Diciembre, un mes para perdonar
Anticipo que ésta no es una historia de Navidad ni tampoco tiene que ver con creencia religiosa alguna. Se trata, más bien, de un capítulo de la historia del derecho mexicano que es muy poco conocido —¿acaso deliberadamente ignorado en la actualidad?—pero que resulta fundamental para entender la reacción casi furibunda del gobierno español ante la exigencia del nuestro de que España pida perdón por los males causados durante la Conquista, hace 500 años.
Yo supongo que esta historia alguien debió saberla, pero quizá, ante la espontánea reclamación contenida en una carta, para la cual ni siquiera hubo respuesta negativa, sino un simple desdén, los funcionarios de nuestra cancillería no pudieron siquiera presentar a sus superiores un breve relato de lo que sucedió allá, en el lejano año de 1836, en el mes de diciembre precisamente, cuando se firmó en Madrid el Tratado Definitivo de Paz y de Amistad entre la monarquía española y la República mexicana, acuerdo de voluntades entre dos naciones que, entre otras cosas, resolvieron perdonarse
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