expone que la rapidez en reconstruir la flota es una perfecta demostración del temor que reporta la victoria cristiana, medida que se explicará por parte de las crónicas oficiales de la Sublime Puerta como la muestra más eficiente de la potencia, la capacidad de organización y la buena gestión de los órganos centrales del Topkapi.

    Lepanto para los cristianos es una victoria militar y, sobre todo, moral, que tiene escasísimos resultados territoriales y geoestratégicos, como también se aprecia cuando Selim II logra rehacer íntegramente la flota en unos pocos meses. Para Felipe II, la recuperación de la fortaleza de La Goleta, empresa que recuerda la gran hazaña de Carlos V en 1535, representa un relativo fracaso al no poder apoderarse de la ciudad de Argel (Cezayir), el enclave de Berbería que está canalizando la guerra corsaria contra los intereses y los súbditos del Rey Prudente y que desea ser sometida desde principios del siglo XVI. Esta sensación de derrota es aún más evidente cuando la nueva flota de Selim II, mandada por el antiguo corsario Uluç Alí, nombrado ahora como Kiliç Alí Paça al ser ascendido al cargo de kapudan paça, conquista la fortaleza de La Goleta y se apodera definitivamente de Túnez, expulsando a los españoles y los hafsíes de esta parte de Berbería.

    En realidad, los sucesos de 1571 y 1574 suponen cerrar los procesos expansión en el Mediterráneo de los dos grandes imperios que se forjan en los extremos del mismo, al decidir sus gobernantes que es mejor firmar una paz secreta que seguir con una guerra de desgaste que logra muy poco provecho material, aunque mucho espiritual, moral y de reputación. Esta pacificación también es una demostración de que deben atender a otros frentes y fronteras interiores y exteriores de Madrid y Estambul que están empezando a ser atacadas por nuevos y viejos antagonistas. Esta última afirmación también puede ser interpretada, como hizo en parte Fernand Braudel en 1948, como el inicio del cambio de las características del Mediterráneo en las décadas finales del siglo XVI. Los dos contendientes aceptan los límites, marcando sus máximas áreas de dominio en este mar, disminuyendo desde este momento el tamaño de las armadas y permitiendo que la tensión militar en ambos lados de espacio, de la frontera líquida que les separa, la materialicen las escuadras corsarias hasta mediados del siglo XVII.

    Para Selim II la derrota desaparece cuando logra mover toda la maquinaria logística y humana para presentarse al año siguiente con una flota de 234 galeras y ocho galeazas. Katip Çelebi, uno de los cronistas oficiales de este periodo, refiere que el gran visir, Sokollu Mehmed Paça, presume ante los venecianos de que su señor ha logrado que las anclas de toda la flota sean de plata, las cuerdas de seda y las velas de satén, descripción que es absolutamente falsa pero que muestra la arrogancia otomana ante estos sucesos. En la época se considera que existe una división del mundo representada por cada uno de estos gobernantes, aglutinando cada uno de ellos a una parte de los poderes conocidos, como describe el embajador veneciano Tommaso Contarini en 1593:

    […] para comenzar el estado de las cosas presentes, sin duda se podrá observar con facilidad cómo las potencias y los imperios del mundo están en su mayor parte unidos bajo estos dos grandes monarcas: el turco y el rey de España, […] Estos dos grandes príncipes, ambos ricos por el dinero, poderosos por las fuerzas marítimas y terrestres, no solo tienen ocasión por los celos de tantos Estados […] de sospechas el uno del otro, sino también de temerse recíprocamente, no faltando muchos estímulos a los odios, muchas causas a las injurias, muchas comodidades a las ofensas.

    Según esta descripción, Lepanto representa la lucha entre los dos grandes príncipes del momento, que combaten, entre otras cuestiones, para mostrar la primogenitura de uno sobre el otro. En las páginas que siguen se intenta explicar la evolución de la marina otomana hasta llegar a los sucesos que acaecen en 1571, culminando el relato con la conquista de la fortaleza tunecina de La Goleta por Kiliç Alí Paça en 1574. Una brevísima visión de las razones que obligan a un Estado, que luego se convierte en un imperio, a transformarse en una potencia marítima, aunque mantiene la vocación de un poder militar eminentemente terrestre. La batalla de Lepanto es el final de un proceso histórico que desencadena una de las batallas marítimas más grandes de la historia, tanto por el número de embarcaciones que se enfentan como por los hombres que combaten y fallecen en las pocas horas en las que se lucha a sangre y fuego. Para entender su importancia, por lo menos desde el punto de vista del Imperio otomano, es necesario explicar las principales características que tiene la entidad política y humana que la propugna y protagoniza. Una manera de organizar un Estado realmente original y singular, lo que explica que el imperio de los sultanes, el de los sucesores de Osmán Gazi, perviva hasta 1925 dominando una serie de territorios continentales e insulares que se extienden por tres continentes y varios mares. Intentamos explicar una batalla como el final de un proceso de conformación de un Estado que, además de ser una potencia terrestre temida, tiene que hacerse con una enorme armada para poder comunicar sus enormes posesiones y poner límites y fronteras a sus enemigos por mar y por tierra.

    Capítulo 1

    Un imperio terrestre que necesita

    crear una armada

    El origen de los otomanos y su expansión

    por el Occidente

    Los otomanos, como el resto de los pueblos conocidos de origen turco, proceden de grupos nómadas y seminómadas naturales de la región de las montañas Altai y del lago Baikal, que se empiezan a desplazar hacia ambos extremos de Asia en el siglo segundo antes de Cristo. Los que se mueven hacia el Occidente se comienzan a islamizar en torno al siglo X y se asientan en las diferentes regiones de Asia Menor en las diversas centurias de la Edad Media. Las primeras referencias que tenemos en torno a los otomanos se asocian con los sultanes selyuquíes (seljúcidas) del sultanato de Rum, entidad política que engloba las tierras arrebatadas a los bizantinos en Anatolia desde mediados del siglo XI y que se mantendrá como entidad política independiente hasta la llegada de los mogoles de Gengis Khan. Estos selyuquíes anatólicos se convierten en soldados mercenarios de Bizancio, además de ser una entidad política independiente que controla gran parte de Asia Menor. Con el tiempo, irán arrebatando paulatinamente territorios a los ortodoxos al aprovecharse de la debilidad y las continuas guerras civiles de los basileus, así como de la entrada de los latinos en los límites de los dominios de Constantinopla desde la cuarta cruzada, la del año 1204. La existencia de un poder musulmán en Konya facilita la emigración de grupos kurdos, turcomanos y turcos a este territorio, islamizados mayoritariamente, aunque mantienen las formas de vida y de organización tradicionales de sus lugares de origen. Ello altera el balance poblacional de la región en favor de los musulmanes, reduciendo las áreas habitadas por griegos, armenios y georgianos. Los selyuquíes contaban con una poderosa marina asentada en los puertos de Sinop, en el mar Negro, y en Antalya, en el Mediterráneo, aunque la importancia de esta actividad no será heredada en ningún momento por los otomanos en los primeros decenios de su historia.

    La estructura de Anatolia cambia radicalmente cuando los mogoles derrotan a los selyuquíes en la batalla de Kösedag en 1243. Estos dos acontecimientos, la victoria de Venecia en la cuarta cruzada y de los mogoles ante los emires de Konya, alteran radicalmente las maneras de organización de los diferentes poderes en el territorio, favoreciendo que en las fronteras exteriores se instalen pequeños principados que reconocen al sultán del momento, Masud II, y a las autoridades mogolas asentadas en ese espacio. De otro lado, los basileus deben abandonar su capital y refugiarse en Iznik, lo que genera una enorme inestabilidad en los territorios cristianos. Esta situación permite a Venecia y Génova formar sendos imperios comerciales en el mar Adriático, el mar Egeo y el mar Negro, controlando la mayor parte de las islas y los grandes puertos tradicionales de este espacio marítimo que hasta ese momento habían sido territorios gobernados desde Constantinopla. En 1261, la situación se altera nuevamente al expulsar a los latinos de la capital de Bizancio el nuevo gobernante ortodoxo, Miguel VIII Paleólogo, mandatario que tiene como objetivo restaurar la antigua grandeza del Imperio romano de Oriente sometiendo a serbios, búlgaros y a los principados independientes en Tracia y el Peloponeso.

    1302 es la fecha que las crónicas oficiales otomanas establecen para situar el inicio de la dinastía de Osmán, identificando este año con la victoria de sus soldados en la batalla de Bapheus, así como con la cesión del sultán Masud II de la provincia de Bitinia a Ertugrul. Este hombre es un turcomano recientemente islamizado perteneciente a la tribu oguz de los kai, que está combatiendo en los límites de las posesiones de los bizantinos. Es el padre de Osmán, persona a la que las crónicas otomanas consideran el verdadero fundador de la dinastía y que lo definen como el caudillo que combate a las guarniciones griegas cercanas. En realidad, resulta muy difícil definir las características del núcleo original del futuro imperio ya que nos encontramos con muy pocas fuentes que, además, narran una historia casi mítica del nacimiento de este Estado y de su fundador. Bitinia es un principado de frontera (beylik), como otras entidades que nacen por la descomposición del mundo selyuquí, que practica la guerra santa contra los infieles, aunque logra que en sus ejércitos se integren turcomanos, turcos y cristianos de diferentes confesiones que convierten a sus huestes en altamente peligrosas. El territorio asignado a Ertugrul y su hijo Osmán se encuentra muy cerca de un gran número de ciudades griegas, con un fuerte trazado de vías de comunicación y redes comerciales que abastecen a la cercana Constantinopla. Esta es una región muy lucrativa, en la que se pueden lograr grandes botines para los combatientes que se alistan en la hueste de un gobernante que se autoproclama gazi

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