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Biblioteca de la periferia: Leyendo desde la banqueta, #1
Biblioteca de la periferia: Leyendo desde la banqueta, #1
Biblioteca de la periferia: Leyendo desde la banqueta, #1
Libro electrónico393 páginas5 horas

Biblioteca de la periferia: Leyendo desde la banqueta, #1

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El nombre de "Biblioteca de la Periferia" contribuye a ese proceso de generar una epistemología más abierta, que reconozca que es importante "ir a consultar" allá donde no se le suele escuchar, no se quiere ver, no se antoja sentir. Cuando se presta oídos, cuando se atiende a esos escenarios muchas veces invisibilizados o cosificados como si fueran meros entes pasivos, es cuando se puede lograr un ejercicio fuerte de desaprender muchos saberes que nos han dañado; prejuicios, estigmas, posicionamientos agresivos hacia "aquellos" como si fueran una total alteridad a nosotros, y donde se descargan todos los males de la sociedad. Pero si se le reconoce como otra fuente de saber, como un sujeto que tiene algo que decir, que tiene ejemplos que aplaudir, que genera también grandes personas, entonces se convierte en una auténtica Biblioteca, un espacio de saber, un escenario de aprendizaje, un testimonio de crecimiento. Eso quiere decir la "Biblioteca de la periferia".

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento25 ene 2022
ISBN9798201870041
Biblioteca de la periferia: Leyendo desde la banqueta, #1

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    Biblioteca de la periferia - Juan Carlos Quirarte Méndez

    Imagen en blanco y negro de un grupo de hombres jugando frisbee Descripción generada automáticamente con confianza media

    Lo recaudado por la venta de este libro nos permite seguir apoyando causas y proyectos periféricos.

    Contacto: contacto@opdi.mx

    Agradecimientos:

    ––––––––

    A tantas personas de la periferia, en especial los jóvenes, que me permitieron interactuar en sus vidas y buscar juntos soluciones para un mundo mejor.

    A mi familia, padres y hermanos, que desde la periferia vimos y actuamos en el mundo, contribuyendo a tratar de mejorarlo y nosotros en él.

    A mi familia salesiana que me ha permitido rodar y servir de esta manera, en el terreno social y con un fuerte sentido comunitario.

    A tantos amigos, colegas y ejemplos de seres humanos que han sido mi principal inspiración al poder ser testigo de sus esfuerzos y grandes proezas cotidianas.

    Al Heraldo de Juárez (antes El mexicano) y sus lectores, en especial aquellos que también empatizan con esa mirada desde la exclusión y la marginación como germen de nuevas epistemologías y acciones desde la rica diversidad.

    ––––––––

    Sea este libro un homenaje a sus vidas.

    ––––––––

    Juan Carlos Quirarte Méndez

    INTRODUCCIÓN

    La movilidad fue una característica notable durante el tiempo en que se compila el material aquí presentado. El resultado: una Biblioteca de la Periferia pensada y redactada desde lo itinerante y la diversidad, desde los escenarios donde el compromiso social a favor de los que padecen condiciones de violencias y vulnerabilidades está acentuada. Donde la inspiración nunca faltó por estar compartiendo con mujeres y hombres altamente comprometidos con sus contextos, sus políticas y militancias, por educadores que entienden el arte de la pedagogía como un proceso liberador, por cruzarme con tantas y tantos que viven con coraje y pasión sus creencias, no sólo como una dosis de consolación sino sobre todo de compromiso y su fe se concretiza en obras. Una compilación favorecida por la oportunidad de ser testigo de tantos héroes y heroínas anónimas, que suelen pasar desapercibidos para los grandes medios de difusión, que no se comercializan, pero cuya entrega y aporte a sus comunidades provocan el seguir creyendo en la humanidad, el seguir encontrando motivos para tener esperanza, el sacar coraje para pensar que se pueden cambiar las cosas, que se puede pensar distinto, que también desde los márgenes se desarrollan teorías y ciencia, por hombres y mujeres de fe que dan sentido a nuestro actuar.

    Cambié de ciudad, cambié yo, cambió el nombre del periódico que me publicaba semanalmente, cambió el mundo tras el COVID-19, cambió mi modo de ver la vida. Tres años de publicaciones semanales casi ininterrumpidas, gracias a la cortés invitación que me hizo el periódico El mexicano de la familia Sol de México para tener una columna semanal en la sección de Análisis y de esta manera tener la posibilidad de compartir con los lectores en el jornal impreso y en digital mi pensamiento de lo social desde mi periferia.

    En este recorrido, que para mí fue mi primera experiencia como columnista y ahora como autor de un libro, pude redactar 140 artículos de opinión. De febrero de 2018 a febrero de 2021 se nutrió la Biblioteca de la Periferia con casi 150 ejemplares de reflexión social. Resulta interesante que coincidió la invitación con un periodo de mi historia personal bastante dado al cambio, a la movilidad de situaciones.

    En estos tres años me tocó la peculiaridad de cambiar mi residencia a cuatro sitios muy diversos:  de vivir en la periferia de Ciudad Juárez, Chihuahua; a vivir en una periferia de la ciudad de Roma, Italia. Después, teniendo mi sede en las orillas de León, Guanajuato y, por último, viviendo y trabajando desde la sede central de los salesianos en Guadalajara, Jalisco.

    Fue un tiempo muy especial porque tuve durante este periodo la oportunidad de participar en diversos foros y encuentros en el Continente americano, en Europa, África y el medio oriente. Mis roles y servicios igualmente cambiaron: fue mi último semestre como director en la obra salesiana de Ciudad Juárez, donde radiqué por siete años; pasando a mi nuevo servicio de director de la Oficina de Planificación y Desarrollo de la Inspectoría (Provincia) de México-norte con sede en Guadalajara (OPDI), cargo que aún sigue vigente. Y, por último -y siendo el único rol que ha permanecido durante este tiempo- el de la dirección de la Red América Social Salesiana, que articula las obras y servicios de los salesianos para jóvenes en riesgo en 22 naciones del continente americano.

    Decidí dejar el orden de los artículos por recorrido cronológico, lo cual podrá facilitar el seguimiento de un pensamiento en proceso de deconstrucción, de continuos ajustes y aprendizajes. De reflejar un acompañamiento de la reflexión sobre los tiempos que se viven y cómo se viven en escenarios tan diversos, pero a la vez tan próximos unos de otros.

    ¿Pero por qué de la Periferia? Este concepto es tan ambivalente, pues si bien suele preponderar un sentido peyorativo, también puede considerársele como un ángulo propositivo, el lado alternativo del eje dominante, no sólo contestatario sino rico en sí mismo por su diversidad y aporte desde otra perspectiva. Y el querer manifestar aquí que, desde la periferia, también se hacen grandes cosas fue una grata satisfacción.

    El nombre de Biblioteca de la Periferia viene precisamente a contribuir a ese proceso de generar una epistemología más abierta, que reconozca que es importante ir a consultar allá donde no se le suele escuchar, no se quiere ver, no se antoja sentir. Cuando se presta oídos, cuando se atiende a esos escenarios muchas veces invisibilizados o cosificados como si fueran meros entes pasivos, es cuando se puede lograr un ejercicio fuerte de desaprender muchos saberes que nos han dañado; prejuicios, estigmas, posicionamientos agresivos hacia aquellos como si fueran una total alteridad a nosotros, y donde se descargan todos los males de la sociedad. Pero si se le reconoce como otra fuente de saber, como un sujeto que tiene algo que decir, que tiene ejemplos que aplaudir, que genera también grandes personas, entonces se convierte en una auténtica Biblioteca, un espacio de saber, un escenario de aprendizaje, un testimonio de crecimiento. Eso quiere decir la Biblioteca de la periferia.

    Por último, un pequeño comentario con la metodología empleada para la redacción; intencionalmente no marqué nunca alguna línea de tópicos a seguir, tan sólo la perspectiva (desde la periferia) que me tocaba testimoniar, por lo que el proceso de redacción solía anticiparse sólo unos cuantos minutos, detenerse un poco a pensar en lo vivido en la semana y comenzar a teclear sin parar, sin cuidar el estilo. La idea era que la vivencia reciente llevara a la experiencia, que es ese proceso de perdurar lo efímero de los momentos (que también son irrepetibles) y entonces quedaba un texto, que tras una breve ojeada sobre posibles fallas ortográficas o de errores de tecleo, se enviaba al correo del periódico para su publicación. Y es que muchas veces es así la vida en la periferia, la agitación y la necesidad del grito emergente para atraer la atención, dando más relevancia al fondo que a las formas.

    Juan Carlos Quirarte Méndez

    ÍNDICE

    LA BIBLIOTECA DE LA PERIFERIA 2018

    Desde las periferias también se aprende

    Los Otros no son menos que Nosotros

    Llamados a la desobediencia

    La marginalidad

    El arte y compromiso de la interpretación

    Defendiendo la Intolerancia

    Los estigmas sobre la pobreza

    Sistema vertebral y sistema celular

    La Violencia Estructural

    Saber duele

    Hay derecho a descansar

    La necesidad y el deseo

    ¿Quién es vulnerable?

    La triada de violencias

    Mirar desde la perspectiva del otro

    El peligro de la identidad colectiva

    El fútbol desde la periferia

    La frontera vista desde esta orilla

    Las elecciones desde el poliedro

    Agresión vs Violencia

    La amistad rompe barreras del centro con la periferia

    El mote de malandro

    Las adicciones vistas desde el centro y desde la orilla

    Perdonar y exigir justicia

    Urbanismo vs Vida Urbana

    Interactuando en la marginalidad

    Si no es sí... es no

    La doble actitud del ser humano ante el mundo

    Lo que ha sido hecho por amor, produce amor

    Lo auténticamente importante de Saber

    Cuando la riqueza empobrece y la pobreza enriquece

    Aislamiento o Intimidad

    Entre la autoridad y el poder

    Cuando el discurso se come la praxis

    Sonríe, estás en casa

    El lado alternativo

    desde la orilla se aprende diferente

    Identidad o relevancia

    Se vale descansar

    Yo y mis circunstancias

    ¿Existen los feos?

    Mi actitud ante los otros, una rendición de cuentas

    La paradoja de los fuertes en zonas de vulnerabilidad

    BIBLIOTECA DE LA PERIFERIA 2019

    Lo que sigue tras barrer el confeti

    Optar por la fidelidad

    Cuando un problema afecta a casi todos

    Lo fascinante y lo temido de la juventud

    ¿la muerte es periferia?

    Tengo ganas de gritar

    El origen sobre el amigo

    El bien común desde la orilla

    La economía del don

    La fuerza de la costumbre

    La intervención en la periferia bajo la lupa del centro

    La periferia un tiempo fue centro y el centro será periferia

    No es cosa de cantidades sino de auténticas intenciones

    Inquilinos de una casa alquilada y compartida

    La periferia también es Sagrada

    Desde la periferia se ve diferente

    Es bueno descansar

    Cuando se busca dejar la periferia sin conocimiento

    La interdependencia... todos somos centro y periferia

    Ser un bandido de la periferia

    Lenguajes de centro y lenguajes de periferia

    El imperativo para ser desobedientes

    Las historias de periferia

    La opción por ser periferia

    Las conversaciones de periferia que realmente son de centro

    La pesadilla de exacerbar y absolutizar

    El lado periférico de las religiones y espiritualidades

    Cuando el grito marca el cambio

    El ser humano es una especie periférica

    Las redes de la periferia

    las violencias de las periferias

    las lenguas de la periferia

    La deuda a la periferia

    Temas periféricos

    La vida como compromiso

    La revolución de Dios anunciada por una mujer

    La sonrisa desde la periferia

    La medición de la violencia

    Religión y periferia

    El encuentro entre los diferentes

    Narrativas que mueven al centro

    La memoria periférica

    La religión de periferia a centro

    La muerte se hace periferia

    La navidad periférica

    La violencia económica

    BIBLIOTECA DE LA PERFIERIA 2020

    Las sociedades generadoras de historias inspiradoras

    Lo efímero y lo permanente

    No desistir, sí persistir

    Intentando mirar desde la perspectiva juvenil

    Los rostros más allá de los números

    La prevención terciaria

    Se vale de todo en este mundo

    La mujer no es periferia

    El conflicto con la ley

    Seguimos siendo periferia

    Ninguno es desgraciado

    En la periferia se cuecen las utopías

    Un espacio para aprender de nuevo todas las cosas

    El compromiso tras el saber

    Historia y periferia

    El desarrollo es periferia

    La belleza de ser diferentes

    Comunidades resilientes

    La reivindicación de los marginados

    La urgencia de educar a la diversidad

    El ritual de paso a la nueva normalidad

    Expresiones marginadas pero esenciales

    Valor y reconocimiento

    El mal no es exclusivo de las periferias

    Los gustos periféricos

    Lo contemplativo y lo periférico

    Lo mutable e inalterable en la periferia

    Los sicarios y la periferia

    Los nombres de periferia

    Los sentidos de periferia

    La muerte y la periferia

    Entre el arte y la periferia

    Los hijos del maíz... y la periferia

    Los saludos y la periferia

    Los vehículos y la periferia

    Del antojo al dominio

    Mirando al COVID desde la periferia

    Los castigos y la periferia

    Lo homogéneo y periferia

    ¿Y los afrodescendientes?

    Los enfoques de la periferia

    El campo y la periferia

    Asignaturas periféricas

    El consumo y la periferia

    Pobreza vs causas de la pobreza

    LA BIBLIOTECA DE LA PERIFERIA 2018

    Un letrero de color blanco Descripción generada automáticamente con confianza baja

    Desde las periferias también se aprende

    Nuestra sociedad nos ha venido presionando para considerar que el valor de la persona depende mucho del nivel de grado académico, o incluso de dónde se formó y se tituló en tal o cual cosa. Ciertamente es importante la preparación cualitativa y cuantitativa que ofrece el sistema escolarizado. Sin embargo, no es una garantía plena sobre la cuestión del saber. Una manera mejor de evaluar los saberes consiste en valorar no su cantidad o su calidad, sino el uso que hacemos de ellos.

    Saber, va más allá de lo que se ha aprendido. Saber es precisamente ese aprendizaje, pero también el uso que hacemos de esos conocimientos. Y en nuestra experiencia nos hemos topado con muchas personas que tal vez no han tenido oportunidad para estudiar en algún centro académico y, sin embargo, son altamente buenos en las aplicaciones de los saberes que la vida misma les ha ofrecido.

    Saber duele, y eso significa que cuesta aprender, requiere esfuerzo, disciplina, coraje para poder entregarse día a día en un esfuerzo por adquirir destrezas, habilidades, herramientas para poder comprender mejor el entorno y transformarlo. Pero la satisfacción es alta, dado que nuestra sociedad es injusta y deja a muchos fuera o con mayores dificultades para acceder a preparaciones cualificadas para el ámbito profesional.

    Infelizmente no todos tienen esas oportunidades por igual, sin embargo, el saber no se limita a los ámbitos escolarizados o a tal o cual Institución prestigiosa. La actitud y la disposición para aprender puede sorprendernos, porque quien conjuga el querer con el saber, entonces puede ir muchas veces incluso contra la adversidad.

    No debemos dejarnos llevar por los estándares, muchas veces superficiales, de unas ideologías dominantes, que tratan de dar el valor a las personas sobre su saber por el lugar de donde se graduaron, o los niveles académicos alcanzados, por su lugar de procedencia. Toda persona, haya o no, tenido oportunidad de cultivar saberes en espacios escolarizados, tiene un grande potencial para poder aplicar sus saberes. "Por sus frutos les reconocerán", dice una célebre frase bíblica.

    En muchas zonas marginales y pobres de nuestra ciudad, encontramos personas que saben, y mucho, ¿cuánto bien se haría si se asegurasen los mínimos para que todos los ciudadanos tuvieran accesos y alternativas para un desarrollo de sus habilidades y destrezas? El uso, el empleo de los saberes es un indicador más adecuado para reconocer y aplaudir la capacidad que todo ser humano tiene, no sólo como don, sino también como un derecho.

    Los Otros no son menos que Nosotros

    ––––––––

    Es inevitable que en los grupos donde uno crece, se adquieran ciertas costumbres, modos de expresarse, valoraciones y juicios apreciativos parecidos. Todo eso a causa de que el entorno influye en la conformación de saberes, de juicios de valor, de maneras de comportarse porque son aceptadas en ese contexto. Todo eso conforma algo que le llamamos identidad colectiva, es decir: modos de asumir el contexto de una manera convencional.

    A lo largo de todas las épocas y en cada lugar de nuestro mundo, suele pasar que cuando se tiene contacto con alguien que creció en otro sitio y, por tanto, tiene otros modos de expresarse, otras maneras de comportarse, variadas formas de valorar y apreciar las cosas, se le vea como extraño. Y, muchas veces, hasta se le descalifique y menosprecie por ser diferente. Y por lo general lo diferente a lo convencional se le dará una categoría negativa respecto de la dominante.

    Antiguamente, a quienes no eran como ese grupo, se les consideraba bárbaros y aún queda esa expresión como un calificativo de quien actúa diverso a como convencionalmente se desenvuelve el grupo dominante. Será bárbaro o hará barbaridades quien se comporte o exprese de modo distinto, quien tenga otro tipo de costumbres. Aún en nuestro mundo global, que aparentemente está más conectado, sigue marcando bajo este tipo de estereotipos a quien no es como nosotros.

    La vida en comunidades nos ha llevado mucho a reforzar los esfuerzos por crear identidad (identidad nacional, identidad religiosa, identidad política, identidad de género...) pero poco se ha trabajado para también cultivar el reconocimiento (reconocimiento de los otros, reconocimiento de las diferencias, reconocimiento de la diversidad...).

    Nos hace mucha falta aprender a convivir en una sociedad donde cohabita la diversidad, de tal modo que podamos apreciar y respetar otros modos de expresarse, otras maneras de dar sentido al mundo, sin la debida minusvaloración de los diferentes como si fueran peor que nosotros; los otros no son menos que nosotros, porque nosotros somos otros para ellos y, por lo tanto, tampoco somos menos, ni más, que ellos.

    Llamados a la desobediencia

    ––––––––

    Para todos nosotros nos podrá parecer muy común y convencionalmente aceptado que la obediencia es uno de los valores más reconocidos y apreciados. Desde que somos niños se nos va inculcando que es bueno obedecer, que debemos tener esa capacidad de aceptar las indicaciones de los mayores, de los que saben, de los que suelen tomar las decisiones. Incluso, existen dichos que los repetimos tanto que acaban siendo casi dogmas, como aquel que reza: el que obedece, nunca se equivoca.

    Pues bien, aquí, desde la periferia, nos viene bien también señalar que lo opuesto a la obediencia algunas veces se convierte en un imperativo más exigente que la obediencia misma. Y es que, hemos de reconocer que existen circunstancias ante las cuales más que obedecer, debiésemos desobedecer.

    Lo decía el propio obispo de El Salvador, Monseñor Oscar Romero, en su famosa frase: una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla Y, en este sentido, es bueno saber que la desobediencia, debidamente justificada por un bien mayor, debería ser un imperativo para nosotros. Y es que sí que existen leyes, mandatos, indicaciones que nosotros, si somos coherentes con nuestra fe, con nuestros principios éticos, entenderíamos que estamos llamados a una desobediencia. Sobre todo, en lo concerniente a defender la dignidad de los demás.

    Muchas ideas y expresiones que nos han marcado desde pequeños nos han llegado a afectar, porque crearon en nosotros moldes, formas de valorar y de actuar hacia otros, por mera cuestión de costumbres. Muchas costumbres que hoy tenemos nos fueron inculcadas desde niños y nos hicieron seguir padrones de conducta no muy favorables. Claro que muchos podrán pensar que es antivalor, sobre todo por tratar de persuadirles a desobedecer lo que sus padres inculcaron.

    Hay todavía otro tipo de cosas a las que estaríamos invitados a desobedecer, como, por ejemplo, toda ley que trate de rechazar o ver al extranjero (migrante) como enemigo y no acogerlo, o bien aquellas leyes que nos exigieran no ayudar a quien lo requeriría, so pretexto de no ser parte de nuestro grupo, sea por raza, por lengua, por religión, preferencia sexual o cualquier otro colectivo al que pertenezca.

    Estamos llamados a desobedecer todo mandato que vaya contra la dignidad humana, contra el maltrato de los animales o medio ambiente, contra la vida misma, la nuestra y la de los demás.

    La marginalidad

    ––––––––

    Muchos conceptos son relativos. Es decir, tienen su significado en relación con otras cosas. No se definen por sí mismas sino en relación con su contexto. Y en el caso de la palabra marginación, no es excepción, al contrario, es una de las palabras que más evidencia esa definición por la relación a su entorno más próximo e inmediato.

    Así entonces, lo esencial en la marginalidad es su falta de vinculación y de integración al sistema económico urbano-industrial. Marginalidad es definida estructuralmente por la ausencia de un rol económico articulado con el sistema de producción industrial.

    Muchas veces se usa como sinónimo la marginación con la pobreza, pero en realidad son conceptos diferentes; la pobreza implica más bien una situación de escasos ingresos. Muchas veces se puede ser pobre pero no marginado. Lo más fatídico es cuando en un mismo sujeto, en una misma familia, en un mismo grupo social, se dan ambos elementos: pobreza y marginación.

    Nos encontramos, infelizmente, en una sociedad que margina muchos sectores. Les deja en una desventaja muy grande porque no les facilita los accesos pertinentes y adecuados para que formen parte del sistema económico para una vida digna, una vida urbana lo suficientemente considerable para poder tener un nivel de cuidado. Muy pocas alternativas se les brindan por lo que se ven orillados a establecer sus propios sistemas para una subsistencia.

    Si una ciudad se considera que tiene un buen urbanismo, significa que garantiza que todos sus habitantes tengan los servicios públicos y los accesos y alternativas óptimas para un desarrollo integral de sus vidas. Pero si la ciudad no tiene siquiera un urbanismo digno, mucho menos tendrá una vida urbana, es decir, sus miembros marginados no pueden acceder a los beneficios de una sociedad organizada y con los servicios y ofertas dignas.

    De ahí que, para el marginado, no existe la vida urbana en una ciudad que no cuida un urbanismo integrista de todos sus miembros. Y no le queda más que buscar formas alternativas, informales, de una vinculación y conectividad ante la desconexión que padece. Infelizmente, como sociedad, muchas veces no percibimos la desventaja que tienen los marginados, y nos resulta más fácil etiquetarlos como vándalos, como peligrosos, como flojos, etc. En síntesis, como si fuesen sujetos únicos responsables de su condición. Pero a los marginados, si su condición es relativa, significa que la sociedad claro que también tiene responsabilidad por la condición que tienen aquellos, y esa marginalidad es la que en algunos casos llega a ser propiciadora de búsquedas de subsistencia, algunas de las veces al margen de la ley.

    Buscar erradicar la marginación significa, hoy en día, establecer puentes de accesos y alternativas para una vida digna en todos los miembros de una sociedad. Eso llevaría a una sociedad más equilibrada y justa, donde todos tengan los mínimos indispensables para impulsar su proyecto de vida.

    El arte y compromiso de la interpretación

    ––––––––

    Reflexionar es muy bueno. Cierto, el hecho de razonar y buscar comprender es un ejercicio válido y necesario. Sin embargo, la reflexión no ha sido valorada igual a través de los siglos, y las formas de hacerlo tampoco siempre son las mismas.

    En la historia de la Iglesia, por ejemplo, se suelen considerar dos grandes pilares de la reflexión, que suelen separarse por su manera de llevar a cabo la reflexión; unos son los llamados teólogos cuyo ejercicio mismo parte de una exégesis, y otros serían los llamados profetas cuyo ejercicio parte del presente histórico y su interpretación.

    Ambos, teólogo y profeta, tienen esa mirada de ver la realidad que les interpela, desde el ángulo de la fe. Cuando se menciona la palabra fe, muchos suponen lo irracional, el ámbito de las supersticiones o elementos de mera imposición doctrinal. Pero la fe es un acto de la inteligencia, es un modo de ver. Un movimiento del intelecto que al ver se advierte que hay algo más de lo que hay en el ver.

    El teólogo ayuda a que podamos ver cómo se revela ese Dios en la historia, y su herramienta para hacerlo es la exégesis, que es ese arte de interpretar, sobre todo desde los textos Sagrados. Nos ayuda a tener presente ese sentido profundo de la historia de cómo Dios se ha venido revelando en ella. Pero para que la visión sea más transformadora, es necesaria también la perspectiva del profeta, quien descubre el sentido del presente. Es el profeta quien toca la realidad y le da sentido al presente, y luego reflexiona a partir de ella.

    Estas dos figuras, radicalizadas ciertamente, pueden representar dos ejercicios importantes de una reflexión sobre nuestro ser y actuar cotidianos. La importancia de anclarse en una línea de visión desde la fe, conservando lo esencial y conservando debidamente el resguardo de esa tradición (como lo hace el teólogo) y su interpelación con el presente que se vive y palpa proyectada a una transformación (como lo hace el profeta).

    Es la capacidad de analizar y de implicarse. Si sólo se reflexiona desde lo abstracto y no se encarna, se puede perder todo en ideologías y doctrinas que desentonan con el contexto. Pero si se tiene la visión también de reflexionar desde el presente e implicarse en él, entonces se tendrá más fuerza la reflexión porque se proyecta en una acción. Ni acción sin pensamiento ni pensamiento sin acción, he ahí el gran desafío.

    Defendiendo la Intolerancia

    ––––––––

    Así como en otro de los temas expresaba que también la desobediencia puede convertirse en un imperativo, así ahora se puede decir que la tolerancia no siempre ha de ser un valor sobrellevado ante toda circunstancia.

    Se nos invita mucho a ser tolerantes, y es un valor que hasta casi podríamos decir que está muy de moda mencionarlo. Y es verdad, sí es bueno aprender y practicar la tolerancia, como una actitud de saber que no todo puede ni debe medirse desde el propio parámetro singular. Tolerante en cuanto a que uno debe entender que no siempre serán las cosas, o las opiniones, o las maneras como uno quisiera que fueran.

    Pero, así como se habla de la tolerancia, también podría resultar favorable que en ocasiones nuestra vida arroje ciertas dosis de intolerancia. ¿En qué momento la intolerancia podría resultar valiosa? Pienso que precisamente cuando otros valores fundamentales están en entredicho, cuando somos testigos o víctimas mismas de injusticias, cuando se explota u oprime a quien es más débil, ante tantas cosas la intolerancia se puede convertir en un bien necesario, incluso un deber.

    La dosis oportuna de intolerancia puede reflejarse no precisamente en violencia, como algunos pudieran pensar, pero sí en una actitud y disposición proactiva de crítica, en una postura de aproximación solidaria y empatía por quienes están siendo sujetos de violencia, en una actitud de visión desde otra perspectiva ante el pensamiento dominante.

    Y así como algunas veces podemos sentirnos llamados a la desobediencia, sobre todo cuando se nos dicta hacer algo malo, hacer una injusticia. Así también, podemos sentirnos llamados a no tolerar todo aquello que vaya en oposición al desarrollo integral y digno de la persona.

    Una dosis de intolerancia presupone una disposición a actuar, a ser dinámico, no quedarnos pasivos como si nada ocurriera y lo más triste que puede ocurrir es la indiferencia, el hacer como que no pasa nada, sobre todo cuando se convierte en una posición egoísta de que no me interese porque no siento que me afecte directamente a mis intereses.

    Los estigmas sobre la pobreza

    ––––––––

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