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Pueblos originarios: Apaches, Dakotas, Mayas, Mazahuas, Raramuris...
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Libro electrónico213 páginas1 hora

Pueblos originarios: Apaches, Dakotas, Mayas, Mazahuas, Raramuris...

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Entre Mesoamérica y Aridoamérica, territorios que van desde pequeños países de Centroamérica, hasta vastas extensiones de Estados Unidos, pasando por prácticamente todo nuestro país, han existido desde tiempos inmemoriales una enorme cantidad de etnias que van desde los mayas a los dakotas; de los apaches a los olmecas. La riqueza filosófica,
IdiomaEspañol
EditorialProceso
Fecha de lanzamiento14 sept 2022
ISBN9786078709069
Pueblos originarios: Apaches, Dakotas, Mayas, Mazahuas, Raramuris...

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    Pueblos originarios - José Vicente Anaya

    In Memoriam

    Dr. René Cabrera Palomec

    (1947-2018)

    Decano de la Universidad Veracruzana

    Un territorio de mil pueblos

    Etnias del norte de México,

    Estados Unidos, Canadá y Alaska

    Los llamados pieles rojas recibieron este nombre sin ser un pueblo unitario, antes bien, dicha denominación trata de abarcar a un gran número de etnias que entre sí guardan muchas diferencias en lo que respecta a organización social, idiomas, costumbres, tradiciones y ocupación de territorios. No se sabe cuándo se les comenzó a llamar pieles rojas, aunque es claro que fue una ocurrencia de los ingleses que invadieron sus tierras con intenciones de conquista. Importantes historiadores, antropólogos y etnólogos prefieren desechar ese término pues lo consideran generalizante e impreciso; se supone que intenta calificar la piel cobriza que caracteriza a los habitantes precolombinos de una vastísima zona, la que abarca el norte del actual México y los territorios de Estados Unidos, Canadá y Alaska.

    Algunos historiadores han concluido que el calificativo tiene implicaciones racistas, ya que en los primeros tiempos las mentes puritanas protestantes lo asociaban con el color rojo atribuido al diablo y, así, se referían a los habitantes originarios como el mal rojo, con la intención de incentivar en la población un rechazo absoluto e irracional a todo lo que fuera nativo del continente.

    Primeros encuentros con los europeos

    Después de que Cristóbal Colón, en nombre de la Corona española, tomó posesión de Las Indias, tierras que serían conocidas como América, en 1497 el navegante Juan Caboto hace otro tanto, en nombre de la Corona inglesa, en las tierras americanas al norte del Atlántico.

    Pero otras naciones europeas también estaban interesadas en conquistar aquellas tierras. En 1500 y 1501, en nombre de Portugal, llegaría el expedicionario Gaspar Corte Real. En 1523 y 1524, el navegante florentino Giovanni de Verrazano llegaría en nombre de Francia. Más tardíamente, en 1625, Holanda fundaría en América la ciudad de Nueva Amsterdam.

    La Corona española, que se consideraba con privilegios de primacía, mandó conquistadores por diferentes rumbos. En 1514, Hernando de Soto llegó a lo que hoy es La Florida buscando la Fuente de la Eterna Juventud, y de 1540 a 1542 viajó hasta el actual Tennessee; de este tiempo data el primer historial de terror para los habitantes originales, pues De Soto ordenó a sus soldados asesinar a más de 100 guerreros de la etnia nilco mientras dormían.

    Poco después de asentada la conquista española en el imperio azteca, que daría paso al dominio de un enorme territorio al que nombraron Nueva España (México), en 1541 Francisco Vásquez de Coronado encabezó una expedición hasta los actuales Nuevo México, Arizona y Colorado, más puntos intermedios.

    Al paso de los años, ingleses y españoles se impondrían a las otras naciones europeas para ir ganando terreno, no sin resistencias de los habitantes autóctonos y miles de guerras consecuentes. Muchas otras expediciones vendrían, como la de sir Richard Grenville, quien recorrió la actual Virginia en 1585 y es célebre por ser el primer inglés que ordenó la matanza de todo un poblado en las cercanías del río Roanoke.

    En ese avanzar europeo es memorable la primera compra de tierras que acordaron los holandeses, al haber pagado el equivalente a 39 dólares en bisutería por la isla de Manhattan en 1626.

    Españoles desde el sur e ingleses desde el Atlántico (y en menor medida franceses) fueron dominando militarmente la mayor parte de ese enorme territorio de mil pueblos.

    Mil naciones indias

    Según datos del historiador John Tebbel, se calcula que antes de la llegada de los europeos había más de un millón de habitantes en el territorio de los llamados pieles rojas, población que se redujo a menos de la mitad después de 400 años de guerras y enfermedades que trajeron los europeos. ¿Quiénes formaron ese conglomerado?

    En los primeros tiempos de la conquista, los europeos empezaron a darles nombres a los nativos de manera arbitraria, utilizando diferentes criterios, como: 1. el de encontrar alguna relación o parecido con algo que ya conocían, éste sería el caso de los desaparecidos tobosos del norte de Chihuahua (con referencia al Toboso, España); 2. por alguna palabra que las etnias repetían, como le sucedió a los también desaparecidos texia (que quiere decir amigo), quienes habitaron en la actual Texas; 3. por el lugar en que vivían (nombre muchas veces antes dado por los mismos europeos), como los white mountain (montaña blanca), 4. por alguna costumbre atribuida o detectada, como los mescaleros (que se supone consumían mezcal o tal vez mezcalina). Lo curioso es que, después, algunas ciudades o futuros estados recibirían el nombre dado a algunos grupos, como son los casos de Illinois, Kansas, Missouri, Miami, Dakota, Ottawa, Taos, Cheyenne, Delaware, etcétera.

    Esa manera de nombrar dio como resultado una cantidad asombrosa de naciones, a tal grado que una sola etnia llegaba a recibir muchos nombres, por ejemplo, los diné o apaches, a quienes les aplicaron más de 20 denominaciones (ipanos, janos, chiricahuas, white mountains, mezcaleros, jicarillas, que fueron más bien nombres de tribus apaches). El desacierto de tan numerosas clasificaciones se pudo deber, además, a la organización tribal de la mayoría de las etnias, tribus que en muchas ocasiones funcionaban en completa independencia de las otras con igual idioma, costumbres y parentescos, y que hasta podían tener tales desacuerdos entre sí que las llevaban a la guerra entre tribus.

    Las grandes familias

    A finales del siglo XIX, hacia 1891, J.W. Powell consideró necesario agrupar a las etnias del norte según el idioma, clasificándolas en 50 grandes familias; tres décadas más tarde, después de más estudios y comparaciones, Edward Sapir hizo una reclasificación lingüística que consideraba sólo a seis grupos: 1. algonquino-wakashano; 2. hoka-sioux; 3. peneutiano; 4. nadene; 5. azteca-tanoano, y 6. esquimal-aleuta. Aunque existen otras propuestas de lingüistas, la mayoría sigue tomando como base la de Sapir, la cual muchas veces parece abreviada, por ejemplo: 1. algonquino, 2). iroqués, 3. caddo, 4. sioux, 5. atapascano y 6. uto-azteca.

    Algonquinos e iroqueses

    Los primeros con quienes los ingleses y los franceses tomaron contacto fueron los algonquinos, quienes ocupaban un territorio que iba de los actuales Tennessee y Virginia hasta la bahía del Hudson, y se extendía hacia las llanuras meridionales de Canadá y partes del oeste, como las montañas Rocallosas (lugar de los blackfeet –pies negros– pertenecientes a este tronco). Entre los diferentes nombres dados a los algonquinos están los pequeot, narragaset, mohican, mohegan, massachuset, abaki, wampanoag, poktumtuk, delaware, fox, sauk, chippewa, ottawa, illinois, miami, kikapú (por cierto que éstos ahora viven una temporada del año en el estado de Coahuila, México, y otra en Estados Unidos), potowatomi, shauni, piegan, cheyenne, arapajo, blood, atsina, wisconsin, etcétera. En el extremo oeste, al norte de California, habitaron las tribus algonquinas llamadas yurok y wiyot, y más al norte, en el estado de Washington, los kutenai, salish y wakashan.

    La imagen más conocida de esta etnia es la del uso de canoas livianas hechas de corteza de abedul, magníficos vehícu­los para desplazarse por los rápidos ríos de la zona. Eran además excelentes cazadores y cultivaban el maíz, se cuenta que uno de sus jefes, Squanto, enseñó a los ingleses el cultivo y el uso del mencionado cereal. En la historia ha quedado la hija de un jefe algonquino, conocida como la princesa Pocahontas, quien se casó con el inglés John Rolfe, por lo cual es considerada como un símbolo de fusión de culturas, aunque el mestizaje en realidad fue muy escaso. El jefe algonquino, llamado rey Philip, encabezó una importante guerra de resistencia contra los europeos entre 1675 y 1676. Los algonquinos acostumbraban hacer una miel a base del árbol arce (maple), que es una de sus contribuciones culinarias al mundo.

    Los belicosos iroqueses, poco antes de la llegada de los europeos, habían invadido y tomado parte del territorio algonquino, de tal modo que estaban asentados en el centro del actual estado de Nueva York, aunque contaban también con un extenso territorio. La alianza de cinco tribus iroquesas, que se conoce en la historia con el nombre de Las Cinco Naciones, llegaría a funcionar como aliada de los ingleses para dominar a otros pueblos, incluyendo a los de su propia etnia. Dicha alianza la constituyeron los séneca, mohawk, oneida, onondaga y cayuga (años más tarde, en 1715, se sumarían los tuscarora y desde ese momento los llamarían La Liga de Las Seis Naciones). Esta confederación de tribus fue un interesante ejemplo de democracia, libertad y compromiso común de los asociados, y se dice que fue inspiración para la organización política de los futuros Estados Unidos. Pero esas seis naciones tendrían también un desempeño de belicosidad implacable y temeraria.

    Los hurones y los erie, habitantes de una zona ubicada entre los actuales lagos Hurón y Erie, pertenecían también al tronco iroqués; sin embargo, siendo enemigos jurados de Las Seis Naciones, éstas (que contaban con armas de fuego dadas por los ingleses) fueron implacables con ellos, con furia tal que exterminaron a los erie, y los hurones quedaron reducidos a un mínimo de miembros que tuvieron que refugiarse y asimilarse con otros grupos.

    Los susquehanna, conocidos en otro momento como conestoga, formaron también parte del tronco lingüístico iroqués y fueron enemigos de Las Seis Naciones. Tuvieron su territorio en la actual Pennsylvannia. Después de muchas guerras, los pocos sobrevivientes terminaron aceptando el cristianismo y se volvieron pacíficos, pero tiempo después fueron masacrados por los ingleses.

    Al sur del territorio de Las Seis Naciones, otro grupo de lengua iroquesa fue el de los cherokes. Éstos tuvieron una ética guerrera como la de otros grupos; no obstante, se distinguieron por no ser sanguinarios y por tener un alto concepto del respeto y la honradez. Fueron aliados de los ingleses, lo cual no impidió que fueran víctimas del mal trato del gobierno estadunidense en el siglo XIX. Y a pesar de haber sido uno de los pueblos con mayor grado de civilización, no escaparon a luchas intestinas que contribuyeron a diezmarlos. De este pueblo se recuerda a un hombre notable, de nombre Sequoia o George Gist, quien fue un educador a quien se debe la creación de una escritura en idioma cheroke (el único idioma de Sequoia), y se encargó de enseñarlo a los demás.

    Los caddo y tribus del sudeste

    En los actuales Mississippi, Luisiana y parte de Texas hasta Nebraska vivieron los pawnee, también conocidos como ree o arikara. A este grupo lingüístico también se asocia el llamado wichita. Y como subgrupos de los dos anteriores se menciona a los skidi, chaui, kitkenhahkis, pitahuerat, tawakoni, waco, hasinai, kadohadacho y natchitoche.

    Los pawnee fueron famosos por su gran conocimiento astronómico. Atribuyeron a los astros capacidades de dioses, razón por la cual los observaron detenidamente y llegaron a conocer a la perfección todos sus movimientos, de tal modo que supieron calcular los cambios estacionales del año y otros fenómenos. Se consideraban hijos del maíz, cereal que sembraban para subsistir y lo veneraban como alimento sagrado.

    Las tribus del sudeste pertenecen al tronco hokan-sioux y tuvieron como territorio una zona que abarca los ahora estados de Mississippi, Alabama, Georgia y Florida (además, parte de Louisiana y Tennessee). Las tribus que forman parte de este grupo son: muskhogean, choctaw, chickasaw, osceola o seminole, koasati, creek, alibamu, taensa, natchez y tunica.

    De entre éstos, los natchez y los taensa fueron los que influyeron en los demás para tener un importante grado de organización social, que partía de vivir organizadamente en aldeas formadas por cabañas, asentamientos que además contaban con un templo.

    Los sioux y los penutianos

    El grupo étnico llamado hokan-sioux habitó de la costa del Atlán­tico (lugar en el que, al momento de la llegada de los europeos, sólo había un pequeño grupo aislado), pasando por la parte este del Mississippi y norte de Tennessee hasta Nebraska, las Dakotas y parte de Canadá. A éste pertenecen los dakota, teton, santí, sioux, hunkpapas, brulís, oglala, miniconjous, sans arc, two-kettle, crow, yankton, winnewbago, hidatsa, assiniboin, osages, hidatsa, addiniboin biloxi, osage, iowa, quapaw, missouri, omaha, ponca, oto, kansas, tuteloo, manahoac, saponi y catawba. Entre los más famosos jefes sioux se cuentan Waneta, Toro Sentado, Caballo Americano y Caballo Desbocado (mal traducido como Caballo Loco).

    Se considera que el grupo más importante es el llamado teton-dakota, al cual se le asignan varias subtribus, entre éstas la de los oglala, que constituyeron el pueblo más numeroso y resistente de los sioux.

    Los dakotas se distinguieron por su organización del trabajo agrícola, basado principalmente en el maíz, y por su dedicación a la caza del búfalo, del cual aprovechaban no sólo la carne y la piel, sino hasta los huesos, con los que fabricaban cuchillos, cucharas y otras herramientas. Se dice, además, que fue un pueblo interesado en la filosofía, ya que entre ellos se cultivó el gusto por plantear y buscar soluciones a problemas de la vida, además de mostrar un gran interés por el manejo de los cálculos numéricos.

    Entre la familia sioux se cuenta a otras tribus consideradas menores, habitantes de la costa de Louisiana, como los chitimacha, yuchi, y tonkawa. En California, del grupo hokan, se les emparientan los shasta, karok, yuki, yana y pomo. Los yumas de Arizona también son parte de esta gran familia.

    Las tribus de la familia penutiana son, como las otras que hemos mencionado, bastante numerosas, y el territorio en que vivieron, muy extenso. Los miembros de esta familia lingüística habitaron importantes zonas de lo que ahora es California, Oregon, Washington y parte de Montana, así como en (¡con muchísimos kilómetros de distancia de por medio!) Oaxaca, México, donde se encuentran huaves, mixes y zoques. Los penutianos de Estados Unidos son los yokuts, miwok, maidu, costanoan, wintun, klamath, modoc, molale, cayuse, wishram, wasco, chinook, nez percé, umatilla, wallawalla, klikitat, yukima, warm spring (tenino) y palouse. En general, estas tribus fueron recolectoras sedentarias, con un modo de vida y de organización social que rayaba en lo sencillo y sin inclinación guerrera.

    De entre todos los grupos mencionados el que más se diferencia es el de los nez percé (narices perforadas, bautizados así por los franceses), que tuvieron una organización social más compleja, un modo de vida que combinaba lo sedentario con el nomadismo, se volvieron expertos en el manejo del caballo, ya lo eran en la cacería del búfalo, y no desdeñaron la guerra.

    Los nadene-atapascanos

    La familia nadene-ataspacana ha tenido como territorio las tierras que van desde el círculo polar ártico, Alaska, noreste de Canadá, Washington, Oregon, California, Colorado, Arizona Nuevo México, Oklahoma, hasta parte de Texas y del norte de México.

    Los nadene, genéricamente, han sido llamados esquimales. Entre ellos se cuenta a los eyak, auk, haida, chikat, tlingit, sitka, tonga, taku y yakutat. Tuvieron una vida principalmente nómada dedicada a la pesca. Del grupo tlingit son muy conocidos sus pilares (postes) totémicos, que

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