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Crímenes Ajenos a La Tribu
Crímenes Ajenos a La Tribu
Crímenes Ajenos a La Tribu
Libro electrónico198 páginas2 horas

Crímenes Ajenos a La Tribu

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Elaborados en Estados Unidos alrededor del 2007-2010 estos cuentos y relatos abarcan tres diferentes etapas. La primera transcurre en Trinidad, una de las primeras villas fundadas en Cuba por los conquistadores espaoles a principios del siglo XVI. Los trinitarios, quizs como ningn otro pueblo, todava en la dcada de los 50 vivan en el pasado lejano. Caracterizados por leyendas y supersticiones se desarrollan cuatro relatos, en los cuales predominan creencias religiosas confusas y la desajustada psiquis social de esta ciudad, luego declarada por la UNESCO, Patrimonio Universal.
Ttulos: Conspiracin, La Cueva de Ayala, El Concejal y Apariciones.
El segundo captulo comprende cuatro relatos, esta vez ambientados en la ciudad de La Habana, en la etapa de 1959 hasta 1980. Destacan la convulsin social y familiar de estos difciles aos. El tratamiento del aspecto socio-poltico es inevitable, debido a la realidad de una Cuba que rompe profundamente con su historia, dando paso a graves conflictos, que marcarn a varias generaciones de cubanos para siempre.
Ttulos: Carnaval Sangriento, Hospital Psiquitrico, El Pitirre y Gemelos.
Este libro culmina con sucesos del Miami enviciado de los aos 80. Envuelve a personas de varias nacionalidades, como manifestacin de la diversidad cultural de esta ciudad del sur de Estados Unidos, enajenada a veces por la frivolidad, la droga y la violencia.
Ttulos: Premoniciones, Crmenes ajenos a la tribu, Laura y Pasaporte a la Felicidad.
La edicin este libro de lectura rpida viene acompaada de fotografas inditas, relacionadas con la poca de los cuentos. Cualquier semejanza con personas reales es pura coincidencia, aunque a veces no tanto. Algunos pasajes contienen lenguaje crudo. Pero la intencin general de esta obra es hacer reflexionar sobre situaciones del ser humano que lo involucran en acechanzas, peligros, venturas, desventuras y adversidades cuya participacin personal ha sido guida por manos ajenas, o vaya usted a saber por qu misterio.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento21 ago 2014
ISBN9781463389994
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    Crímenes Ajenos a La Tribu - Teodoro Rodriguez

    INTRODUCCION

    Elaborados en Estados Unidos alrededor del 2007-2010 estos cuentos y relatos abarcan tres diferentes etapas. La primera transcurre en Trinidad, una de las primeras villas fundadas en Cuba por los conquistadores españoles a principios del siglo XVI. Los trinitarios, quizás como ningún otro pueblo, todavía en la década de los 50 vivían en el pasado lejano. Caracterizados por leyendas y supersticiones se desarrollan cuatro relatos, en los cuales predominan creencias religiosas confusas y la desajustada psiquis social de esta ciudad, luego declarada por la UNESCO, Patrimonio Universal.

    Títulos: Conspiración, La Cueva de Ayala, El Concejal y Apariciones.

    El segundo capítulo comprende cuatro relatos, esta vez ambientados en la ciudad de La Habana, en la etapa de 1959 hasta 2000. Destacan la convulsión social y familiar de estos difíciles años. El tratamiento del aspecto socio-político es inevitable, debido a la realidad de una Cuba que rompe profundamente con su historia, dando paso a graves conflictos, que marcarán a varias generaciones de cubanos para siempre.

    Títulos: Carnaval Sangriento, Hospital Psiquiátrico, El Pitirre y Gemelos.

    Este libro culmina con sucesos del Miami enviciado de los años 80. Envuelve a personas de varias nacionalidades, como manifestación de la diversidad cultural de esta ciudad del sur de Estados Unidos, enajenada a veces por la frivolidad, la droga y la violencia.

    Títulos: Pinceladas, Crímenes ajenos a la tribu, Laura y Pasaporte a la Felicidad.

    La edición de este libro de lectura rápida viene acompañada de fotografías inéditas, relacionadas con la época de los cuentos. Cualquier semejanza con personas reales es pura coincidencia, aunque a veces no tanto. Algunos pasajes contienen lenguaje crudo. Pero la intención general de esta obra es hacer reflexionar sobre situaciones del ser humano que lo involucran en acechanzas, peligros, venturas, desventuras y adversidades cuya participación personal ha sido guida por manos ajenas, o vaya usted a saber por qué misterio.

    ––––––––––––––––––––––––

    ––––––––––––––––––––––––

    Datos personales del autor. Teodoro Rodríguez Alvarez (TEO)

    Nacido en Cuba en 1943, Licenciado en Pedagogía y Lengua y Literatura Hispanas en la Universidad de La Habana. Primero fue profesor de Preuniversitario y luego corrector de estilo y redactor en el sector periodístico. En 1995 emigra a Miami. Esta es su primera obra literaria publicada.

    Dedicatoria

    A mis queridas hijas, Elisa y Claudia.

    CONSPIRACION

    El sacerdote Escobedo, perdido irremediablemente el sueño abandona la conocida Casa de los Curas, al mismo tiempo que cuatro toques de campana del antiguo convento de San Francisco de Asìs rompen el silencio de la madrugada. A través de hendijas en las ventanas, ojos curiosos lo ven cabizbajo cruzar la explanada en dirección a la centenaria iglesia Santísima Trinidad.

    Hasta hoy, sólo él sabe la causa por la que se halla en la más difícil disyuntiva de su larga vida en el sacerdocio. Lo único realmente conocido es que una grave confidencia ha llegado a sus oídos y que desde entonces anda muy afligido, atormentado por las dudas.

    Escobedo sube los escalones del amplio portal de la iglesia, que por extraña curiosidad figura sin el consabido campanario. Camina tan lento que apenas sus pisadas se sienten cuando avanza por el ancho pasillo de la nave central hacia el altar mayor, diseñado en estilo negótico.

    Arrodillado ante el venerado Cristo Crucificado, suspendido en el altar de madera preciosa, dirige su mirada hacia las pinturas sagradas de la bóveda del techo. Clama en voz alta: ¡Oh, Jesús evita la caída! ¡Misericordia, Señor! El eco de sus rezos brota del suelo de mosaicos blancos y negros, expandiéndose de una capilla a otra hasta quedar paralizado enfrente de la imagen de Jesús de Nazareno, con la cruz a cuestas. ¡Oh, Jesús evita la caída! ¡Misericordia, Señor!……

    Como una sombra el anciano párroco se va incorporando trémulo. Logra reponerse al distinguir a los devotos, que esperan el oficio religioso matutino.

    Para misa estoy hoy, -piensa el prelado español-, quien haciendo un gran esfuerzo, sube al pùlpito. En el penúltimo peldaño queda inmóvil, indeciso varios minutos. Entonces dejando a un lado el libro del misario, comienza el sermòn: Esta mañana, prestáis mucha atención…. Lo que os diré será recordado mientras exista vida humana en Trinidad….

    En nombre de la Iglesia Católica Apostólica y Romana os vengo a proclamar que un grave peligro se cierne sobre la ciudad. Desalmados conspiran para destruir los principios de la moral cristiana, siendo la Iglesia el blanco principal de futuros ataques. Os pido que impidáis a tiempo nuestra destrucción y por ende la vuestra.

    Concluida la alarmante denuncia, el anciano baja los escalones del estrado con la energía de un hombre joven, en camino de la sacristía en donde lo esperan otros dos curas, varias monjas, laicos, autoridades civiles y miembros de los cuerpos armados del municipio. La Iglesia Católica los ha convocado para analizar en detalles la situación de peligro inminente para la antigua villa de Trinidad, en la costa sur de Cuba.

    A falta de tribuna apropiada, suben al vicario encima de una mesa, quien realizando malabares para no caer al piso, se gana la simpatía del público presente. De inmediato trata de explicar lo enunciado minutos antes en la iglesia.

    "Hoy Jueves Santo, no quisiera malgastar energías en estos menesteres, pero los hechos me obligan, -comentó en voz baja. Antes de referirme a los peligros, evocaré la leyenda del Cristo de Vera Cruz:

    Despuès de un prolongado silencio, empinándose sobre su pequeña estatura aspiró profundo para decirlo de una vez: Interrumpo el recogimiento de tan sagrado día, porque he sabido que alevosamente la procesión de esta noche serà atacada por impíos.

    Al tiempo que lo bajan de la mesa, tras concluir el tenebroso mensaje, copiosas lágrimas corren por sus mejillas…..

    En ese instante se aproxima el alcalde -también de corta estatura-, pero con cara de relámpago, y a manera de consuelo le dice algo al oído. El político que fuera electo el año pasado en sufragios amañados, en apoyo al octogenario sacerdote dominico, toma la palabra:

    -Escuchen bien -pronuncia con voz atildada- Hoy en nombre de la ley, y por qué no decirlo, también de la Iglesia ordeno durante el resto de la Semana Santa y si es necesario para toda la vida lo siguiente:

    -Los serenos nocturnos velarán en horas del día hasta el oscurecer.

    -Concejales, y burócratas del gobierno sustituyen a los serenos hasta el amanecer.

    -‘Toque de queda’ de 8 de la noche a 6 de la mañana, con excepción para comadronas, lecheros y aquellos que anden en burros, por saberse que vienen de la montaña.

    -Montar guardia militar día y noche a lado de la Logia Masónica.

    No había concluido su ambigua alocución, cuando lo interrumpen.

    -Permítame, señor alcalde, -gritó una voz de mujer-. ¿Quiénes son los conspiradores?

    Entonces se levanta el superior de los catequistas, quien tratando de hallar la explicaciòn apropiada se demora tanto en articular palabra, que crea un expectante vacío en la audiencia. Al fin pudo llenarlo. Tartamudeando repite, primero de golpe y después silabeando:

    -Anarquistas. Aaa- nar- quis- quistasSin perder el hilo de sus ideas prosiguió ‘gagueando‘: -In-in-teresadoos en ararmar el caos en-en nuessstras in-insti-titucio-ones ci-ci-vicas".

    Con estas palabras aleccionadoras, aunque entrecortadas, concluye la importante cita.

    Esa tarde el antiguo Convento de San Francisco de Asís, silencia las campanas para dejar escuchar el ruido sordo de una inmensa matraca, colocada en el tope de la torre, que recuerda la època de la Inquisiciòn.

    En letanía el extraño sonido producido por el roce de maderas del instrumento luctuoso, minuto a minuto, anuncia la proximidad de la procesión, señalada para las 7 de la noche. El reloj sobrepasa esa hora y la parada todavía sin dar señales de vida.

    Cuando la espera colma de impaciencia al gentío, de pronto un encapuchado desde el portal del templo avisa por altoparlante: -No cunda el pànico, pero criminales amenazan con un vil ataque.

    En el colmo de la desesperación, al fin a las nueve de la noche, cargan en hombros las carrozas con el inmenso Cristo Crucificado, a San Juan El Evangelista y a la Virgen Dolorosa, expresión infinita de tristeza. Empieza a moverse el cortejo de largas filas de feligreses portando cirios encendidos. Marchan acompañados al ritmo de redoblantes, bombos, platillos, trombones, clarinetes, oboes, saxofones, bombardinos, tubas, fagots y trompetas. Al frente un mulato músico sordo, como Bethoven, batuta en mano dirige la banda.

    A paso lento, la solemne procesión encabezada por el Rector de la Santa Iglesia Mayor Parroquial y otros tres curas avanza por la zona más antigua de la ciudad. La peregrinación hace un alto en cada una de las estaciones del Via Crucis, representadas en viviendas de abolengo católico, marcadas en la fachada con una cruz de madera.

    La fe embarga corazones palpitantes en las aceras y balcones de las calles Real del Jigüe, Cristo, La Boca, Amargura hasta desembocar en la plazoleta de El Calvario, justo en donde termina la ciudad, acorralada por ríos y montañas, se detiene la marcha.

    Haciendo un giro en redondo colocan la imagen del Cristo de la Vera Cruz de frente a las Tres Cruces de madera, erigidas sobre bases de piedras calizas, obra del albañil trinitario Rafael Rodríguez Montalván, que simbolizan el fin del camino de martirio del patrón de la ciudad.

    Una vez en posición de descanso, el coro de voces que acompaña al cura cantor, entona el ‘miserere’, en ‘latín castizo’ que brota sufrido y conmovedor. La melodía sacra se escucha hondo en este día de tinieblas. Es el momento de llorar por el sufrimiento del Señor en la cruz. Se escuchan, como saliendo de la tierra, lamentos que imploran a San Juan de Dios. El sonido del llanto va a dar a las cercana Sierra de El Escambray, rebotando en el horizonte hasta perderse en las aguas del caudaloso río Agabama, después de recorrer sus más de cien kilómetros de largo.

    Terminado el emotivo ritual, los fieles reanudan con lentitud la marcha, bajando por la calle Alameda, atravesando la Plazoleta de Segarte para doblar Cristo y entrar de nuevo en la Iglesia Mayor.

    Entretanto los pocos que están implicados se mueven en sigilo, acompañados de una sombría sensación que enturbia el camino empedrado de las calles por donde ha pasado la procesión. El natural aire embrujado de Trinidad augura tragedia.

    El gran peligro irradia desde un lugar histórico: la colonial Casa de los Conspiradores, situada en la calle Cristo, que fuera sede en la Conspiración de la Mina de la Rosa Cubana en 1848, la primera manifestación en Cuba, contra el dominio colonial español. Justo en su interior está apostado el grupo principal de sediciosos, que asomados en el piso superior observan el inusual comportamiento eclesiástico.

    Tal parece que los complotados de esta conspiración en época republicana se han percatado de que su plan había dejado de ser un secreto, pues bajan de lo alto y se van dispersando.

    En ese trayecto alguien que parece ser el jefe, un obeso sesentón por demás calvo, que se agacha para evitar que le vean la cara, adosado en los muros del monumental Palacio de Brunet, pasa el aviso escrito en una hoja de papel cartucho.

    El pliego convoca a nueva cita en la Logia Luz del Sur, edificación con verja de hierro, que termina en puntas de lanza, situada en la calle de San Procopio. Anuncia la celebración de una Tenida Negra, según se conoce en la denominación masónica. Aunque la conspiración aparenta no ser obra de la masonería, los implicados actúan basados en que la figura sobresaliente del conflicto es el Venerable Maestro de esa logia trinitaria.

    Es Viernes Santo. Por primera vez la procesión del Santo Sepulcro no sale a la calle. Un pequeño grupo dentro de la iglesia carga el fèretro con un impresionante Cristo yacente. Allí está el padre Escobedo. Sería la penúltima presencia pública de quien a partir de esa noche se enclaustra voluntariamente, afirman los insidiosos, lavándose las manos o espantado de miedo.

    La tristeza de los oficios y ceremonias de la Semana Santa de este memorable año está arribando a su fin. Domingo de Resurrección. Alegres monaguillos vestidos de rojo y blanco con estandartes y banderas, le va dando la vuelta a la Placita de Martí y grupos de muchachos, ajenos al drama que se vive, se divierten al quemar un muñeco que representa la imagen de Judas Iscariote.

    Precisamente en horas tempranas a la Logia Luz del Sur acuden personas que muestran su identidad con un toque peculiar en la puerta, del llamado templo de Salomón. El maestro de ceremonias está dejando entrar solo a maestros, cero aprendices y compañeros, porque se dará inicio a una Tenida Negra, siguiendo lo estipulado en la liturgia masónica.

    Con la venia del guardián del templo, los autorizados van ocupando sus respectivos asientos. Un dramatismo indescriptible envuelve el entorno. Tres golpes secos sobre madera sugieren el más absoluto silencio. Cuando no se siente el vuelo de una mosca, preguntan. -¿Estamos cubiertos de acuerdo con la ley?-.

    El primer vigilante de la logia mira para ambos lados y disimulando ignorancia, confía la respuesta al segundo vigilante. Situado, prácticamente escondido entre las dos columnas que protegen el estrado, el segundo sentenció: -Estamos cubiertos. Es hora de comenzar los trabajos.

    El Venerable mira de reojo el símbolo masónico del compás sobre la escuadra. Visiblemente alterado tose dos veces, y exclama con temblor en los labios:

    -Los he llamado porque nos proponemos cambiar el destino de esta ciudad, poniendo fin al oprobio que nos oprime.

    Antes de continuar el mensaje, conociendo de antemano que no todos los maestros presentes se unirían al plan, sugiere a la asamblea. -Por favor, los hermanos que no estén de acuerdo pueden retirarse

    Un grupo de masones empujándose, sin

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