La ayuda española a la independencia de las colonias norteamericanas del Reino Unido fue seguramente la medida más trascendental de todas las decisiones políticas tomadas en el siglo xviii, y a medio plazo coadyuvaría a la implosión de sus vastas posesiones. La razón principal para ello, más allá de las aspiraciones de recuperar Florida y expulsar a los británicos de las costas del Golfo de México, fue la adversidad climática. El fenómeno de un «Meganiño» en el área caribeña comportó sequías extremas en la parte continental de Nueva España, actuales México y la mayor parte de Estados Unidos, el tradicional granero de las Grandes Antillas españolas. Simultáneamente, continuos huracanes de una intensidad hasta entonces desconocida sembraron la desolación en toda el área caribeña y en los territorios españoles de Luisiana y Texas.
La necesidad acuciante de alimentar en las fuentes norteamericanas, en moneda efectiva, armas y pertrechos para los norteamericanos, y en tres años de hostilidades Bernardo de Gálvez reconquistó las Floridas y se apoderó de Fort Butler y Natchez en el Misisipi, así como de Mobila y Pensacola en el Golfo de México.