Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Querida Helen
Querida Helen
Querida Helen
Libro electrónico349 páginas4 horas

Querida Helen

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

El periodista Jhon Kavanock busca una entrevista con el creador del sitio web más famoso de consejos amorosos "Dear Love". Su único inconveniente... la identidad del creador es secreta. 

Helen Strach es una chica la cual la vida le jugó malas pasadas y es una de las pocas personas que odia a "Dear Love".  

El destino los cruzará para ayudarse mutuamente y descubrir que algunas identidades son menos dolorosas ocultas. 

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento26 jun 2022
ISBN9798201980610
Querida Helen

Relacionado con Querida Helen

Libros electrónicos relacionados

Romance para jóvenes para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Querida Helen

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Querida Helen - Juliany Toledo

    Dedicado a mis hermanos.

    Página  de 327

    Dear Love

    ¿Qué nos lleva a enamorarnos? ¿Qué nos lleva con precisión y exactitud hasta nuestra preciada alma gemela? ¿Qué es lo que hace que queramos compartir con esa persona y no con otra? ¿Qué ocurre con nuestro cerebro a la hora de buscar? ¿Será selección natural o el destino? ¿Por qué un hombre y no una mujer? ¿Por qué una mujer y no un hombre? ¿Por qué otro y no yo? ¿Existe el alma gemela?

    Me llegan muchas preguntas al día, prácticamente ninguna para encontrarse a sí mismos, pero interesados en amar a los demás. No crean lo que digo, simplemente miren a su alrededor y se darán cuenta. Mi nombre no importa, no es como si importara realmente. La pregunta es ¿cómo te llamas tú y por qué estas leyéndome?

    Helen Strach

    Fue una noche realmente larga, no pude pegar un ojo. Aunque quisiera no hubiera podido. Mi nueva vecina se había mudado con sus dos bebes de dos años. Ellos lucían como un amor, pero la verdad era que su madre parecía un verdugo salido de cuento de terror. El Clac de la motocicleta de Ángelo estaba sonando más fuerte que nunca, supongo que no debí haber tomado tanto alcohol anoche. Mi cabeza estaba a punto de estallar, y mi cena en la garganta.

    —¡Helen, vamos a llegar tarde! —Cada vez que Ángelo decía eso, significaba llegar diez minutos antes y ver la cara de felicidad de nuestra amada Bee—. ¡Helen Strach, si no bajas en cinco minutos te dejaré!

    Eso sí parecía ser una amenaza completamente real, mis ojos se abrieron desesperadamente. No podía perder este trabajo, no estaba en una posición muy buena ahora. Mi cara de dolor al despegarme de la cama y dirigirme al baño fue caótica y podía imaginarme a mi mejor amigo riendo mientras me esperaba. La bocina de Ángelo volvió a sonar y esta vez fue mi vecina la que habló. O mejor dicho gritó:

    —¡Silencio, estuve intentando dormir a los gemelos toda la noche niña! ¡Cállalo o te denuncio! —amenazó.

    Lamentablemente para mi nueva vecina, con el tiempo se daría cuenta que en el edificio en el cual vivíamos casi nunca aparecía alguien de la administración. Simplemente lo hacían para cobrarnos el alquiler. Reí para mis adentros al pensar en el momento en que se enterara cómo era el lugar al que se había mudado. Recordaba la primera vez que vine a ver el departamento, la puerta casi se me cae encima a causa del mal estado en el que estaba. 

    Me lavé la cara e intenté acomodar todos mis rulos en su lugar. Era imposible, pero la intención siempre estaba. Mirarme al espejo no era nada reconfortante, tenía unas ojeras gigantes. Hice lo que pude y salí de mi habitación.

    —Pero mira nada más tu cara, amada mía. —Él sabía que odiaba que me dijera así, y solo aprovechaba cuando no tenía ni fuerzas para caminar. La mitad de las personas creía que éramos novios, mientras que para la otra mitad no éramos su tipo.

    —Te aprovechas. ¿Cómo puedes aprovecharte de tu amiga en estas condiciones? —dije fingiendo una cara de dolor y subiéndome a su motocicleta. Inmediatamente me pasó un casco y me lo coloqué sin vacilar—. La nueva vecina ya te odia. Cree que me puede denunciar con la administración. ¿Puedes siquiera imaginarlo?

    —¿Le dijiste que solo aparecían para cobrar verdad? —Él comenzó a reír ante mi falta de respuesta—. Por supuesto que no le dijiste —dijo riendo y arrancando su moto.

    Nuestro trabajo quedaba bastante lejos, de hecho, si Ángelo no pasara por mí debería levantarme una hora antes. Los autobuses no pasaban por donde vivía, así que debía caminar algunas cuadras para tomarlo. Gran parte de mí esperaba que no hubiera tomado el empleo por ayudarme. Amaba que las personas que quería quisieran protegerme, pero también necesitaba hacer las cosas bien por mí misma. Ángelo insistía en que podía conseguir algo mejor que donde vivía, pero él no entendía que ese lugar se caía a pedazos...era lo que había podido conseguir sin ayuda de nadie y eso valía mucho.

    —¿Leíste el foro de Dear Love anoche? —Acá venia una de las típicas pláticas de todas las mañanas. Dear Love era un foro abierto para todos los que vivían en la ciudad. Era fácil de manejar, todos iban corriendo a pedir consejos y Dear Love respondía. Lo curioso era que casi siempre sus consejos pegaban en el clavo, dejando a más de uno contento y recomendando el foro. En mi opinión, una gran estafa barata.

    —¿En serio me estás preguntando eso? —dije riendo y con más sueño del que pudiera tener—. Ya sabes lo que pienso de ese lugar. Es una persona tonta que se esconde detrás de una computadora aconsejando a todos los tontos. Todo lo que dice es demasiado obvio, ¡es muy obvio, Angi! No puedo creer que cada día tenga más visitas. ¿Crees que cobre por eso? Porque si es así, debe ganar una fortuna.

    —No es solo eso Helen, escribe como si pudiera sentir el dolor. Como si entendiera todo lo que pasamos—dijo bajando la voz y tuve que hacer un esfuerzo para escucharlo entre el rugido del viento—. Creo que sea quien sea, es lindo que se tome el momento para escuchar y aconsejar. Todos quieren ser ayudados, pero muy pocos quieren ayudar.

    —No entiendo el escándalo que ocasionó ese sitio. Todos estamos pasando por algo difícil en la vida. No mentía en eso, era bastante complicado todo—. Creo que ella no tiene ni la menor idea de lo que habla, me la imagino sentada en su computadora dando consejos que jamás seguirá. ¿Sabes por qué? Porque nadie lo suficientemente valiente se esconde detrás de una computadora. 

    —¿Ella? No ha dicho si es mujer o hombre. Y la verdad no creo que a nadie le importe mucho. Con todas las personas que ha ayudado parece más un ángel que otra cosa —dijo pareciendo avergonzado—. Digas lo que digas, todos aman a Dear Love.

    —Ya sé que te ha ayudado mucho, se cuánto te gusta su sitio, Angi. Solo digo que si es tan valiente para aconsejar a los demás —dije bajando la voz y percatándome de que ya casi llegábamos al trabajo—, también debería ser lo suficientemente valiente para mostrarse. Solo cuando lo haga, empezaré a seguir los consejos que da.

    Él comenzó a aparcar su moto en frente de la cafetería, mientras tanto miré mi reloj. La cara de nuestra jefa Bee me decía que estábamos llegando temprano, y mi reloj me confirmaba que por mucho.

    —Llegamos justo a tiempo —dijo Ángelo mientras buscaba mi cara con una sonrisa y yo miraba al cielo en busca de clemencia—. Sabes, creo que el anonimato a veces tiene sus beneficios. Si yo fuera Dear Love tampoco saldría a decir quién soy. Las personas no merecen a alguien así en el mundo.

    —¿No crees que la estás colocando en un pedestal? —pregunté sonriendo y él me golpeó el brazo.

    —Solo digo lo que muchos dicen. Además, te conozco. Ni, aunque Dear Love te escribiera seguirías sus consejos. Porque eres muy arrogante para decirlo y porque eres muy terca para escuchar a otros —dijo lo más amable que pudo, pero siendo completamente sincero.

    —¡Llegaron más temprano de la cuenta el día de hoy! — exclamó Bee bastante emocionada y Ángelo le sonrió —. ¿Quieren tomar un café con dona antes de empezar?

    Tenía mucha suerte de haber conseguido una jefa como Bee, era mucho mayor que todos nosotros, pero con un gran corazón. Parte de mí sabía muchas cosas. Como que a Ángelo le gustaba llegar puntual a todos lados, pero especialmente al trabajo para que yo pudiera desayunar. Él sabía que me limitaba a comer ciertas comidas al día, porque mi dinero no alcanzaba. Esperaba que parte de él supiera que, aunque siempre estuviera de mal humor y lo cuestionara en todo, estaba muy agradecida de que no me dejara en los peores momentos.

    —¡Por supuesto que sí! —dijo Ángelo más emocionado de la cuenta.

    Trabajábamos en una cafetería bastante grande, no éramos los únicos empleados. Pero Ángelo sin duda era el favorito de Bee, y me arrastraba a tener una buena imagen con él. Tomamos muy rápido el café y aunque intenté guardar la dona para la cena, Angi insistió en que la comiera. Y nadie era más insistente que él. A veces trabajábamos dos turnos, lo que nos comprometía casi todo el día en la cafetería y parte de la tarde.

    —Vaya, pero miren nada más quiénes están comiendo las sobras de la cafetería de nuevo —se burló Margaret. Era el diablo encarnado en el cuerpo de una mujer realmente sexy. Por suerte ya había terminado de desayunar o realmente me caería mal. Bee estaba en la cocina y salió justo a tiempo, antes de que abriera mi boca y dañara las cosas.

    —Margaret, buenos días, cariño. —Bee se nos quedó mirando a los tres con algo de sospecha en su rostro—. Margaret, cariño, ¿puedes comenzar limpiando el piso por favor?

    Si la mirada de Margaret tuviera poderes, definitivamente sería matar. Una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro, y otra en la cara de Angi.

    —Por supuesto que sí, Bee —dijo colocando su mejor sonrisa y luego miro a Ángelo—. Ten un lindo día guapo. —En su macabra boca se dibujaba una sonrisa, una que parecía ser realmente genuina hacia Angi. Dejándome completamente impactada y a un Ángelo bastante sonrojado y nervioso.

    —Por favor, dime que no estas saliendo oficialmente con el demonio. —Mi mirada de súplica se fue desvaneciendo cuando colocó su sonrisa de lo siento. —¿En serio Angi? Vamos, esa chica es realmente cruel y malvada. Pensé que todo era un juego, pero veo que la estás tomando en serio.

    —Mag no es tan mala como parece, Heli. —No sé exactamente qué expresión tenía mi cara, pero la de él era completamente compasiva. Se acercó a mí y tomó mis manos—. Algunas personas esconden su verdadera personalidad por miedo a ser lastimados. Incluso tú lo haces Heli, y eso no es un pecado.

    —¿Me estás diciendo que Margaret tiene sentimientos? —Sabía que vendría llorando a mí, siempre terminaba igual. Ángelo era demasiado bueno, demasiado para este mundo y todos se aprovechaban de él. Incluso algunas veces me preguntaba si yo misma lo hacía.

    —Vamos, tenemos trabajo que hacer. Hoy presiento que será un lindo día —dijo con esa sonrisa suya que realmente te hacía creer cualquier cosa que dijera.

    Para Ángelo creo que sí fue un buen día. La tonta de Margaret estuvo sonriéndole toda la mañana lo que me colocaba los nervios de punta. Odiaba cuando salía lastimado, pero Angi era un imán para las mujeres. Un imán de malas mujeres. Todos me preguntaban si éramos novios, a lo que mi cara de asco no dejaba margen a otra pregunta. No era que no viera su belleza, Ángelo sin duda sería el tipo de casi todas. Alto, con ese cabello negro enmarañado que me daba algo de envidia, los ojos negros que parecían penetrarte el alma con compasión. Sus facciones, si el cielo tenía favoritos él sin duda era uno. Eran fuertes y sexys al mismo tiempo. Pero sin duda en lo que todas caían era en su sonrisa, demasiado para este mundo. Sí, todas veían lo hermoso que era, pero no se quedaban lo suficiente para ver su cara de cansancio y cómo se estaba consumiendo. Era un verdadero ángel, uno bastante roto y dañado.

    —¡Heli! ¡llegó! —anunció Ángelo detrás de mí mientras yo estaba preparando un café—.  Llegó tu chico misterioso. Se sentó en tu mesa como siempre.

    El chico misterioso. Desde hace un par de meses un joven con aspecto bastante serio venía a mi mesa. Siempre pedía lo mismo, y se quedaba toda la mañana. Incluso a veces le teníamos que avisar que estábamos por cerrar cuando eran los días cortos. Traía su laptop y solo se concentraba en ella. Ángelo tenía la sospecha de que era Dear Love y a decir verdad la idea no sonaba nada descabellada. Nadie pasaba tanto tiempo en una laptop sin un propósito.

    —Termino con este café y voy —dije sin intentar darle demasiada importancia, aunque era inútil. Casi toda la cafetería sabía que me gustaba el chico misterioso. Quizá porque era el tipo de chico que no se interesaría en mí. Parecía tener demasiada clase para fijarse en alguien como yo, alguien que apenas tenía para vivir y sus zapatillas estaban tan rotas que debía colocarles cinta. Demasiado para mí. Demasiado para mí.

    —¿Crees que él sea Dear Love? Cada vez que lo observo, estoy más seguro de que debe ser alguien como él. —Ángelo lo miraba con ojos de admiración, pero Angi miraba así casi a todo el mundo. Observando lo mejor de todos.

    —Estoy muy segura de que cuando conozcas algún día quien es la persona que se esconde detrás de esa pantalla, te vas a decepcionar mucho —dije sonriéndole y limpiando mi delantal lo mejor que pude—. Pones muchas esperanzas en las personas y sabes que lo admiro muchísimo. A veces quisiera mirar el mundo así, pero alguien debe cuidarte. Así que yo soy la persona con cerebro acá.

    —Y tú necesitas más esperanza —dijo mirando al chico misterioso con una sonrisa—. Quizá deberías dejarle tu número. Él parece alguien que da esperanza.

    —Solo necesito que me dé propina, no esperanza. Ahora ponte a trabajar y deja de estar en las nubes —¿Darle mi número? ¿Lo tomaría? ¿Tan siquiera me notaría? Llevaba sirviendo su café por dos meses y a veces ni me miraba. Era una tonta, el romance no era una prioridad ahora. Aunque sería lindo que alguien te mirara con amor. Angi lo hace, pero es como mi hermano. Me preguntaba qué se sentiría que alguien te mirara como su igual, como mi padre miraba a Lili.

    Llevé el café a la anciana de cara graciosa y lindos modales. Estaba sola, y no parecía estar esperando a nadie. A veces pensaba en la soledad, quizá para la anciana podía ser una bendición o una maldición. Para mí no era una elección, por alguna razón todos me abandonaban por más que hiciera el mayor esfuerzo para que se quedaran. Bueno...para mí era mucho esfuerzo. Mis ex parejas decían que no me esforzaba lo suficiente, pero era lo que tenía para dar. Yo no era muy romántica, y no solía tener nada de tacto. Eso espantaba a muchos chicos. No sabía cómo funcionaba el mundo de las relaciones realmente, y aunque criticara a mi mejor amigo yo era un verdadero desastre. Tomé una gran bocanada de aire e intenté comportarme.

    —Buenos días. ¿Qué le puedo ofrecer? —Intentaba que no me temblara la voz, pero era casi inevitable. Tiempo atrás había querido cambiar las mesas con Angi, pero este dijo que debía enfrentar mis miedos. Giré en dirección a la barra y ahí estaba él, observándome con su gran sonrisa sexy.

    A veces soñaba con que él me miraba y me sonreía, o simplemente pedía mi número. Era algo que solamente me permitía pensar unos segundos, antes de la realidad. Y aunque lo hiciera...dudaría en acercarme a él.

    —Buen día. —Se quedó observando mi pequeña plata en donde estaba mi nombre por unos instantes y siguió—. Hellen. ¿Puedo llamarte Hel?

    Él podía llamarme como quisiera, sus ojos azules me escrutaban casi juguetones. Era la primera vez que lo observaba de esa manera, siempre estaba demasiado serio. Demasiado amargado y nada sociable.

    —Sí, puede llamarme Hel —dije con una sonrisa demasiado tonta, obligándome a estar seria.

    —Vamos, me atiendes desde hace meses y aunque admito que no soy muy conversador —dijo pareciendo algo avergonzado—, me gustaría que me tutearas. Después de todo, me vas a seguir viendo por un largo rato más.

    Bueno, eso me había tomado por sorpresa. Él nunca hablaba, solo escribía y escribía. Le tendí mi mano y él sonrió tomándola.

    —Mi nombre es John. John Kavanock. —Mientras sonreía alrededor de sus ojos se podía observar el cansancio. Usaba anteojos, pero solo cuando estaba en frente de la laptop. Su barba estaba bien cuidada y su cabello negro peinado hacia un costado, pero demasiado rebelde para quedarse en su lugar. Cada vez que lo veía me recordaba a Superman. Me obligué a soltar su mano y sonreír tímidamente. John Kavanock decía mi tonta mente. 

    —¿Le traigo lo de siempre? —Hubo algo en su expresión que me hizo estremecer, no por miedo. Era otra cosa. Su gran ceño apareció—. John...

    —Lo de siempre, Hel —dijo bajando su cabeza y abriendo lentamente su laptop con una sonrisa. Yo asentí y me di la vuelta en dirección a la barra. Angi me miraba con expresión de asombro, mientras que mis ganas de vomitar aumentaban. Siempre me pasaba cuando estaba nerviosa y ahora no era la excepción. 

    —¿Qué fue todo eso? Nunca tardas tanto en tomar su pedido—dijo él divertido sirviendo un café—. Casi siempre sales corriendo —Se giró con otra sonrisa juguetona.

    —Él me pidió que lo llamara por su nombre. —No quería ver la cara de Ángelo, así que me gire para preparar las tostadas y su café— No es gran cosa. Estaba siendo amable.

    —Siendo amable o no, es un avance, se había tardado mucho —dijo pensando seriamente en algo—. Déjalo que siga intentando, mientras más fáciles tenemos las cosas más rápido nos aburrimos.

    —Angi, no tomaré tus consejos amorosos —dije terminando de preparar el desayuno de John. Pensar en su nombre y no como el chico misterioso era raro y agradable—Y más cuando tienes que pedírselos a una página web.

    Dear Love no es solo una página web... —Comenzó a decir, pero yo ya me estaba alejando con la bandeja de John.

    Respira, respira Helen. Es solo un chico más. Las palabras estaban en mi mente, pero mi largo historial de novios me confirmaba que escogía mal y si él me gustaba, algo debía tener de malo. Yo era la versión femenina de Angi. Alguien que quería creer realmente en el amor, pero demasiado realista para aceptarlo.

    —Muchas gracias, Hel —dijo John sin levantar la cabeza de su laptop, pero con una sonrisa juguetona en su cara. Yo asentí intentando imitar la suya y me fui. Iba a ser un día largo...bastante largo y diferente.

    John Kavanock...

    John Kavanock...

    John Kavanock.

    John Kavanock

    Aún es mañana, no es lo suficientemente tarde para pedir el almuerzo, ni lo suficientemente temprano para el desayuno. Pero es el horario en el que acostumbro a investigar y responder correos desde hace algunos meses. La hermosa chica tímida viene a mí como todas las mañanas, está completamente sonrojada...como siempre. Podría haberme cambiado de mesa para no seguirla incomodando, pero noté que casi todos los empleados hablaban con sus clientes. No quería eso, no necesitaba hablar mucho en estos momentos. Y ella no estaba interesada en hablar conmigo, me agradaba y justo ahora era lo que necesitaba. Observar, no hablar.

    Ella no notaba lo hermosa que era y de eso estaba seguro. Mi amada Laura tampoco lo notaba y solía encorvarse justo como ella. Ambas eran de esa belleza catalogada como rara, nada de estereotipos sin duda, pero con algo que no dejabas de mirarlas. Mi cerebro hacía que comparara a todas con mi amada Laura, pero era completamente masoquista y malvado conmigo mismo, porque después de todo eran muy diferentes; la chica ante mí era baja, de un gran cabello rizado y rubio. Llamaba la atención a distancia y me atrevería a decir que tenía unos ojos verdes bastante profundos. Lo sabría mejor si me fijara más en ella.

    Hoy fue un día diferente, no estaba consumado en mi amargura y hasta le pedí a la chica...bueno, a Helen, que me llamara por mi nombre. Después de todo era la única persona con la que tenía contacto, sin contar a mi viejo tío y Gertrudis. Todos creyeron que mandarme de vacaciones a unas playas hermosas cambiarían el hecho de que perdí a mi esposa hace dos años. Demasiado joven, solía escuchar en los pasillos del trabajo, eran esos mismos hombres que se quejaban de sus esposas todos los días, los que sentían pena por perder la mía. Entonces quizá me empecé a preguntar si el amor y odio podían existir en una misma persona.

    Después de la muerte de Laura, mi mundo se desmoronó. Fue como ver tu propia vida pasar frente a tus ojos y no poder hacer absolutamente nada. Mis reportes en el trabajo eran bastante malos, y no había nada para mejorarlos. Mi madre venía siempre de visita con su hermoso pastel de papa, mientras que mi padre intentaba hacerme pescar. Todos trataron de ayudarme, pero después de un tiempo se cansaron. Las personas siempre quieren consolar a alguien, pero no demasiado tiempo...porque luego se convierte en estorbo. Yo pasé a ser un estorbo para casi todos, evitaban mi mirada para no tener que ayudar, y por los pasillos los comentarios eran peores. Fue hace tiempo, debería superarlo, creo que ese era el más común y doloroso.

    —¿Desea otra cosa señor? —Helen me sacó de mis pensamientos. Nunca preguntaba dos veces, pero supongo que el decirle que me llamara por mi nombre le abrió la puerta para seguir siendo amable. Esta vez la miraría bien, no por un interés en especial...sino porque llevaba demasiado tiempo sin ver a alguien realmente—Casi es la hora del almuerzo —Eso explicaba por qué había venido nuevamente.

    —El plato de la casa estaría genial —dije mirándola a los ojos y concentrándome en los detalles seriamente. Su cara de asombro me tomó por sorpresa y supe que jamás la habían mirado así, por lo que bajé mi mirada algo avergonzado. Ella simplemente asintió y se retiró. Pude observar cómo a lo lejos un chico sonreía. Era otro mesero, pero no quería darle mi atención por ahora a Ángelo.

    Esta vez me atreví a mirarla mejor, sus labios eran gruesos y fuertes. Sus dientes estaban ligeramente separados, haciendo que su cara llena de pecas resaltase muchísimo más. Tenía caderas anchas, la chica no era nada de revista, pero tenía ese algo especial, como mi querida Laura. Me obligué a cambiar de pensamientos, justo como casi todos los días, y me concentré en mi laptop. Hoy también le volvería a escribir y como siempre...respondería de noche. Lo cual no me molestaba, la cafetería tenía vista a la playa y eso era maravilloso. Me preguntaba siempre cómo sería su vida y hoy quería saber cosas más personales.

    Para: Dear Love

    De John Kavanock: Hola, sí. Soy yo nuevamente. Intenté lo que me escribiste, ser amable y todas esas cosas. Se siente agradable... Créelo o no, yo ya era bastante amable. Solo pienso que hay que serlo con quienes lo son con nosotros y no con todos. Cuéntame cómo es que llegaste a ser Dear Love, ya sé que no quieres dar ninguna entrevista y lo respeto. Quisiera persuadirte de ese pensamiento y permitirte explicarte todos los beneficios que traería que salieras al mundo. Concédeme unos minutos de tu tiempo y prometo que no revelaré al mundo quién eres sin tu consentimiento.

    Para: John Kavanock

    De Dear Love: Estimado John, me alegra mucho que intentaras mis consejos. Es un verdadero honor viniendo de alguien que seguramente conoce lo suficiente al mundo y a las personas. Creo que el ser amable debería formar parte de nuestra esencia, pero qué te puedo decir. No todos somos iguales, quizá con tu amabilidad le alegraste la mañana a alguien. ¿Entrevista? Querido John, ¿no te has puesto a pensar en la posibilidad de que ya me conoces? Soy la persona que

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1