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Historias Jamas Contadas: Cuentos para Adultos
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Libro electrónico88 páginas1 hora

Historias Jamas Contadas: Cuentos para Adultos

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Jarulo es un pibe que nació y vive en la zona rural de un pueblo, estudia, trabaja y canta. Pero….
Las historias de Ben, tanto te pueden hacer pensar, comentar y reír como maldecir.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento16 feb 2022
ISBN9789878723655
Historias Jamas Contadas: Cuentos para Adultos

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    Historias Jamas Contadas - Edu De Azebedo Borja

    Jarulo

    Esta historia, de ser verdadera, podría haber ocurrido por los años 90, en cualquiera de los pueblos que se pueden encontrar a lo largo y ancho de una provincia o estado de cualquier país; pero esta historia está ambientada en Argentina

    Un pueblo en pleno desarrollo, con la posibilidad de ser ciudad; con más de cien años desde su creación, dividido en norte y sur por las vías del tren, que en otros tiempos era el único medio masivo de transporte y carga.

    Dicha plaza, cuenta con la mayoría de los servicios que necesita una población: Hospital; Bancos; Escuelas Públicas; Iglesias y Templos; comercios etc.

    Y por cierto la población rural, la que desarrolla su actividad y vive en el campo; también los que son propietarios de campos y viven en el pueblo.

    Una de las familias, que vivieron y desarrollaron su actividad en la zona rural fueron los Sansero.

    El menor de sus hijos, es el protagonista de esta historia.

    Puedo decir sin temor a equivocarme que fui uno de los pocos que conocía el nombre real de este personaje, sus amigos, familiares y conocidos lo llamaban por su apodo Jarulo.

    Tanto es así, que lo mismo hicieron en la escuela primaria sus maestras y lo hicieron sus profesores en la escuela secundaria; hasta que un día todo cambió.

    ¿Por qué? Ahora te cuento.

    Su nombre es Aylana fue un capricho de su padre, después de tres hijos varones ansiaba fervorosamente, que este cuarto embarazo de su esposa Fabrizia (que sería el último, así lo había indicado el médico, en razón de que ella sufrió lo que es denominado preclampsia posparto) le diera la hija que tanto esperaba, tenía el nombre decido desde varios años atrás, quería ser padre de una niña, para que llevara el mismo nombre su madre; Ana Lia a quien tanto amó.

    En contra de su ferviente deseo, de este cuarto embarazo, nació otro Macho dijo la partera

    Es así que cuando fue a anotar este nuevo hijo, después de meditarlo una semana; decidió por su cuenta, sin consultar a su esposa; darle por nombre Ailana, que leído de atrás hacia adelante es Ana Lia.

    Al preguntarle el empleado del Registro Civil si Ailana era con i latina o griega, Gualberto Sansero, hombre poco leído y bastante sorprendido, respondió.

    Con griega doctor.

    Así fue, que Aylana se agregaba como el cuarto hijo varón a la familia Sansero.

    Su vida fue la normal de un niño, residente en una zona rural.

    Su inicio en los denominados ·Jardín de Infantes". Luego la Escuela Primaria, los mismos compañeros, más afinidad con algunos que se transforman en amistad.

    La Escuela Secundaria, los reúne nuevamente.

    Nuestro protagonista, tiene ya una decidida inclinación por la música, compañeras, compañeros y profesores le reconocen una muy linda y expresiva voz que lo convierte en integrante del coro.

    Pasan los días, semana tras semana, pasan los meses y obviamente, pasan los años

    Jarulo está próximo a cumplir sus 16 años.

    Se había desarrollado normalmente, un cuerpo armonizado, delgado, alto, un rostro agradable de ojos claros, simpático, delicado en el trato, encantador en opinión de sus compañeras de colegio.

    Aquella diáfana mañana de verano se despertó como tantas otras, se higienizó, ya vestido, salió de la casa habitación, hacia el patio…

    Patio. Una forma de decir; todo lo que había fuera de la casa era patio.

    No vivía en una ciudad o un pueblo, su casa estaba en medio del campo, en la zona rural; todo lo que rodeaba la casa era patio, inmenso patio, delimitado por cinco líneas de árboles la mayoría frutales en los cuatro espacios cardinales.

    Más allá estaban el molino, el tanque australiano, un poco más lejos el gallinero.

    Varios galpones; en uno de ellos se guardaban, máquinas agrícolas, tractor, cosechadora, herramientas; en otro enseres de montar y el sulky; cerca de este dos corrales.

    El aire tenia aroma de petricor, respiró hondo, una extraña sensación recorrió su cuerpo; por la noche había llovido, esquivó los charcos de agua y fue ver como estaba moca su perra de raza Dálmata ý sus seis cachorros; esta se alegró con su presencia, movía lentamente la cola mientras los cachorros prendidos a sus mamas se alimentaban, se los veía rozagantes, el pelo brillante, los ojos abiertos, están creciendo bien pensó, acaricio a su mascota en la cabeza mientras le decía cuida bien tus hijos.

    Se incorporó y dirigió sus pasos hacia la casa, al ingresar, su madre Fabrizia le advierte, ve a lavarte las manos que has estado con los perros, el desayuno está listo.

    Una gran taza humeante de yerbeado cocido en leche acompañado de rodajas de pan casero untados con manteca, lo dejaron satisfecho.

    Jaru. Necesito que vayas hasta el pueblo, hay cosas que se necesitan imperiosamente, hay que hacer las compras hoy.

    Pero mamá, usted sabe que no me gusta montar, no le tengo confianza a los caballos, se les da por correr como locos y con el barro de la lluvia pueden pegar una patinada y me hacen volar por el cogote y puedo terminar con una quebradura o algo peor.

    No tienes que montar ningún caballo hijo mío; tienes que traer mercaderías, así que tendrás que ir en el sulky, como lo haces con tus hermanos todos los días cuando es tiempo de clases, si vas a al colegio, bien puedes ir a hacer las compras; ellos ya tienen asignadas sus tareas; le indiqué a don Crisóstomo que te lo prepare con la yegua vieja, que es mansita y dócil, así que no hay excusas, ya hice una lista de donde tienes que ir y lo que tienes que traer.

    Como no había nada que pudiera hacer cambiar de idea a su madre, se despidió con un beso y un hasta luego.

    Mientras se dirigía al corral donde Crisóstomo lo esperaba, fue leyendo las indicaciones de su madre:

    Ir a doña Clara, la modista, a retirar un vestido y entregarle un sobre con dinero. Esto

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