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Regalos, favores... y donación de órganos: Ensayo exploratorio de Doremática
Regalos, favores... y donación de órganos: Ensayo exploratorio de Doremática
Regalos, favores... y donación de órganos: Ensayo exploratorio de Doremática
Libro electrónico110 páginas1 hora

Regalos, favores... y donación de órganos: Ensayo exploratorio de Doremática

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Tras un repensamiento a fondo de la filosofía clásica en torno al favor y el regalo, se plantea un interrogante comparatista con la novísima solidaridad surgida en la donación de órganos. Entre ambas realidades éticas se introduce y discute la perversión del regalo acudiendo a la mitología de la antigüedad.

Premio Nacional de Edición Universitaria 2012
Premio a la mejor monografía en las áreas de Ciencias Jurídicas y Económicas
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 ene 2011
ISBN9788498304343
Regalos, favores... y donación de órganos: Ensayo exploratorio de Doremática

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    Regalos, favores... y donación de órganos - Ernesto Martínez Díaz de Guereñu

    Preámbulo

    Adentrarse en el mundo del favor, del regalo, de la benevolencia es traspasar la esfera de lo estrictamente necesario, de lo perentorio, de la obligación ineludible de justicia y pasar a un estrato de amistad, de amor, de preferencia, de lujo, de capricho, de festividad en el que, cumplidas las obligaciones serviles de lo precario y las más nobles de lo justo, pretendemos relacionarnos en libertad frente a nuestros semejantes y dar rienda suelta a nuestro deseo íntimo de agradar, de trasladar felicidad, de compartir lo bueno que tengamos con personas a quienes queremos bien o a quienes queremos trasladar algo bueno que no tienen, porque así nos place o porque el hacerlo nos hace felices.

    En las consideraciones que siguen hay una concentración intencionada y expresa en las relaciones de favor entre particulares. Dejo fuera de la reflexión el amplio y ventajoso mundo de la benevolencia institucionalizada. Mas, como quiera que todo ese ámbito está regulado, en principio, por los cánones del derecho, gran parte del antiguo vastísimo territorio de la benevolencia, ahora abarcado por el Derecho, ha perdido su vieja, salvaje y caprichosa libertad y se ha sometido al ámbito domesticado y legítimo de la justicia distributiva y de los derechos humanos. Gracias a ello ese nuevo y anchuroso ámbito, desgajado, ha ganado, en contrapartida, mayor seguridad y uniformidad en su reparto y ha dado cobertura y protección jurídica a la dignidad humana y a necesidades perentorias, un cúmulo de las cuales quedaba en espera aleatoria y desesperante del favor ajeno o del capricho y antojo del poderoso.

    Es forzoso añadir, sin embargo, que el Derecho Privado ya desde antiguo se ocupó de regular y cautelar este tipo de relaciones en que se da una transmisión de bienes entre particulares y que denominó «donaciones», pero la preocupación del Derecho va dirigida a las de mayor calibre y no se ocupa de promover la benevolencia, sino de cautelar la equidad en su transmisión material. Más aún, lo que de verdad le importa, como bien jurídico preferente a proteger, es dejar a salvo los bienes de los futuros herederos.

    En este ámbito de lo privado y desde la perspectiva de mi enfoque interesa una reflexión sobre esa benevolencia y beneficencia residual, pero inmensa, que solemos denominar favor, regalo, presente y que sigue siendo el núcleo duro, pero jugoso, de nuestra abertura a los demás, mejor dicho, a los que de alguna manera señalamos con nuestra simpatía.

    Los pensamientos que siguen obedecen a un interés ontológico y ético. Interesa rendirnos cuentas de qué son, en su núcleo más íntimo y genuino, el favor y el regalo para, a través de esa reflexión, dejar al desnudo el impulso ético que anima o debiera animar nuestra actitud y actividad doremática.

    Al servicio de la unidad de nomenclatura me ha parecido oportuno acuñar el neologismo —obviamente todavía no acogido en las lenguas europeas— del término griego dorémata y su derivación adjetival «doremática», para englobar los múltiples sinónimos de presente, favor, regalo, don, donación, gratificación, obsequio... Con ello pretendo acotar la prolífica polisemia del objeto de esta investigación; investigación que, si hacemos precisión del pensamiento filosófico griego, latino y medieval, ha adolecido de un olvido crónico e indolencia y que apenas, o incluso ni por asomo, ha tenido cultivo en el milenio posterior. Este dato es, a mi entender, tanto más asombroso cuanto que el fenómeno de la benevolencia continúa siendo en la actualidad, por así decirlo, el megafenómeno de la bienquerencia amistosa y la solidaridad entre personas humanas.

    Dejo de lado la interminable casuística concreta y sólo presento una selección de la más común y positiva. Las corruptelas, deficiencias o perversiones de lo que abusivamente se suele denominar favor o regalo son infinitas y su descripción no es el propósito de este ensayo que quiere atenerse a lo éticamente substantivo, y no a su simulacro y perversión. Quédese esa temática para la sociología de patología descriptiva, que tendrá, por cierto, no pequeña dificultad en su tratamiento científico. O bien para un sugestivo y chispeante estudio histórico-antropológico de la picaresca dadivosa.

    No obstante, y por vía de contraste, me ha parecido oportuno añadir entre la primera y la tercera parte de este libro, un intermezzo a modo de capítulo exento. En él recojo y traigo a la memoria del cultivado lector un precedente de personajes emblemáticos de la tragedia griega que ejemplifican abrumadoramente cómo ya desde la Antigüedad, y en realidad desde siempre, inconfesables designios de odio y venganza entre padres e hijos, maridos y esposas, se enmascaran bajo la bella y subyugante apariencia de un regalo extraordinario.

    La tercera parte está dedicada a la exposición del fenómeno actual de la «donación de órganos» al objeto de decidir una valoración ética en su comparación con la benevolencia tradicional expuesta en la primera parte.

    Una última precisión quiero añadir. A lo largo de la exposición de dicha primera parte han ido desgranándose una serie de cautelas que, sin pretenderlo, pueden leerse como un prontuario destinado a proteger la integridad del acto dadivoso o, si se quiere, para «no pillarse los dedos» en el acto de hacer un favor a otro o de aceptar el ajeno. Desde un ángulo más positivo y dentro de esa parte primera, otros dos apartados pretenden ilustrar desde un vértice de fantasía el contenido tradicional del mensaje gratificante.

    PRIMERA PARTE.

    Perspectivas

    P1_reyes.tif

    Los Reyes Magos rinden homenaje a Jesús. Ilustración tomada de la página 183 de Die Bibel in Bildern, Julius Chnorr von Carolsfeld © 1990 Hänssler-Verlag. Neuhausen/Stuttgart.

    1. Tres esferas de favor

    Pensadores del medievo repartieron el variado mundo de los regalos en tres clases: A) «favores de por mano», B) «favores de por lengua» y C) «favores de condescendencia». Fue un intento escolástico de organizar en compartimentos teóricos el mundo pluriforme de la obsequiosidad. No son, como no podían ser, compartimentos estancos en una praxis universal tan antigua como el hombre y tan alta y antigua como los dioses, pero sirve para desembrollar y dar un apellido distinto a cosas que tienen un nombre común, pues común es a ellas su intención de favorecer. El caso es que tampoco la distinción nominal es muy neta, por lo que voy a tratar de, creativamente, aproximar mi interpretación al sentido que esos pensadores previsiblemente le dieron:

    A) El primer género, el regalo «de por mano», abarca la especie más común, la que se denomina comúnmente regalo o presente. El presente es objeto directo de trueque manual, aquello que una persona da a otra, por así decirlo, de mano a mano, con carácter de obsequio y para su uso en propiedad y disfrute. Es propio de él ser un objeto visible y ostensible, natural o artificial, una materialidad que se puede contemplar, sopesar, medir, examinar, comparar y hasta olfatear, pero que a la vez es portadora de una carga simbólica.

    Exhibe en su cara exterior el carácter de presencialidad, como indica la variante latina de su nombre, y, aunque sea objeto de envío, encargo o embajada, acaba haciéndose «presente», por lo común envuelto misteriosa y elegantemente en un atuendo anónimo que encubre total o parcialmente su identidad y que bajo ese ropaje presenta al receptor en cierto modo un enigma. «Parece ser un regalo, pero ¿qué será?» El presente no se hace totalmente «presente» hasta que el agraciado le desnuda de ese atuendo viajero y, despejando el enigma, lo convierte con su aceptación en su peculiar peculio.

    B) Por contra, el favor o regalo calificado «de por lengua» hace relación no directamente, como podría pensarse, a la lengua como idioma, sino por igual a la lengua en cuanto órgano físico y a lo que éste produce, articula y enuncia con ayuda del cerebro y, en este caso, sobre todo del corazón, esas dos fuentes de las que confluyen, en el caso más ideal, amor e inteligencia.

    A esta segunda esfera

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