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Rostros del trabajo: desigualdad, poder e identidad en el Perú contemporáneo
Rostros del trabajo: desigualdad, poder e identidad en el Perú contemporáneo
Rostros del trabajo: desigualdad, poder e identidad en el Perú contemporáneo
Libro electrónico404 páginas5 horas

Rostros del trabajo: desigualdad, poder e identidad en el Perú contemporáneo

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A través de las voces de sus protagonistas, este libro propone una imagen del complejo mundo del trabajo en el Perú. La experiencia de vendedores migrantes, ambulantes, músicos o estudiantes preparándose para trabajar dan cuenta de cómo nos identificamos con nuestros trabajos y organizaciones, en un complejo proceso que se mueve desde el orgullo hasta la resignación. El libro busca comprender cómo se entrecruzan diferentes desigualdades a la hora de trabajar, incluidas las dinámicas de género, las procedencias geográficas, económicas y étnicas.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento2 sept 2021
ISBN9789972574719
Rostros del trabajo: desigualdad, poder e identidad en el Perú contemporáneo

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    Rostros del trabajo - Universidad del Pacífico

    © Omar Manky, editor, 2021

    De esta edición:

    © Universidad del Pacífico

    Jr. Gral. Luis Sánchez Cerro 2141

    Lima 15072, Perú

    Rostros del trabajo: desigualdad, poder e identidad en el Perú contemporáneo

    Omar Manky (editor)

    1.ª edición digital: agosto de 2021

    Diseño de la carátula: Ícono Comunicadores

    ISBN ebook: 978-9972-57-471-9

    Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú: 2021-08966

    Libro disponible en fondoeditorial.up.edu.pe

    BUP

    Rostros del trabajo: desigualdad, poder e identidad en el Perú contemporáneo / Omar Manky, editor. -- 1a edición. -- Lima: Universidad del Pacífico, 2021.

    227 p.

    1. Empleo--Perú

    2. Empleo informal--Perú

    3. Trabajo de jóvenes--Perú

    4. Egresados universitarios--Trabajo--Perú

    I. Manky, Omar, editor.

    II. Universidad del Pacífico (Lima)

    331.125 (SCDD)

    La Universidad del Pacífico no se solidariza necesariamente con el contenido de los trabajos que publica. Prohibida la reproducción total o parcial de este texto por cualquier medio sin permiso de la Universidad del Pacífico.

    Derechos reservados conforme a ley.

    Introducción

    Omar Manky

    I

    Trabajar. Tres discursos respecto de esta actividad han predominado en la esfera pública peruana durante los últimos 20 años. Cada uno ha tenido diferentes canales de difusión y efectos sobre la vida de las personas. Aunque juntos en ocasiones, conviene distinguirlos para dar cuenta tanto de sus alcances y limitaciones, cuanto de la forma como las investigaciones presentadas en este libro pueden complementarlos.

    El primero es el del sentido común, entendido como aquel «conocimiento rico pero desorganizado, asistemático y con frecuencia inarticulado del que nos valemos para el diario oficio de vivir» (Bauman & May, 1994, p. 14). Respecto del mundo del trabajo, se ha tendido a asumir que los «buenos empleos» se consiguen sobre la base del esfuerzo individual. El empleo que tengo es el que merezco, resultado de mis calificaciones y habilidades individuales. Desde acá, se piensa el trabajo fuera de las relaciones sociales que lo definen y estructuran. Es el tipo de discurso que explica la popularidad de los libros centrados en el desarrollo de negocios exitosos o los de autoayuda: producto del esfuerzo propio, abierto a la posibilidad de imaginar una esperanza para encontrar una nueva oportunidad, siempre que la persona tenga la convicción para desarrollarla. Es un discurso que encontró voceros en reportes y artículos periodísticos que alababan el emprendedurismo al tiempo que ignoraban las pobres condiciones políticas y económicas en las que opera quien «hace empresa» en este país¹.

    El segundo proviene del discurso económico, centrado en «aspectos de la creación e intercambio de bienes y servicios, regulados por la oferta y la demanda» (Bauman & May, 1994, p. 13). Lo crucial es analizar los límites en el desarrollo de mercados laborales eficientes. El trabajo es visto como como mercancía, por lo que el énfasis se pone en factores como su remuneración y las restricciones sobre su libre compra y venta. Aspectos fuera de las relaciones asalariadas, como el trabajo reproductivo (Glenn, 1992) no son comunes en esta reflexión. Se suele ignorar también las relaciones de poder entre agentes (Braverman, 1998), lo que conduce a enfatizar la necesidad de crear mercados equilibrados por sobre mirar las condiciones laborales que estos traen como consecuencia. Se suele asumir que condiciones de empleo óptimas son producto de un equilibrio natural, obviando las condiciones políticas que estructuran cualquier acción humana. Impulsado políticamente desde gremios empresariales que exigen mayor flexibilidad laboral, ha sido el discurso que marcó buena parte de la política laboral peruana en las últimas décadas (Carnes, 2014).

    Finalmente, está el discurso político-legal. En comparación con los anteriores, es más sensible a las relaciones de poder existentes en cualquier trabajo: el derecho laboral surgió para corregir su desigualdad. Aunque con diferencias en torno a si se requiere un enfoque más o menos intervencionista, el elemento crucial es centrarse en el aparato normativo. Es el discurso detrás de muchas demandas del sindicalismo peruano y buena parte de la izquierda, centradas mayoritariamente en la aprobación de una nueva ley del trabajo, capaz de corregir los problemas que enfrentan los grupos más vulnerables. Es también común en espacios como el Ministerio de Trabajo, del que la gran mayoría de cabezas tuvieron como profesión el derecho.

    Estas miradas se han encontrado en distintos momentos de los últimos 30 años. Centrado en la dimensión individual, el discurso del sentido común ha sido funcional a aquel que parte de hacer reformas siempre que no se toque el modelo económico. El que imagina las relaciones de trabajo como si fueran acuerdos entre iguales acaba emparentado con aquel que lo reduce a leyes, abstrayendo al trabajo de estrategias políticas y valoraciones culturales. Aunque en ocasiones aparecen conflictos entre cada mirada, las tres acaban tejiendo la trama sobre la que se toman decisiones de política pública y en la que los actores, individuales o colectivos, despliegan sus estrategias. El acto de trabajar se perfila en medio de la tensión entre el «sálvese quien pueda» y los intentos, casi siempre fallidos, por (hiper)regular sus dinámicas más perniciosas. Es el camino que conduce a la sistemática discriminación por clase, etnicidad o género, o a la muerte de jóvenes en accidentes laborales que podrían haberse evitado.

    II

    Buena parte de la tradición sociológica propone una mirada diferente, caracterizada por «considerar las acciones humanas como elementos de elaboraciones más amplias, es decir, de una disposición no aleatoria de los actores, que se encuentran aprisionados en una red de dependencia mutua» (Bauman & May, 1994, p. 13). Esto tiene importantes consecuencias respecto del acto de trabajar. Primero, este no queda definido de antemano. Por el contrario, la mirada sociológica considera a esta acción como sujeta a reglas históricamente construidas, producto de relaciones sociales que salen de nuestro control y que, sin embargo, están lejos de ser leyes «naturales». Acciones que hoy se consideran «trabajo», como competir en torneos de videojuegos, eran un hobbie décadas atrás. Preparar comida es trabajo (o no) dependiendo no de la acción de cortar ingredientes y ponerlos en una olla, sino del contexto y valoraciones que los agentes le den. No lo es si es una madre quien lo hace para sus hijos e hijas en casa. Lo es si ocurre en la cocina de un restaurante².

    Segundo, esta mirada, históricamente situada, no asume a las prácticas sociales como eternas o como las mejores posibles. Se evita abrazar acríticamente modas sobre lo que implica lo «bueno» del trabajo. Se trata de ser consciente de cómo lo que hoy es un empleo «justo» o «eficiente» varía de acuerdo con el contexto en que tiene lugar (De la Garza, 2009; Komlosy, 2018). No se parte, entonces, de lo que «debería ser», sino del análisis concreto de las prácticas sociales. Elementos como productividad, la eficiencia de un mercado laboral, o aquellos vinculados a la dignidad de este, se tornan en objetos de estudio que son analizados atendiendo a las dinámicas políticas detrás de su popularidad.

    Tercero, el trabajo es visto como una práctica enmarcada en relaciones de poder. Karl Marx asume que es un proceso que se organiza y adquiere diferentes significados dependiendo de la organización social de la producción económica. Una de sus preocupaciones centrales es el origen y las consecuencias comprar y vender fuerza de trabajo, un fenómeno que, aunque hoy parece «natural», no fue muy común en Europa sino hasta el siglo XIX (Marx, 1959[1867]). Antes de ello existían mecanismos no monetarios para facilitar la cooperación o dominación. Es crucial, entonces, analizar cómo se estructuran los cambios en las relaciones de poder entre dueños de medios de producción y obreros. Desde acá, emergerá una vasta literatura centrada en los conflictos laborales (Braverman, 1998; Burawoy, 1979).

    Pero el trabajo no solo es un espacio de tensión y potenciales conflictos: también puede ser una práctica que implica coordinación entre actores. Esta, además, no solamente está guiada por intereses individuales, aunque ellos cumplen un rol importante. Fue Emile Durkheim (1965[1893]) quien ofreció una mirada centrada en el rol de los valores y normas comunes en la vida social. No asume que los conflictos sean inevitables. Por el contrario, su interés descansa en la necesidad de comprender los mecanismos a través de los cuales se logra la integración a pesar de la división de tareas existentes. Inspirados en esta lectura, aparecerá el interés en la cultura organizacional y la forma como puede desarrollar un clima que motive a las personas a trabajar en armonía (O’Connor, 1999).

    Finalmente, la mirada sociológica destaca la necesidad de comprender los significados que se asignan al trabajo, y la relación entre estos y otras esferas de la vida social. Max Weber, por ejemplo, llamó la atención sobre la constitución de una ética centrada en la importancia del llamado a cumplir con una misión de manera responsable (Weber, 2002[1905]). No basta con entender los intereses materiales, sino también el universo simbólico detrás de la acción social. Sobre esta base, aparecerá una tradición rica de estudios centrados en la relevancia de la vocación y motivación en la empresa (Bunderson & Thompson, 2009; Hall & Chandler, 2005).

    Así, desde los fundadores de la disciplina puede encontrarse un temprano interés por el acto de trabajar. Marx enfatizará el poder y la relación conflictiva que implica trabajar; Weber, la relevancia de la ética y cultura laborales; y Durkheim, la posibilidad de crear espacios con valores compartidos (Giddens, 1971). A pesar de sus diferencias, cada uno abre preguntas que tienen en común la necesidad de colocar a la práctica de trabajar en un marco más amplio. El trabajo no es una mercancía más, sino que, como cualquier otra acción humana, está enmarcado en relaciones de poder, cultura e instituciones sociales.

    III

    A pesar de la riqueza de esta mirada, ella no ha tenido mucho arraigo en las ciencias sociales peruanas. De hecho, estuvo asociada casi exclusivamente a los estudios sobre sindicalismo desde los primeros estudios sistemáticos, impulsados por Denis Sulmont. Este autor escribió una ambiciosa historia del movimiento obrero peruano (Sulmont, 1984), dedicando buena parte de su trabajo a comprender las dinámicas sindicales del país en distintos sectores de la economía (Sulmont, 1993; Sulmont, Valcárcel, & Twanama, 1991). Además, dirigió las primeras tesis de sociología centradas en esta temática, la mayoría orientadas hacia el mundo sindical (Arcienaga, 1986; Bermúdez, 1981).

    Estos estudios fueron desarrollados a inicios de la década de 1980, luego de una década de crecimiento en el número de sindicatos en el país, y cuando las ideas progresistas eran comunes en la reflexión desde las ciencias sociales. Hay una vocación por comprender la acción colectiva en fábricas y minas. Con la crisis económica de la década de 1980, primero, y las reformas económicas de la década de 1990, más tarde, este interés decaería. La mayoría de los estudios adoptarían una lectura más bien pesimista, aunque siempre centrada en los sindicatos. De este modo, Portocarrero y Tapia (1993) mostrarían los cambios en la cultura popular y su relación crítica con el mundo sindical, y Rospigliosi (1988) daría cuenta del creciente alejamiento entre militancia, sindicalismo y juventud. Fuera de ello, como he argumentado en otro espacio (Cueto, Saravia, & Manky, 2017), el panorama fue desolador: viendo mis referencias en un estudio de balance sobre el mundo sindical peruano publicado en 2011, encuentro únicamente tres referencias a investigaciones desde la sociología peruana publicadas entre 1990 y 2010 (Manky, 2011). El «trabajo» parecía haber dejado de ser un objeto de estudio interesante.

    Las organizaciones de trabajadores se han constituido como un núcleo clave de la reflexión sociológica en varios países en la región (De la Garza, 2016; Manky, 2019). Sin embargo, una tasa de sindicalización del 5% impidió el desarrollo de estudios del trabajo en el Perú. Pero el panorama cambiaría durante la última década, en un contexto de crecimiento económico. Aparecieron importantes tesis que actualizan la discusión sobre el sindicalismo peruano (Cueto, 2015; Mejía, 2018; Méndez, 2016; Saravia, 2015). Esta fue la base para editar un libro que contenía más de una decena de artículos (Manky, 2017). La mayoría de las investigaciones se centraban en las nuevas dinámicas del sindicalismo peruano en sectores cruciales, como minería, retail, construcción y agroexportación. No es una rama de estudio consolidada, pero cada año aparecen importantes análisis de la acción colectiva de los trabajadores peruanos, lo que sin duda es alentador para el desarrollo de las ciencias sociales.

    De esta revisión se desprende la necesidad de «abrir» los estudios del trabajo. El objetivo de este libro es comenzar a visibilizar posibles caminos para ello, buscando dialogar con otros campos de la sociología. La del trabajo se ha encontrado desligada de otras miradas, como la de la educación, la urbana o la del desarrollo. A costa de especializarse, se dejaron de mirar las posibles ganancias de un intercambio. Esto es lamentable, pues existe un amplio camino de posibilidades que van más allá de los estudios sobre sindicatos. Para adelantar los dos temas que cruzan este volumen, es necesario pensar en cómo se prepara y aprende a trabajar en el Perú, y en los valores y relaciones de poder en el mundo de quienes trabajan en las calles.

    IV

    Para preparar este libro, se contactó tanto a investigadores con amplia experiencia en investigación como a quienes inician su carrera académica, para invitarlos a publicar estudios que incluían evidencia empírica novedosa. Aunque no todos partían del diálogo explícito con la sociología del trabajo, si había una preocupación por pensar esta práctica desde las ciencias sociales: identidad, cultura o poder son conceptos que aparecen constantemente en los artículos que siguen.

    Varios temas cruzan esta compilación, pero el más evidente es la desigualdad. Desarrollados inicialmente un mes antes de que el primer caso de COVID-19 fuera reportado en el Perú, estos textos dan cuenta de las múltiples desigualdades en el mundo del trabajo: desde estudiantes universitarios preocupados por su futuro laboral en provincia o estudiantes de provincia estudiando en una universidad privada limeña, hasta trabajadores ambulantes en Gamarra. Los artículos muestran cómo se reproduce la desigualdad, los discursos sobre ella y las maneras como los actores sociales se posicionan y desarrollan estrategias al respecto.

    El libro tiene dos áreas temáticas: la primera vinculada al mundo informal y la segunda, a lo que podríamos llamar la educación para y en el trabajo. Respecto de la primera, Carmen Vildoso da cuenta de las complejas negociaciones entre asociaciones de vendedores ambulantes y el Gobierno municipal, cruciales para lograr comprender las dificultades que enfrenta cualquier política de formalización urbana. Los artículos de Lorena Izaguirre, Moisés K. Rojas y Luis Alberto Suárez pasan de la política estatal a los actores de la economía urbana en diferentes espacios. El primero se basa en la tesis doctoral de la autora y da cuenta de las estrategias económicas de trabajadores peruanos en Sao Paulo. Partiendo de sus trayectorias laborales, se intenta comprender por qué los jóvenes migrantes optan por el autoempleo como trabajadores ambulantes. En una línea similar, el capítulo escrito por Moisés K. Rojas se centra en Gamarra, el más importante emporio de producción y comercialización textil del Perú. En él, el autor analiza la relación entre precariedad laboral y cómo la informalidad termina cumpliendo un rol para evitar la acción colectiva de protesta. Finalmente, Luis Alberto Suárez opta por centrarse no solo en un espacio, sino en las experiencias de quienes se mueven por la ciudad. Partiendo de las voces de los trabajadores de reparto, el autor busca comprender la forma como se experimenta la economía digital en las zonas más precarias de la economía.

    Desde una mirada histórica, el artículo de Jesús Cosamalón mapea el surgimiento de una identidad informal y ambulante. Centrado en los universos simbólicos limeños, para el autor los ambulantes se consolidan como actor político y económico antes de que los grupos de música chicha los incorporen en sus letras, aunque, a la vez, estos conjuntos acabarían dándoles una voz colectiva hacia finales de la década de 1980. Crucial para entender la estructuración de marcadores simbólicos de desigualdad en la ciudad, el artículo vincula cultura y política alrededor del análisis de la vida económica.

    El segundo tema del libro propone diferentes miradas centradas en la educación para el trabajo. El artículo de Nattaly López narra la manera como se estudia en una universidad con fines de lucro ubicada en Ayacucho. Dando voz a los actores —estudiantes de una universidad de baja calidad—, la autora se centra en las motivaciones de estos jóvenes, intentando comprender qué hace que se matriculen en esta universidad y cómo desarrollan discursos y estrategias sobre una decisión que acabará afectando sus posibilidades laborales. En esta línea, Karlos La Serna se centra también en el mundo de la universidad, pero enfocado en una de élite, en la que, sin embargo, aparecen también desigualdades. A través de la comparación entre estudiantes de Lima y de provincia, el autor muestra las estrategias que elaboran los segundos para lograr reducir la desigualdad en sus resultados académicos y en el mercado laboral.

    Finalmente, los análisis de Dámaris Herrera, y de Melissa Villegas y Gustavo Martin se centran en aquellos jóvenes rurales que no logran seguir carreras universitarias. Centrado en el distrito de Umari, Huánuco, el primero analiza la forma como las trayectorias de vida de algunos jóvenes explican una inserción en el mercado laboral que obedece a una visión no solo centrada en su desarrollo individual, sino también local. Finalmente, el capítulo escrito por Villegas y Martín vuelve a las políticas públicas para analizar cómo opera el programa Jóvenes Productivos en Apurímac. Los autores muestran que el programa ha sido poco efectivo por partir de una definición estandarizada sobre la juventud rural, sin visibilizar las múltiples desigualdades que existen en este espacio y sus efectos en la inserción laboral.

    V

    Este libro fue inicialmente imaginado a finales de 2019, cuando comencé a convocar a quienes escribirían los artículos descritos antes. Tuvimos un grupo de borradores en marzo de 2020, aunque varios de los artículos continuaron revisándose durante la primera mitad de ese año. Fueron textos escritos y revisados durante la cuarentena. Más aún, gracias a los detallados y generosos comentarios de los revisores ciegos convocados por el Fondo Editorial, continuaron reflexionando sobre sus manuscritos a inicios de 2021, incluyendo reflexiones respecto de cómo leer sus hallazgos en medio de la crisis sanitaria y económica. Por ello, estoy absolutamente agradecido con los autores y autoras, quienes dedicaron tiempo a escribir y reflexionar acerca del país en un contexto que no ha sido fácil de procesar para nadie. Agradezco también el apoyo permanente de María Elena Romero, del Fondo Editorial de la Universidad del Pacífico; y de Nattaly López, quien me asistió en la revisión y coordinación de todo el manuscrito.

    Aunque el objetivo de estos artículos no giró en torno a los efectos de la pandemia de COVID-19 sobre la economía, salud o política del trabajo, es imposible cerrar esta introducción sin notar las implicancias que las actuales circunstancias tienen. Hubo un minuto de optimismo en marzo y abril. Muchos imaginamos que sería posible, dada la rápida respuesta estatal, controlar la expansión de la pandemia. Otros tantos planteamos la posibilidad de una nueva convivencia, que permitiese no solo mantener el mundo anterior, sino cambiarlo para mejor (Burga, Panfichi, & Portocarrero, 2020). Esto implicaría mejorar las condiciones en las que miles de personas buscaban un sustento, de manera que pudieran hacerlo sin arriesgar su salud. Un reto enorme, considerando la tasa de informalidad y precariedad que arrastró la sociedad peruana durante el último medio siglo.

    Pero pocos científicos sociales podrían haber imaginado que responder a estos retos sería imposible. Como propone Alberto Vergara (2020), el desastroso resultado en términos de contención de contagio y crisis económica no puede entenderse únicamente desde el corto plazo. Hoy toca hacerse cargo de todo lo que dejó de hacerse antes de la pandemia: la desigualdad entre peruanos, la poca capacidad de investigación científica, el nulo interés para oírnos entre nosotros y preocuparnos por quienes se encuentran en posiciones de vulnerabilidad. Vivimos década y media de crecimiento, pero no hicimos mucho con él. Se crearon millones de puestos de trabajo sin que las élites o los gobernantes discutieran sus características. Pasamos décadas entendiendo al acto de trabajar como una lucha individual descontrolada. Y que, cuando debía controlarse, tendría que hacerse desde la ley y no desde la acción política o la evidencia sólida. Seguir andando este camino es continuar creando regímenes paralelos a nivel de derechos laborales, permitiendo la existencia de universidades de poca calidad, aceptando la explotación de miles de personas en espacios como Gamarra³.

    Mirar críticamente esta situación debería ser parte de cualquier compromiso político, ético y ciudadano. En el año del Bicentenario, es inevitable que hagamos un balance cuyo resultado es negativo: miles de muertos en unos cuantos meses, millones despedidos y subempleados. Una tragedia evitable, que debería ser una nueva oportunidad para pensarnos colectivamente e imaginar mejores formas de convivir. Analizar la manera como nos preparamos y organizamos para trabajar debe ser parte de la reflexión académica. Las políticas de reducción de la informalidad, programas de empleo, o la reforma universitaria, son procesos en los que es vital analizar la trayectoria de las instituciones, la cultura y las relaciones de poder entre actores. Los componentes básicos de cualquier sociología.

    Referencias

    Arcienaga, R. (1986). Los mineros de la Southern Peru Copper Corporation, 1968-1981. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú.

    Bauman, Z., & May, T. (1994). Pensando sociológicamente. Buenos Aires. Ediciones Nueva Visión.

    Bermúdez, M. (1981). Orígenes y organización del movimiento sindical de la industria de la construcción en Lima (1895-1948). Lima: Taller de Estudios Urbano Industriales, Programa Académico de Ciencias Sociales, Pontificia Universidad Católica del Perú.

    Braverman, H. (1998). Labor and monopoly capital: The degradation of work in the twentieth century. Nueva York: NYU Press.

    Bunderson, J. S., & Thompson, J. A. (2009). The call of the wild: Zookeepers, callings, and the double-edged sword of deeply meaningful work. Administrative Science Quarterly, 54(1), 32-57.

    Burawoy, M. (1979). Manufacturing consent: Changes in the labor process under monopoly capitalism. Chicago: University of Chicago Press.

    Burga, M., Panfichi, A., & Portocarrero, F. (Eds.). (2020). Por una nueva convivencia. La sociedad peruana en tiempos del COVID-19: escenarios, propuestas de política y acción pública. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú.

    Carne, M. (2014). Continuity despite change: The politics of labor regulation in Latin America. En Social science history. Stanford, CA: Stanford University Press.

    Cueto, A. (2015). La construcción endógena del Estado: el caso de los inspectores laborales en el Perú. (Tesis de Licenciatura en Sociología, Pontificia Universidad Católica del Perú).

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    De la Garza, E. (2016). Los estudios laborales en América Latina: orígenes, desarrollo y perspectivas (E. De la Garza, Ed.). México D. F.: Anthropos – UAM.

    Durkheim, E. (1965). The division of labor in society, translated by George Simpson. Free Press.

    Giddens, A. (1971). Capitalism and modern social theory: An analysis of the writings of Marx, Durkheim and Max Weber. Cambridge University Press.

    Glenn, E. N. (1992). From servitude to service work: Historical continuities in the racial division of paid reproductive labor. Signs, 18(1), 1-43.

    Hall, D. T., & Chandler, D. E. (2005). Psychological success: When the career is a calling. Journal of Organizational Behavior: The International Journal of Industrial, Occupational and Organizational Psychology and Behavior, 26(2), 155-176.

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    Manky, O. (2017). Trabajo y sociedad. Estudios sobre el mundo del trabajo en el Perú. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú – Cisepa.

    Manky, O. (2019). Work and labor movements in Latin America. En Oxford research encyclopedia of politics.

    Marx, K. (1959). El capital: crítica de la economía política. México D. F.: Fondo de Cultura Económica.

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    Méndez, I. (2016). Paradoja del sindicalismo agroindustrial en Ica: surgimiento y funcionamiento de los sindicatos en un contexto adverso a la sindicalización. (Tesis de Licenciatura en sociología, Pontificia Universidad Católica del Perú).

    O’Connor, E. S. (1999). The politics of management thought: A case study of the Harvard Business School and the Human Relations School. Academy of Management Review, 24(1), 117-131.

    Portocarrero, G., & Tapia, R. (1993). Trabajadores, sindicalismo y política en el Perú de hoy. Lima: ADEC-ATC.

    Rospigliosi, F. (1988). Juventud obrera y partidos de izquierda: de la dictadura a la democracia. Ideología y Política, 10(4), 113.

    Saravia, S. (2015). ¡Ahora o nunca! #HuelgaEnRipley: el caso del Sindicato Único de Trabajadores del grupo Ripley S.A. Perú. (Tesis de Licenciatura en Sociología. Pontificia Universidad Católica).

    Sulmont, D. (1984). El movimiento obrero peruano, 1890-1980. Lima: Tarea.

    Sulmont, D. (1993). Nuevos retos del mundo del trabajo. Revista Economía y Trabajo, 1(2).

    Sulmont, D., Valcárcel, M., & Twanama, W. (1991). El camino de la educación técnica: los otros profesionales. Los jóvenes de los institutos superiores tecnológicos en Lima Metropolitana. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial.

    Torres, A. (6 de diciembre de 2020). Nueva ley agraria con prosperidad compartida. La República.

    Vergara, A. (2020). La crisis del COVID-19 como Aleph peruano. En R. Rojas & V. Pettina (Eds.), América Latina: del estallido al COVID. Barcelona: Critica.

    Weber, M. (2002). The protestant ethic and the spirit of capitalism: And other writings. Barcelona: Penguin Random House.


    ¹ Como adecuadamente notó un revisor del libro, este discurso se combina con uno que destaca la idea de «ser tu propio jefe» como ideal: hoy somos un país con millones de autoempleados, lo que tiene efectos enormes sobre la productividad, la capacidad de coordinación social y la cultura política.

    ² Véase también el caso de quienes se dedican al delivery de productos, que son considerados trabajadores, o no, dependiendo de discusiones legales, culturales y éticas.

    ³ Siendo marzo

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