Biblioteca de la periferia: Leyendo desde la banqueta, #1
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El nombre de "Biblioteca de la Periferia" contribuye a ese proceso de generar una epistemología más abierta, que reconozca que es importante "ir a consultar" allá donde no se le suele escuchar, no se quiere ver, no se antoja sentir. Cuando se presta oídos, cuando se atiende a esos escenarios muchas veces invisibilizados o cosificados como si fueran meros entes pasivos, es cuando se puede lograr un ejercicio fuerte de desaprender muchos saberes que nos han dañado; prejuicios, estigmas, posicionamientos agresivos hacia "aquellos" como si fueran una total alteridad a nosotros, y donde se descargan todos los males de la sociedad. Pero si se le reconoce como otra fuente de saber, como un sujeto que tiene algo que decir, que tiene ejemplos que aplaudir, que genera también grandes personas, entonces se convierte en una auténtica Biblioteca, un espacio de saber, un escenario de aprendizaje, un testimonio de crecimiento. Eso quiere decir la "Biblioteca de la periferia".
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Biblioteca de la periferia - Juan Carlos Quirarte Méndez
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Contacto: contacto@opdi.mx
Agradecimientos:
––––––––
A tantas personas de la periferia, en especial los jóvenes, que me permitieron interactuar en sus vidas y buscar juntos soluciones para un mundo mejor.
A mi familia, padres y hermanos, que desde la periferia vimos y actuamos en el mundo, contribuyendo a tratar de mejorarlo y nosotros en él.
A mi familia salesiana que me ha permitido rodar y servir de esta manera, en el terreno social y con un fuerte sentido comunitario.
A tantos amigos, colegas y ejemplos de seres humanos que han sido mi principal inspiración al poder ser testigo de sus esfuerzos y grandes proezas cotidianas.
Al Heraldo de Juárez
(antes El mexicano
) y sus lectores, en especial aquellos que también empatizan con esa mirada desde la exclusión y la marginación como germen de nuevas epistemologías y acciones desde la rica diversidad.
––––––––
Sea este libro un homenaje a sus vidas.
––––––––
Juan Carlos Quirarte Méndez
INTRODUCCIÓN
La movilidad fue una característica notable durante el tiempo en que se compila el material aquí presentado. El resultado: una Biblioteca de la Periferia pensada y redactada desde lo itinerante y la diversidad, desde los escenarios donde el compromiso social a favor de los que padecen condiciones de violencias y vulnerabilidades está acentuada. Donde la inspiración nunca faltó por estar compartiendo con mujeres y hombres altamente comprometidos con sus contextos, sus políticas y militancias, por educadores que entienden el arte de la pedagogía como un proceso liberador, por cruzarme con tantas y tantos que viven con coraje y pasión sus creencias, no sólo como una dosis de consolación sino sobre todo de compromiso y su fe se concretiza en obras. Una compilación favorecida por la oportunidad de ser testigo de tantos héroes y heroínas anónimas, que suelen pasar desapercibidos para los grandes medios de difusión, que no se comercializan, pero cuya entrega y aporte a sus comunidades provocan el seguir creyendo en la humanidad, el seguir encontrando motivos para tener esperanza, el sacar coraje para pensar que se pueden cambiar las cosas, que se puede pensar distinto, que también desde los márgenes se desarrollan teorías y ciencia, por hombres y mujeres de fe que dan sentido a nuestro actuar.
Cambié de ciudad, cambié yo, cambió el nombre del periódico que me publicaba semanalmente, cambió el mundo tras el COVID-19, cambió mi modo de ver la vida. Tres años de publicaciones semanales casi ininterrumpidas, gracias a la cortés invitación que me hizo el periódico El mexicano
de la familia Sol de México
para tener una columna semanal en la sección de Análisis
y de esta manera tener la posibilidad de compartir con los lectores en el jornal impreso y en digital mi pensamiento de lo social desde mi periferia.
En este recorrido, que para mí fue mi primera experiencia como columnista y ahora como autor de un libro, pude redactar 140 artículos de opinión. De febrero de 2018 a febrero de 2021 se nutrió la Biblioteca de la Periferia con casi 150 ejemplares de reflexión social. Resulta interesante que coincidió la invitación con un periodo de mi historia personal bastante dado al cambio, a la movilidad de situaciones.
En estos tres años me tocó la peculiaridad de cambiar mi residencia a cuatro sitios muy diversos: de vivir en la periferia de Ciudad Juárez, Chihuahua; a vivir en una periferia de la ciudad de Roma, Italia. Después, teniendo mi sede en las orillas de León, Guanajuato y, por último, viviendo y trabajando desde la sede central de los salesianos en Guadalajara, Jalisco.
Fue un tiempo muy especial porque tuve durante este periodo la oportunidad de participar en diversos foros y encuentros en el Continente americano, en Europa, África y el medio oriente. Mis roles y servicios igualmente cambiaron: fue mi último semestre como director en la obra salesiana de Ciudad Juárez, donde radiqué por siete años; pasando a mi nuevo servicio de director de la Oficina de Planificación y Desarrollo de la Inspectoría (Provincia) de México-norte con sede en Guadalajara (OPDI), cargo que aún sigue vigente. Y, por último -y siendo el único rol que ha permanecido durante este tiempo- el de la dirección de la Red América Social Salesiana
, que articula las obras y servicios de los salesianos para jóvenes en riesgo en 22 naciones del continente americano.
Decidí dejar el orden de los artículos por recorrido cronológico, lo cual podrá facilitar el seguimiento de un pensamiento en proceso de deconstrucción, de continuos ajustes y aprendizajes. De reflejar un acompañamiento de la reflexión sobre los tiempos que se viven y cómo se viven en escenarios tan diversos, pero a la vez tan próximos unos de otros.
¿Pero por qué de la Periferia
? Este concepto es tan ambivalente, pues si bien suele preponderar un sentido peyorativo, también puede considerársele como un ángulo propositivo, el lado alternativo del eje dominante, no sólo contestatario sino rico en sí mismo por su diversidad y aporte desde otra perspectiva. Y el querer manifestar aquí que, desde la periferia, también se hacen grandes cosas fue una grata satisfacción.
El nombre de Biblioteca de la Periferia
viene precisamente a contribuir a ese proceso de generar una epistemología más abierta, que reconozca que es importante ir a consultar
allá donde no se le suele escuchar, no se quiere ver, no se antoja sentir. Cuando se presta oídos, cuando se atiende a esos escenarios muchas veces invisibilizados o cosificados como si fueran meros entes pasivos, es cuando se puede lograr un ejercicio fuerte de desaprender muchos saberes que nos han dañado; prejuicios, estigmas, posicionamientos agresivos hacia aquellos
como si fueran una total alteridad a nosotros, y donde se descargan todos los males de la sociedad. Pero si se le reconoce como otra fuente de saber, como un sujeto que tiene algo que decir, que tiene ejemplos que aplaudir, que genera también grandes personas, entonces se convierte en una auténtica Biblioteca, un espacio de saber, un escenario de aprendizaje, un testimonio de crecimiento. Eso quiere decir la Biblioteca de la periferia
.
Por último, un pequeño comentario con la metodología empleada para la redacción; intencionalmente no marqué nunca alguna línea de tópicos a seguir, tan sólo la perspectiva (desde la periferia) que me tocaba testimoniar, por lo que el proceso de redacción solía anticiparse sólo unos cuantos minutos, detenerse un poco a pensar en lo vivido en la semana y comenzar a teclear sin parar, sin cuidar el estilo. La idea era que la vivencia reciente llevara a la experiencia, que es ese proceso de perdurar lo efímero de los momentos (que también son irrepetibles) y entonces quedaba un texto, que tras una breve ojeada sobre posibles fallas ortográficas o de errores de tecleo, se enviaba al correo del periódico para su publicación. Y es que muchas veces es así la vida en la periferia, la agitación y la necesidad del grito emergente para atraer la atención, dando más relevancia al fondo que a las formas.
Juan Carlos Quirarte Méndez
ÍNDICE
LA BIBLIOTECA DE LA PERIFERIA 2018
Desde las periferias también se aprende
Los Otros
no son menos que Nosotros
Llamados a la desobediencia
La marginalidad
El arte y compromiso de la interpretación
Defendiendo la Intolerancia
Los estigmas sobre la pobreza
Sistema vertebral y sistema celular
La Violencia Estructural
Saber duele
Hay derecho a descansar
La necesidad y el deseo
¿Quién es vulnerable?
La triada de violencias
Mirar desde la perspectiva del otro
El peligro de la identidad colectiva
El fútbol desde la periferia
La frontera vista desde esta orilla
Las elecciones desde el poliedro
Agresión vs Violencia
La amistad rompe barreras del centro con la periferia
El mote de malandro
Las adicciones vistas desde el centro y desde la orilla
Perdonar y exigir justicia
Urbanismo vs Vida Urbana
Interactuando en la marginalidad
Si no es sí... es no
La doble actitud del ser humano ante el mundo
Lo que ha sido hecho por amor, produce amor
Lo auténticamente importante de Saber
Cuando la riqueza empobrece y la pobreza enriquece
Aislamiento o Intimidad
Entre la autoridad y el poder
Cuando el discurso se come la praxis
Sonríe, estás en casa
El lado alternativo
desde la orilla se aprende diferente
Identidad o relevancia
Se vale descansar
Yo y mis circunstancias
¿Existen los feos?
Mi actitud ante los otros, una rendición de cuentas
La paradoja de los fuertes en zonas de vulnerabilidad
BIBLIOTECA DE LA PERIFERIA 2019
Lo que sigue tras barrer el confeti
Optar por la fidelidad
Cuando un problema afecta a casi todos
Lo fascinante y lo temido de la juventud
¿la muerte es periferia?
Tengo ganas de gritar
El origen sobre el amigo
El bien común desde la orilla
La economía del don
La fuerza de la costumbre
La intervención en la periferia bajo la lupa del centro
La periferia un tiempo fue centro y el centro será periferia
No es cosa de cantidades sino de auténticas intenciones
Inquilinos de una casa alquilada y compartida
La periferia también es Sagrada
Desde la periferia se ve diferente
Es bueno descansar
Cuando se busca dejar la periferia sin conocimiento
La interdependencia... todos somos centro y periferia
Ser un bandido de la periferia
Lenguajes de centro y lenguajes de periferia
El imperativo para ser desobedientes
Las historias de periferia
La opción por ser periferia
Las conversaciones de periferia que realmente son de centro
La pesadilla de exacerbar y absolutizar
El lado periférico de las religiones y espiritualidades
Cuando el grito marca el cambio
El ser humano es una especie periférica
Las redes de la periferia
las violencias de las periferias
las lenguas de la periferia
La deuda a la periferia
Temas periféricos
La vida como compromiso
La revolución de Dios anunciada por una mujer
La sonrisa desde la periferia
La medición de la violencia
Religión y periferia
El encuentro entre los diferentes
Narrativas que mueven al centro
La memoria periférica
La religión de periferia a centro
La muerte se hace periferia
La navidad periférica
La violencia económica
BIBLIOTECA DE LA PERFIERIA 2020
Las sociedades generadoras de historias inspiradoras
Lo efímero y lo permanente
No desistir, sí persistir
Intentando mirar desde la perspectiva juvenil
Los rostros más allá de los números
La prevención terciaria
Se vale de todo en este mundo
La mujer no es periferia
El conflicto con la ley
Seguimos siendo periferia
Ninguno es desgraciado
En la periferia se cuecen las utopías
Un espacio para aprender de nuevo todas las cosas
El compromiso tras el saber
Historia y periferia
El desarrollo es periferia
La belleza de ser diferentes
Comunidades resilientes
La reivindicación de los marginados
La urgencia de educar a la diversidad
El ritual de paso a la nueva normalidad
Expresiones marginadas pero esenciales
Valor y reconocimiento
El mal no es exclusivo de las periferias
Los gustos periféricos
Lo contemplativo y lo periférico
Lo mutable e inalterable en la periferia
Los sicarios y la periferia
Los nombres de periferia
Los sentidos de periferia
La muerte y la periferia
Entre el arte y la periferia
Los hijos del maíz... y la periferia
Los saludos y la periferia
Los vehículos y la periferia
Del antojo al dominio
Mirando al COVID desde la periferia
Los castigos y la periferia
Lo homogéneo y periferia
¿Y los afrodescendientes?
Los enfoques de la periferia
El campo y la periferia
Asignaturas periféricas
El consumo y la periferia
Pobreza vs causas de la pobreza
LA BIBLIOTECA DE LA PERIFERIA 2018
Un letrero de color blanco Descripción generada automáticamente con confianza bajaDesde las periferias también se aprende
Nuestra sociedad nos ha venido presionando para considerar que el valor de la persona depende mucho del nivel de grado académico, o incluso de dónde se formó y se tituló en tal o cual cosa. Ciertamente es importante la preparación cualitativa y cuantitativa que ofrece el sistema escolarizado. Sin embargo, no es una garantía plena sobre la cuestión del saber. Una manera mejor de evaluar los saberes consiste en valorar no su cantidad o su calidad, sino el uso que hacemos de ellos.
Saber, va más allá de lo que se ha aprendido. Saber es precisamente ese aprendizaje, pero también el uso que hacemos de esos conocimientos. Y en nuestra experiencia nos hemos topado con muchas personas que tal vez no han tenido oportunidad para estudiar en algún centro académico y, sin embargo, son altamente buenos en las aplicaciones de los saberes que la vida misma les ha ofrecido.
Saber duele, y eso significa que cuesta aprender, requiere esfuerzo, disciplina, coraje para poder entregarse día a día en un esfuerzo por adquirir destrezas, habilidades, herramientas para poder comprender mejor el entorno y transformarlo. Pero la satisfacción es alta, dado que nuestra sociedad es injusta y deja a muchos fuera o con mayores dificultades para acceder a preparaciones cualificadas para el ámbito profesional.
Infelizmente no todos tienen esas oportunidades por igual, sin embargo, el saber no se limita a los ámbitos escolarizados o a tal o cual Institución prestigiosa. La actitud y la disposición para aprender puede sorprendernos, porque quien conjuga el querer con el saber, entonces puede ir muchas veces incluso contra la adversidad.
No debemos dejarnos llevar por los estándares, muchas veces superficiales, de unas ideologías dominantes, que tratan de dar el valor a las personas sobre su saber por el lugar de donde se graduaron, o los niveles académicos alcanzados, por su lugar de procedencia. Toda persona, haya o no, tenido oportunidad de cultivar saberes en espacios escolarizados, tiene un grande potencial para poder aplicar sus saberes. "Por sus frutos les reconocerán", dice una célebre frase bíblica.
En muchas zonas marginales y pobres de nuestra ciudad, encontramos personas que saben, y mucho, ¿cuánto bien se haría si se asegurasen los mínimos para que todos los ciudadanos tuvieran accesos y alternativas para un desarrollo de sus habilidades y destrezas? El uso, el empleo de los saberes es un indicador más adecuado para reconocer y aplaudir la capacidad que todo ser humano tiene, no sólo como don, sino también como un derecho.
Los Otros
no son menos que Nosotros
––––––––
Es inevitable que en los grupos donde uno crece, se adquieran ciertas costumbres, modos de expresarse, valoraciones y juicios apreciativos parecidos. Todo eso a causa de que el entorno influye en la conformación de saberes, de juicios de valor, de maneras de comportarse porque son aceptadas en ese contexto. Todo eso conforma algo que le llamamos identidad colectiva, es decir: modos de asumir el contexto de una manera convencional.
A lo largo de todas las épocas y en cada lugar de nuestro mundo, suele pasar que cuando se tiene contacto con alguien que creció en otro sitio y, por tanto, tiene otros modos de expresarse, otras maneras de comportarse, variadas formas de valorar y apreciar las cosas, se le vea como extraño. Y, muchas veces, hasta se le descalifique y menosprecie por ser diferente. Y por lo general lo diferente a lo convencional se le dará una categoría negativa respecto de la dominante.
Antiguamente, a quienes no eran como ese grupo, se les consideraba bárbaros
y aún queda esa expresión como un calificativo de quien actúa diverso a como convencionalmente se desenvuelve el grupo dominante. Será bárbaro o hará barbaridades quien se comporte o exprese de modo distinto, quien tenga otro tipo de costumbres. Aún en nuestro mundo global, que aparentemente está más conectado, sigue marcando bajo este tipo de estereotipos a quien no es como nosotros
.
La vida en comunidades nos ha llevado mucho a reforzar los esfuerzos por crear identidad (identidad nacional, identidad religiosa, identidad política, identidad de género...) pero poco se ha trabajado para también cultivar el reconocimiento (reconocimiento de los otros, reconocimiento de las diferencias, reconocimiento de la diversidad...).
Nos hace mucha falta aprender a convivir en una sociedad donde cohabita la diversidad, de tal modo que podamos apreciar y respetar otros modos de expresarse, otras maneras de dar sentido al mundo, sin la debida minusvaloración de los diferentes como si fueran peor que nosotros
; los otros
no son menos que nosotros
, porque nosotros
somos otros
para ellos y, por lo tanto, tampoco somos menos, ni más, que ellos.
Llamados a la desobediencia
––––––––
Para todos nosotros nos podrá parecer muy común y convencionalmente aceptado que la obediencia es uno de los valores más reconocidos y apreciados. Desde que somos niños se nos va inculcando que es bueno obedecer, que debemos tener esa capacidad de aceptar las indicaciones de los mayores, de los que saben, de los que suelen tomar las decisiones. Incluso, existen dichos que los repetimos tanto que acaban siendo casi dogmas, como aquel que reza: el que obedece, nunca se equivoca
.
Pues bien, aquí, desde la periferia, nos viene bien también señalar que lo opuesto a la obediencia algunas veces se convierte en un imperativo más exigente que la obediencia misma. Y es que, hemos de reconocer que existen circunstancias ante las cuales más que obedecer, debiésemos desobedecer.
Lo decía el propio obispo de El Salvador, Monseñor Oscar Romero, en su famosa frase: una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla
Y, en este sentido, es bueno saber que la desobediencia, debidamente justificada por un bien mayor, debería ser un imperativo para nosotros. Y es que sí que existen leyes, mandatos, indicaciones que nosotros, si somos coherentes con nuestra fe, con nuestros principios éticos, entenderíamos que estamos llamados a una desobediencia. Sobre todo, en lo concerniente a defender la dignidad de los demás.
Muchas ideas y expresiones que nos han marcado desde pequeños nos han llegado a afectar, porque crearon en nosotros moldes, formas de valorar y de actuar hacia otros, por mera cuestión de costumbres. Muchas costumbres que hoy tenemos nos fueron inculcadas desde niños y nos hicieron seguir padrones de conducta no muy favorables. Claro que muchos podrán pensar que es antivalor, sobre todo por tratar de persuadirles a desobedecer lo que sus padres inculcaron.
Hay todavía otro tipo de cosas a las que estaríamos invitados a desobedecer,
como, por ejemplo, toda ley que trate de rechazar o ver al extranjero (migrante) como enemigo y no acogerlo, o bien aquellas leyes que nos exigieran no ayudar a quien lo requeriría, so pretexto de no ser parte de nuestro grupo, sea por raza, por lengua, por religión, preferencia sexual o cualquier otro colectivo al que pertenezca.
Estamos llamados a desobedecer todo mandato que vaya contra la dignidad humana, contra el maltrato de los animales o medio ambiente, contra la vida misma, la nuestra y la de los demás.
La marginalidad
––––––––
Muchos conceptos son relativos. Es decir, tienen su significado en relación con otras cosas. No se definen por sí mismas sino en relación con su contexto. Y en el caso de la palabra marginación, no es excepción, al contrario, es una de las palabras que más evidencia esa definición por la relación a su entorno más próximo e inmediato.
Así entonces, lo esencial en la marginalidad es su falta de vinculación y de integración al sistema económico urbano-industrial. Marginalidad es definida estructuralmente por la ausencia de un rol económico articulado con el sistema de producción industrial.
Muchas veces se usa como sinónimo la marginación con la pobreza, pero en realidad son conceptos diferentes; la pobreza implica más bien una situación de escasos ingresos. Muchas veces se puede ser pobre pero no marginado. Lo más fatídico es cuando en un mismo sujeto, en una misma familia, en un mismo grupo social, se dan ambos elementos: pobreza y marginación.
Nos encontramos, infelizmente, en una sociedad que margina muchos sectores. Les deja en una desventaja muy grande porque no les facilita los accesos pertinentes y adecuados para que formen parte del sistema económico para una vida digna, una vida urbana lo suficientemente considerable para poder tener un nivel de cuidado. Muy pocas alternativas se les brindan por lo que se ven orillados a establecer sus propios sistemas para una subsistencia.
Si una ciudad se considera que tiene un buen urbanismo, significa que garantiza que todos sus habitantes tengan los servicios públicos y los accesos y alternativas óptimas para un desarrollo integral de sus vidas. Pero si la ciudad no tiene siquiera un urbanismo digno, mucho menos tendrá una vida urbana, es decir, sus miembros marginados no pueden acceder a los beneficios de una sociedad organizada y con los servicios y ofertas dignas.
De ahí que, para el marginado, no existe la vida urbana en una ciudad que no cuida un urbanismo integrista de todos sus miembros. Y no le queda más que buscar formas alternativas, informales, de una vinculación y conectividad ante la desconexión que padece. Infelizmente, como sociedad, muchas veces no percibimos la desventaja que tienen los marginados, y nos resulta más fácil etiquetarlos como vándalos, como peligrosos, como flojos, etc. En síntesis, como si fuesen sujetos únicos responsables de su condición. Pero a los marginados, si su condición es relativa, significa que la sociedad claro que también tiene responsabilidad por la condición que tienen aquellos, y esa marginalidad es la que en algunos casos llega a ser propiciadora de búsquedas de subsistencia, algunas de las veces al margen de la ley.
Buscar erradicar la marginación significa, hoy en día, establecer puentes de accesos y alternativas para una vida digna en todos los miembros de una sociedad. Eso llevaría a una sociedad más equilibrada y justa, donde todos tengan los mínimos indispensables para impulsar su proyecto de vida.
El arte y compromiso de la interpretación
––––––––
Reflexionar es muy bueno. Cierto, el hecho de razonar y buscar comprender es un ejercicio válido y necesario. Sin embargo, la reflexión no ha sido valorada igual a través de los siglos, y las formas de hacerlo tampoco siempre son las mismas.
En la historia de la Iglesia, por ejemplo, se suelen considerar dos grandes pilares de la reflexión, que suelen separarse por su manera de llevar a cabo la reflexión; unos son los llamados teólogos
cuyo ejercicio mismo parte de una exégesis, y otros serían los llamados profetas
cuyo ejercicio parte del presente histórico y su interpretación.
Ambos, teólogo y profeta, tienen esa mirada de ver la realidad que les interpela, desde el ángulo de la fe. Cuando se menciona la palabra fe, muchos suponen lo irracional, el ámbito de las supersticiones o elementos de mera imposición doctrinal. Pero la fe es un acto de la inteligencia, es un modo de ver. Un movimiento del intelecto que al ver se advierte que hay algo más
de lo que hay en el ver.
El teólogo ayuda a que podamos ver cómo se revela ese Dios en la historia, y su herramienta para hacerlo es la exégesis, que es ese arte de interpretar, sobre todo desde los textos Sagrados. Nos ayuda a tener presente ese sentido profundo de la historia de cómo Dios se ha venido revelando en ella. Pero para que la visión sea más transformadora, es necesaria también la perspectiva del profeta, quien descubre el sentido del presente. Es el profeta quien toca
la realidad y le da sentido al presente, y luego reflexiona a partir de ella.
Estas dos figuras, radicalizadas ciertamente, pueden representar dos ejercicios importantes de una reflexión sobre nuestro ser y actuar cotidianos. La importancia de anclarse en una línea de visión desde la fe, conservando lo esencial y conservando debidamente el resguardo de esa tradición (como lo hace el teólogo) y su interpelación con el presente que se vive y palpa proyectada a una transformación (como lo hace el profeta).
Es la capacidad de analizar y de implicarse. Si sólo se reflexiona desde lo abstracto y no se encarna, se puede perder todo en ideologías y doctrinas que desentonan con el contexto. Pero si se tiene la visión también de reflexionar desde el presente e implicarse en él, entonces se tendrá más fuerza la reflexión porque se proyecta en una acción. Ni acción sin pensamiento ni pensamiento sin acción, he ahí el gran desafío.
Defendiendo la Intolerancia
––––––––
Así como en otro de los temas expresaba que también la desobediencia puede convertirse en un imperativo, así ahora se puede decir que la tolerancia no siempre ha de ser un valor sobrellevado ante toda circunstancia.
Se nos invita mucho a ser tolerantes, y es un valor que hasta casi podríamos decir que está muy de moda mencionarlo. Y es verdad, sí es bueno aprender y practicar la tolerancia, como una actitud de saber que no todo puede ni debe medirse desde el propio parámetro singular. Tolerante en cuanto a que uno debe entender que no siempre serán las cosas, o las opiniones, o las maneras como uno quisiera que fueran.
Pero, así como se habla de la tolerancia, también podría resultar favorable que en ocasiones nuestra vida arroje ciertas dosis de intolerancia. ¿En qué momento la intolerancia podría resultar valiosa? Pienso que precisamente cuando otros valores fundamentales están en entredicho, cuando somos testigos o víctimas mismas de injusticias, cuando se explota u oprime a quien es más débil, ante tantas cosas la intolerancia se puede convertir en un bien necesario, incluso un deber.
La dosis oportuna de intolerancia puede reflejarse no precisamente en violencia, como algunos pudieran pensar, pero sí en una actitud y disposición proactiva de crítica, en una postura de aproximación solidaria y empatía por quienes están siendo sujetos de violencia, en una actitud de visión desde otra perspectiva ante el pensamiento dominante.
Y así como algunas veces podemos sentirnos llamados a la desobediencia, sobre todo cuando se nos dicta hacer algo malo, hacer una injusticia. Así también, podemos sentirnos llamados a no tolerar todo aquello que vaya en oposición al desarrollo integral y digno de la persona.
Una dosis de intolerancia presupone una disposición a actuar, a ser dinámico, no quedarnos pasivos como si nada ocurriera y lo más triste que puede ocurrir es la indiferencia, el hacer como que no pasa nada, sobre todo cuando se convierte en una posición egoísta de que no me interese porque no siento que me afecte directamente a mis intereses.
Los estigmas sobre la pobreza
––––––––