Teotihuacán bajo asedio
Además del lado bello de la historia que cuenta cómo los mexicas ya visitaban y rendían culto a los vestigios de lo que fue una inmensa y cosmopolita ciudad en su época (entre el año 200 y el 750 de nuestra era), la antigua Teotihuacán suma también relatos de destrucción, uso y abuso comercial y turístico, crecimiento urbano y acecho de los llamados “desarrolladores inmobiliarios”.
El último asalto de “la larga noche teotihuacana” (bautizada así por el reportero de Proceso, Roberto Ponce, cuando en el sexenio salinista quiso levantarse a la entrada de la magnífica urbe un centro comercial) es cuando en medio de la pandemia se iniciaron trabajos con maquinaria pesada en Oztoyahualco, ubicada en el perímetro B, para edificar un parque de diversiones.
En el ínterin, se atentó con la construcción de una Bodega Aurrerá de la cadena Walmart y se taladró en el gobierno de Peña Nieto la pirámide del Sol para montar el show de luz y sonido Resplandor Teotihuacano (ver recuadro).
Ubicada en el Estado de México, la Zona Arqueológica de Teotihuacán fue la primera que se abrió a la visita en la historia del país. En 2019 recibió 2 millones 602 mil 643 personas, según datos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Sin duda, es la joya de la corona. Fue ahí donde la leyenda situó a Quetzalcóatl transformado en hormiga para robar a los dioses el maíz que
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