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Calor Humano Historias de la Serie: Calor Humano, #0
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Calor Humano Historias de la Serie: Calor Humano, #0
Libro electrónico154 páginas2 horas

Calor Humano Historias de la Serie: Calor Humano, #0

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Calor Humano. Historias de la Serie. Con Spoilers.


Historias de la serie Calor Humano, da un pantallazo a sus 7 libros. Trata sobre un grupo de hombres y mujeres que enfrentan a nuestra querida Organización que gobierna al mundo desde antaño.

 

Cronología

La reina en el tablero, inicia la serie.

Psicosis, Posdata, y La vidente, continúan el hilo.

Dana Hard, reinicia toda la historia circularmente.

Ave Marina y Reversa, lo conectan todo.

 

* Es un libro CASI gratis. Te va a encantar.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 ago 2022
ISBN9798215775042
Calor Humano Historias de la Serie: Calor Humano, #0
Autor

Daniel Carballo

Daniel Carballo es escritor, guionista, editor de obras introspectivas. Actualmente desarrolla y publica nuevas técnicas y temáticas de Ficción en su serie de libros para películas: «Calor Humano».   Serie completa Javi Verona Fuego a media mañana La caja vacía Una muerte injusta Reversa: Preparados para los días que vienen Ave Marina: Extensión Preppers Precuela: La reina en el tablero Secuela: La vidente Dana Hard: Inspirado en una historia real Posdata: Rumbo al portal Psicosis: Dentro de la cabina Canal de videos: @danielcarballoescritor Página Web: “Daniel Carballo Escritor”

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    Calor Humano Historias de la Serie - Daniel Carballo

    Chapter 0

    Sinopsis

    En La alegoría de la caverna, de Platón, se describe a un grupo de prisioneros desde su nacimiento con cadenas que los sujetan del cuello y de las piernas de forma que solo puedan mirar hacia la pared. Detrás de ellos se encuentra una hoguera y la entrada a la cueva desde el exterior. Los encadenados consideran como verdades a las sombras que ven, porque no pueden girarse y ver la realidad.

    Una versión moderna podría ser la sala de un cine. Si nacés ahí, y solo mirás la pantalla sin poder girarte, creerás que estás viendo la verdad, ignorando, por supuesto, que hay un proyector detrás tuyo con alguien que lo manipula. Pero si un encadenado escapase, no solo saldría hacia el exterior, conocería lo que hay fuera tal cual es. Si el hombre volviera para tratar de liberar a los suyos y comentarles la maravilla de lo que ha descubierto fuera de aquel oscuro lugar, seguramente lo harían callar porque está molestándolos durante la reproducción de su película favorita, incluso si tuvieran la oportunidad de echarlo a las patadas lo harían.

    N. del A.: Historias de la serie Calor Humano, da un pantallazo a sus 7 libros. Trata sobre un grupo de hombres y mujeres que enfrentan a nuestra querida Organización, que gobierna al mundo desde antaño.

    Cronología

    La reina en el tablero, inicia la serie.

    Psicosis, Posdata, y La vidente, continúan el hilo.

    Dana Hard, reinicia toda la historia circularmente.

    Ave Marina y Reversa, lo conectan todo.

    SON LIBROS PARA PELICULAS

    Gracias

    Chapter 1

    Historias De La Reina En El Tablero

    N. DEL A.: Un psicólogo es contratado por una Organización privada para evaluar a su personal de servicio, no sabía que algunos de ellos querían escapar, él mismo es puesto en la mira al ofrecerles su ayuda. Deberá hacer uso de toda su inteligencia e ingenio para burlar a los malvados, no está dispuesto a que hagan daño a sus protegidos, su única opción será el sacrificio personal.

    Se exponen aquí, iniciando el hilo de este compilado de historias, 6 capítulos de los 22 del libro: «La reina en el tablero»; es una historia psicológica.

    LOCA DE CAMPO. LUNES 5 de julio.

    Gerard llega a la clínica a las ocho menos cinco; observa el ingreso de un camión mediano, cuatro motociclistas y varios vehículos en caravana por un lateral dirigiéndose a la cochera cubierta bajo el edificio. Levanta la vista, era de seis pisos de altura y por la fachada, de última generación, muy bien ubicado, apenas alejado de la ciudad. Al ingresar al mismo, un espacio amplio, amoblado, un bar a uno de sus costados con su correspondiente personal para su atención; mesas y sillones de relax, algunos empleados vestidos con trajes elegantes conversando, televisores de gran tamaño sin sonido, mostrando video clips musicales y una placa grande de bronce en una pared con las siglas CMD. A su derecha, puertas de vidrio con salida a un jardín con asientos y mesas para que el personal pudiera tomarse algún momento de relax. Al fondo del salón, una recepción atendida por una hermosa señorita detrás de un mostrador, que a la vez hacía de coordinadora de comunicaciones, derivando llamados telefónicos a donde correspondiese. Finalmente, un pasillo de pocos metros de largo que conduce hacia los ascensores. Estaba claro que tenían recursos considerables. Espejos excelentemente ubicados que brindaban la apariencia de duplicar el espacio y hasta obras de arte decoraban el lugar. Realmente la clínica era muy lujosa y no atendía al público, los servicios eran exclusivos para su Organización.

    El doctor se anuncia entregando su tarjeta de visita. La mujer tras el mostrador, tenía colgado sobre el pecho un carnet de identificación con su foto bien visible y en vez de su nombre, el número 671. La misma, entre amabilidades y sonrisas, se dispone a tomarle una fotografía para crearle una identificación de visitante. En ese momento, Zhow sale de un ascensor y se saludan con Gerard. Conversan un rato de pie allí mismo mientras le colocan su pase libre, para luego adentrarse por el pasillo rumbo a los elevadores. Desde el ingreso a uno de los mismos, sonríen ambos por la fotografía en el carnet del doctor; le hacía justicia a su imagen, más despeinado que nunca, con los ojos grandes y cara de loco. Gerard consultó sobre el significado de su número, 000, y el de Zhow, 001; le fue informado en tono ameno, que su número significa «Visita Civil», mientras que el último «Mandamás Oficial».

    El destino fue un despacho en el quinto piso. Mientras el visitante se familiariza con el lugar observando los muebles, el decorado, una amplia ventana con vista hacia el parque, un baño lujoso, sillones de calidad, su correspondiente mesa rectangular que separa al profesional del paciente y una cafetera express a su disposición, Zhow le va informando sobre los voluntarios escogidos para la evaluación de ese día. Tendría un total de seis, un oficial, dos vigilantes, dos de comunicaciones y una psicóloga de campo.

    —¿Qué significa psicóloga de campo?

    — Mmm... no puedo darte esa información, doctor.

    —Trabajaré solo por la mañana. Tal vez, los agrupe con el paso de los días para que coincidan en uno específico, es más satisfactorio evaluar a un grupo de afines. Necesito al menos cuatro sesiones con cada uno antes de entregarte los resultados, que no incluyen terapia, por cierto, aunque de considerarlo necesario también la haré fuera de horario. ¿Me dijiste que eran catorce en total?

    —Sí, pero se han agregado otros. Serán veinticuatro. ¿Podrás finalizar en un plazo máximo de cuatro semanas?

    —¿Te comenté que mis honorarios serán más elevados que lo habitual?

    —Ya son más elevados que lo habitual.

    Ambos sonríen. Ingresa un voluntario y le entrega al doctor varias carpetas con los perfiles individuales solicitados.

    —Tenés total autonomía y privacidad —continúa Zhow.

    —¿Para qué es este botón rojo? —refiriéndose al que está sobre un pequeño mueble al lado de su sillón de terapeuta y al alcance de su mano.

    —Es el botón de pánico, por si tenés problemas con alguno de los voluntarios o querés dar por finalizada la sesión. También podés usarlo para solicitar algo a nuestro personal, una gaseosa o sándwich que te traigan del bar, desayunos, hasta podés almorzar aquí antes de retirarte, si querés.

    —Es muy cómodo el lugar, Zhow, muchas gracias.

    —De nada. Últimas indicaciones. Podés utilizar todo lo que está a la vista, agenda, biromes, hojas, cuadernos, fibras, la computadora, cafetera, el teléfono, que es más o menos lo que vi que usás en tu consultorio.

    —Muy bien, qué observador.

    —Gracias, es mi trabajo. Y si necesitás algo que no esté aquí, lo pedís. Cuando te retires, dejá por favor el monto total de tus honorarios abajo en la recepción. Voy a estar ausente un par de días, tengo que volver a mi país por un tema familiar.

    —¿Pasó algo? ¿Algún pariente cercano? Si me lo podés comentar.

    —Mi madre. Está en coma desde hace varios años. Su corazón ya no responde.

    —Lo siento mucho, Zhow. Lo lamento. Si te puedo ayudar en algo, aunque sea por teléfono, no lo dudes, contá conmigo. Estoy a tu disposición.

    —Gracias, doctor. Tal vez... tal vez hablemos algún día. Yo también tengo una carga pesada, mucha responsabilidad...

    —Por supuesto. Lo dejamos pendiente. Antes de terminar mi trabajo aquí, una charla distendida entre medio de unas copas. Sin evaluaciones de por medio.

    —Gracias, doctor.

    —Gerard, decime Gerard.

    —Gracias, Gerard. Bueno, el deber llama. Que tengas un buen día.

    —Adiós, Mandamás Oficial. Enviame al primero en la lista.

    Ambos sonríen, se dan un amigable apretón de manos, Zhow se retira.

    A los pocos segundos se presenta una mujer, se saludan y ambos se ubican en sus lugares para iniciar la evaluación.

    —Hola. Permiso. Buen día. Hermoso corte de cabello. ¿Este es mi lugar?

    —Sí. ¿Cómo estás? —Sonriendo y despeinándose más—. Vos debés ser la psicóloga de campo.

    —Correcto.

    —¿Cuál es tu nombre?, colega. ¿Puedo llamarte así, colega?

    —Preferiría que no. Llamame 608.

    —De acuerdo, 608...

    —¿Vos cómo te llamás, doctor?

    —No puedo decirte mi nombre tampoco. Son reglas de la Organización.

    —¡Sí que podés!, ¡sos Visita Civil! —Riéndose por la broma de Gerard—. ¡Ahí dice, 000!

    —Pues... no quiero decírtelo. Poneme vos un nombre.

    —Mmm... ¿pájaro loco?

    Ambos sonríen.

    —¿Cómo me vas a llamar vos a mí?

    —Elegí, 608 o Loca de campo.

    —Me gustó Loca de campo.

    —Bien, Loca de campo, ya sabés cómo es esto. Se trata sobre una evaluación, no estás aquí por terapia.

    —Qué lástima. Quería hacer terapia con vos. Sos conocido en nuestra profesión. Gerard, el pájaro loco.

    —Así que hacés trampa. Sabés cómo me llamo y cómo me dicen.

    —Era una broma para romper el hielo. Claro que sé quién sos, Gerard.

    —¿Qué crees que significa esta evaluación? ¿Por qué te quiere evaluar la Organización? ¿Lo sabés, te lo dijeron?

    —Sí, para ascender en el cargo.

    —Que significa qué, concretamente.

    —Mmm... No puedo darte esa información.

    De repente, ella comienza a señalar con sus ojos reiteradas veces el botón rojo de servicio que el doctor tiene a escasos centímetros de él. Lo hace disimuladamente, luego da una corta mirada hacia arriba de vez en cuando, señalándole el plafón de luz. Gerard comprende. Igualmente quiere comprobar si le está diciendo lo que le está diciendo. Ella continúa...

    —¿Es verdad que prestás tus servicios en la penitenciaría y en la iglesia a los más necesitados?

    —Sí, es verdad. Los honorarios de los reclusos me los abona el Estado. Y en la iglesia, lo hago «ad honorem». De vez en cuando dicto algún taller en la universidad, arancelado para los estudiantes, pero a bajo costo. Y también tengo pacientes particulares, por supuesto.

    —Que atendés en tu propio departamento.

    —Sí, correcto. Parece que sabés mucho de mí. Y yo de vos, solo sé que tengo que evaluarte y que te llamás Loca de campo.

    Sonríen ambos. Ella insiste en sus señalaciones. El doctor le indica abriendo grandes sus ojos que ya las captó, que no las reitere. Luego continúa...

    —Te comprendo perfectamente, no podés hablar de lo profesional.

    —Lo siento. Son normas.

    —Juguemos a un juego. Tomá ese cuaderno de ahí y un birome o un lápiz, como prefieras.

    —¡Lápices, me encantan los colores!, ¿a vos no?

    —Soy daltónico.

    Ella ríe, el doctor continúa.

    —Haceme tres dibujos.

    —¿Cómo una niña pequeña?

    —Como una niña. En el primero, me vas a explicar, lo de ahora, lo más urgente, la imagen que emerja en tu mente ya mismo. En el segundo, algún anhelo. Y en el tercero...

    —Esperá... un anhelo, ¿es un deseo común?

    —Puede ser un deseo o una necesidad.

    —Bien.

    —Y en el último dibujo, me vas a explicar tu deseo más grande, o mayor. Puede ser... ganas de ascender en tu cargo, antojo de un helado o cambiar de profesión, comprar una casa, irte de vacaciones al fin del mundo durante un año, conocer a un hombre fornido para esta noche.

    —¡Eh!, ¡no te pases!

    —Bueno, vos hacé esos dibujos, mientras yo leo tu informe preliminar.

    —¿No lo hiciste todavía!

    —¡Me acabo de incorporar hoy, hace solo unos minutos que me entregaron estas carpetas! Además, vas a estar ocupada. ¿Qué más te da? ¿Te molesta que lea el informe delante tuyo mientras trabajás?

    —No me analices.

    —¿Y cómo querés que te evalúe! Dale, no te pongas rabiosa. Comenzá de una vez.

    El doctor busca su carpeta, 608. Escribe con un birome en su tapa, «Loca de campo». Comienza a leer.

    —Ya terminé el primero.

    —¡Qué, ya está? ¡Qué dibujaste,

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