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Una extra-ordinaria singularidad: Itinerarios de espiritualidad laical en Pedro Poveda
Una extra-ordinaria singularidad: Itinerarios de espiritualidad laical en Pedro Poveda
Una extra-ordinaria singularidad: Itinerarios de espiritualidad laical en Pedro Poveda
Libro electrónico338 páginas3 horas

Una extra-ordinaria singularidad: Itinerarios de espiritualidad laical en Pedro Poveda

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Vivimos en sociedades con hambre y sed de espiritualidad. Hoy asistimos al resurgir de la búsqueda del ser humano por dar valor y sentido a su propia vida, y signo de ello es la demanda por encontrar espacios donde cultivar la interioridad, el gusto por la espiritualidad. Los caminos que se ofrecen son muy diversos.
Esta obra, fruto del Seminario sobre Espiritualidad de Encarnación a la luz de los textos povedanos, reflexiona sobre la espiritualidad laical propuesta por Pedro Poveda y su invitación a que "confundidos con el común de las gentes", los laicos se distingan por la "santidad de vida", por ser "interiormente (...) distinguidísimos con la distinción de la virtud; elevadísimos con la elevación de la santidad; singularísimos con la singularidad del espíritu de Cristo".
Se ofrecen algunos itinerarios para vivir hoy la fe en las sociedades actuales y ser testigos creíbles y audaces del evangelio. Poveda propone un modo de ser, estar y comprometerse que, en la vida cotidiana, transparente la singularidad extra-ordinaria de quienes caminan tras el Resucitado.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento9 sept 2022
ISBN9788427726376
Una extra-ordinaria singularidad: Itinerarios de espiritualidad laical en Pedro Poveda

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    Una extra-ordinaria singularidad - Elisa Estévez López

    INTRODUCCIÓN

    Vivimos en sociedades con hambre y sed de espiritualidad. Hoy asistimos al resurgir de la búsqueda del ser humano por dar valor y sentido a su propia vida, y signo de ello es la demanda por encontrar espacios donde cultivar la interioridad, el gusto por la espiritualidad. Los caminos que se ofrecen son muy diversos. Entre todas las espiritualidades (cristianas, laicas, de otras religiones), este libro reflexiona sobre algunos aspectos de la espiritualidad de encarnación que Pedro Poveda propuso para la asociación laical que fundó en 1911. Lo hace en diálogo con los desafíos y retos que plantean las sociedades actuales, tratando de reflejar lo significativo y actual de la propuesta espiritual de Pedro Poveda.

    Estamos convencidos de la riqueza de esta espiritualidad para otros muchos creyentes y para la vida de la Iglesia. De ahí que nos hayamos decidido a publicar esta obra, no sólo para los miembros de la Institución Teresiana, sino también para todos aquellos y aquellas que viven su fe en medio de las sociedades actuales, y quieren nutrir su experiencia de Dios en diálogo con las creencias, valores y modos de sentir y actuar de las sociedades contemporáneas.

    La espiritualidad laical propuesta por Pedro Poveda toma como modelo la vida de los primeros cristianos, hombres y mujeres, que viviendo en medio del mundo, actúan como fermento en medio de la masa, hacen presente en la sociedad la justicia que brota de la fe, vinculados por la caridad, con un intrépido espíritu evangelizador que vincula el testimonio de la fe con sus frutos santos (desprendimiento, gratuidad, humildad y mansedumbre, suavidad y fortaleza, tolerancia, sabiduría conciliadora), con una fe ilustrada, perseveran en la oración y en la vida eucarística, como libres más como siervos de Dios. A decir de la Carta a Diogneto, estos primeros creyentes habitando ciudades griegas o bárbaras, según la suerte que a cada uno le cupo, y adaptándose en vestido, comida y demás género de vida a los usos y costumbres de cada país, dan muestras de un tenor peculiar de conducta admirable, y, por confesión de todos, sorprendente.

    De ahí que el título de esta obra sea Una extra-ordinaria singularidad. La invitación de Poveda es que confundidos con el común de las gentes, los laicos/as se distingan por la santidad de vida, por ser interiormente (...) distinguidísimos con la distinción de la virtud; elevadísimos con la elevación de la santidad; singularísimos con la singularidad del espíritu de Cristo (1916) [78]. Cada uno de los itinerarios de espiritualidad laical que se abordan en esta obra encaminan a vivir según la singularidad del espíritu de Cristo.

    Se recogen en este volumen los trabajos presentados por las autoras en el Seminario sobre Espiritualidad de Encarnación a la luz de los textos povedanos. El seminario, con una duración de tres años, se ha celebrado sin interrupción durante diez años (del 2008 al 2018). Los artículos que presentamos se han podido dialogar y contrastar con los participantes en el Seminario, cuyas aportaciones han contribuido a enriquecer su contenido¹.

    Entre los objetivos del Seminario, destacamos el interés por: 1) ahondar, tanto desde el punto de vista teórico como experiencial en el carácter propio de la espiritualidad laical propuesta por Poveda; 2) favorecer una combinación creativa de recuperación hermenéutica de textos antiguos y de apropiación de la experiencia contemporánea; 3) establecer un diálogo crítico e interdisciplinar de los textos povedanos con las claves y códigos colectivos vigentes en las sociedades actuales; y 4) avanzar conjuntamente nuevas formulaciones y prácticas de una espiritualidad laical, que ayude a alimentar e inspirar la vida comprometida con el Evangelio y según la espiritualidad propuesta por Pedro Poveda.

    En total la obra consta de ocho capítulos en los que se abordan dimensiones nucleares de la espiritualidad laical povedana. No se trata de un tratado sistemático, sino de un estudio parcial en el que se profundiza solamente en algunos textos de Pedro Poveda en los que el autor reflexiona y desarrolla las dimensiones de la espiritualidad povedana elegidas. Es, por tanto, una aproximación a la espiritualidad laical propuesta por Poveda.

    El primer capítulo aborda las características de una presencia laical en la sociedad, como la de los primeros cristianos, inserta en las realidades sociales, que se distingue por su santidad de vida, por su capacidad para dar sabor y sanar.

    El segundo capítulo aborda la centralidad de la encarnación en la espiritualidad povedana, cuyo significado pleno solo se comprende a la luz de misterio pascual. Poveda exhorta a adentrarse por los derroteros del conocimiento, el amor y el seguimiento de Cristo, cuyo amor solo se comprende plenamente en el Crucificado.

    El tercer capítulo se centra en una dimensión esencial y fundante del vivir cristiano: la oración. Las autoras nos introducen, a través de su reflexión, en el sentido y los efectos de la oración para Pedro Poveda.

    El cuarto capítulo se adentra en la importancia que tiene en la espiritualidad povedana el estudio. En la visión de Poveda, el estudio, junto con la oración, es un medio insustituible para realizar el fin último y el programa de la Obra que funda: la evangelización y el diálogo de la fe con la ciencia.

    El quinto capítulo desarrolla la convicción povedana de que la fe en Dios vivifica y lleva a plenitud todo lo humano, a la vez que solicita de quienes creen, ser testigos, con obras y palabras, del Dios que sostiene, alienta y ofrece liberación y salvación.

    El sexto y séptimo capítulos abordan algunas virtudes povedanas: los frutos santos, que identifican a quienes las viven como discípulas y discípulos de Jesucristo. El capítulo sexto se centra en los hábitos y formas de ser y actuar que Poveda considera esenciales en el terreno de las relaciones entre profesión, vida, fe y vocación. El séptimo desarrolla la importancia de la mansedumbre como un modo de ser, vivir, comprometerse y dar testimonio de la fe, siguiendo el modelo de Cristo.

    Por último, el octavo capítulo profundiza en el amor/caritas que vincula fuertemente a los creyentes en una comunidad y los fortalece para comprometerse con el Reino. Poveda encuentra en la vida trinitaria el fundamento que sostiene y nutre el amor.

    Los textos de Poveda se citan según la numeración que consta en los volúmenes de la edición crítica de los mismos. En concreto, los volúmenes citados: Pedro Poveda, Obras I. Creí por esto hablé. Edición crítica y estudio a cargo de Mª Dolores Gómez Molleda, Madrid 2005; y Pedro Poveda, Obras II. Ensayos y proyectos pedagógicos. Edición crítica y estudio a cargo de Margarita Bartolomé, Madrid 2016.


    ¹ En todos estos años el equipo, coordinado por Elisa Estévez ha estado integrado por Pilar Gascón, Mª Jesús Elejalde, Mati Carrero y Aurora Salamanca. Las ponentes de los distintos temas han sido: Arantxa Aguado, Tusta Aguilar, Carmen Aparicio, Camino Cañón, Elisa Estévez, María Dolores Martín, Rosario V. Moreno y Raquel Pérez.

    Ser la sal de la tierra: espiritualidad laical en el pensamiento de Pedro Poveda

    Elisa Estévez López

    Hace más de cien años Pedro Poveda, inició una obra de Iglesia, la Institución Teresiana, cuyos miembros habían de vivir al estilo de los primeros cristianos, insertos en las realidades temporales, dando testimonio del Evangelio en medio de las estructuras educativas y culturales, y vinculados por la caridad. Respondía con su iniciativa a la necesidad imperiosa de un diálogo entre la fe y la ciencia, entre la Iglesia y una sociedad cada vez más plural y secularizada que reclamaba su autonomía¹. Se sumaba así a otras iniciativas que subrayaban el papel del laicado en la transformación social (más en concreto, en el ámbito educativo, objeto entonces de un agudo debate social). Frente a posturas creyentes integristas e intransigentes, la Obra de Poveda y él mismo, se decantaron por responder al laicismo agresivo, mostrando con obras y palabras alejadas de beligerancia y descalificaciones, que la plenitud de lo humano está en Cristo y que no hay oposición entre fe y ciencia².

    La institución laical que daba sus primeros pasos en 1911 necesitaba de una recia espiritualidad, que Poveda irá pergeñando en los años posteriores, y cuyo prototipo habían de ser los primeros cristianos, como señala en 1934: La idea de tomar como modelo la vida de los primeros cristianos, nace con la idea misma de la Obra… [451]³. El objetivo de este capítulo no es una exposición sistemática del modelo de espiritualidad laical propuesto por Poveda, sino centrarnos en su comentario a Mt 5,13: Vosotros sois la sal de la tierra. Se trata de un escrito del año 1920, en el que refleja muy bien cómo estar en el mundo, siendo uno más, y al mismo tiempo, sanando y dando sabor.

    Contexto y género literario del comentario sobre:

    Vosotros sois la sal de la tierra

    La consideración Vosotros sois la sal de la tierra [157] pertenece a un conjunto documental, muy bien diferenciado en la obra povedana, que el autor comienza a escribir en febrero de 1920, dándolo por concluido en marzo de ese mismo año. Lo escribe en un momento en el que la asociación laical que había fundado se estaba afianzando con solidez⁴, y habiendo madurado él mismo, con la fuerza del amor de Dios, en el crisol del sufrimiento. El conjunto documental lleva por título: Jesús, maestro de oración. Consta de veinticuatro escritos en los que Poveda aborda ampliamente, primero, el tema de la oración, y a continuación plantea cómo han de vivir y actuar quienes han de vivir como seglares en medio de la sociedad. Plantea con claridad la finalidad de esta asociación laical, su programa y los rasgos propios de espiritualidad. De ahí la importancia de estos escritos del año 1920.

    En cuanto al género literario, el conjunto documental contiene meditaciones, consideraciones y algún escrito de carácter epistolar⁵. En concreto, el que es objeto de nuestro estudio es una consideración, el género literario por excelencia de Poveda. Lo utiliza principalmente cuando toca asuntos de máxima importancia, para destacar rasgos esenciales de identidad, modalidad, misión y espíritu de la Institución Teresiana. La consideración parte de un texto de la Escritura que contiene la idea central a desarrollar. A continuación, el autor expone y argumenta las enseñanzas que se derivan del mismo, valiéndose, además, de otros textos bíblicos, o bien, patrísticos. Y, por último, exhorta a vivir de esa manera, dando indicaciones de cómo conducirse en la vida.

    El texto elegido, escrito el 25 de febrero de 1920, parte de la siguiente cita evangélica: Vosotros sois la sal de la tierra. Y si la sal se hace insípida ¿con qué se le volverá el sabor? Para nada sirve ya, sino para ser arrojada y pisada de las gentes (Mt 5,13)⁶. Su reflexión tiene dos grandes partes: una primera en la que desarrolla la comparación de la vida de apostolado con la imagen de la sal; y una segunda en la que reflexiona en qué condiciones la presencia en el mundo deja de ser evangelizadora.

    No se trata de un comentario exegético. Poveda no es un especialista en Biblia, sino un hombre bíblico⁷. Lee la Biblia teológica y espiritualmente en el seno de la tradición viva de la Iglesia, desde su profunda experiencia creyente. Trata de actualizar ese mensaje para la Obra que ha fundado y va perfilando, en diálogo con la Palabra, la espiritualidad laical que propone y los rasgos de identidad y misión propios⁸.

    Vuestra vida lo es de apostolado

    Poveda comienza su exposición con una afirmación central que vertebra todo su pensamiento: vuestra vida lo es de apostolado, y la comparación que elige es la de la sal. Al referirse a la Institución como obra de apostolado, y al calificar la misión y la vida de sus miembros como apostólica, de celo, el autor expresa su convicción de que la evangelización es el fin último, la razón de ser⁹ de una asociación laical, llamada a hacer presente el Evangelio en medio de las estructuras públicas de la sociedad civil (finalidad), y mostrando la fecundidad del diálogo fe-ciencia y fe-culturas-justicia (programa). Para Poveda la pasión por el Reino es la única que configura plenamente la vida del miembro de la Institución, unificándola y estructurándola de manera integradora. Desde ahí confronta otras aproximaciones a lo humano y se decanta por una vida que acoge y sirve a la causa de Dios en medio del mundo, dando testimonio de ello con las palabras y los hechos. De ahí que la misión de la Institución no queda circunscrita a colaborar en el surgimiento de una alternativa histórica, por muy buena que sea, sino que ha de posibilitar las condiciones que hagan posible el alumbramiento de una nueva creación (Rm 8). Dicho con otras palabras, la evangelización es una nota de identidad, inseparable del carácter laical de la vocación teresiana e inherente a su finalidad y programa, que ha de ejercitarse en un apostolado especial que no consiste en predicar, ni administrar sacramentos, sino en enseñar, en instruir, en educar, en una palabra, en formar a la juventud, en hacer maestras cristianas. Es una misión sobrenatural, porque el fin que el apóstol se propone es siempre sobrenatural, el de santificar las almas a él encomendadas (1919) [125].

    En la segunda parte de su escrito vuelve sobre el apostolado de quien ha de vivir siendo sal de la tierra, y afirma con rotundidad:

    Toda su virtud, toda la fecundidad de su apostolado está en Cristo y cuando de Cristo se separa, poniendo su confianza en las criaturas, en los medios e industrias humanos, su obra ya no es de apostolado, es una labor natural más o menos estimable en el mundo, según las dotes que posea el que la ejecuta, pero sin valor alguno en orden a la vida eterna [157].

    Poveda incide en este escrito en otro aspecto esencial de su espiritualidad: la vinculación con Cristo, porque la sal no tiene sabor por sí misma, sino que lo recibe de otro¹⁰.

    La unión con Dios que han de tener quienes aspiran a colaborar mediante la educación en la transformación de la historia en nueva creación, es una dimensión esencial para comprender la espiritualidad laical que propone.

    Así lo expresa de nuevo en 1925 en un comentario al texto bíblico, Yo soy la vid, vosotros los sarmientos [210]. En éste reflexiona sobre la imprescindible unión que han de tener con Dios quienes aspiran a vivir con fecundidad evangélica (frutos de vida eterna, en contraposición al sarmiento que se seca y para nada sirve sino para tirarlo). No duda en afirmar: la medida de vuestros frutos será esta unión con Dios (1928) [260].

    Ser la sal de tierra:

    un modelo de espiritualidad laical

    La imagen de la sal es muy sugerente, y con ella Poveda ilustra cómo entiende una vida laical, una vida fundida con la de las gentes, con sus sufrimientos, sus angustias, sus esperanzas e ilusiones, y vida ‘sanadora’ a lo divino¹¹. Las dos dimensiones son esenciales para quienes, de acuerdo con su vocación laical, han de ser presencia de Dios insertos en las estructuras públicas y ciudadanas. La imagen de la sal habla de compartir las condiciones ordinarias de vida de los hombres y mujeres de nuestro mundo, y de ser fermento en la historia (cf. LG 31) dando sabor y sanando. Pero las afirmaciones povedanas aportan, además, una clave esencial para entender esa manera de ser compañeros de camino de otros hombres y mujeres, y cómo colaborar en la construcción de lo humano: la mirada a las realidades rotas, quebradas, heridas¹². La clave transformadora del estar en el mundo partiendo desde abajo, está estrechamente unida en Poveda a su inserción primera por los caminos polvorientos de las cuevas de Guadix. La obra de las Academias y el interés en formar maestras no llega a comprenderse plenamente si no se pone en relación con esa experiencia que marcó definitivamente su vida y le hizo experto en humanidad solidaria. Cambiarán las mediaciones, pero no la convicción profunda de que lo humano se recrea desde abajo, siguiendo al Hijo que se encarnó por amor¹³.

    Poveda justifica, nada más comenzar, la razón de elegir esta comparación y no la de la luz: cuadra mejor... a la humildad de vuestra empresa y al silencio con que la lleváis a cabo. Su afirmación se entiende mejor a la luz de otros textos de ese mismo año. Quince días antes, en su consideración sobre la oración como única fuerza, Poveda deja traslucir datos de la coyuntura concreta que atraviesa la Obra en el año 1920:

    Las dificultades de adentro y los peligros de afuera, juntamente con las persecuciones de los unos y los temores de los otros, llevan el desaliento al ánimo del más esforzado [153].

    Pocos días después escribe para dejar bien sentada su convicción de que Jesucristo es el único fundamento del ser y misión de la Obra. Arraigada esa certeza, no duda en afirmar que por ello ni nos desalienta la falta de medios materiales, ni el escaso número, ni la humildad de las pocas que para llevar a fin esta empresa nos reunimos [168].

    Más allá del conocimiento de las circunstancias que atravesaba la Obra en esa coyuntura histórica, el contexto en el que están insertas ofrece claves evangélicas de una gran hondura.

    La mirada de Poveda sobre la debilidad, las dificultades y los conflictos no queda encerrada en sí misma, en un movimiento que no puede producir sino esterilidad. La invitación que hace a esas mujeres y que resuena con fuerza es a confiar en Dios¹⁴, en la fortaleza que se recibe al abrirse a su amor en la oración¹⁵. No desiste de la empresa en que están embarcados porque está convencido de que Dios siempre sostiene y de que las difíciles circunstancias que atraviesan son un tiempo oportuno, un tiempo de gracia en el que ensayar desde la marginalidad y la pobreza el Evangelio al desnudo. De ahí su insistencia en que no son la posición, el talento, las riquezas, la prudencia de la carne, en definitiva, algo humano, lo que sustenta y hace audaz a una Institución llamada a colaborar en la tarea de liberación y salvación que Jesucristo ha confiado a la Iglesia. No es el momento de lamentos, ni de añoranzas, ni de inhibirse, sino de andar como conviene a la vocación recibida, fundando ahí la unidad de espíritu¹⁶.

    Tocar la vulnerabilidad propia y ajena es una invitación a vivir la kénosis y el abajamiento del Siervo, que se entregó gratuita y libremente por amor, para ser sal y fermento en la historia¹⁷. Poveda está convencido de que la eficacia no proviene de los medios humanos –aunque sean necesarios e imprescindibles–, sino en reflejar y transparentar a Cristo.

    Pero, además, cuando afirma que la sal cuadra mejor con la humildad de vuestra empresa y el silencio con que la lleváis a cabo alude a la modalidad laical que quiere para los miembros de la Institución. En este momento, la Obra cuenta con un nutrido grupo de mujeres profesionales, de fe firme e ilustrada, que dan testimonio de buen hacer en sus puestos de trabajo. Cuenta, además, con muchas Academias. La Institución y el propio fundador también han probado ya las persecuciones y el sufrimiento. Pero, de este modo Poveda subraya su convicción de una presencia laical fundida con la vida de las gentes, que se apoya en el único que puede sostener, Dios mismo; de una presencia laical que da testimonio de posponer todo lo humano, anteponiendo siempre a Dios en su vivir y en

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