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Creatividad y bienestar: En contextos educativos y sociales
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Libro electrónico420 páginas5 horas

Creatividad y bienestar: En contextos educativos y sociales

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Las investigaciones actuales atribuyen a las artes una función educativa, porque favorecen la creatividad humana, y una función motivadora que incorpora al aprendizaje un aspecto vivencial. Asimismo, reconocen también en ellas una función terapéutica por su carácter auto-expresivo.

El sistema educativo incluye el desarrollo de la competencia denominada Conciencia y Expresiones Culturales, entendida como capacidad para conocer, comprender, apreciar y valorar las diferentes manifestaciones culturales o artísticas, así como emplear recursos de expresión artística y creativa. Sin embargo, el carácter excesivamente instrumental y productivo de los sistemas educativos contemporáneos ha relegado el papel de las artes a un plano secundario, comprometiendo así el futuro bienestar de la sociedad, que tendrá que afrontar el grave riesgo de una ciudadanía falta de sensibilidad para apreciar la realidad y falta de creatividad para actuar en ella. Sin esta formación de la sensibilidad humana, difícilmente se podrá responder ante situaciones críticas y de emergencia de manera creadora y constructiva.

Si las artes son, junto con el conocimiento científico, una manera válida de conocer la realidad, resulta cada vez más apremiante para el futuro de la sociedad transferir conocimientos entre las diferentes especialidades que las estudian, tales como la educación, la psicología o la museología. Con esta motivación, los autores de este libro se reúnen para adoptar desde múltiples perspectivas una visión meta-disciplinar sobre las conexiones entre creatividad y bienestar, asociadas a las diferentes formas de expresión humana. De esta manera, pretenden orientar nuevos modos de proceder en la práctica educativa y social de las artes, sin perder de vista su esencia como manifestaciones de la libertad creadora de la vida humana.

La familia, la escuela, el museo, se presentan hoy como contextos educativos y sociales complementarios para la educación artística, al ofrecer múltiples posibilidades de contemplación, interpretación y expresión creativa de las artes como fuente de bienestar personal y social.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 sept 2022
ISBN9788427729452
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    Creatividad y bienestar - Carmen Urpí Guèrcia

    Creatividad y bienestar

    En contextos educativos y sociales

    Carmen Urpí

    (Editora)

    NARCEA, S. A. DE EDICIONES

    MADRID

    Índice

    INTRODUCCIÓN. La creatividad artística como fuente de bienestar personal y social

    Carmen Urpí

    I. POTENCIAL EDUCATIVO DE LAS ARTES Y LA CREATIVIDAD EN LA PROMOCIÓN DEL BIENESTAR

    1. Tendencias pedagógicas del siglo XXI en las políticas culturales del ámbito artístico

    Carmen Urpí y María Ángeles Sotés-Elizalde

    2. Desarrollo de la inteligencia emocional y la creatividad a través del arte

    Concha Iriarte Redín

    3. El arte como promotor de salud mental: una mirada desde el bienestar y la inclusión social

    Carmen A. Sánchez Salvador, Álvaro Balaguer Estaña y Elkin O. Luis García

    II. CONTEXTOS EDUCATIVOS

    4. El bienestar personal y social fundamentado en la práctica artística

    Ana Costa-París y María Peralta-Fernández

    5. Creatividad, motricidad y bienestar a través de las actividades artísticoexpresivas en el contexto educativo

    Apolinar Varela, Miriam Carretero-García, Lara Varela-Garrote y Raúl Fraguela-Vale

    6. El canto materno como recurso cultural y promotor de la cercanía emocional y el bienestar infantil

    Laura García-Rodríguez y Olga Alicia Carbonell Blanco

    7. El arte y la cultura en los colegios mayores como aportación al bienestar del alumnado universitario

    Ignacio Perlado González y Aitor Rodríguez Salaverría

    III. CONTEXTOS SOCIALES

    8. La función social del Museo. Una misión en constante revisión

    Teresa Barrio Fernández

    9. Es la primera vez que vengo a un museo: y estoy deseando volver. Dos experiencias de mediación con grupos de mayores en el Museo Würth La Rioja

    Carmen Palacios Hernández y José Fernández Prado

    10. ¿Por qué no nos mira esa mujer? Un proyecto colaborativo-inclusivo para fomentar la igualdad a través de la creatividad en el Museo Universidad de Navarra

    Fernando Echarri Iribarren y Teresa Barrio Fernández

    11. El potencial de la empresa social en el sector artístico-cultural: la promoción de artistas africanos en Barabaiki

    Carmen María Basanta Vázquez, Víctor Lana Arceiz, Marianna Scott McMillan y Laura Venzal Ballester

    REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

    AUTORES

    INTRODUCCIÓN

    La creatividad artística como fuente de bienestar personal y social

    Carmen Urpí

    Hay sin duda, en la naturaleza, cosas que todavía no han sido vistas Si un artista las descubre, abre un camino a sus sucesores.

    PAUL CÉZANNE

    A finales del verano de 2020, mientras todos presenciábamos cómo la emergencia mundial provocada por la pandemia de la COVID-19 parecía instalarse indefinidamente y nos obligaba a toda la población a realizar el esfuerzo por adaptarnos a una ‘nueva normalidad’, que a duras penas resultaba normal, surgió la idea de publicar este libro colectivo sobre creatividad y bienestar. Por aquellas mismas fechas, en que las noticias giraban a diario en torno a las cifras de contagios y fallecimientos, la muerte por cáncer de una de las figuras pedagógicas más influyentes del inicio del nuevo milenio, el británico Sir Ken Robinson, pasó desapercibida. Sin embargo, su resonancia en las redes sociales los días siguientes a su fallecimiento alcanzó la notoriedad merecida, cuando el video de su conferencia TED aumentaba rápidamente a más de 66 millones de visitas, llegando en la actualidad a más de 72 millones. Su título formula la siguiente pregunta: ¿Las escuelas matan la creatividad?

    En su magistral exposición, con buenas dosis de sentido del humor y gran capacidad de oratoria, Robinson trata de señalar el problema central que la mayoría de países encuentra a la hora de reformar sus sistemas educativos. Según él, la escuela, como servicio público que responde al derecho a la educación, todavía se encuentra atrapada en la inercia de las causas ilustradas que la originaron. Por este motivo, su misión queda reducida a la alfabetización de la ciudadanía en lugar de extenderse hacia su finalidad creativa y participativa en la vida humana. Las reformas educativas deberían poner el acento en la finalidad creativa de la educación para lograr la mejora de sus resultados y el consiguiente impacto social a medio y largo plazo.

    Debemos considerar, por tanto, que el valor de la alfabetización es básicamente instrumental, en el sentido de que prepara al alumnado para desenvolverse con autonomía dentro la sociedad y contribuir en sus avances. El objetivo de la alfabetización responde a la posibilidad de participar activamente en la sociedad, culminando dicha participación cuando es coincidente con la manifestación creativa de las propias capacidades y talentos. Entonces, las personas sienten la plenitud de estar creciendo y desarrollándose en la dirección correcta, integradas dentro de una sociedad inclusiva que las apoya y requiere para el bien común. Por eso, es responsabilidad de las sociedades proporcionar contextos educativos y sociales adecuados para el despliegue de capacidades y talentos personales a lo largo de toda la vida y en todos sus ámbitos, desde el paso en la infancia y juventud por la escuela y la universidad hasta la promoción en la vejez de actividades participativas, pasando por el apoyo a la vida familiar y al desarrollo profesional como ámbitos de crecimiento y creatividad.

    En este sentido, la creatividad da sentido de finalidad a la alfabetización. Si la democratización de la escuela impulsada por la Ilustración se resolvió básicamente como una cuestión de cantidades, la mejora actual de la educación requiere no solo de cantidades sino, sobre todo, de cualidades, porque no se trata de instruir a masas homogéneas de individuos sino de educar a personas singulares y diversas entre sí, capaces de contribuir creativamente con sus propios talentos en la marcha de la sociedad. En este sentido, cabe recordar a otro gran educador que en la última década del siglo xx protagonizó la reforma del currículo norteamericano respecto de la educación artística y estética, Elliot W. Eisner. Según este autor, la realidad está compuesta de cualidades que no siempre pueden explicarse en términos de lenguaje lógico-matemático y que solo podemos expresar y comprender mediante formas narrativas y artísticas como la literatura, la música, la pintura, la poesía, el cine, etc. Los artistas saben muy bien que su trabajo no tendría razón de ser si pudieran comunicar su obra mediante el discurso del lenguaje lógico-verbal.

    Por consiguiente, reducir la alfabetización al lenguaje científico o paradigmático —en términos de Jerome Bruner— pone en riesgo al propio pensamiento humano, pues este es también capaz de imaginar, intuir, adivinar realidades que trascienden el razonamiento lógico-matemático. Decía Albert Einstein que la lógica nos lleva de la A a la Z, pero la imaginación nos lleva a todas partes. Recientemente se han celebrado 100 años desde que este brillante científico recibió el premio Nobel de la Física el 10 de diciembre de 1921. Según él, en la cuna del verdadero arte y la verdadera ciencia se encuentra la experiencia emocionante del misterio, una de las experiencias más bellas posibles. Sería absurdo describir todo científicamente, decía, describir la sinfonía de Beethoven como una variación de la presión de las ondas auditivas.

    En definitiva, la alfabetización misma está en juego si esta no contempla la multiplicidad de lenguajes a través de los cuales se genera y avanza el pensamiento humano: visual, corporal, musical, poético, narrativo. Junto con el conocimiento científico, las artes son para el ser humano otro modo de conocer la realidad, son la manifestación simbólica material de la comprensión humana del mundo. Desde la antigüedad, el ser humano ha querido expresar las experiencias de la vida mediante danzas, cantos, pinturas, dándoles así sentido humano. Por tanto, conocer, practicar y apreciar las artes han sido objetivos educativos reconocidos desde la antigüedad hasta nuestros días, desde el ideal de la Paideia griega de aprender a conocer y amar la verdad, la belleza y el bien, hasta los ideales estéticos de la Bildung alemana del siglo xix. Además, la psicología y la sociología posmodernas también otorgan a las artes una función educativa, en cuanto que favorecen la creatividad humana; además, advierten en ellas una función terapéutica, por su carácter autoexpresivo; por último, reconocen su función motivadora del aprendizaje, porque hacen de este algo vivencial y no solo intelectual.

    Sin embargo, a pesar de todos los argumentos en favor de las artes en la educación, la hegemonía del carácter instrumental y productivo de los sistemas educativos contemporáneos ha relegado las artes a un papel secundario, si no terciario, dentro de la escuela y, en general, de la educación. Las consecuencias de esta minusvaloración de las artes pueden comprometer peligrosamente el bienestar de la sociedad futura al afrontar el grave riesgo de una ciudadanía con falta de sensibilidad para apreciar la realidad y de creatividad para obrar en ella. No nos referimos aquí únicamente a saber apreciar la belleza del mundo sino a descubrir el sentido de la realidad, atendiendo a las cualidades y matices de todas las cosas, bellas o no. Esta formación de la sensibilidad humana es fundamental para responder creativamente ante situaciones críticas y de emergencia, cuando se vuelve evidente que la vida humana en sociedad necesita personas sensibles a los problemas propios o ajenos, personas con empatía que se hagan cargo de la situación vulnerable de otros, perciban su necesidad y se involucren con generosidad y solidaridad.

    Con el fin de potenciar una pedagogía de la creatividad a través de las artes en contextos educativos y sociales, este libro pretende poner en evidencia múltiples vías de conexión y reciprocidad entre creatividad y bienestar en las diferentes formas de manifestación expresiva de la libertad humana, tales como el canto, el juego o la contemplación. Para ello, el libro se estructura en tres bloques.

    El primer bloque abarca tres capítulos que introducen algunas claves conceptuales para definir el marco teórico psicopedagógico en torno a la relación entre creatividad y bienestar. Con el objetivo de observar primero el impulso que alcanza esta relación en el presente, las autoras del primer capítulo, María Ángeles Sotés-Elizalde y Carmen Urpí, tratamos de identificar la idea de bienestar en el sustrato pedagógico que subyace a las principales orientaciones políticas a nivel internacional, europeo y español en el ámbito de la cultura y las artes. A continuación, un estudio llevado a cabo por Concha Iriarte Redín, sobre el papel de las artes en la promoción de la inteligencia emocional, aporta algunas claves teóricas, acompañadas de algunos ejemplos prácticos en torno al desarrollo educativo emocional de la creatividad a través del arte. El cierre de este bloque conceptual lo realizan Carmen A. Sánchez Salvador, Álvaro Balaguer Estaña y Elkin O. Luis García, con una revisión de la literatura científica en el ámbito de la psicología y la salud mental. Esta revisión sitúa el estado de la investigación sobre cómo las artes contribuyen al bienestar y la inclusión social de las personas con problemas de salud mental.

    En su conjunto, todo el bloque ofrece un avance de los retos que deberá afrontar el mundo de las artes y la cultura en torno a la investigación y el desarrollo pedagógico y psicológico de la relación entre la creatividad y el bienestar.

    Los dos bloques siguientes del libro estudian algunas posibilidades prácticas de esta relación entre creatividad y bienestar, experimentadas en contextos educativos y sociales, respectivamente. El primer bloque abarca cuatro capítulos sobre la contribución de la creatividad artística al bienestar en algunos contextos educativos. Encabeza el bloque un capítulo sobre el papel de las prácticas artísticas en el contexto universitario. Sus dos autoras, Ana Costa- París y María Peralta-Fernández, invitan a reflexionar en profundidad sobre cómo la práctica de las artes musicales y escénicas influye positivamente en las tres dimensiones —psicológica, social y emocional— del bienestar de quienes la practican; concretamente, en su caso de estudio, los estudiantes de magisterio en el contexto de su formación musical como futuros maestros. A continuación, sigue otro capítulo de autoría múltiple en el que Apolinar Varela, Miriam Carretero-García, Lara Varela-Garrote y Raúl Fraguela-Vale destacan el potencial de la actividad física artístico-expresiva para favorecer la creatividad y el bienestar del alumnado en contextos escolares, entendiendo la motricidad corporal como vía de expresión y comunicación que se convierte en recurso valioso para el aprendizaje interdisciplinar, y específicamente para la materia de Educación Física. El capítulo siguiente, firmado por Laura García-Rodríguez y Olga Alicia Carbonell Blanco, se centra en el contexto educativo familiar durante la primera infancia y en cómo el canto materno tradicional actúa como fuente de seguridad y bienestar emocional. Por último, la promoción del bienestar del alumnado universitario por medio de la actividad artística y cultural que ofrecen los colegios mayores viene tratada por Ignacio Perlado González y Aitor Rodríguez Salaverría en el último capítulo que concluye esta segunda parte del libro.

    En cuanto a los contextos sociales que favorecen la reciprocidad entre el bienestar y la creatividad, el tercer bloque del libro incluye cuatro capítulos, con especial atención a contextos o poblaciones que presentan una particular situación de vulnerabilidad. Teresa Barrio Fernández aborda en el primero el contexto del museo de arte y su función socializadora y educadora en tiempos de crisis, similares a los que atravesamos en el presente por causa de la pandemia de la COVID-19. En línea con esta cuestión y dentro del mismo contexto museístico patrimonial, las dos contribuciones siguientes exponen algunas experiencias trabajadas por parte de los equipos pedagógicos de dos museos españoles de arte contemporáneo. El capítulo de Carmen Palacios Hernández y José Fernández Prado demuestra la necesidad de promover la escala humana de los museos, desarrollando programas de acción social que aprovechen el potencial del arte como canal de amplificación del bienestar de colectivos vulnerables, tales como las personas mayores, por medio del refuerzo de su autoestima y la limitación de su sensación de aislamiento y soledad. La contribución de Fernando Echarri Iribarren y Teresa Barrio Fernández, con un capítulo sobre un proyecto colaborativo-inclusivo para fomentar la igualdad a través de la creatividad artística, concluye acerca del valor que añade este tipo de metodologías al aprendizaje del alumnado escolar desde el contexto de los museos. Por último, este tercer bloque termina con un capítulo colectivo firmado por Carmen María Basanta Vázquez, Víctor Lana Arceiz, Marianna Scott McMillan y Laura Venzal Ballester, sobre el contexto de la empresa social en el sector artístico-cultural y su potencial para contribuir al bienestar por medio de la promoción de artistas pertenecientes a países en vías de desarrollo.

    La mirada multidimensional que adopta el conjunto del libro sobre la relación entre la creatividad y el bienestar demuestra que cada vez es más apremiante transferir conocimientos entre las diferentes disciplinas que se ocupan de la experiencia de las artes para procurar una visión meta-disciplinar. Aunque históricamente ha sido la filosofía estética la disciplina por antonomasia que se ocupaba de la experiencia del arte, ya sea en cuanto a su recepción y contemplación o en cuanto a la producción de sus diferentes manifestaciones, en la investigación actual son varias las disciplinas que la estudian, tales como la sociología, la psicología o la pedagogía. Esta necesidad se vuelve especialmente urgente para el campo profesional de la educación, que se ocupa de aplicar los conocimientos teóricos de las distintas disciplinas a los procesos prácticos de enseñanza y aprendizaje.

    La amplitud del enfoque pedagógico adoptado en el libro permite contemplar las múltiples problemáticas y posibilidades que encierra la educación artística en sus diferentes dimensiones, niveles y ámbitos de actuación, pudiendo así integrarlas bajo un objetivo común, el de formar la sensibilidad y creatividad de las personas.

    Este objetivo queda recogido en el actual marco europeo de formación por competencias; concretamente, en la competencia cultural y artística, también denominada en la legislación española como competencia en conciencia y expresiones culturales, la cual se desarrolla como capacidad para conocer, comprender, apreciar y valorar las diferentes manifestaciones culturales o artísticas, así como para emplear recursos de expresión artística y creativa. Esta capacidad se puede desarrollar en contextos tanto educativos como sociales.

    Tal como se aprecia en los diferentes capítulos del libro, la familia, la escuela y el museo se presentan como contextos complementarios de educación artística que ofrecen a sus miembros, a su alumnado o a sus públicos, respectivamente, múltiples posibilidades de contemplación, interpretación y expresión creativa del arte como fuente de bienestar personal y social.

    I

    POTENCIAL EDUCATIVO

    DE LAS ARTES

    Y LA CREATIVIDAD

    EN LA PROMOCIÓN

    DEL BIENESTAR

    1

    Tendencias pedagógicas del siglo XXI en las políticas culturales del ámbito artístico

    Carmen Urpí

    María Ángeles Sotés-Elizalde

    El Año Europeo del Patrimonio Cultural estará especialmente enfocado a los niños y a los jóvenes, que serán los guardianesde la transmisión de nuestro patrimonio cultural a las generaciones futuras.

    El Año Europeo quiere destacar el valor educacional del patrimonio cultural y su contribución tanto al desarrollo económico como a la construcción de sociedades inclusivas, cohesionadas y sostenibles.

    MINISTERIO DE CULTURA Y DEPORTE, 2018

    Nos proponemos en el presente capítulo señalar las líneas pedagógicas más destacables del mapa que orienta hoy el impulso de la cultura y la creación artística, de manera que sirvan a los distintos sectores que en él colaboran para diseñar programas de actuación válida y eficaz en la promoción de la creatividad personal, el patrimonio sostenible y el bienestar social. Para ello, identificamos y estudiamos desde nuestra perspectiva pedagógica algunos conceptos clave que subyacen a las orientaciones y políticas culturales formuladas. Más que teorizar en exceso sobre el origen y trasfondo de estos conceptos, queremos más bien facilitar al lector referencias que le permitan situarse en el contexto práctico y moverse con soltura hacia la consecución de objetivos bien definidos.

    En el sector educativo todos recordamos un hito que marcó el cambio de milenio y que ha estado presente en los planteamientos educativos y sociales que subyacen a numerosos programas culturales de las dos décadas transcurridas. Se trata del informe Delors (1996) y sus cuatro pilares de la educación: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser. Fue dentro de esta última faceta de aprender a ser en la que su predecesor, el Informe Faure (UNESCO, 1973), expresó el valor de la dimensión artística para el desarrollo de la personalidad.

    Se cumplen 25 años del Informe Delors, punto inicial de lo que hoy ya vivimos como sociedad del conocimiento, el cual reparaba entonces en la necesidad de elevar la información a conocimiento, para transferirlo a la sociedad en forma de participación y servicio real al bien común, con el fin de alcanzar a ser una humanidad más plena. A las puertas del nuevo milenio que entonces se acercaba, la visión humanista del informe Delors reactivó el mensaje fundacional de la UNESCO sobre la educación basada en los derechos humanos, al poner en tela de juicio el entonces dominante enfoque instrumental de la educación que hoy todavía acusamos, pero que podemos contrarrestar con el valor intrínseco de las artes y la cultura como expresiones de la creatividad humana (Wagner, 2012). No en vano, Federico Mayor Zaragoza, refiriéndose a la escuela del siglo XXI, resaltó los valores de la enseñanza artística, favorecedora de la creatividad, facultad del ser humano a la que consideró nuestra esperanza, y apeló a la colaboración de la escuela con artistas y organizaciones dedicadas al arte y la cultura para fomentar estos valores, en el marco de una cultura de la paz (Mayor Zaragoza, 1999).

    Todas estas recomendaciones tuvieron eco en las medidas tomadas en los diversos campos de conocimiento. En el caso de las artes y la cultura, una de las consecuencias del interés educativo de la UNESCO fue la primera hoja de ruta a raíz de la Conferencia Mundial sobre la Educación Artística celebrada en Lisboa en 2006 (UNESCO, 2006), cuyo desarrollo se concretó en la Agenda de Seúl adoptada en una segunda conferencia cuatro años más tarde (UNESCO, 2010a). Desde entonces ha transcurrido más de una década en la que numerosas acciones educativas, sociales, políticas y culturales de todos los países miembros han adoptado estrategias impregnadas de aquellas directrices humanizadoras.

    Para analizar este transcurso y situar el contenido del capítulo en el presente siglo, nos planteamos como objetivo extraer las bases pedagógicas que rodean a determinadas tendencias de las políticas culturales de los últimos años en el ámbito artístico. Hemos pretendido alcanzar dicho objetivo realizando una revisión de publicaciones centrada en dos ejes: el primero concierne a la literatura sobre el arte y sus beneficios por medio de acciones con intención educativa; el segundo gira en torno a la influencia de las recomendaciones de la UNESCO y de la Unión Europea en las políticas culturales de los países, en nuestro caso, España.

    Fruto de la interrelación entre ambos ejes se han detectado tres conceptos que han servido para estructurar y dar contenido al capítulo, como se expresa a continuación.

    En un primer apartado se abordan determinadas evidencias sobre los efectos positivos de programas artísticos en diversos tipos de poblaciones y contextos. Se enfoca desde una perspectiva pedagógica y humanista, poniendo el acento en el valor intrínseco de la experiencia artística. Además, se constatan tendencias metodológicas cada vez más participativas, que contribuyen a aumentar tales efectos positivos; concretamente se incide en la co-creación.

    En un segundo apartado se desarrollan ideas acerca de la colaboración interdisciplinar para generar programas e investigación en el ámbito artístico. Se nombran posibilidades, como la capacidad de entrelazar conceptos y experiencias que amplifiquen resultados, y retos como la rendición de cuentas. El tercer apartado se dedica a reflexionar sobre las dificultades metodológicas que surgen a la hora de medir el impacto de los programas educativos y de la investigación al respecto. Apostamos por un enfoque en el que se puedan presentar resultados combinando investigación cuantitativa y cualitativa.

    A lo largo de todo el capítulo, se ha optado por no hacer una diferenciación explícita entre educación formal y no formal. Más bien presentamos una perspectiva que prima la colaboración entre entidades, de forma que se destacan experiencias destinadas tanto al alumnado escolar como a otras áreas y poblaciones no escolares. Se comprueba que términos como sostenibilidad y resiliencia han entrado con fuerza y se han afianzado como integrantes de muchos programas con contenido artístico.

    LOS BENEFICIOS DE LOS PROGRAMAS ARTÍSTICOS EN LAS PERSONAS Y SUS ENTORNOS

    Motivaciones educativas y sociales de los programas artísticos de las organizaciones culturales para contribuir al bienestar

    Diferentes campos de estudio se han acercado a las artes para encontrar evidencias de su potencial educativo, social, preventivo y terapéutico (Fancourt y Finn, 2019; Gillam y Roger, 2018; Haner et al., 2010; Martin et al., 2018). Sobre esta base, las políticas nacionales de diferentes países desarrollan estrategias a largo plazo para apoyar el uso de las artes en la promoción de la salud y el bienestar de las personas y las comunidades (Comisión Europea, 2017). Si ponemos el foco en el elemento educativo, la Agenda de Seúl (UNESCO, 2010a) sobre la educación artística supuso un respaldo a nivel mundial, una herramienta autorizada, como señala Wagner (2012), para los defensores de las artes. Y esto es aplicable no solo a las escuelas sino a las comunidades y a diversos tipos de entidades dedicadas al arte (UNESCO, 2010b).

    De este modo, organizaciones culturales como museos, centros de arte, bibliotecas, casas de cultura, auditorios o teatros vienen diseñando y planificando nuevos programas educativos con el objetivo de provocar efectos positivos en diferentes dimensiones del crecimiento personal y el bienestar (Burnham y Kai-Kee, 2011; We˛ziak-Białowolska y Białowolski, 2016). De hecho, entre las diferentes motivaciones que pueden tener estas organizaciones a la hora de realizar programaciones dirigidas a diferentes públicos, nos interesa destacar aquella motivación educativa hacia la población, partiendo de que el valor de la experiencia no termina en el objeto de arte ni en la organización que la alberga sino en el efecto que provoca en las personas que la viven.

    En este sentido, cabe pensar también en una motivación regeneradora y transformadora del entorno social inmediato, ya que además del efecto individual puede haber una repercusión social colectiva cuando la experiencia afecta a grupos de personas que la comparten o influye en otros grupos cercanos y en sus dinámicas de relaciones, hasta el punto en que todo el entorno comunitario pueda verse afectado. Por ejemplo, en la línea de la mencionada Agenda de Seúl, estaría la experiencia publicada por Song y Kim (2019), centrada en lo que denominan bienestar cultural. Estos autores han estudiado el caso del Centro de Artes de Seúl el cual, desde su creación en los años 80 del siglo xx hasta la actualidad, ha evolucionado, pasando de ser un centro de democratización cultural —acercando cada vez más el arte y la cultura de élite a amplias capas de la población— a ser un centro con mayor participación artística y social de los ciudadanos, poniendo el acento en la comunidad. Dicha experiencia refuerza la idea de que el bienestar cultural contribuye al bienestar social, mejorando la calidad de vida en general y promoviendo la actividad de ayuda de las personas.

    En España existen ejemplos relativamente recientes sobre cómo el museo, u otro tipo de organización cultural, puede influir en la regeneración social de un barrio o en la mejora de vida de una ciudad entera a muchos niveles, aparte del puramente económico y turístico (Calaf y Gutiérrez, 2014). Se ha escrito bastante sobre el efecto Guggenheim en Bilbao (Plaza et al., 2009) o sobre la rehabilitación cultural de la ciudad de Málaga (Jáuregui y Rincón de la Vega, 2016), por nombrar algunos casos a gran escala más conocidos. Por otro lado, como nos recuerda la Directora General de la UNESCO, es de reseñar la contribución del arte a la superación de las consecuencias de graves desastres, incluida la reciente pandemia. Las expresiones artísticas han ayudado a generar bienestar y es una recomendación a nivel mundial que en la escuela aumenten los contenidos artísticos y que además se acentúe su finalidad explícita de crear bienestar socioemocional en las personas, incluyendo términos como resiliencia y sostenibilidad (Azoulay, 2020).

    Hay que considerar asimismo que, al haber afectado la pandemia a la presencialidad de las actividades en todos los entornos, la utilización de las tecnologías digitales ha experimentado un mayor auge, algo que ya venía siendo propuesto por diversas instancias internacionales desde años anteriores y fomentado por las políticas culturales (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2015; UNESCO, 2005, 2017). Fruto de las medidas específicas para paliar el impacto negativo de la COVID-19 en el sector cultural (UNESCO, 2020a, 2020b), el Ministerio de Cultura de España difundió a partir del 18 de marzo de 2020, mediante la iniciativa #laculturaentucasa, una serie de recursos culturales disponibles en línea para toda la ciudadanía. La mayoría de sus contenidos tienen relación con el arte y el patrimonio

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