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Noches tapatías: Historia de la vida cabaretera de Guadalajara, 1940-1987
Noches tapatías: Historia de la vida cabaretera de Guadalajara, 1940-1987
Noches tapatías: Historia de la vida cabaretera de Guadalajara, 1940-1987
Libro electrónico346 páginas3 horas

Noches tapatías: Historia de la vida cabaretera de Guadalajara, 1940-1987

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Poco queda de la vida cabaretera en Guadalajara que durante décadas fue parte central del entretenimiento tapatío. Sin embargo, su existencia forma parte de un proceso sociocultural trascendente en las ciudades mexicanas, que a la par de los escenarios y pistas de baile, vieron reflejada la vida del cabaret en el cine mexicano entre 1940 y 1980.
Este libro permite observar la vida cabaretera tapatía de una perspectiva histórica pero también con un firme interés en relacionarla con su contexto: favorecida por el crecimiento dela ciudad, fomentada por los medios de comunicación masiva y desgastada por la llegada de nuevas tendencias y modas en las maneras de divertirse en las urbes del país.
Ante los estereotipos y creencias sobre la vida del cabaret en Guadalajara, este libro contrapone testimonios, publicidades, cine y documentos para ofrecer una historia de una forma importante de entretenimiento durante el siglo XX.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento2 may 2022
ISBN9786075711812
Noches tapatías: Historia de la vida cabaretera de Guadalajara, 1940-1987

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    Noches tapatías - José Guillermo Celis Romero

    Noches Tapatías

    Historia de la vida cabaretera de Guadalajara, 1940-1987

    Se terminó de editar en junio de 2021

    en las oficinas de la Editorial Universidad de Guadalajara,

    José Bonifacio Andrada 2679, Lomas de Guevara

    44657 Guadalajara, Jalisco.

    Consejo editorial: Mtra. Yamile F. Arrieta Rodríguez

    Cuidado del texto: Luis Carlos Hernández Cuevas

    Diseño cubierta: Alejandra Aguiñaga

    Diagramación: Ana Carolina Cabrera Almeida

    Imagen de cubierta: Cabaret

    Entre luces y lentejuelas brillan las noches tapatías

    Pensar en la gran ciudad de Guadalajara trae a la mente la imagen donde grandes y pequeños edificios dan paso a las actividades cotidianas del comercio, administración, educación, cultura y, por supuesto, de esparcimiento; pensamos también en el ir y venir de aquellas personas que de algún modo participan en la dinámica laboral y de atracción que esta gran urbe impone, pero también llegan a nuestro pensamiento Las noches tapatías en el centro de la ciudad como un punto de encuentro para la convivencia, el esparcimiento y la distracción emocional.

    1940 marcó el inicio de un nuevo proceso en la historia de México, la modernidad llegaba al país y las principales ciudades experimentaban un crecimiento industrial que abría las puertas del empleo, mientras el campo arrojaba un considerable número de campesinos a las ciudades buscando la subsistencia familiar, lo que generó un aumento demográfico en estos espacios, siendo las zonas populares las de mayor impacto.

    La construcción de nuevos barrios, fraccionamientos y colonias se acompañaron de grandes avenidas que dieron paso al uso habitual del automóvil y la incorporación de nuevas costumbres entre los tapatíos, tales como frecuentar espacios para la diversión y distracción cotidiana, especialmente aquellos donde se ofrecían bebidas alcohólicas, música y espectáculos, como fue el caso del cabaret que empezó a ganar clientes y pronto ofreció, además, empleos a los lugareños y subempleos a los recién llegados a la capital tapatía.

    Considero un honor el prologar esta obra pues representa mi reconocimiento a la labor que este trabajo contiene, a las horas de investigación, discusión y reflexión que se generaron alrededor de un tema que al inicio parecía no muy prometedor, sin embargo la curiosidad e interés por construirlo fue abriendo las vías de búsqueda documental hasta que la información empezó a llegar y la idea tomó forma. Fue así que se construyó el escenario histórico del cabaret donde el danzón, la rumba y el mambo, acompañados de una interpretación sociocultural, abrieron las puertas a las luces y lentejuelas que de noche hacían brillar a la ciudad de Las Rosas.

    Licenciado en Historia y Maestro en Comunicación por la Universidad de Guadalajara, José Guillermo Celis Romero ha desarrollado las líneas de investigación en Historia cultural, Culturas populares, Industrias culturales y del entretenimiento, así como un toque de Historia conceptual, las cuales le han brindado las herramientas necesarias para emprender el análisis de las fuentes consultadas y la reconstrucción de procesos socioculturales y de cultura popular como el que ahora nos presenta.

    Son varios años los que han transcurrido desde que el trabajo original, que da pie al presente texto, fue defendido por José Guillermo como tesis de Licenciatura en el área de Historia en la Universidad de Guadalajara. Ahora, después de haber sido revisado y actualizado durante este tiempo de pandemia, nos comparte una interesante y renovada historia sobre la vida de los cabarets en Guadalajara.

    Nuestro autor, movido por la curiosidad y un cuestionamiento personal por entender qué es lo que hace del centro de Guadalajara un punto de atracción para muchas personas, pero sobre todo por conocer cómo es la vida en aquellos lugares de esparcimiento donde se dan cita jóvenes, adultos, trabajadores y vecinos frecuentes; es aquí donde encuentra una vía para emprender esta investigación y adentrarse a la Historia de la vida cabaretera en Guadalajara.

    La obra que el lector tiene en sus manos representa un importante aporte a los estudios que abordan la vida de los cabarets como un lugar de esparcimiento social, pues el interés por escribir sobre estos y otros lugares de diversión o relajación que tienen como objetivo brindar un espacio para el desahogo del estrés laboral o simplemente de la cotidianidad, ha sido trabajado por varios autores, entre los cuales destaco a Víctor Manuel Ramos Willchis y Armando Jiménez quienes de modo descriptivo dan testimonio no solo de la existencia y ubicación de cabarets y centros nocturnos, sino de todo aquello que acontece en su interior. Es entre estos estudios que Noches tapatías de Celis Romero cobra relevancia al presentarnos un estudio detallado sobre la construcción socio-cultural de los cabarets de Guadalajara, y desde la cultura popular encuentra también que estos lugares fueron espacios de gozo y desahogo donde se generaban diversas prácticas, códigos y entendidos entre quienes los frecuentaban.

    El eje que guía el trabajo es el Cabaret acompañado de quienes bajo las tenues luces de Guadalajara hacían de estos espacios una atracción visual y auditiva, y nuestro autor lo presenta en cinco capítulos y bajo tres momentos; primero, explicando el crecimiento urbano de Guadalajara y la llegada de nuevos pobladores provenientes del campo; la apertura de nuevas formas de esparcimiento y diversión como cantinas, salones y cabarets, así como el crecimiento de espacios de vicio, crimen y prostitución en el centro tapatío; segundo, la vida cabaretera, la reglamentación de los negocios, la publicidad de los cabarets en la prensa y la antesala a la época cabaretera; las prácticas y representaciones del cabaret tapatío, el cine de rumberas y la vida del cabaret, auge y popularidad entre los grupos sociales, la música y el espectáculo entre el exotismo y el regionalismo ranchero, y la llegada de las ficheras; tercero, decadencia de la vida cabaretera, la creación de una nueva representación del cabaret a través del cine de ficheras, los teatros de ANDA y Blanquita como semilleros del cabaret y la llegada de la vedette, la regulación de las normas y la transformación del centro de Guadalajara, los ejes que desarticularon la actividad cabaretera popular, y el momento en que las luces de Nueva York se apagan ante la apertura de los table dance, clubes nocturnos y discothèques.

    El texto va acompañado de una cartografía en la cual se localizaron los cabarets, a fin de dar cuenta de su número y distribución, lo que significó un gran trabajo de archivo y de campo para su ubicación física; interesantes fotografías de artistas del momento y la correspondiente publicidad nos hablan y visualizan estos espacios de diversión; contiene un anexo donde se relacionan los diversos cabarets y lugares de entretenimiento en Guadalajara, siendo estos los que las fuentes escritas proporcionaron durante los años de 1940-1987, y una interesante serie de fotografías pertenecientes a la Colección particular de Barú bailarín y coreógrafo.

    Entre Historia e historias Celis Romero logra dar una visión completa de la diversidad de lugares de esparcimiento existentes en el centro de Guadalajara y sus alrededores, especialmente de aquellos donde la bebida, el baile y el espectáculo cobran sentido para un importante número de visitantes; así, las quejas de los vecinos por el ruido y escándalos de la madrugada, las faltas a la moral, la nota roja de los periódicos, los reglamentos gubernamentales para regular las actividades de estos centros de distracción y la publicidad, entre otros, fueron señalando al cabaret como un espacio sociocultural y mediático, pues allí tanto los artistas como los espectáculos cobraron fama y trascendieron en la radio, cine y televisión.

    Las fuentes que dan sustento a la investigación se localizaron en varios repositorios como el Archivo Municipal de Guadalajara del cual se consultaron licencias, clausuras, quejas, solicitudes, informes de inspección, reglamentos de negocios destinados al esparcimiento; el Archivo Histórico del Estado de Jalisco y el Archivo del Congreso del Estado de Jalisco, en cuyos acervos se revisaron leyes y reglamentos; la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco y su hemeroteca que permitió la consulta de los diarios El Occidental y El Sol de Guadalajara, la Hemeroteca digital de El Informador que en conjunto con los otros diarios aportaron los anuncios publicitarios de cabarets y otros lugares de espectáculo, así como la nota policiaca y vecinal; de gran valor están las entrevistas a Adolfo Torres Barú y Mickey el Italiano participes directos de la vida cabaretera en Guadalajara; en la filmografía fueron esenciales la cintas de época como Aventurera, Salón México, La reina del tópico, Bellas de noche, entre otras.

    Sin duda, el presente libro está lleno de emociones, frustraciones y experiencias teóricas, historiográficas y de trabajo de campo, pues la investigación fue marcando su propio ritmo, en ocasiones a paso de danzón y, en otras, bajo el sonido e intensidad del mambo o la rumba; y a pesar de que fue un trabajo muy accidentado de archivo, bibliotecas, hemeroteca y entrevistas, a decir del autor, el ritmo y la experiencia obtenido dan el resultado que ahora tenemos en las manos.

    Finalmente, me uno al danzón por las ausencias para decir que el escenario y la pista de baile están abiertos para iniciar un nuevo danzón con las vías de investigación que nuestro autor ha dejado en este excelente trabajo sobre la vida, auge y decadencia de los cabarets en Guadalajara, por tanto, cabe decir que Las Noches tapatías no terminan y siguen brillando.

    Rosa Alicia de la Torre Ruiz

    Universidad de Guadalajara

    Guadalajara, Jalisco, primavera de 2021.

    Introducción

    Salir a divertirse por las noches en Guadalajara es una experiencia particular. Una ciudad como ésta cuenta con una oferta de entretenimiento muy amplia y que responde a una variedad igual de diversa de gustos y presupuestos. Para algunos, ir a un restaurante, un cine, un café o a una discoteca (antros como se les conoce), suele ser una posibilidad de fin de semana o de noches de escape entre los días hábiles. Para otros, entre los que me cuento, asistir a un bar o, mejor aún, una cantina en la zona centro de la ciudad es una posibilidad de diversión que recupera una historia peculiar en la que significados, símbolos, estereotipos y actividades ocurridas en el pasado cobran sentido entre los muros de un establecimiento de varias décadas, decorado con una bicicleta muy antigua, un piano, una barra de madera y con la charla sobrepuesta de tantas mesas que el murmullo del local se torna un ruido característico. En ese caos interno, en el que se mezclan el aroma de los licores, de los baños con tuberías muy viejas, de sudores de trabajadores recién salidos de la jornada, la música en vivo, el ebrio cantante a todo pulmón y las risas de los presentes, este libro cobra sentido a un nivel muy personal de curiosidades insatisfechas, que requirieron la elaboración de una investigación. ¿Por qué son las cantinas, centros nocturnos y bares del centro de Guadalajara cómo son? ¿Qué historia hay detrás de los espacios añejos del primer cuadro o de una zona central ampliada de la ciudad?

    El texto que aquí comienza nace de un ejercicio reflexivo en las fronteras de campos académicos no necesariamente delimitados de manera muy clara. Formalmente, la primera etapa de la investigación que desemboca en estas páginas fue una tesis para obtener el grado de licenciado en Historia en 2014, con un trabajo muy accidentado de archivo, hemeroteca y entrevistas que tomó varios años para concluir. Sin embargo, a varios años de distancia y con un posgrado de por medio, este libro resulta de una revisión del trabajo entregado en aquel año con reflexiones maduradas y llevadas por otros caminos, que la pandemia por covid-19 permitió poner a caminar ante el encierro y el temor de contagiarse de una enfermedad que detuvo gran parte de la vida mundial.

    Con los pies firmes en la Historia, oteando hacia los dominios de la Comunicación y constantemente buscando respuestas a preguntas inciertas en la Etnografía, la Sociología y otras parcelas del conocimiento social y humano, lo que subyace en las páginas siguientes se puede resumir en que este libro es una investigación sobre cultura popular reflejada en un caso particular de entretenimiento, diversión y vida nocturna en una de las tantas ciudades del mundo occidental.

    Guadalajara, a lo largo del siglo XX y aún en la actualidad, es una de las ciudades de mayor relevancia política y económica de México, así como un enclave con una larga historia que se remonta a tiempos coloniales. Esta ciudad es capital de un estado, Jalisco, entre cuyos elementos de identidad se cuentan asuntos que van de la mano de la mexicanidad que cotidianamente se percibe dentro y fuera del país, como el mariachi, la charrería y el tequila. La capital jalisciense también ha sido escenario de una historia particular en torno a las formas de esparcimiento de sus habitantes, configurando una oferta de entretenimiento sui generis.

    Los centros de diversión nocturna, bares, antros, discotecas, cantinas, restaurantes, cafés, foros y teatros populares se han mantenido vigentes en una ciudad que carga con el estereotipo de ser una urbe religiosa y conservadora. En casi todas las colonias, barrios y zonas habitacionales de la Zona Metropolitana de Guadalajara podemos encontrar hoy día establecimientos en los que se puede acceder a las diversas opciones para entretenimiento, desde lugares de espectáculos, cines, restaurantes, cafés, hasta centros nocturnos que ofrecen consumo de bebidas alcohólicas. Lo anterior ha causado que las autoridades regulen e intenten mantener dentro de un margen de buena estas actividades, tarea que ha correspondido tanto al municipio como al Estado de Jalisco en tanto entidades administrativas.

    La necesidad de regular la vida nocturna es un indicio de la importancia que a nivel social tiene la existencia de la vida nocturna. Permitir su existencia, pero bajo criterios específicos y con normas concretas, evidencia que su funcionamiento es un ámbito importante a considerar por los gobiernos, pues las prácticas de diversión en horario nocturno no se ven nada más como meras diversiones fuera de las horas de trabajo.

    Aunque las leyes y reglamentos que se han creado para los giros nocturnos instituyen líneas concretas para la operación de establecimientos —tales como horarios, servicios permitidos, capacidad máxima y cuotas a cubrir en impuestos— hay asuntos que escapan a los lineamientos institucionales, que no pueden regular con facilidad y que se reflejan en las prácticas de las personas que asisten a divertirse, a laborar o a ofrecer servicios de entretenimiento que no necesariamente consideran estas regulaciones.

    Asistir a alguno de los cafés, bares o cantinas de esta ciudad es una experiencia llena de elementos simbólicos, que de acuerdo a contextos socioeconómicos diferenciados y normas no escritas, se expresan en el comportamiento de sus consumidores, sus empleados y sus relaciones con las autoridades, mostrando las diversas maneras de divertirse desde quienes participan de la vida nocturna. En este sentido, la vida nocturna es uno de los tantos espejos donde en que se refleja el universo cultural de la ciudad, en el cual símbolos y significados circulan y se manifiestan en prácticas de diversión que definen muchas formas de vivir las noches de una urbe.

    En el catálogo variado de entretenimiento de la ciudad de Guadalajara, intentando buscar respuestas a una pregunta que aún no tenía muy clara para elaborar una tesis, me encontré con un establecimiento que cautivó mi atención, en primer lugar, por las constantes quejas que los vecinos de la ciudad de Guadalajara emitieron al Ayuntamiento durante la primera mitad del siglo XX en las que constantemente figuraban a la música, el ruido provocado por las dieceras (máquinas musicales que operaban con monedas de diez centavos), la presencia de mujeres, la existencia de ficheras, los ebrios y el consumo de bebidas alcohólicas en su interior a altas horas de la noche. Los cabarets de la ciudad, muchas veces llamados piqueras, cantinas o simplemente antros, se revelaron ante mí en los discursos de los tapatíos que los consideraban como sitios negativos para la vida de la ciudad.

    En las quejas hallé un vínculo entre lo que se mencionaba de algunos lugares y su localización en el mapa de la ciudad, pues cotidianamente se hablaba de los espacios ubicados del otro lado de la calzada [Independencia], aludiendo a la creencia popular tapatía de que los sitios para la prostitución y el vicio son la regla en esa demarcación, como si fuese una zona específica para actividades relacionadas a esto.

    De acuerdo con las reglamentaciones disponibles, en Guadalajara los cabarets eran espacios con permiso para expender bebidas alcohólicas y alimentos, con pista de baile y la posibilidad de tener música en vivo. A pesar de que las reglas establecieron límites en el discurso oficial, en la praxis los límites entre giros fueron muy difusos, y los parámetros con los que las autoridades definieron a cada tipo de establecimiento se traslaparon en la cotidianidad de sus funciones.

    Entre cantinas, cabarets, tendajones, restaurantes y demás tipologías vigentes para la época, se compartían características y experiencias a pesar de que en los reglamentos cada sitio tenía funciones distintas. En la práctica, particularizar en cada uno de ellos se torna difuso por las historias, representaciones y estereotipos que se configuraron en torno a lo que sucedió dentro de ellos.

    Por encima de su definición reglamentaria, los cabarets eran más reconocidos como espacios para el baile, la fiesta, diversión, espectáculo, consumo y especialmente por la presencia de las llamadas ficheras. La práctica de diferentes actividades en el interior de cabarets tapatíos quedó retratada dentro de quejas vecinales, así como en lo que se podía observar en medios de comunicación, como la publicidad de centros nocturnos en la prensa impresa y en la cinematografía, que desde la década de 1940 hasta aproximadamente 1980 conformaron una idea del cabaret distinta a lo que las autoridades hubiesen querido tener.

    El cabaret, como espacio y como una práctica de diversión, se nutrió durante el siglo XX de elementos socioculturales de la ciudad y del entorno mediático en el que se desarrolló, pues su crecimiento sucedió a la par del desarrollo de las industrias del entretenimiento en el país. Los artistas y espectáculos que cobraron fama y relevancia en radio, televisión y cine encontraron en la vida cabaretera una espacio que diera eco a sus trayectorias artísticas hacia todos los sectores sociales mexicanos y tapatíos, insertando al cabaret como un lugar de relevancia para la cultura popular en un entorno comunicativo cada vez más amplio y masivo.

    La noche

    La vida nocturna pareciera un lapso de la cotidianidad que ofrece pocas posibilidades para el desarrollo de actividades dignas de ser contadas desde el ámbito académico. La oscuridad nocturna es el contexto en que pueden suceder sobresaltos como las actividades delictivas, pero también ha sido marco de acontecimientos de gran relevancia para la historia occidental y nacional. Actos acaecidos durante las horas nocturnas, como la Nochebuena católica o el grito de Dolores en México, son parte de las cosas extraordinarias que pueden suceder por las noches, pero ello no instala la idea de que la noche sea para otra cosa que descansar o recuperar las energías para las jornadas siguientes.

    Los grupos humanos hemos configurado alrededor de la noche un escenario de prácticas sociales que se ha mantenido suficientemente nutrido de participantes, lo cual le ha permitido consolidarse y crecer dentro de los diversos espacios de existencia humana, desde los poblados más pequeños hasta las urbes más cosmopolitas. Después del crepúsculo, hoy día existe un sector productivo que mantiene viva la economía de localidades concretas, fuera del alcance de la luz del sol, y que en algunos lugares llega a tener fama de talla mundial.

    A pesar de ser juzgados con dureza, las sociedades modernas han sido permisivas con la existencia de establecimientos de diversión nocturna. Muestra de ello es la proliferación de tabernas, cantinas, bares, antros y demás formas de centros nocturnos en los cuales los habitantes de una población acuden a desfogar tensiones de la vida diurna, de las jornadas laborales y dinámicas domésticas cotidianas, abriendo un nuevo espacio de vida social.

    Este libro pretende exponer el caso de una experiencia concreta de vida nocturna, que en México resulta significativo tanto por su vitalidad mantenida desde hace varias décadas como por la relevancia que tuvo en el ámbito cultural y artístico; a su vez, la vida nocturna narrada en este libro se contrapone a una imagen estereotipada de la ciudad de Guadalajara, una ciudad retratada como religiosa,

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