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Colosal guerra dominico-española 1863-65
Colosal guerra dominico-española 1863-65
Colosal guerra dominico-española 1863-65
Libro electrónico452 páginas6 horas

Colosal guerra dominico-española 1863-65

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Historia del pueblo dominicano

Alocución del General Rivero al pueblo dominicano. Dominicanos: habéis visto los acontecimientos que momentáneamente perturbaron elorden en esta isla. Vosotros los habéis condenado como yo; tal vez yo lo he lamentado más que vosotros. El escándalo ha sido grande, el castigo era indispensable; lo reclamaba la vindicta pública, lo exigía la ley dictada para la seguridad de la sociedad, lo pedía vuestro propio interés, porque si habéis de tener paz, es preciso que los que atenten contra ella no queden impunes; la impunidadalienta los delitos. Que los castigos impuestos a los unos sirvan de escarmiento; que la clemencia usada con los otros sea apreciada. De vuestra cordura y sensatez, de vuestro buen juicio para saber apreciar lo que os conviene, espero que me ayudaréis a consolidar el orden, porque sabéis que sin él no hay ventura, no hay prosperidad, no hay porvenir; sólo hay desgracias, lágrimas y confusión.Yo deseo el bien, deseo que los días corran sosegados, y no haya motivo de aplicar el rigor; por eso cuando he tenido que castigara algunos he sentido un gran dolor, y cuando he podido perdonar a otros he sentido un gran placer; pero hay casos en que la clemencia sólo se puede usar una vez, y la de hoy envuelve un compromiso para no tener que emplearla mañana si se repitiese la rebelión. Archivo General de Santo Domingo.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento12 ene 2017
ISBN9788491129950
Colosal guerra dominico-española 1863-65
Autor

JOSÉ RAFAEL LAINE HERRERA

José Rafael Laine Herrera, de nacionalidad dominicana, ex columnista del periódico La Guarnición, diario perteneciente al Ejército Nacional de la República Dominicana, en su sección de efemérides patria. Licenciado en Historia, Arte y Crítica, Universidad Autónomade Santo Domingo. Estudio del idioma francés, Alianza Francesa, Santo Domingo.

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    Colosal guerra dominico-española 1863-65 - JOSÉ RAFAEL LAINE HERRERA

    Brevísima introducción

    Nuestra obra no es la historia de la República Dominicana, esta investigación está relacionada con el proceso de anexión de Santo Domingo a España en 1861, y los antecedentes que la explican, así como la descripción de la posterior guerra que trajo consigo el tratado de anexión a España. Unir tanta información no ha sido tarea fácil.

    Esta obra pretende en la medida de lo posible explicar la naturaleza de la guerra dominico-española, y también su complejidad, de una forma útil y sin que el libro se le caiga de las manos al lector, empleando como instrumento de trabajo el mayor número de fuentes que nuestros medios nos permitió. Estudiadas y analizadas, obteniendo de ellas el mayor provecho con un gran placer.

    La guerra entre dominicanos y españoles, (1863-65), es muy poco conocida en España debido a la carencia de relatos u obras circulantes que desentrañen la realidad de aquella magna epopeya de dos naciones envueltas en un gigantesco conflicto armado. Otros estudios seguirán al nuestro, sin duda, capaces de aportar nuevas luces y nuevos hallazgos, o tal vez perspectivas distintas y enriquecedoras. Nuestro trabajo debe ser continuado, mejorado, en su caso enderezado, en orden a la comprensión integral de uno de los períodos más complejos y apasionados que tuvo España en el Caribe.

    No ha sido tarea fácil a la hora de plantearnos un trabajo relativamente breve sobre un tema objetivamente amplio, y si se quiere hasta contradictorio como lo podremos observar en el desarrollo de esta obra.

    En Santo Domingo se han publicado diversas obras relacionadas con la guerra de restauración de la República Dominicana, la mayoría de un mérito indudable y de incalculable valor histórico. Nosotros hemos analizado muchas de estas obras obteniendo de cada ejemplar un conocimiento que trasmitimos a nuestros lectores. Contamos, por si ello fuera poco, unas cuantas historias relacionadas con la guerra de restauración, escritas por contemporáneos de todos los colores ideológicos, desde la inverosímil autobiografía del General Luperón a la divergente obra del general español José de la Gándara; amén de otras que aunque no hayan sido escritas por coetáneos, no dejan de ser extensas y apasionadas por la cantidad de datos e informaciones que poseen enteramente fiables.

    Hemos tratado de hilar lo más fino posible en nuestras investigaciones. La información ha sido contrastada y analizada con ayuda de eruditos en la materia, tratando de desechar las obras contaminadas por la pluma de la parcialidad. Y si por ello no bastara, contamos con una cantidad inmensa de manuscritos de personajes que estuvieron en primera línea de fuego. No sólo nos hemos dirigido al archivo histórico de Santo Domingo, sino también escudriñamos en los archivos de las principales ciudades españolas en donde tuvimos acceso a una amplia información y datos que nos hemos permitido trasladar a nuestra obra con el fin de enriquecer y avalar el contenido de nuestro trabajo.

    Básicamente nos apoyamos en dos de los principales historiadores que tiene la República Dominicana en la actualidad. Uno de ellos es Papo Fernández, con un amplio conocimiento de la historia moderna y antigua de la república, nos cedió mucho material de su biblioteca personal, el cual nos fue de mucha ayuda, contribuyó enormemente en el desarrollo de esta obra. También ofreció valiosas facilidades el historiador de origen español Luis Alfonso Escolano Giménez, actualmente residente en Santo Domingo.

    A pesar de que nuestra obra está relacionada con la anexión de Santo Domingo a España y su posterior guerra separatista, nos permitimos analizar brevemente la administración española en su colonia, la cual fue floreciente por espacio de tres siglos, adquiriendo España una inmensa riqueza de los yacimientos naturales de la isla, de la fauna y hasta con los esclavos. La antigua Española representó la época dorada de las Antillas, pero España, fruto de las desacertadas políticas de sus monarcas cedió parte de su joya a los franceses en 1695. (Se detalla en el 3º capítulo).

    La guerra de Santo Domingo fue gigantesca, España desplegó sus fuerzas para intentar someter a un pueblo levantado en armas. Sin embargo nada pudo hacer el coloso ibérico porque sus oponentes apelaron a la guerra de guerrillas, un sistema de ataque altamente efectivo que dislocó el plan de defensa del real ejército español, culminando con el desastre y la pérdida de miles de hombres, además del desgate físico y económico que ocasionó este colosal conflicto armado a España, sirviendo el mismo de inspiración a los habitantes de Cuba para iniciar una revolución en 1868 en contra de España, la cual se extendió por espacio de una década, en esta ocasión la armada española logró derrotar la revolución. En 1878 firmaron un pacto llamado Zanjón. España logró la victoria en aquella ocasión, momentáneamente, pero a un alto precio.

    La reincorporación de Santo Domingo a España fue llevada a efecto el 18 de marzo de 1861, pero no contó con la espontaneidad de la mayoría del pueblo dominicano. Apenas transcurrido dos años de la anexión comenzó una sangrienta guerra por la restitución de la república.

    Nosotros decidimos hacer un resumen de esta memorable contienda bélica, hemos trazado un orden cronológico fijando como punto de partida el año 1843, cuando los dominicanos dieron inicio a la búsqueda de la reincorporación de Santo Domingo a España. En ocasiones abandonamos este orden para que el lector tenga una mejor perspectiva de la descripción de los hechos y los factores que influyeron.

    Paradójicamente muchos de los hombres que se levantaron en armas en contra de la anexión fueron algunos de los que solicitaron y aprobaron la voluntaria vuelta de Santo Domingo a España. La razón que empujó a un puñado de ellos a tomar las armas puede terminar en contradicciones.

    Capítulo I

    El progresivo reacercamiento de la república a su antigua metrópolis

    La anexión o reincorporación de Santo Domingo a España fue el resultado de un proceso largo, sumamente analizado y complejo, que concluyó el 18 de marzo de 1861. Durante todo ese tiempo hubo en la isla una guerra paralela con los haitianos que forzó a los primeros gobernantes de la naciente república a buscar la protección de una nación poderosa que les permitiera mantenerse como estado. Los intentos de reincorporar la república a su antigua potencia colonizadora fueron sólidos, ni los cambios de mandos presidenciales, e incluso ni los inconvenientes que representó una guerra civil llevada a cabo entre 1857-58 por la administración presidencial de la joven república constituyeron un obstáculo para la búsqueda del apadrinamiento de una potencia europea, o americana, que le diese protección.

    La búsqueda de la reincorporación de Santo Domingo a España se inició dos años después de la ocupación haitiana en 1822, fue un alegato de interés personal de algunos españoles que aún mantenían sus bienes y propiedades en la antigua Española. Esto ocurrió en los primeros meses de 1824, todo quedó sin efecto porque España le dio poca importancia a las pretensiones de quienes deseaban desprenderse de la dominación haitiana, estos no obraron por patriotismo, sino para proteger sus propiedades privadas. España dio paso a la creación de un estado en 1821, de esa forma se desvinculó de su otrora perla de las Antillas, el país europeo perdió el interés en esta posesión que tanto beneficio le dio en otros venturosos tiempos.

    En 1843, nuevamente se inició un intento para que España aceptara que su antigua colonia regresara a formar parte de sus dominios en las Antillas¹, pero la isla aún continuaba bajo el mando haitiano, lo que dificultaba un tratado de anexión. Primero los dominicanos debían romper las cadenas haitianas y crear un estado libre, para posteriormente ceder el territorio a otra nación, pero había que ver si en este caso España estaba interesada en retomar un territorio que abandonó en 1821. Desde entonces no había obtenido grandes progresos como nación a pesar de poseer riqueza natural. Santo Domingo como país soberano no progresó en sus primeras décadas porque se vio sumido en una constante guerra con los haitianos y un manejo inadecuado del estado. Las emisiones de papel moneda y las rencillas internas por el mando constituyeron, aparte de la guerra con Haití el estancamiento económico del país.

    Se sabe con certeza que Don Antonio López de Villanueva, un ex combatiente en la guerra de reconquista, encabezada por el General Juan Sánchez Ramírez (1808-1809), viajó a Jamaica para entrevistarse con el Vice-Cónsul de España en aquella isla, General Carlos Duquesnay², su objetivo era que se le ayudara a tener una entrevista con el gobernador de Cuba, General Gerónimo Valdés. Esto sucedió en marzo de 1843, justo un año antes de que se declarara la independencia dominicana. Fueron facilitados los trámites para esta entrevista y no tardó en llegar a la Habana. Fue bien recibido por la máxima autoridad este y tomó muy en serio sus propuestas.

    Estas conversaciones se hicieron con el máximo sigilo y cuidado posible porque Haití poseía el dominio total de la isla, posesión que ejercía basándose en el Tratado de Basilea de 1795 en el cual España se comprometió a ceder la soberanía de la isla a Francia. Un tratado entre españoles y franceses que perdió su efectividad cuando Haití se declaró independiente. Para que España cumpliera lo pactado en la ciudad de Basilea y cediera a Francia la totalidad de la isla, fue necesario ejercer la fuerza para obligar a los españoles al abandono de esta posesión. Fue ocupada por Dominique Toussaint en 1801 en nombre de Francia.

    Las conversaciones con la máxima autoridad de la isla de Cuba no dieron frutos, el General Valdés prometió enviar un oficio a Salustiano Olózaga, quien para entonces presidía el Consejo de Ministros en España, y así lo hizo, advirtiendo a la vez que: <>.

    Aún con la buena fe y visto bueno de Valdés, estos esfuerzos fueron estériles, había una razón más que suficiente para que desde España no se sintieran atraídos ni dispuestos a retomar la isla. Dados los riegos y costes de este propósito.

    Santo Domingo estaba aún bajo la influencia y dominación haitiana. Charles Hérard ocupó la presidencia de Haití en 1843 y como su antecesor, el General Jean P. Boyer, se propuso mantener el dominio sobre la totalidad de la isla. Una ocupación que se extendió por 22 largos años y donde la parte ocupada nunca se adaptó a sus verdugos, ya que eran completamente diferentes. Entre dominicanos y haitianos no resaltó nunca como virtud cívica la unión y la convivencia, se odiaban mutuamente. La fraternidad nunca existió, la desigualdad de idioma, religión y costumbres formaron un muro infranqueable entre ambas naciones.

    El sonar de un trabucazo disparado por Don Ramón Matías Mella llamó a la rebelión la noche del 27 de febrero de 1844 y los haitianos fueron obligados a abandonar la parte ocupada. La separación de Haití fue ideada por Don Juan Pablo Duarte. Es considerado el padre de la patria. En el año 1838 fundó la Trinitaria, una sociedad secreta dedicada a reclutar hombres para la proclamación de una república. Sus aportes a la causa dominicana le hacen merecedor de la justa distinción de fundador de la República Dominicana. Su idealismo y perseverancia cristalizaron en la independencia. Tuvo pensamientos tan altos de liberalismo y patriotismo que su corazón sólo obró en ver una nación libre de la mano haitiana, no era compactible para él, que la patria que soñaba fundar se convirtiera en parte del territorio de otra nación, sus pensamientos fueron los de fundar una nación libre de toda dominación extranjera.

    La naciente república desde sus orígenes como nación tuvo la desdicha de ser objeto de la política personal de dos hombres: el General Pedro Santana y el General Buenaventura Báez. Báez era general a modo honorífico, ya que se le vio en combate muy pocas veces, los registros históricos de la nación dominicana sólo lo citan en la batalla del 30 de marzo de 1844, en cambio Santana fue la espada más brillante y destacada en la guerra dominico-haitiana.

    Estos dos personajes se repartieron el derecho de gobernar la naciente república en sus primeros 17 años de existencia, (1844-61), también es conocido este período como la primera república. La enfermiza ambición e insaciable sed de poder de ambos, desgarraron el futuro de una nación que comenzaba a dar sus primeros pasos. Ambos líderes debieron de ser lo contrario el uno otro, aunque todo indica que acabaron siendo fieles a la causa política a la que se adscribieron, que fue la de volver a formar parte de la geografía española. Santana fue dueño de un carácter rígido, esto lo diferenció siempre de su rival que era mucho más culto.

    Báez por excelencia iba a ser destinado a formar la escuadra técnica, y Santana la ruda. No tuvo Báez ese instinto criminal de su rival, de la otra parte no se le conoce a Santana ningún enriquecimiento ilícito, la capacidad de respetar las propiedades públicas fue una de las conductas más características del General Santana, rasgo sublime de honradez que mantuvo hasta el final de sus días. Ambos caudillos se diferenciaron por lo señalado, pero sus ideas fueron como dos gotas de agua, a su manera fueron dos personajes con pensamientos distintos, pero enamorados y fieles a un sólo objetivo que fue para ambos santo y sagrado, la reincorporación de la república a España, u otra nación que le abriera sus brazos. Pero debido a los lazos históricos España resultó ser la nación ideal para anexar a Santo Domingo.

    Desde España nombraron un nuevo capitán general para la isla de Cuba, cargo dado al General español Francisco Javier de Ulloa en 1843, pero su mandato fue interino porque el cargo le pertenecía a otro hombre, al General Leopoldo O´Donnell³. O´Donnell se instaló en Cuba en octubre de 1843 como capitán general de esa isla. Vio nacer el estado dominicano y se hizo conocedor de los acontecimientos de la nueva nación, con este general se renovaron las conversaciones para la reincorporación de la república a su antigua potencia colonizadora, ahora como una nación libre que puede decidir su destino. O´Donnell fue el más ferviente promotor de la anexión y su arquitecto. Cabe señalar que el nuevo capitán general de Cuba en principio dudó si España debía o no adquirir nuevas posesiones. Este sentimiento negativo de O´Donnell desapareció para dar paso a una postura incondicional a favor de la reincorporación.

    Poco después de la declaración del estado dominicano sus primeros políticos se concentraron en la defensa, alternándola con la búsqueda inmediata de una potencia que les brindara apoyo militar. Cuba y Puerto Rico eran las dos últimas provincias de ultramar que aún mantenía España en el Caribe. En el año1844, Cuba estaba gobernada por el General Leopoldo O´Donnell, y Puerto Rico por el Conde de Mirasol, el General Rafael Arístegui y Vélez. Este último se mantuvo en el cargo hasta 1847. Los primeros contactos oficiales con los capitanes generales de ultramar fueron con el fin de buscar un protectorado, pero las conversaciones en cada paso fueron perdiendo su propósito original y en poco tiempo se habló de anexión. Tanto O´Donnell como el Conde de Mirasol estuvieron completamente de acuerdo que Santo Domingo debía estar bajo el dominio de España.

    El primer presidente del gobierno español que tuvo un ligero conocimiento de los planes de los dominicanos fue Luis González⁴ Bravo, tan sutil y fugaz fue ese comunicado verbal que no supo de qué le hablaban. La independencia dominicana fue declarada a finales de febrero de 1844, pocos días después de la proclamación de la república salió de Cuba un vapor con destino a la península llevando a Madrid las últimas buenas nuevas de lo que acontecía en el Caribe. Supo el Presidente del Consejo de Ministros de las pretensiones de los dominicanos cuando llegó el vapor que transportaba la información del nuevo orden de cosas. Pero se le acababa el tiempo en el poder, el día 2 de mayo dimitió y al día siguiente fue Ramón María Narváez el encargado de formar gobierno. Este general era por naturaleza inculto y no tuvo gran conocimiento de política exterior, recibió el ascenso a Teniente Coronel por destacarse en la batalla de Mendigorría, en la guerra Carlista iniciada el 15 de julio de 1835. En la batalla de Arlabán de 1836, por su valentía fue promovido a Brigadier. La era de los gobernantes militares en el reinado de doña Isabel ll había comenzado, la inauguró el General Baldomero Espartero. Narváez, desde el primer momento que escuchó las propuestas de los Capitanes Generales de las provincias caribeñas de ultramar para ayudar a los dominicanos en su guerra con Haití, y que Santo Domingo quería reincorporarse a España, dijo que: <>.

    La gestión de Narváez al frente del gobierno español en aquella ocasión fue efímera, dimitió en febrero de 1845. El ambiente político en dicho año fue preocupante, la reina Isabel ll con tan sólo 15 años no contaba con la experiencia necesaria para afrontar estos desórdenes, tampoco importaba mucho su opinión. A Narváez le sustituyó el Marqués de Miraflores para un gobierno de 34 días que terminó también en dimisión. Seguía en Madrid el ambiente tenso. Regresó Narváez⁵ el 16 de marzo para su período más corto al frente de la administración española, sólo 15 días duró en esta ocasión. En tres meses pasaron tres gobiernos de cortísima duración. Francisco Javier de Istúriz se encargó de sustituir a un Narváez que se marchó lejos de palacio, pensando no volver a la política. Narváez fue un rústico militar, la política en su opinión era algo despreciable, la odiaba, la llamaba la cochina política. Este desorden político de 1845 en España no fue nada más ni nada menos que por una simple y sencilla razón, la boda de Isabel ll. La búsqueda del futuro esposo de la adolescente se extendió varios meses, tornándose conflictiva y forzando la caída de tres gobiernos.

    General Pedro Santana y su primera gestión presidencial

    El 12 de julio de 1844 el General dominicano Pedro Santana⁶ dirigió un contra golpe y expulsó al General Francisco del Rosario Sánchez, el cual había desplazado a la Junta Central Gubernativa, la cual ocupaba el manejo del estado. Santana se autoproclamó Jefe Supremo del Ejército y el congreso lo ratificó el 14 de noviembre. Asumió una administración sin fondos, con un frente abierto con los haitianos y la necesidad de la protección de una potencia que le garantizase la continuidad como estado. Santana se dedicó a buscar el protectorado o la anexión, también se empleó con éxito en buscar el reconocimiento de las grandes potencias europeas a la independencia dominicana, con Francia e Inglaterra no tuvo inconvenientes ni rechazos porque estos países no tardaron en reconocer a la República Dominicana como país e instalar representantes diplomáticos en la capital de la joven nación. Aunque para un protectorado el jefe de estado prefería a la antigua potencia colonizadora.

    Poco después de ser expulsados del territorio ocupado, Haití declaró la guerra a Santo Domingo y se propuso, con un enorme contingente militar recuperar la parte Este de la isla. El naciente estado dominicano era para entonces muy débil, y rápidamente los políticos de la nueva república encontraron opiniones divididas porque algunos quisieron el protectorado y otros la anexión, pero no era el momento adecuado ni tampoco había tiempo para analizar los términos de un tratado debido a que el General Charles Riviere Hérard estaba ya formado con su ejército para penetrar en territorio dominicano e iniciar una larga y sangrienta guerra. Se necesitaba el auxilio de una potencia militar que garantizara la permanencia del nuevo estado e impedir el ataque haitiano, y el más viable y conveniente por diversas razones era su antigua metrópolis, pero no iba a resultar tan fácil. España olvidó al antiguo florón antillano y se dedicó exclusivamente a mantener las posesiones de Cuba y Puerto Rico. Los hombres de Santo Domingo se batieron a muerte frente a un ejército tan numeroso. Debieron enfrentar la avalancha haitiana con los medios que tuvieron a su alcance.

    Con O´Donnell como gobernador de la colonia española de Cuba se hicieron grandes avances para que Santo Domingo regresara al seno de la familia española, los cuales no cristalizaron de inmediato en la culminación del proyecto emprendido, pero fueron un factor clave en los años posteriores, la anexión se consumó en un futuro que se hizo esperar. Él fue quien fijó los cimientos de la anexión y ayudó al gobierno de Santana con el envío de una comisión negociadora a Madrid con el fin de lograr el protectorado, esta delegación estaba compuesta por Buenaventura Báez, Medrano y Aybar. Dicha delegación partió con destino a la península después de que el General O´Donnell hiciera todos los arreglos para su recibimiento en Madrid. A pesar de que los dominicanos contaban con la aprobación de los gobernadores de Cuba y Puerto Rico no pudieron enviarla en 1845 debido a los sangrientos y encarnizados combates que se libraban en territorio dominicano contra el ejército haitiano. Por eso no se avanzó mucho en la búsqueda de una solución satisfactoria para ambos países en el tormentoso segundo año de la existencia de la nación dominicana.

    La delegación dominicana llegó a Madrid en septiembre de 1846, con la finalidad de negociar un protectorado con España. Sus objetivos fueron claros desde el principio, las dos principales razones por las cuales la delegación dominicana se desplazó hasta Madrid fueron exclusivamente para tratar de que España reconociera la independencia dominicana, y posteriormente el país europeo blindara a la república de cualquier eventualidad bélica. Buscaban un reconocimiento como país, porque la presión del ataque haitiano era gigantesca. Los haitianos no escuchaban la razón del diálogo y sólo alegaban que la parte Este de la isla les pertenecía y con las armas en las manos incursionaron bélicamente para retomar el control de la totalidad de la isla.

    Pasaron cinco largos meses para finalmente obtener una audiencia en el Congreso de los Diputados⁷, fue a principios de febrero de 1847. Se les comunicó a los representantes del gobierno dominicano que se preparasen para asistir a un pleno del congreso en una sesión extraordinaria. Expusieron las instrucciones que les fueron encomendadas, las cuales consistían mayormente en el reconocimiento de la independencia dominicana y, ya que las circunstancias fueron propicias, también osaron pedir un protectorado español para persuadir a los haitianos y hacerlos desistir de sus intenciones bélicas dado el riesgo de batallar contra un ejército como el español. Después de escuchar las propuestas de la representación dominicana encabezada por Báez se levantó la sesión y no fue hasta marzo que obtuvieron una respuesta. El dictamen dado a la comitiva dominicana no fue favorable. El gobierno de Su Majestad se negó a reconocer un estado dominicano y también a protegerlo con su oro y sangre. No conformes, tratando de cambiar la decisión de la corona, su estadía en Madrid se prolongó hasta diciembre de 1847, sin resultado. Los dominicanos tuvieron que regresar a Santo Domingo sin haber logrado el acuerdo deseado, pero dejando las puertas abiertas a un futuro entendimiento. Antes de abandonar la península hicieron llegar al congreso una nota de la cual transcribimos un corto párrafo:

    Nuestro gobierno, pues está plenamente justificado a los ojos de las demás potencias sobre su conducta actual con el de España, en el mero hecho de mantener en Madrid catorce meses a sus representantes, sin poder obtener la cordial inteligencia que debiera existir entre los pueblos unidos por vínculos tan sagrados […] con el más profundo sentimiento, declaramos que nos retiramos de esta Corte para dirigirnos a otras naciones que han ofrecido su mediación para hacer cesar la injusta guerra que le hacen los haitianos…

    Una de esas naciones interesada en beneficiarse de las circunstancias fue el gigante del Norte, que nada pintaba en los problemas de los países hispanoparlantes. Sin embargo emergió en cada coyuntura política y estancamiento social como la solución de Santo Domingo y su desgraciada guerra con Haití. Washington⁸ nunca estuvo interesado en hacerse con parte del territorio dominicano, aunque eso dio un giro radical con el correr de los años y la madurez de la nación dominicana. De momento se mostraban como una alternativa y los políticos de la nueva república se aferraron a sus falsas e ilusorias esperanzas. Todo fue en vano porque los políticos americanos finalmente decidieron que no había razón provechosa para entrar en una guerra que no les interesaba y donde no tenían nada que ganar y mucho que perder. Sin embargo alimentaron las esperanzas dominicanas al escuchar las propuestas que les hicieron los políticos. Ellos sabían perfectamente que no entrarían en un tratado de anexión por razones tan justificadas como la desigualdad de idioma, entre otras. A pesar de sus análisis y estudios del terreno, en los anales de la historia dominicana podemos encontrar numerosas propuestas americanas tentando a los primeros gobiernos que tuvo la república con la finalidad de adquirir parte del territorio dominicano, llegando incluso a formarse una crisis internacional que bien pudo derivar en una guerra entre europeos y americanos por el control de Santo Domingo. Una porción del territorio de la República Dominicana que siempre estuvo en los planes de los americanos fue la bahía de Samaná, a lo largo de esta obra veremos hasta qué extremo se interesaron por este punto estratégico.

    No era de extrañar que muchos de los políticos españoles, con un amplio conocimiento en política internacional, se opusieran a la reincorporación de Santo Domingo. Acertaron con increíble precisión al predecir que una nueva posesión territorial en nada beneficiaría a España, y los hechos demuestran que todo el tiempo que rechazaron la anexión tuvieron sobrada razón.

    El comercio en la parte española de la isla de Santo Domingo fue excelente y próspero, pero en 1801, cuando España se vio forzada a ceder la parte Este de la antigua Española a los franceses, el progreso se detuvo súbitamente, no sólo por la ocupación del ejército francés, sino por la desastrosa guerra que se originó entre el ejército regular de Napoleón y las tropas haitianas, debido a que este último declaró unilateralmente su independencia. Haití se emancipó de Francia poco después de tomar el control total de la isla, por lo que la parte española quedó ocupada por los haitianos y no por franceses, ocupación que se prolongó hasta 1809 cuando España recuperó el dominio de la parte Este de la isla mediante la guerra de reconquista. A partir de esta primera ocupación, nunca jamás la prosperidad para los habitantes del primer asentamiento europeo en el nuevo mundo brilló con los vivos colores de antaño. Los grandes comerciantes se marcharon a Cuba y Puerto Rico llevándose consigo sus industrias. España comenzó a perder el interés en su hija primogénita poco después de haberla arrancado de los brazos de los haitianos.

    Desde 1809 hasta 1821 fueron doce años de escasa actividad comercial, una especie de limbo, o más bien, fue un período de transición para dar paso a la creación de un estado libre. A este período se le conoce como la España boba. No recuperó esta parte de la isla el comercio tan eficaz que la llevó a ser entre todas las posesiones, la más importante de las Antillas, incluso mucho más lucrativa que la isla de Cuba. España dio paso a la creación de un estado en 1821, pero sólo duró algunos meses porque los haitianos nuevamente ocuparon la parte española unificando la isla a principio de 1822. Con esta nueva ocupación aún más prolongada que la primera, la parte Este de la isla cayó en el abandono total, sus habitantes no gozaron de plena libertad para el comercio, todo estuvo sujeto a las disposiciones de la capital haitiana. Hemos retrocedido en nuestra cronología para observar mejor las razones que condujeron a detener de forma tan brusca el comercio en esta parte de la isla.

    Después de proclamada la independencia de la República Dominicana en 1844, el poco comercio que existía, aparte de la agricultura, era el maderero, el cual representó en sus tiempos de mayor actividad una pujante industria, con un sostenible auge económico. La madera de altísima calidad como la caoba, fue el pilar de la economía de la isla Española, se exportó a muchos países de América y del viejo mundo, alcanzando un extraordinario nivel de demanda. Otro negocio que brilló y que iba en crecimiento antes de la primera ocupación francesa en 1801 fue creciente industria de la producción azucarera, pero decayó como todo el comercio en general fruto de la falta de mano de obra. El tabaco era también muy comercial, no con más suerte que los anteriores también fue mermada su producción. En los años prósperos se exportó tabaco, azúcar y madera a todo el continente y también a los países europeos. Para la elaboración y posterior exportación del tabaco, el método era muy sencillo, tanto que aún en la actualidad se sigue practicando. Envolvían el tabaco en la base de la hoja de la palmera la cual recibe el nombre de yagua, compactándolo en una especie de cilindro amarrado fuertemente con una soga, puede llegar a medir más de un metro y medio de largo y hasta 10 centímetros de grosor, el producto ya listo para su comercialización, es llamado andullo, el tabaco se añeja mediante este proceso, dándole un sabor único. Esta cubierta es también una especie de embalaje que además lo protege de la humedad.

    Para la preparación del azúcar, trituraban la caña con molinos de madera llamados trapiches, estas primitivos, pero altamente efectivas maquinas estaban diseñadas para girar tirados de animales que prensaban la caña⁹ extrayendo su néctar o guarapo, que es como se le llama a esta sustancia jugosa. Una vez extraído era cocinado en grandes calderas hasta que se iba quedando espeso, ya alcanzado el grado de cocción requerido vertían el producto sobre una superficie plana para su secado, formando una especie de turrón, después procedían a trocearlo para su venta. Así prosperaban estas industrias antes de las ocupaciones franco-haitianas. También existió el comercio de piel de reses, el ganado vacuno fue tan abundante que se contaban en manadas salvajes. Durante muchos años mataron reses sólo para despojarlas de la piel, dejando en ocasiones el resto del animal a merced de los carroñeros, desperdiciando su carne.

    A pesar de que en el primer gobierno de Santana buscaron la anexión, Santo Domingo se debatía en guerra con Haití, el uno por defenderse y el otro por reconquistar el territorio que ocupó por 22 años. Los haitianos atacaron militarmente a los dominicanos, obteniendo siempre el rechazo y viéndose obligados a retroceder, siendo privados de sus objetivos. Con heroico valor se defendieron de la fuerte sacudida bélica haitiana, pero estos eran persistentes, después de una derrota se replegaban y organizaban el siguiente ataque. La tenaz insistencia haitiana fue una de las causas principales por las que Santana buscó el patrocinio de una nación más poderosa militarmente hablando que Haití. En los primeros cuatros años de existencia de la república sólo se consiguieron promesas de posible protección, las cuales no intimidaron al vecino Haití, que continuó intentando reconquistar el territorio dominicano.

    España aún no había ni reconocido la independencia dominicana, lo que evidencia cuán lejos estaba el país europeo y sus políticos en extender la mano a su antigua colonia, aunque España debió de haber tomado una postura más dura en contra de la guerra dominico-haitiana debido a que Cuba y Puerto Rico eran todavía tierra del dominio del trono de España, y Santo Domingo fue una de las más prósperas posesiones que tuvo el país europeo en las Antillas.

    España dio la espalda a Santo Domingo, la isla fue entregada a los franceses como moneda de cambio, desgraciado acto llevado a efecto por la política errante del rey Carlos lV. Cedió la ciudad primada de América a los franceses, el país donde se fundó la primera catedral del nuevo mundo, la primera universidad, el primer asentamiento español en las Américas, a cambio recibió el Norte de Cataluña que estaba ocupado por tropas francesas, sobre este famoso tratado tendremos la ocasión de ampliar los detalles en el capítulo lll de este

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