El Pozo
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Qu es el pozo? Sino aquella sensacin de darse cuenta que se ha tocado fondo. Imaginemos que por un momento esa zona de confort se convirtiese en un lugar real y no diramos cuenta de que no hay otra opcin ms que la de empezar a subir.Qu es el pozo? Sino aquella sensacin de darse cuenta que se ha tocado fondo. Imaginemos que por un momento esa zona de confort se convirtiese en un lugar real y no diramos cuenta de que no hay otra opcin ms que la de empezar a subir. En esta historia de superacin personal veremos de forma alegrica el proceso de superacin personal y de la realizacin de un proyecto de vida y aprenderemos que siempre hay alguien en quien confiar, en ocasiones aquellos que menos esperamos. Acompenme en esta odisea narrada en primera persona y juntos alcancemos la #Gloria.
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El Pozo - Luis Ángel Higareda Mireles
El pozo
Luis Ángel Mireles Higareda
Copyright © 2018 por Luis Ángel Mireles Higareda.
Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.: 2018902305
ISBN: Tapa Blanda 978-1-5065-2417-7
Libro Electrónico 978-1-5065-2418-4
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.
Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivada de las mismas.
Fecha de revisión: 20/22/2018
Palibrio
1663 Liberty Drive
Suite 200
Bloomington, IN 47403
ÍNDICE
Capítulo 1 La pelea: el inicio de la odisea
Capítulo 2 Tocando fondo
Capítulo 3 Por fin, algo de compañía
Capítulo 4 Esperanzas guajiras
Capítulo 5 Esperanzas moribundas. Intentos fallidos
Capítulo 6 Intentar, intentar y volver a intentar
Capítulo 7 El balcón de las fresas
Capítulo 8 Comienza la escalada en serio
Capítulo 9 El balcón de las uvas
Capítulo 10 Pruebas repentinas
Capítulo 11 El balcón de los higos
Capítulo 12 Desafío de persistencia
Capítulo 13 El balcón de las cerezas, prueba de fuego
Capítulo 14 Apoyo caído del cielo
Capítulo 15 El balcón del perdón
Capítulo 16 Rumbo a la cima, primera parte
Capítulo 17 El balcón del agradecimiento
Capítulo 18 Rumbo a la cima, segunda parte
Capítulo 19 El balcón del amor
Capítulo 20 Rumbo a la salida
Capítulo 21 El reencuentro con la tierra blanca
Capítulo 22 Observando la situación
Capítulo 23 La llegada a la tierra buena
Capítulo 24 El tratamiento, primera sesión
Capítulo 25 La kahuna nui
Capítulo 26 La visita a la capilla
Capítulo 27 El tratamiento, segunda sesión
Capítulo 28 La haka
Capítulo 29 El tratamiento, tercera sesión
Capítulo 30 Las artes marciales
Capítulo 31 El tratamiento, cuarta sesión
Capítulo 32 Reiki
Capítulo 33 El tratamiento, quinta sesión
Capítulo 34 La fiesta de aniversario
Capítulo 35 El último desafío del monasterio
Capítulo 36 Ruta a los suburbios
Capítulo 37 Llegada a los suburbios
Capítulo 38 Puesta en marcha del proyecto
Capítulo 39 Lucha y recuerdos
Capítulo 40 El bodorrio
Capítulo 41 Y pasa el tiempo
Capítulo 42 Rumbo al centro
Capítulo 43 Al trabajo
Capítulo 44 El primer año
Capítulo 45 El segundo año
Capítulo 46 El tercer año
Capítulo 47 Volviendo al principio
Capítulo 48 Viejas rencillas
Capítulo 49 Falsas promesas
Capítulo 50 Una nueva vida
Dedicado a todos aquellos
que en algún momento
han tocado fondo
para que sepan que hay esperanza
y una salida de su situación.
Capítulo 1
LA PELEA: EL INICIO DE LA ODISEA
Ha pasado mucho tiempo, años y años en los que tuve que soportar humillaciones, burlas, malos tratos y muchas y muchas otras cosas las cuales han ocasionado que yo me sienta como me siento en este momento, con ganas de mandarlo todo al demonio, tomar mis cosas y largarme, comenzar de nuevo. No soporto ver a nadie ni a nada, me siento terrible, necesito buscar una solución.
La gente me echa en cara mi carácter, que si los saludo o que si no los saludo, que si les hablo o que si no les hablo, que si les contesto bien o mal, se la pasan reclamándome por cualquier tarugada, a díceme y díceme que soy un grosero, un mal hablado, un renegado y muchas cosas más, pero ellos no conocen mi vida ni mi pasado, ni las cosas que me afligen ni todas aquellas que me han estado destrozando todos estos años.
La maldita sociedad solo quiere que uno sea como ellos quieren, no les importa cómo se sienta uno, ni lo que pase en su casa ni en su vida, sólo quieren que los atiendan, los escuchen y pierdan todo el tiempo por andar haciendo lo que les place. Si la vida de uno se está yendo al carajo no les interesa, sólo desean que uno ande siempre con una sonrisa y campante, perdiendo la vida propia por complacer la ajena.
Para colmo, las cosas han ido empeorando. Tuve que dejar mi carrera porque las cosas no encajaban, lo peor es que personas sumamente cercanas a mí son las que más han contribuido a que me esté yendo de esta manera. También fue por su culpa que dejara la carrera.
Mi novia me dejó porque una de estas personas en particular me hostigó, me vigiló y me siguió no una, sino muchas veces a su casa, además la insultó aludiendo a sus defectos físicos, como si ella y yo no los tuviéramos.
Algo que siempre me ha hecho enojar es que todas ellas son una bola de haraganes que siempre desean tener la razón y que defienden su propio criterio aunque eso involucre insultar a Su Santidad en persona si se les presenta el caso, cosa que ha ocasionado que todos mis amigos se alejen y me dejen prácticamente solo, pues el esfuerzo que he hecho para ganarme a la gente a lo largo de años y años se ve derrumbado en cuestión de segundos por la actitud de las personas con las que vivo.
Esto ha llegado últimamente demasiado lejos, primero, se le ocurre ir a buscarme al trabajo, con la excusa de que va a comprar algo, cuando su idea real es ver mi horario para que no pueda salir a otro lugar, de manera que me pueda tener vigilado, no me le separe y pueda seguir haciendo su vida a mis expensas.
Ha armado un escándalo tal, al perseguirme por todos los departamentos de la tienda que ahora no tengo cara para volver, puesto que el trato que me dio no se le da ni a un estudiante de preescolar. Sin embargo, eso no es lo que me colma, y lo que ha hecho que tome la decisión que he tomado y que nadie me hará cambiar ni desechar.
El motivo por el que he tomado esta decisión es que de un tiempo para acá se ha vuelto insoportable, insulta a todas horas, maldice, pelea por cualquier tontería. Incluso hace poco fue necesario llamar a la fuerza pública para contenerla. Pero sus pleitos diarios y sus insultos frecuentes no son exactamente lo que me ha hecho tomar esta decisión, sino el hecho de que durante varias noches seguidas ha ocasionado escándalos en los que han tenido que actuar los vecinos para calmar la situación.
En uno de esos pleitos tuve que salir y ella mandó a un vecino, primo mío a seguirme, me vi obligado a encararlo y decirle que si decía algo de mí o si se ponía de su parte lo iba a mandar al hospital. Desde esa vez no he vuelto a tener contacto con él, y eso me pesa porque era para mí como un hermano.
En esa ocasión tuve que volver a mi
casa, puesto que no tenía recursos ni lugares a dónde llegar, pero ahora los tengo y en buen momento, porque en este último pleito se pasó de la raya. No deseo entrar en detalles, porque el solo hecho de que el tema pase volando por mi mente hace que me ponga furioso y desee perder la vida, pero eso sí, en esta ocasión sí consiguió lo que tanto deseaba, que yo desapareciera de su vida.
En estos momentos estoy escondido en un hotel, he tenido que dar datos falsos y una buena suma de dinero al recepcionista para que no diera información de mí, pero sé que va a valer la pena. Mañana iré al banco, sacaré todo lo que tengo y me largaré. No es tanto como para darme la gran vida, pero sé que es suficiente como para desaparecer de alrededor de esta porquería de gente. Por ahora estoy demasiado enojado y no sé si pueda dormir esta noche, no quiero que sepan dónde me encuentro, no pienso volver a ese infierno.
…
Ya amaneció y está saliendo el sol, en estos momentos iré al banco ahora que no hay gente, empezarán a llegar en 2 horas cuando menos, lo que me dará tiempo de retirar mi dinero y largarme sin que nadie se dé cuenta. Por lo que a mí respecta, si en la que yo consideraba mi casa se están secando del llanto o si están falleciendo, que les vaya bien, será una de cal por las que van de arena.
De camino al banco me encontré a la que fue mi novia, ella tiene que madrugar para ir al trabajo porque le queda lejos. Siempre ha sido muy alegre y al encontrarme me ha intentado preguntar por qué estoy tan molesto, pero mi coraje es tanto que ni la he notado, he pasado de largo sin siquiera verla y me he dirigido al cajero automático.
Al llegar ahí he retirado todo cuanto me ha permitido y me he dispuesto a seguir mi camino. Hubiera deseado que el cuarto donde está el cajero no tuviera cámara, pues no deseo que quede rastro de mí, pero como eso no lo puedo controlar no me queda de otra, más que soportarlo. Por mucho coraje que tenga, sé que la cámara de vigilancia no tiene la culpa.
He caminado hacia el sitio de taxis más cercano y le he pedido al taxista que me lleve lejos de aquí, al hotel más lejano que conozca y me deje ahí. Él al notar mi enojo me ha pedido que me calme y que, si deseo, en lugar de huir, puedo platicar con él al respecto y tratar de darle una solución a lo que sea que me ocurre.
De una manera no muy amable le digo que ya lo intenté todo, que sacrifiqué mi vida para complacer la de aquellos a los que yo llamaba mis seres queridos
, que siempre hice todo para ser un modelo de lo que la sociedad quería y que todos ellos me habían pagado mal, que no deseaba platicar y que arrancara del lugar y me llevara lejos.
Durante el trayecto, él intentó convencerme de que regresara, de que alguna solución habría y todo podría mejorar. A pesar de que mi enojo era grande y no pude evitar desquitar parte de éste con el taxista, él mantenía un semblante tranquilo y sereno, como si de un confesor se tratara. La calma, la paz que despedían eran enormes y hubieran calmado al hombre más irritado, pero mi enojo era tan grande que nada de eso me ocurrió y seguí muy enojado.
Poco después de salir de la frontera de la ciudad pasó algo muy raro, una niebla muy densa llenó todo el lugar, cosa muy rara, porque aquí no hay niebla en ninguna época del año.
El taxista insistió aún más en volver, como si supiera lo que pasaría después, pero yo le insistí en que siguiera a costa de lo que fuera. Él siguió conduciendo a una velocidad extremadamente lenta, cosa que no me importó porque lo único que yo quería era irme lejos sin importarme lo que pasara con mis seres queridos
.
Así fue que seguimos andando y de pronto la niebla desapareció. Para mi sorpresa, la ruta que debería de estar ahí había desaparecido y la carretera se veía abruptamente finalizada y delante, hasta donde alcanzaba la vista se veía un suelo blanco y liso.
El taxista me dijo que ya no podía seguir, y a pesar de todas mis insistencias no cambió de postura y se limitó a pedirme una vez más que regresáramos, que era la mejor opción y que todo se solucionaría. Yo le dije que no y que como no quería seguir, yo seguiría a pie. Él, resignado bajó mis cosas, las pocas que traía y se dispuso a retirarse.
Antes de irse yo le pregunté cuánto le debía, él me dijo que nada, que el pago me lo tendría que hacer a mí mismo y que era decisión mía haber seguido. Lo taché de loco y en cuanto se fue, me dispuse a tomar mis cosas y caminar.
No pude tomar nada porque al momento de poner un pie en el suelo blanco e intentar caminar, resbalé como si fuera en una resbaladilla de parque acuático a una velocidad muy alta.
Capítulo 2
TOCANDO FONDO
No sé cuánto tiempo ha pasado, acabo de despertar y me duele mucho la cabeza. No reconozco el lugar en el que me encuentro, el suelo es lodoso, el olor es nauseabundo y a donde alcanza la vista se ve todo igual.
El lugar está rodeado de un alto muro de distintos tonos de café, tan alto que no alcanzo a ver la cima. Se ve un cielo grisáceo y verdoso y a lo lejos mucha gente vagando. Este lugar sin duda no es bonito y ahora lo que importa no es saber cómo llegué aquí, e incluso no importa en qué lugar estoy, lo que importa es cómo puedo salir de aquí para proseguir mi viaje y alejarme de todos aquellos que me hicieron mal.
Por ahora lo único que se me ocurre es ir a recorrer el lugar, porque los muros que rodean el punto en el que me encuentro son demasiado altos para subirlos y se ven muy inestables. Lo único que me faltaría sería intentar subirlos, resbalar y caer haciéndome daño o incluso perder la vida.
A lo lejos veo gente caminando, a lo mejor van pasando por aquí y conocen la salida o algún lugar donde me pueda refugiar mientras pienso en mi siguiente plan. Iré a verlos a ver qué me pueden decir.
…
He caminado mucho y el trayecto no ha sido fácil. El camino es muy difícil de recorrer, pues es como caminar en una ciénaga. Es demasiado lodoso y el olor que no se soporta. Pareciera como si esto fuera un depósito de materia fecal. Lo único con lo que me he encontrado ha sido con insectos como cucarachas, moscas y demás alimañas, además de que he visto muchos cuervos y murciélagos volar. Por otro lado, no parece haber presencia de plantas aquí, tampoco he visto otros mamíferos ni ningún otro tipo