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Cuentos para Helena
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Cuentos para Helena
Libro electrónico69 páginas47 minutos

Cuentos para Helena

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Historias para antes de apagar la luz.

Estos nueve cuentos que presento en esta edición no son más que una pequeña selección al azar de los muchos que le contaba a mi hija Helena cuando era pequeña antes de dormir.

Empezó siendo un juego y terminó por crearnos una adición a los dos, antes del ritual del arropar y el cariñoso beso de las buenas noches. Son estos unos cuentos cuyo argumento era inventado en el mismo momento o minutos antes de entrar en su habitación y que luego se iban desarrollando sobre la marcha al capricho de las preguntas y comentarios curiosos de Helena.

Quiero dar testimonio con esta pequeña muestra de que a todas las edades, movidos por el cariño, conservamos la capacidad de creación de una fantasía mágica para inventar historias que contribuyen a proporcionar momentos de felicidada niños y a mayores.

Cualquier objeto, animal o planta pueden cobrar vida en nuestra imaginación y convertirse en el protagonista de relatos llenos de contenidos tiernos y deseables y con un final feliz. Cuando se pierde esta capacidad de creación, de fantasía y de magia, perdemos la inocencia, o mejor dicho, la soterramos desgraciadamente bajo capas de madurez y rigidez que nos agobian y endurecen nuestra alma, comunicando energía negativa a nuestro alrededor.

Animo a los padres, a las madres o a cualquier familiar de un niño para que, atravesando las capas duras y oscuras, saquen a la luz la inocencia, el cariño, la ternura y la sencillez que llevamos dentro para hacer felices a los demás.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento2 oct 2017
ISBN9788417164157
Cuentos para Helena
Autor

Luis F. Flórez Cosío

Luis Fernando Flórez Cosío nació en 1951 en Sabero, un pueblo de la montaña de León. En León, después de acabar el Bachillerato, cursó el primer año de la carrera de Magisterio, que más tarde finalizó en Vitoria. En esta provincia estuvo ejerciendo durante tres años en la Escuela Comarcal de Rivabellosa. Habiendo cumplido con el Servicio Militar Obligatorio, pidió traslado a Barcelona en 1976. Allí trabajó durante cuatro años en El Prat de Llobregat y compaginó el trabajo con los estudios de Filología Inglesa enla Universidad Central. En 1980 se casó con Mercè Enrich Verdaguer y al año siguiente se trasladó a Sant Feliu de Guíxols, donde ejerció durante quince años como maestro en el Colegio LEstació. En 1988 nació su primera y única hija, Helena C., inspiradora de loscuentos que estimulaban su imaginación y motivaban su sueño. Ya en 1996 se trasladó al Institut dEnsenyament Secundari, IES Ridaura, de Castell Platja dAro, hasta que se jubiló en el año 2011, despuésde treinta y nueve años y medio de ininterrumpida labor docente.

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    Cuentos para Helena - Luis F. Flórez Cosío

    Primer cuento

    La gota de lluvia triste

    —¿Papá?

    Era la señal convenida. El grito para la acción. El turno de su papá. Helena, como cada noche desde hacía unos meses —a ella le hacían falta otros tantos para tener los cinco años—, en la cama ya, antes de dormirse, escuchaba atentamente, primero a su mamá, que le leía un cuento, luego a su papá, que le explicaba otro de los que ella llamaba «inventados».

    —Ya voy, Cuqui. —Ese era el apelativo cariñoso con el que llamaban a Helena sus padres.

    El papá de Helena no se había acostumbrado aún al duro ejercicio de tener que descubrir o inventar un cuento nuevo y corto cada noche para que su hija durmiese a gusto. Nunca sabía, mientras se dirigía a la habitación de su hija, por dónde empezaría unos segundos después del irrenunciable, acaparador y casi temido «¿Papá?».

    —Explícame un cuento de los tuyos, papá; cortito, cortito: así —decía aproximando apenas los dedos índice y pulgar de su manita para indicar algo menudo.

    Y su papá, cariñosamente, suspiraba hondo, dejaba la mente en blanco y comenzaba como cada noche desde hacía ya algunos meses:

    «—Había una vez una gota de lluvia que vivía en su nube y se sentía muy triste porque no era de ningún color. Ella quería tener colores como los de aquellas flores que siempre veía desde su nube. Le atraía mucho el color amarillo del centro de las margaritas que crecían en un jardín de aquel pueblo que tanto le gustaba; o el rojo de las flores del parque o el verde de la hierba de las eras que rodeaban el pueblo o el violeta de aquellos pensamientos que una abuelita cuidaba en sus tiestos...

    Pero ella, la pobrecita gota, era de agua, sin colores, y esto le hacía infeliz porque creía que era fea. Y le daba vergüenza que la viesen así, sin colores, como desnuda, y por eso se escondía en su nube y nunca se dejaba caer con sus amigas cuando llovía. Las otras gotas, y la nube y el viento y el sol, trataban de convencerla de que una gota de lluvia era bonita así, como ella era, sin colores, pequeñita, húmeda y algo fría. Pero cuanto más le decían, más triste se ponía ella...»

    (A esta altura de la improvisación del cuento, el papá de Helena ya adivinaba algún final que pudiese gustarle a su hija; ello le animaba a seguir contando e improvisando).

    «...Así que un día, la nube donde vivía la gota de lluvia triste habló con el sol de este caso y llamaron al viento también para entre los tres preparar un plan que hiciese feliz a la gota de lluvia. Se pusieron de acuerdo en lo que tenía que hacer cada uno y se despidieron para volver a encontrarse y realizar el plan estudiado el siguiente día que hubiese

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