Reviglio, María Cecilia

Por María Cecilia Reviglio

Dos voces que atraviesan el relato van reconstruyendo una vieja historia, con la aparición de los fantasmas que los amores suelen ir dejando. Estos amantes, que en vida se han ido deshaciendo, han conservado cada uno a su modo la memoria de la relación. La inminencia de la fatalidad obliga a uno de ellos a actuar para reformular esa memoria en algo un poco más agradable que la sencilla decepción. La emoción del reencuentro que surge en la novela de Reviglio nos propone pensar en las historias de amor que merecen ser contadas, como en los kilómetros que deben ser atravesados para facilitar ese encuentro.

• Idioma: Español
• Editorial: UNREDITORA
• Fecha de lanzamiento: 24 ago 2022
• ISBN: 9789877024609

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Reviglio, María Cecilia

La casa frente al mar / María Cecilia Reviglio ; ilustrado por Cris Rosenberg ; prólogo de Pablo Colacrai. - 1a ed . - Rosario : UNR Editora. Editorial de la Universidad Nacional de Rosario, 2020.

Epub. - (Confingere ; 15)

ISBN 978-987-702-460-9

1. Novelas. 2. Narrativa Argentina. I. Rosenberg, Cris, ilus. II. Colacrai, Pablo, prolog. III. Título.

CDD A863

Imagen de tapa: Las llaves de la casa, Cris Rosenberg

Diseño de interior y tapa: UNR editora

Diseño de la colección: Georgina Ricci

Directora editorial: Nadia Amalevi

Director de la colección: Nicolás Manzi

Conversión epub: Javier Beramendi

©Cecilia Reviglio

Universidad Nacional de Rosario, 2020

Queda hecho el depósito que marca la Ley N° 11.723.

Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida sin el permiso expreso del editor.

La casa frente al mar

Cecilia Reviglio

Índice

Una historia de amores obstinados

I

II

III

IV

V

VI

VII

VIII

IX

X

XI

XII

XIII

Una historia de amores obstinados

Por Pablo Colacrai

Marina Abramović y Frank Uwe Laysiepen (más conocido como Ulay) conformaron, en los setenta, una famosa pareja de artistas. Su comunión, según se dice, era intensa, emocional y creativa al mismo tiempo. En 1988 se separaron de una forma única: cada uno de ellos empezó a recorrer la Muralla China desde un extremo. Se encontraron en el centro, se abrazaron y, después, dejaron de verse. Años más tarde ella presentó en el MoMa una obra titulada El artista está presente. La performance invitaba a los visitantes a mirarse en silencio durante un minuto de conexión sin palabras. Abramović los esperaba con los ojos cerrados sentada frente a una mesa. Del otro lado, una silla vacía para los espectadores. Una tarde, inesperadamente, Ulay ocupó esa silla. Hacía más de veinte años que no se veían. Un video registró el momento y se hizo famoso. El público murmura. Ulay no sonríe, está ansioso. Ella abre los ojos y lo ve. No logra disimular la emoción. Los ojos se le llenan de lágrimas. Antes de despedirse, cuando está por terminarse el tiempo, ella se estira sobre la mesa y le toma las manos. Se quedan unos segundos así, sin dejar de mirarse. Esa improvisada performance demostró que, a pesar de la separación y del tiempo, en ellos, evidentemente, sobrevivía algunas de las tantas formas posibles del amor.

Una situación similar enfrentan Carola y Rafael, los personajes de La casa frente al mar. Durante tres años formaron una pareja adulta, sostenida en el deseo y en la mutua admiración. Hasta que se separaron y cada uno siguió con su vida. No volvieron a verse. Sin embargo, como le pasó a Marina Abramović y Ulay, esta pareja también parece haberse terminado antes que el amor. O, quizá, estemos frente a amores obstinados que no se rinden y resisten a las separaciones y a las distancias. Por eso Carola no puede mantenerse indiferente cuando, después de veinte años, Rafael decide llamarla.

Una relación antigua, una llamada, una invitación y una propuesta inesperada; ese el punto de partida que propone Reviglio para esta nouvelle. Un comienzo incómodo y emotivo, como toda la historia. Porque para Carola, volver a ver a Rafael no sólo supondrá enfrentarse a la vida que pudo haber sido y no fue. Será, también, enfrentar a otra Carola, la que tenía una vida y un futuro que después, trabajosamente, tuvo que olvidar. En ese olvido sostuvo Carola su fortaleza. Salió adelante, no se detuvo, se impuso una rigurosa disciplina, triunfó en su profesión, formó una familia: se superó.

Sin embargo, será suficiente la reaparición de Rafael para que el dique que retenía el pasado empiece a mostrar sus grietas. Sobre el olvido voluntario y su fragilidad habla, también, esta novela. La vida de Carola se desdobla, como si viviera dos vidas. Una en la que se había actualizado el pasado, con sensaciones, dolores, y hasta ilusiones de entonces y otra, de su mundo presente. No creía que pudiera sostener esa dualidad mucho tiempo. Nunca había podido. Esos dos mundos que con tanto esfuerzo logró mantener separados están a punto de encontrarse y ella tiene que decidir cómo será ese encuentro. El sentido del pasado está en juego y Carola, igual que los grandes personajes de la literatura contemporánea, no solo deberá enfrentar la adversidad de las circunstancias, también luchará para conocer su deseo.

No se consigue nunca hablar de lo que se ama, es la cita de Barthes con la que Reviglio elige abrir el libro. Frase que funciona como introducción al tema y como clave de lectura. Expone una de las eternas aporías de la escritura: no se puede hablar de lo que se ama; tampoco se puede hablar de otra cosa. La única opción es el silencio pero Carola ya pasó muchos años en silencio. Ahora quiere hablar. Por eso ella, que toda su vida estuvo dedicada al mundo de las imágenes, del diseño (el mundo, en suma, del presente); de repente siente un imperioso impulso hacia la escritura. ¿Por qué escribir?, se pregunta. Para recordar, se responde. Para nadar, diría Saer, ese río que va del recuerdo a la voz. Carola escribe para darle cauce a la memoria de los hechos y, también, a la dolorosa memoria de los sueños frustrados. El río se lleva las penas, le dijo alguien, alguna vez. El mar, en cambio, las devuelve. Tal vez sea por eso que necesita del mar para escribir.

Las penas, el mar, la escritura, los recuerdos, Rafael, el amor. De eso habla Carola. En eso piensa Carola. De ahí viene, según ella, su pulsión hacia la escritura. Sin embargo, los lectores intuimos que hay algo más. Siempre hay algo más cuando la escritura está de por medio. Arriesgamos: Carola no sólo escribe para recordar o curar las penas, escribe para entender. La escritura será su herramienta, su método, para indagar el mundo. Separar los hechos, plasmarlos, convertirlos en tinta y papel y observarlos como está acostumbrada a observar las imágenes. Ese es el procedimiento que se impone. Extraer el pasado. Ponerlo en papel. Revelarlo, en el doble sentido de la palabra, para hacer ver lo que no se vio en