Diario de un exiliado
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Diario de un exiliado es una novela real como la vida misma, una historia de frustración, dolor, lucha y superación, endulzada con muchos momentos de risas y narrada de una forma tan personal y con un lenguaje tan cotidiano que hace al lector estar presente en esas conversaciones como un personaje más, viviendo y sintiendo con ellos cada instante como espectador de lujo y testigo de un relato con un final impactante y completamente inesperado.
Mi nombre es Jesús Pallarés Estévez. Soy camarero desde hace unos ocho años. Empecé a escribir desde hace… la verdad es que no sé muy bien desde cuándo, escribo porque lo necesito. En la cuartilla en blanco, plasmo mis pesares, mis alegrías. Estudié algo de Filosofía en la universidad, muy pronto lo dejé, seguí trabajando en los bares. Una noche, cansado de andar acumulando papeles, esquemas, notas a pie de página de los libros que cuando me desvelaba leía, decidí echarle tiempo, café y cigarrillos y escribir una novela con todo eso, más lo que se me pasaba por la mente, y así lo hice. Ha sido una de las cosas más duras, traumáticas y alegres que he hecho en mi vida. Pero me siento terriblemente orgulloso y feliz de lo que en esa novela cuento. También ahora siento miedo, el público la leerá, o eso espero, y una parte de mí muy íntima y personal pasará a ser de dominio público. Ese es el último reto: que pase al mundo, mis sesos al mundo.
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Diario de un exiliado - Jesús Pallarés Estévez
Capítulo primero. Despedida
En lo más perdido de aquella pequeña ciudad, un joven con la capucha de su chaqueta puesta liaba un cigarrillo de papel con dificultad por la lluvia que sobre él caía. El joven miraba al infinito, a aquella montaña lejana, a aquel cielo inmenso, estrellado. Y como siempre, en su soledad, encontró consejo. Tras prender el cigarrillo casi infumable por lo húmedo del tabaco, se puso a andar sin dirección, no sin antes volver la cabeza sobre aquella placita pequeña, sin tránsito, que tantas veces había visitado el joven, buscando lo que casi siempre encontraba.
Mientras andaba pensando en tantas cosas: que tenía razón en todo, que estaba equivocado en parte, que tenía miedo de algunas cosas y que era cobarde por no haber hecho tantas otras, sin darse cuenta, sus pasos lo llevaron a aquel barezucho donde tantas cervezas había tomado con tantos y tan buenos amigos. Se quedó un instante parado en la puerta pensando si era correcto dejar todo eso y construir algo nuevo, no vaciló un instante. «Hacia atrás ni para coger impulso», dijo el joven para sí mismo y, a la vez que empujaba la vieja y mal cuidada puerta de madera, disipó cualquier duda. Una nueva vida comenzó en el mismo momento en el que cruzaba esa puerta. Al entrar, se sentó en su taburete de siempre. Siempre, sin preguntar. Y siempre, sin saludar, Luis, desde el grifo de cerveza que se situaba en la otra esquina de la barra, le lanzó una cerveza, que quedó colocada a la distancia justa para simplemente estirar el brazo y darle el primer sorbo a ese delicado néctar de los dioses.
ߠ/OHJDVHOSULPHUR ߟdijo Luis mientras se acercaba.
Luis era un hombre mayor que se había dedicado a los bares desde su juventud, al principio los transitaba y después los regentaba. Era feliz con lo poco que tenía: un barril de cerveza, una cama y un pequeño cuarto de baño con ducha en la trastienda, nunca se casó. Decía que era consciente de que ninguna mujer sería capaz no de compartir su estilo de vida, sino tampoco de entenderlo. Además, como él mismo decía, «soy consciente de que soy feo de cojones».
Manolo sacó su tabaco, lio dos talingatas, una para él y otra para Luis; una de las cosas que le gustaba de aquel pequeño bar, café, discoteca, como sea el nombre de esos sitios, era que se podía disfrutar de un cigarrillo. Y se encontraba compañía casi a cualquier hora, por la sencilla razón de que era, además del lugar de trabajo de Luis, su lugar de descanso.
ߠ9LHQHVVRORHVWDQRFKH" ߟdijo Luis, a la vez que
prendía el cigarrillo.
Le dio fuego a Manolo con la misma cerilla y este contestó: ߠ1R -XDQ \ -RV« OOHJDU£Q HQ EUHYH WDUGH SHUR D tiempo, como siempre, aunque la verdad, me alegro de que todavía no hayan llegado.
ߠY eso? ߠ(VWD QRFKH HV OD QRFKH GH ODV GHVSHGLGDV PH marcho a Madrid, a trabajar en una fábrica, y antes de que me preguntes por qué, no lo sé, simplemente tengo que hacerlo, salir de aquí, olvidar el pasado, cambiar de aires.
ߠ0DQROR HUHV XQD GH ODV SHUVRQDV a las que más aprecio le tengo y creo que no eres tonto; si has tomado esta decisión, tus motivos tendrás. ¡Por una nueva vida! ߠ¡Por una nueva vida!
Ambos levantaron su cerveza y brindaron. A la vez que estos apuraban la cerveza, Juan y José entraron por la puerta. Juan y José eran los amigos de la infancia, adolescencia, edad adulta, en resumen, los amigos de toda la vida. Aquellos de los que los unos para los otros siempre habían estado para recogerse cuando se tropezaban, para tropezarse juntos o simple y llanamente para tomarse unas cervezas.
Juan era un hombre alto, más bien seco, su padre tenía una empresa de calzados y él desde muy joven trabajaba en la empresa. Ahora, a la edad de 25 años que tenían los tres amigos, el padre de Juan era ya mayor y no hacía mucho que Juan tuvo que dar un paso hacia delante en la pequeña empresa familiar y asumir algunas responsabilidades más que hasta ahora el padre había desempeñado. Tenía pareja más o menos desde hacía el mismo tiempo que Manolo; es más, Ángeles, la que hasta hace poco había sido la novia de Manolo, presentó a Juan y a Ana. Juan decidió estudiar la carrera de Dirección de Empresas para ver si así podía imponer nuevas formas de trabajo en la empresa. Siempre tenía un ojo para Ángeles, otro para José y Manolo y otro para su negocio.
José, por su parte, era un hombre que se buscaba la vida en lo que podía, trabajaba de jornalero en las fábricas. Juan le llegó a decir que si quería un puesto fijo en la empresa de su padre, pero este declinó la oferta. Pensaba que amistad y negocios no era una combinación demasiado fructífera. Nunca tuvo pareja, ni conocida ni desconocida. Decía que a la edad que tenía no le apetecía y, fijándose en el ejemplo de Luis, añadía: «Míralo, cincuentón y soltero y parece feliz».
ߠ3HUGRQDSRUHOUHWUDVR, Manolo, pero hemos estado elaborando un sutil plan para convencerte de que abandonar toda tu vida por lo que pasó con Ángeles es una tontería.
Manolo se sonrió y les preguntó que cómo transcurriría ese plan.
ߟHemos llegado a la conclusión de que, con lo cabezón que eres, es imposible que digamos o hagamos algo que te impida irte mañana a la capital.
ߠ%XHQR, sí, tirarte por el puente. Que te rompas una SLHUQDRXQEUD]RSHUR߮3RUIDOWDGHFRMRQHV... ¡Ojo, eh!, que a tirarme yo sí tengo, pero tirarte a ti es otra cosa. La decisión final es estarnos quietecitos.
Manolo se quedó un momento pausado como si fuese a decir algo trascendental o alguna sentencia de las que él acostumbraba a soltar de tarde en tarde. ߠ-XDQ -RV« FRQ OR TXH YRVRWURV KDE«LV VLGR QR
tendríais cojones a tirarme por el puente.
Todos se rieron siendo conscientes de que esa noche sería posiblemente la noche en la que más se reirían y que terminaría en una despedida brutal y arrolladora. Para los tres jóvenes.
ߠ$QWHV GH TXH VH QRV ROYLGH, te hemos comprado esto para que no te olvides de nosotros.
Juan le dio una pitillera de cuero con unas tiras del mismo material para enrollarla; en la parte del cuero que hacía el doblez para que el tabaco no se secara, tenía el nombre de Manolo grabado. Lo mejor es que estaba rellena de aquel tabaco que Manolo fumaba a todas horas: Perique.
ߟTe la hemos llenado porque no sabemos si en la
capital tendrán de ese tabaco tan raro. ߠ0XFKDV JUDFLDV DPLJRV P¯RV, volveré a esta, mi
casa, en cuanto las circunstancias lo permitan.
ߠ¿Por qué no terminas las dos asignaturas que te quedan de Filología y te vas donde quieras? Pero con tu título, a trabajar en lo que amas y en lo que eres muy bueno.
A lo que Manolo respondió: ߠ3RUTXHPLWLHPSRHQHVWHOXJDUVHKDDJRWDGRHVW£
decidido.
La noche transcurrió como se esperaba, entre risas recordando viejos tiempos en los que la mayor preocupación que tenía uno era el examen de Historia de la semana que viene o que la chica que te gustaba se había sentado con otro en la clase de Filosofía. Pero el tiempo pasa y la vida también. Y en esto se hicieron las seis de la mañana, el pub ya estaba cerrado y Luis estaba sentado con una copa en la mano. Manolo fumaba sin parar y, tras un silencio en el que todos podían cortar el aire de la habitación, aunque más que aire era un espeso humo, se levantó y dijo: ߠ6H³RUHVFRPRVLHPSUHKDVLGRXQSODFHUFRPSDUWLU esta noche con vosotros, pero todo lo bueno se termina y esto se termina así.
Ya en la calle, se abrazaron todos y Manolo dijo mirando a sus dos amigos:
ߠ-XDQ, cuida de José y, José, cuida de Juan.
ߠ
en mes o de año en año.
El camino hasta su casa se hizo largo, disfrutó cada paso que dio, cada calada de su cigarrillo, cada sombra. Pero, inevitablemente, a eso de las seis y algo de la mañana, llegó a casa. La maleta ya preparada en el pasillo le miró a la cara y esa soledad, esa maldita soledad que quemaba, ¿la conocéis?, se había instaurado en casa desde que Ángeles se fue. Se quedó mirando por un instante su cama, que le servía para hacer de todo menos para dormir. Manolo dormía poco, mal y tarde. Por supuesto, desde que Ángeles se fue, su insomnio había empeorado.
¿Que quién era Ángeles? Ángeles era la expareja de Manolo hasta hace no mucho.
Esa misma tarde, estaba Manolo en la estación del tren con el petate en los pies y muchas ganas de subirse a ese tren que le llevaría lejos de ahí. Su padre fue a despedirlo a la estación. Su padre, después de que su madre lo abandonara, se recluyó en la educación de su hijo. Así que, cuando Manolo un año atrás le comunicó la decisión de que se