Fuego y honor
Por Cecilia Agüero y awildes
()
Información de este libro electrónico
Tampoco es un problema cuando Bastien, a pesar de su rencor, termina en una residencia de estudiantes rodeado de enemigos. Su honor sigue en su sitio o, al menos, eso es lo que cree.
Hasta que el peligro más inmediato resulta ser estar tan cerca de Franz: un joven irónico, burlón, que discute todo lo que él dice y que no parece tener ningún problema en besarlo a escondidas en la noche berlinesa y dejarlo en una confusión absoluta que Bastien necesita resolver a toda costa.
Aviso de contenido sensible: mutilación y traumas de guerra.
Si no encuentras tu contenido sensible y no estás segure de si aparece en el libro puedes preguntarnos a través de nuestro formulario de contacto o nuestras redes sociales.
Lee más de Cecilia Agüero
Herstoria I: Relatos de ficción histórica de mujeres LBT+ Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Autores relacionados
Relacionado con Fuego y honor
Títulos en esta serie (5)
Te traeré a casa Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTodas las flores son nuestras Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Fuego y honor Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLas escaleras que llevan a ti Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Casiopea Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Libros electrónicos relacionados
Todas las flores son nuestras Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Almas perdidas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCon toda sinceridad: (Openly, Honestly) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El verano de los críptidos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El rey cuervo: (The Raven King) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La madriguera del zorro: (The Foxhole Court) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Al otro lado Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Quince días: (Quinze dias) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Tim te Maro y la magia de los corazones rotos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Silenci Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPIEL DE LOBOS Y BRUJAS: Un aullido por la libertad Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Enredo de almas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl último juramento Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesOmegaverso: Compañeros de viaje Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa guardia del rey: (The King's Men) Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Esos monstruos a los que amamos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Mientras Buscaba Perderme (Volumen 1) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDéjame odiarte Calificación: 3 de 5 estrellas3/5El Caminante Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Don encadenado Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Nosotros bailamos sobre el infierno Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Show Debe Continuar Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Se venden sueños Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Las pruebas del sol Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Brothersong. La canción de los hermanos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Destino Amor Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesBajo el cielo de Géminis: Una historia de amor juvenil Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTras tres soles Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSi nos descubren Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Los amigos no se besan Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Romance para usted
Marcada por el alfa Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Dos Mucho para Tí Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Vendida al mejor postor Calificación: 4 de 5 estrellas4/550 Microrrelatos calientes Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Resiste al motero Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Año del Billonario Vol. #1 : Conociendo su Secreto Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Tú de menta y yo de fresa Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Un hombre de familia Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Putita Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Contrato por amor Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Tres años después Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Esposa por contrato Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Novio multimillonario: La Isla del Placer Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Prometida falsa Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cómo besa: Serie Contrato con un multimillonario, #1 Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Novio por treinta días Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Contrato con un multimillonario, La obra completa Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Esposa olvidada Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Un orgullo tonto Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Fiesta de empresa Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Virgen - La Lista #1 Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Al Borde Del Deseo: Romance De Un Millonario: Los Secretos Del Multimillonario, #1 Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Después de Ti Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Tesoro Oculto Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Un capricho del destino Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Llámame bombón Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Padre a la fuerza Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Matrimonio por contrato: Lorenzo Bruni, #2 Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Don Quijote de la Mancha Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Matrimonio de conveniencia Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Comentarios para Fuego y honor
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
Fuego y honor - Cecilia Agüero
FUEGO Y HONOR
FUEGO Y HONOR
Cecilia Agüero
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del código penal).
©Celia Agüero, 2022
©Ilustración y maquetación de cubierta: @awildes_, 2022
©Edición y corección de texto: Elia Vela Laviña, 2022
©Ediciones Dorna, 2022
www.edicionesdorna.com
Impreso en España por Podiprint
ISBN: 978-84-124737-5-9
IBIC: FR
Aviso de contenido sensible: mutilación y traumas de guerra.
Si necesitas más detalles sobre contenido sensible contáctanos en nuestro Twitter @EdicionesDorna o nuestro Instagram @edicionesdorna.
Imagen de la Ópera de Berlín, un edificio cuya entrada principal está soportada por cinco columnas.PREFACIO
Salzburgo, 1912
Quisiera poder recordarlo todo con mayor claridad. Hay cosas que empiezan a perder el sentido después de tanto tiempo. Se deslucen, pierden color, forma, espacio. Por más que lo intente, no puedo asirlas con los dedos.
Quizá sea algo que le ocurre a todos, llegado este punto de la vida. Las decisiones que tomé me empiezan a parecer estúpidas, los arrepentimientos se vuelven más fuertes. Aun así, si tuviese que escoger un camino, volvería a tomar el que me conduce a ti. A esta casa.
A esta vida.
A pesar de todo, todavía tengo capacidad para pescar ciertos fragmentos antes de que terminen de evaporarse de mi mente.
Sobre todo, el que marcaría el inicio de todo: el olor nauseabundo que salía de la tierra. Por más que trate de ignorarlo, cuando sube y me golpea, me transporta de inmediato a las trincheras cavadas a toda prisa bajo la atenta mirada del Mosela. Por eso me gusta tanto el aroma limpio del jardín de casa; y el del jardín de Gabriele.
Nunca había estado en Metz. Técnicamente, jamás lo estaría. Lo que vi durante esos días fue apenas un atisbo borroso de la ciudad. Me llevaron a casa sin que pudiese enterarme.
No recuerdo el calor. Es un añadido posterior que agregué a medida que las imágenes y sensaciones de lo que acababa de vivir se iban adhiriendo a mi pensamiento. Era agosto, así que tenía que hacer calor. Tampoco me acuerdo de la sensación de sudor, aunque sí del olor.
Esos olores me estaban matando. La transpiración, la tierra removida, los cadáveres y la pólvora. Es gracioso, porque, en realidad, tampoco me acuerdo del miedo. Visto en retrospectiva, era lo suficientemente estúpido como para no tener ni tiempo ni aire para pensar en que estaba a punto de morir, así que ahí seguía, cavando como loco con el casco flojo y las manos temblando.
El pavor también es una construcción posterior. Tuve tiempo de pensarlo; de volver a ese momento, a ese lugar, durante tanto tiempo que terminé preguntándome si acaso no son todos los recuerdos un montón de ficciones tambaleándose despacio para no caerse en el mar de añicos sobre el que hacen equilibrio. Ese recuerdo en especial me quebró de una manera que no fue solo física.
Tú viniste a remendarme. No a arreglarme, no serías capaz de eso, sino a cuidarme. A quererme como esperaba que alguien me quisiera.
Sí me acuerdo de la furia. De la fiebre letal que me atenazó todos los músculos cuando abrimos fuego contra los prusianos. Sé que gritaba y que, posiblemente, nadie me escuchara —ni me prestara atención, no tenía rango suficiente—, pero yo me sentía al borde del éxtasis.
También creí que ganaríamos. Estábamos ganando. No puedo recordar el ruido porque sería algo imposible de imitar. Mi pátina de recuerdos queda deslucida por un pitido ensordecedor, producto de los estallidos que reventaban cerca de mis oídos, sin poder ponerle el verdadero sonido a la composición.
La euforia no alcanzó a trocarse en pánico. Todavía puedo sentir mi orgullo y mi cuerpo henchido cuando se empezó a rumorear desde mi posición que habíamos aplastado al I Ejército. Los prusianos habían dado guerra, pero nosotros lo habíamos hecho mejor.
Me da gracia pensar en eso ahora, con otro tipo de contexto. Es un poco irónico, ¿eh? Absurdo. Ridículo.
Las cosas vistas bajo el paño del tiempo se vuelven difíciles de comprender. Aunque me conozca, y sepa por qué lo hice, se me hace imposible empatizar con ese niño en el medio de un campo regado de gritos y sangre. ¿Cuál era el sentido?
¿Por qué querría alejarme de ti?
Ah, pero en ese momento, no tenía la dicha de conocerte.
El campo de batalla era un hervidero de cuerpos y caos, pero estaba bien. Estábamos ganando por haber estado cavando toda la noche y por las mitrailleuses, que no parecían dispuestas a extinguir su voz.
De alguna manera, y para tranquilidad de mi honor juvenil, no pude ver cómo todo se torcía en nuestra contra. Ya ha pasado tanto tiempo que las cosas se pierden, se desdibujan, se vuelven a armar. En mi torre de recuerdos obtusa, pierdo cada vez más las sensaciones iniciales para permearlas de mi realidad de hoy. De mi realidad en plural.
Un obús cayó del cielo y me voló la pierna. Fue simple, sencillo. Recordarlo no duele, porque creo que todo eso fue parte de mi construcción sutil, posterior.
Pero sí que dolió. Ah, fueron los peores meses de mi vida. Y no tenía todavía suficientes años para saber que sería así, pero ahora, conocedor de todo lo que vino después, sí puedo afirmarlo sin asomo de dudas.
No fui tan importante para Francia como Francia lo era para mí. Quedé tendido, medio muerto. Jamás supe por cuanto tiempo, pero tampoco importó tanto. Recuerdo —¿o tal vez son trazos de las imágenes que me pintaba la agonía? Le gustaba usar mis ojos de lienzo— que el cielo se había puesto oscuro, muy oscuro. Y que solo había pitido, ya no más explosiones. El silencio detrás de la vibración era absoluto.
Abrumador.
¿Había terminado? ¿Habíamos aplastado a los prusianos? ¿Habíamos vencido?
También me acuerdo del resentimiento. Es imposible no hacerlo, porque no es algo que pudiera disimular cuando te conocí. Sé que podemos reírnos ahora, frente a esta inmensidad, y podemos recordar la infinidad de bromas a costa de ese pequeño detalle, pero ni tu ni yo olvidamos nunca, querido, que sigo siendo francés.
Tan francés como mi nombre, mi sangre y ese cielo oscuro que se convirtió en la condena de Francia después de Gravelotte. No vi Metz, ni su catedral, ni su asedio, porque, esa vez, estaba