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Y llegué a la Argentina
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Libro electrónico275 páginas4 horas

Y llegué a la Argentina

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En este relato cuento con gran cariño las peripecias y contratiempos a lo largo de un viaje que comienza desde Lima hasta llegar a mi destino final en Buenos Aires, pasando por Chile, Uruguay, Paraguay, Brasil, Bolivia y varias partes de Argentina. Intento plasmar las vivencias que atravesamos los migrantes, tanto las alegrías, como las tristezas. Superando los obstáculos y pormenores que se fueron atravesando convirtiéndose paso a paso en aventuras. Contrastando en paralelo con los sentimientos de las personas que uno deja atrás.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento12 ene 2023
ISBN9789878732565
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    Y llegué a la Argentina - Walther Iván Cárdenas Sandoval

    AGRADECIMIENTOS

    Quiero dedicar especialmente y con todo mi amor este libro a mi familia; mi esposa y mis tres hijas, quienes han estado a mi lado todo el tiempo cuidándome, protegiéndome y apoyándome en todas mis acciones. Son ellas las protagonistas de mi sueño alcanzado.

    Dedico también este libro a Luis Vitale. Un agradecimiento muy sincero, además de ser un gran compañero has demostrado tu generosidad ayudándome en cada detalle de este viaje literario. Mil gracias.

    Agradezco fuertemente a Marcelo Palacio, gracias a su enorme corazón y generosidad. Fue realmente de gran ayuda para mí cuando lo necesité. Es por eso que también le dedico este libro con gran afecto.

    Quiero agradecerle a Micaela Der por haberme dado la oportunidad de incursionar en el maravilloso mundo del Arte de lo posible y la posibilidad con ello de ayudar a mucha gente. Cambiaste el rumbo de mi vida.

    Un agradecimiento muy especial para Alejandro Pérez por confiar en mí, otorgándome nuevas responsabilidades que ayudan muchísimo en mi crecimiento personal. Gracias por su buen trato y generosidad, quedaré eternamente agradecido.

    Por ultimo pero no menos importante, quiero agradecer también a Patricia Miranda por su aguante y colaboración en todos mis proyectos.

    A todos ustedes, quiero agradecerles.

    MI PRIMER VIAJE

    Me quedé con ganas de ir a la Argentina cuando era presidente de la promoción de la facultad, ya que alumnos de otra Universidad habían viajado a Venezuela, y la idea que nos surgió era viajar a la Argentina por tierra porque ahí estaba la meca del Psicoanálisis, desgraciadamente, las cosas se complicaron y no lo pudimos concretar. Sin embargo esa idea estuvo dando vueltas por mi cabeza, hasta que por fin decidí iniciar un viaje por América del Sur, el cual incluía a la Argentina. Logré convencer a un amigo –Alejandro– y lo contagié con esta idea descabellada. Inmediatamente empezamos a diseñar nuestro viaje, íbamos de a poco consiguiendo la plata y empezamos a hablar de dicho viaje por todos lados, familia, amigos, conocidos, hasta lo hablábamos en la calle, en los buses, en todas partes, ya parecía una locura, una obsesión.

    Un día de febrero de 1990 se dio la casualidad que el Padre Ricardo, de la iglesia en la que estuvimos participando durante 5 años, viajó a Lima porque otro cura había fallecido, hacia ya como 5 años que era jefe de los Combonianos en Santiago de Chile, así que lo saludamos y aprovechamos la oportunidad para decirle que en 3 semanas lo visitaríamos en Chile, sorpresivamente enseguida nos invitó a quedarnos a dormir en su Iglesia, donde tenía dormitorios con baño incluido, y nos ofrecía también la comida y algunos paseos, así que nos dio su dirección y nos dijo -los espero allá en Santiago de Chile-.

    Ya teníamos al menos un lugar intermedio por si necesitáramos ayuda. Otro día increíble, conversando con un amigo en el bus que iba hacia Chorrillos, le decía que tal vez llegaría hasta Río de Janeiro, y de pronto, un joven que estaba sentado frente a nosotros empezó a hacerme preguntas sobre el viaje, entonces, me ofreció su casa en la ciudad de Teresópolis que estaba a una hora y media en bus de Río de Janeiro, a cambio de que le llevara algunas cosas a su familia, obviamente le dije -drogas yo no llevo-, respondió que solo eran zapatillas, algo de ropa y algunas otras cosas, así que me dio la dirección para retirar por su casa las cosas que llevaría y también un croquis y la dirección en Brasil, más una carta para que nos dieran alojamiento gratis por unos días, como verán los planetas se alineaban solos para este viaje, ya teníamos dónde llegar en Chile y en Brasil.

    Llegó el día de nuestra partida con Alejandro, corría el día 01 de marzo de 1990, salimos desde Lima rumbo a Tacna, viaje que duraría 22 horas, al día siguiente llegamos y buscamos alojamiento porque teníamos que solicitar la Visa, la cual te la daban luego de 24hs, disfrutamos paseando y haciendo turismo por esta hermosa y heroica ciudad de Tacna, al día siguiente pasamos a retirar el pasaporte con la Visa, así tomamos un colectivo que nos llevaría a la ciudad de Arica, cuando salimos de nuestro país tuvimos que pagar 100 dólares porque el presidente del Perú, Alan García había aprobado este impuesto para todas las personas que salieran del país, aquella mañana fue muy emocionante porque era la primera vez que salíamos de nuestra Patria, con Alejandro cantábamos y gritábamos por nuestra gran hazaña, aquel día nos quedamos en Arica para conocer toda la ciudad, sus lugares turísticos y por supuesto tomarnos fotos, inclusive tomamos un tour al Morro de Arica. Al día siguiente tomamos un bus rumbo al Zofri (zona franca de Iquique), lugar excelente para hacer compras, recuerdo que habían shoppings enormes con miles de productos, a un tercio del valor con relación a Lima, en especial electrónicos. Una filmadora semi profesional que en Lima costaba 2,500 Dólares, en el Zofri solo 850, y te la daban con el bolso, el trípode y 5 casetes en blanco, era todo un regalo.

    Al otro día luego de conocer la ciudad y sus lugares turísticos, tomamos un bus rumbo a Santiago de Chile, 24 horas de viaje. Ya en el viaje empecé a enfermarme, tosía y estornudaba cada 10 segundos, tenía fiebre y malestar general. La gente que viajaba con nosotros le gritaba al chofer que me baje en algún hospital, por suerte después de tanto aguantar la enfermedad, mi compañero habló con el conductor y nos bajaron en la ciudad de Serena a 500 kilómetros de Santiago, la empresa corría con todos los gastos de hospitalización, hotel, comida y demás, estuvimos 4 días, solo pude durante un día recorrer este hermoso lugar. Luego de retomar el viaje finalmente llegamos a Santiago de Chile, tomamos un taxi y nos fuimos a la iglesia del Padre Ricardo, la verdad de esta historia es que él se portó muy bien, nos abrió las puertas y nos brindó toda su hospitalidad, ofreciéndonos una habitación muy completa con baño y agua caliente, nos presentó con los otros curas y chicos que estaban de residentes temporales. Durante la comida preguntó qué planes teníamos para el día siguiente, le respondí que ninguno, solo saldríamos para conocer la ciudad, y los lugares turísticos que él nos recomiende, entonces propuso que mañana 11 de marzo de 1990 (día en que se iba la dictadura militar de Pinochet e ingresaba como presidente democrático después de 16 años, el Sr. Patricio Aylwin) fuéramos en tren a la ciudad de Valparaíso, donde se había inaugurado el nuevo Congreso y asumiría el nuevo Presidente, siguiendo su sugerencia tal dia Alejandro y yo tomamos el tren. La gente gritaba y cantaba, todos con sus banderas nacionales, la vuelta de la democracia era una verdadera fiesta, estuvimos con mucha gente esa jornada histórica para los chilenos, cantando, saltando y gritando en aquella ceremonia republicana. Aprovechamos para conocer toda la ciudad y luego por la noche nos fuimos a Viña del Mar allí estuvimos dos días paseando, conociendo y tomando fotos, también estuvimos en la famosa Quinta Vergara donde se realiza todos los años el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar desde el año 1960. Luego de conocer estas dos ciudades en las que inclusive nos bañamos en el mar, volvimos a la capital junto con el Padre, quien aprovechó para pasearnos por la ciudad con su auto, él tenía una frase que repetía muchas veces, nos decía -Vieron, esto no es Perú, esto es Chile, el primer mundo- nosotros claro no le podíamos discutir nada, porque en parte tenía razón y también por respeto y agradecimiento a la ayuda enorme que nos estaba dando.

    El sábado a la noche el padre Ricardo se acercó al dormitorio para tomarnos un vino y conversar, sacó un álbum de fotos donde estábamos ambos, como yo fui actor y actué 152 veces, él me tenía en algunas fotos, así que aquella noche conversamos mucho sobre muchos temas y nos despedimos de él hasta nuestro regreso que tal vez sería en un mes. Él como siempre empezó con su sermón, no hagan cosas de niños, sean responsables, tengan cuidado con lo que van a hacer, hay mucho peligro en los países que planeábamos visitar, y nos decía: ay con estos muchachos, son como los niños con su famoso acento italiano.

    Al día siguiente tomamos el bus rumbo a Mendoza-Argentina, el viaje duró cerca de 8 horas, subimos la cordillera y pasamos los dos pasos fronterizos, lo más impresionante de este tramo fue ver al Aconcagua con sus 6962 m s.n.m, y cuando ya bajábamos de la cordillera pasamos por el llamado Caracol es un camino para bajar y subir, tiene 30 curvas a 3175 metros de altura en 3 kilómetros de largo, fue llamativo ver las curvas hacia atrás desde arriba en la montaña cuando se aprecia mucho mejor. Finalmente llegamos a la ciudad de Mendoza y lo primero que hicimos fue comprar los dos pasajes de vuelta a Santiago de Chile para asegurar la vuelta, como teníamos 30 días de visa podríamos volver a la Iglesia del Padre Ricardo que era el lugar más seguro. Después de conocer los lugares más bonitos y turísticos de Mendoza, tomamos el tren que iba a Buenos Aires y tardaba 18 horas, así llegamos a uno de mis objetivos más importantes, que era conocer la meca del psicoanálisis, conocí el barrio de Once, el Obelisco, mi Caminito en el barrio de La Boca, y mucho más. Al cabo de unos días, tomamos el bus rumbo a Montevideo, una ciudad muy bonita, en la que casi no se notaba la diferencia con Buenos Aires, parecía parte de Argentina, inclusive sus modismos de lenguaje eran idénticos, la costumbre de tomar mate en los colectivos, en la calle, en las plazas… Acá recorriendo la ciudad también nos pasó algo muy pintoresco, le pregunté a una señora de un kiosco si algo de esta ciudad me pudiera sorprender, ella me contestó que si caminaba por aquel camino de piedras sobre el Río de la Plata, adentrándome bien al fondo se podría ver la conjunción del río y el océano, en donde increíblemente el agua no se mezcla y se forma una línea natural que los divide, le respondí que eso no era verdad, en mis interiores pensé que me estaba tomando el pelo, ella solo se limito a decirme: anda y míralo, y aunque Alejandro al igual que yo no lo creía, nos fuimos a verlo, tomé ese camino de piedras hasta el final y vi algo increíble, ¡efectivamente no se mezclaban! Esto se debe a que el agua del río y del mar tienen distintas densidades, es un fenómeno natural llamado Haloclina, era increíble verlo. Al poco rato nos agarró una tormenta, con granizo, mucho viento y agua, así que fue muy difícil de salir de ahí para buscar algún refugio, pero, no nos quedaba de otra. Esa misma noche cuando estuvimos por ingresar a nuestro cuarto de hotel y ya habíamos puesto la llave para abrir la puerta aparecen dos personas y nos muestran su credencial de la Policía, solicitándonos entrar a la habitación, le respondí que sí y de pronto entraron 3 policías a buscar algo, tal vez drogas, dinero o quién sabe qué, revolvieron todo y no encontraron nada malo, el jefe de ellos me pregunta de qué país somos, si teníamos dinero, y a qué veníamos a su país, le respondí que éramos peruanos, estábamos de turistas, y que no teníamos plata, entonces, nos dijeron: nos tienen que acompañar a la comisaría. Debían averiguar si teníamos antecedentes penales, así que nos llevaron y nos metieron en un calabozo; al cabo de dos horas llamaron a Alejandro para interrogarlo, y este muy enojado les decía que vean su cuerpo que no tenía ningún rasguño, para eso Alejandro se quitó toda la ropa frente al comisario, igual me pasó a mí, luego me volvió a preguntar si teníamos plata, a lo cual respondí que sí , y allí me dijo que por eso nos habían detenido, ya que anteriormente respondí que no tenía, pero que igual habían confirmado que no teníamos antecedentes penales, así que nos dejaron ir. Durante ese proceso de irnos de la comisaría nos pusimos a conversar mucho sobre nuestro país y sus maravillas naturales, entonces, el comisario nos invitó a subir a la terraza y tomarnos fotos con él porque había una hermosa vista con el río de fondo y pensaba que podría gustarnos, nos hicimos amigos, inclusive recuerdo que le dimos nuestras direcciones en Lima y nuestros teléfonos por si algún día decidía visitar Perú, de esta manera terminó el incidente en donde la pasamos mal por un largo rato. Estuve 3 horas en un calabozo, y debí desnudarme para que vieran que no era un ladrón.

    Continuando con el viaje, al día siguiente tomamos un bus a la ciudad de Chuy, frontera entre Uruguay y Brasil, lo increíble de esta pequeña ciudad fue que solo había una calle de 5 metros de ancho, de un lado la gente hablaba en español y del otro lado en Portugués, fue muy divertido pasar de un lado a otro a cada rato, compraba algo en un kiosco donde se hablaba español y cruzando de vereda iba a otro en el que se hablaba en portugués, recuerdo que de un lado vimos el Chavo del 8 en español y cruzando la calle lo vi en portugués, fue muy gratificante esta experiencia, al cabo de unas horas nos tomamos el bus rumbo a San Pablo, ciudad enorme donde solo estuvimos de pasada, no teníamos mucho interés en conocerla aunque era la más grande de Latinoamérica, así que ni bien pudimos nos embarcarnos rumbo a Río de Janeiro, otro de nuestros puntos de referencia, cuando llegamos a esta ciudad lo primero que hicimos fue embarcarnos rumbo a Teresópolis, siguiendo el croquis y la dirección de la casa de Jhosmar, al cabo de una hora y media llegamos a destino, lo más impresionante de aquel viaje fue pasar justo por una montaña que tenía la forma de una mano con el dedo índice apuntando al cielo, se le conocía como El Dedo de Dios, llegamos a la dirección y preguntamos por su familia, pasados 5 minutos veía que una anciana venía corriendo hacia nosotros con los brazos abiertos, y yo decía qué raro, ¿nos buscará a nosotros? Con Alejandro nos moríamos de risa, y así fue, la señora nos abrazó y nos llenó de besos, nos decía repetidamente, amigos de Jhosmar. Así nos recibieron, nos dieron una habitación y comida, luego nos presentó con toda su familia y amigos, también nos llevaron a pasear por la ciudad, inclusive estuvimos en la cancha Canarinha donde los jugadores de la selección nacional entrenan desde 1987, fue la mejor parte del viaje porque nos brindaron una verdadera amistad, nos llevaron a sus reuniones, fiestas de familia y nos enseñaron a bailar un poco de samba, hasta fuimos a Río de Janeiro donde disfrutamos de las playas de Ipanema y Copacabana, fuimos también al Corcovado, subimos hasta la cima de la montaña donde está el Cristo Redentor en un funicular, luego tomamos un teleférico para subir hacia dos montañas, disfrutamos viendo el suelo, la vegetación y el precipicio, fue un viajecito a gran altura al Pan de azúcar, en la Bahía de Guanaguara, admiramos todas las bellezas de una de las ciudades más hermosas del mundo.

    Después de disfrutar de esta familia que nos dio todo, nos trató como si fuésemos de su familia, como si fuésemos amigos de toda la vida, y nos acompañó a disfrutar de sus hermosos paisajes, nos despedimos y tomamos el bus a Foz de Iguazú. Ya íbamos rumbo a las cataratas, otra de las bellezas más espectaculares de la naturaleza. Ir por todas esas pasarelas y ver más de 275 saltos distintos fue increíble, era vista panorámica, terminamos mojados porque el agua cae con tanta violencia que siempre te salpica algunas gotas. Luego, al día siguiente cruzamos a las Cataratas de Iguazú, lado argentino, también fue impresionante recorrer esas 3 pasarelas enormes y ver los mejores saltos de agua, fue toda una experiencia, pero, todavía hay más me decía la gente, tienes que ir a la Garganta del diablo. No lo dudamos, al día siguiente lo primero que hicimos fue ir a dicho lugar, estar sobre una garganta por donde pasan un conjunto de saltos de agua del río Iguazú, de hasta 80 metros de altura, que se precipitan en una angosta desembocadura, la cual concentra el mayor caudal de las cataratas del Iguazú, fue lo máximo que me podía pasar. Este espectáculo nunca soñé con verlo, la verdad es que sobrepasó todas las expectativas que tenía.

    VARADOS EN ARGENTINA

    Al día siguiente volvimos a Buenos Aires, pero, llegamos sin un centavo en el bolsillo. Ese día empezó nuestro calvario.

    Anduvimos recorriendo las calles de Buenos Aires sin rumbo, sin saber a dónde ir ni qué hacer, lo único que se nos ocurrió fue ir al Consulado Peruano para solicitar ayuda. Preguntamos la dirección en una comisaría y luego de varias horas de caminata logramos llegar a destino, nos acercamos a recepción y preguntamos por nuestro problema, la historia que relatábamos era que estábamos de turistas y que nos robaron una valija con ropa y nuestro dinero y si habría alguna posibilidad de que nos ayudaran con los pasajes a Mendoza ya que teníamos comprado los pasajes de allí a Santiago de Chile, la respuesta que obtuvimos fue que ellos no se hacían cargo de lo que nos pudiese haber pasado, solo se dedican a realizar trámites de documentación, y consulares, la única ayuda que podían darnos era enviar correspondencia a Lima, también nos dijeron que pongamos la denuncia en una comisaría, así que salimos enojados, sin salida y con las manos totalmente vacías, seguimos nuestro caminar por la ciudad sin rumbo alguno, en poco tiempo se hizo de noche y con nuestras valijas, con el estómago vacío y sin saber qué hacer, nos quedamos en la terminal de buses de Retiro donde había mucha gente y podíamos sentarnos y esperar que amaneciera, de esta manera pasamos nuestra primera noche en la calle. Al día siguiente recordé que entre mis cosas tenía la dirección de un conocido peruano que al menos hace dos años vivía en esta ciudad, cuando empezaba a salir el sol, nos cargamos las valijas y con todo ese peso caminamos varias horas hasta llegar a la dirección, cuando llegamos pregunté por él, pero no estaba en ese momento, a quien si encontramos fue a su novia, quien nos dijo que estaba trabajando. Lo esperamos toda la mañana y la tarde, hasta que por fin a la noche apareció. Él medio sorprendido me reconoció muy poco, le tuve que explicar mil cosas para que me recordara, así que estuvimos varias horas charlando, hasta que Alejandro puso un ultimátum: le decís vos o se lo digo yo, a mí la verdad me daba vergüenza pedirle plata a alguien que me conoce muy poco, pero, Alejandro me insistía, y me decía: —¿Para qué vinimos hasta acá?, se me caía la cara de vergüenza, así que al final de cuentas, Alejandro tomó la palabra y les explicó que necesitábamos 70 dólares para tomar el tren rumbo a Mendoza y que de ahí nos arreglábamos, la respuesta que estos conocidos nos dieron era que habían pagado una seña para alquilar un departamento y tenían un plazo de 15 días para conseguir el resto, y si no lo lograban perderían la seña y el departamento, también nos confesaron que ellos no comían nada desde hace algunos días para ahorrar ese dinero, solo comían fruta, así que no nos podrán ayudar en nada, no solo con él dinero, sino que tampoco nos podían dar dónde dormir ni nada de comer, de esta forma esa segunda jornada se nos complicó aún más, tuvimos que despedirnos y buscar dónde pasar la noche, caminamos por varias horas hasta legar a la terminal de buses de Retiro, dónde ya sabíamos que podíamos pasar la noche sentados y sin problemas, recuerdo que fueron dos días y dos noches eternas, sin comer, caminado muchas cuadras con una maldita valija que pesaba y estorbaba. Ya no sabíamos qué hacer, al día siguiente hablando con gente en la terminal un señor nos dijo: —Suban al tren a Mendoza que nadie les va a cobrar, porque ya se sabe que nadie paga— y nosotros sorprendidos preguntábamos: —¿Seguro que no pasa nada? —Sí, seguro que no pasa nada –nos respondían–, suban al tren y llegarán a Mendoza sin problema, por suerte el tren estaba a tan solo 4 cuadras. Así fue, nos hicimos los distraídos y nos subimos en la clase turista, no nos quedaba otra, nos la jugamos, sabíamos que en Mendoza ya estaba todo dado para llegar hasta Santiago de Chile donde estaba el Padre Ricardo. El viaje duraría 18 horas, las primeras 4 estuvimos muy nerviosos, rezando y contando los minutos para llegar, sabíamos que no teníamos pasaje y podía pasar cualquier cosa, al rato ya habían pasado 9 horas y estábamos a la mitad del viaje, el tiempo seguía transcurriendo y estaba todo bien sin novedades, así pasaron 14 horas de viaje y solo nos faltaban 4 para llegar. En ese momento ocurrió lo que temíamos, de pronto vimos a 3 inspectores que entraron a nuestro vagón pidiendo los pasajes, ahí nos pusimos nerviosos y veíamos que uno se ponía en la puerta del baño por si alguno se escondía, cuando nos tocó el turno de mostrar los pasaje, les dijimos que los habíamos perdido, así que nos dijeron que vayamos hacia el vagón contiguo, y nuestras valijas se quedaron donde habíamos estado durante las últimas 14 horas, así nos echaron de vagón en vagón hasta llegar al último, finalmente éramos unas 50 personas sin pasaje, una vez reunidos los inspectores empezaron a pedir plata, lo que la gente tuviera, así de a pocos algunos daban lo que tenían en los bolsillos y pasaban a sus lugares, cada vez éramos menos los que quedábamos acorralados en este último vagón, era aterrador lo que veíamos, los inspectores amenazando y golpeando a la gente para que les dieran algo de dinero, nosotros con Alejandro les decíamos a cada rato que éramos turistas peruanos y que nos habían robado en Buenos Aires, que solo necesitábamos llegar a Mendoza para volver a Lima, ellos no nos creían nada y finalmente pasaron todos menos nosotros dos, nos amenazaban que si no les dábamos algo de dinero nos bajarían en la próxima estación y nos llevarían a la policía, nosotros repetíamos a cada rato el mismo relato y ellos también seguían en su actitud de sacarnos algo de plata, pero, no había caso, no teníamos nada, finalmente por suerte uno de los 3 inspectores dijo ya déjenlos pasar, así que nos metieron una patada donde ya saben… y nos dejaron pasar, por suerte aún estaban nuestras valijas donde las habíamos dejado, aparentemente estaba todo en su lugar, todo bien, ya solo faltaban 3 horas para llegar a Mendoza, y de pronto el

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