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Conspiración y destino
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Libro electrónico165 páginas2 horas

Conspiración y destino

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Una joven que vuelve de bailar es atrapada por un violador en una calle oscura de Buenos Aires. En medio de la violación, varios hombres pasan tiroteándose y matan al violador accidentalmente, para luego irse sin reparar en la joven. Los hombres dejan caer un sobre en su huida. Sin saber por qué, la muchacha lo levanta, y así entra accidentalente en una trama de espías y células revolucionarias que están por doquier. Un espía norteamericano trabajando en sudamérica probablemente haya sido una de las mentes para crear estás células terroristas dormidas, para activarlas dentro de un plan maestro de dominación. Pero quizás una de ellas sea también la que acabe con él.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento11 ago 2021
ISBN9798201147617
Conspiración y destino

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    Conspiración y destino - César Albarracín

    1

    Noche oscura para pasear.  La joven no tenia idea de por que sus pies la habían llevado a caminar por ese callejón con olor a mierda y papeles tirados por todas partes.  Quien sabe, quizás el destino lo quiso así.  Si, el destino, ese viejo cruel que juega con los humanos como si fueran simples y grotescas piezas de ajedrez que creen tener voluntad y movimiento propio.  Ese mismo viejo cruel que debe jugar solo, por cierto, ya que muchas veces se hace trampa y tira y levanta reyes y peones cuando le viene la mera intención de hacerlo.  Quizá sea culpa de los antiguos griegos por otorgarle una moiracea personalidad.

    Ella era rubia teñida, reflejo de las personas que no se encuentran conformes con lo que son, y que quieren sentirse más bellas, más llamativas.  Inseguridad afectiva, dicen diplomáticamente los estudiosos de la psiquis.  Aunque... en realidad no le hacia falta teñirse el pelo para ser llamativa.  Tenía un par de pechos duros y parados, y una cintura de avispa cuya base era una muy buena cadera haciendo juego.  Noventa, cincuenta y ocho, noventa y uno.  Eso lo dice todo, ¿no?.  Si bien no respeta los remotos cánones de belleza (que la considerarían muy delgada), en esta era alcanza para atraer las miradas de todo hombre con tendencias heterosexuales, y los silbidos de cada trabajador humilde de la construcción que la viera pasar cerca.

    Se llamaba Mary, y no tenía la mas puta idea de la vida.  Lo único que sabia hacer bien era sonreír, si hablamos de lo que hacia en público.  En privado es otro tema.  Legiones de románticos y cancheros, altos y petisos, todo el que le había dicho aunque sea de casualidad que ella era una persona especial, podía contar las cosas que ella sabía hacer en privado.  ¿Quién me habrá mandado a tomar tanto?  Ese era el único pensamiento que tenía en la cabeza en ese instante.  Frases precedidas de otras como: ¿Para qué tomo si me hace mal?, o: Nadie me entiende, o también: puedo  caminar sola.

    Hay mucha gente para la que es realmente peligroso beber cuando se ha tenido un desamor.  Julián, su último novio, se había tomado esa noche hasta la última gota de saliva de su amiga íntima, rubia natural, por cierto.  Mary se sentía realmente tonta.  Bebió poco, pero su cerebro aspiró el alcohol con una velocidad y ansiedad que habría envidiado cualquier noble corcel de caballero de la edad media, si cambiáramos los parámetros de comparación.  El resto fue un desastre.  Abrazó al primer borracho que se le cruzó en el medio y lo besó.  El tipo hurgó ansiosamente territorios que lamentablemente para él, estaban secos.  Y a ella le agarró el histeriquismo.  Los hombres, lamentablemente, suelen ser bastante monocordes en sus apetitos cuando su estado de conciencia se encuentra alterado por alguna bebida extraña, de color o no, bendecida por el antiguo espíritu Baconiano. Las mujeres, algunas veces, solo quieren un buen beso.  Otras veces no.  Esta vez si.

    Mary levantó su cartera (símil cuero) y se fue muy enojada.  No quiso que ningún amigo ni amiga la acompañara ni siquiera hasta la salida.  Sólo eran ocho cuadras hasta el departamentito del barrio de Once, en Buenos Aires, la ciudad mas europea de América del Sur.  Por la cantidad de empresas españolas, francesas, etc., etc., digo.

    En algún recóndito y sobrio lugar de su mente, pensó que pasar por la famosa Plaza Miserere a esas horas de la noche era peligroso.  Tenía toda la razón del mundo.  Durante el día es hogar de comercios de ropa barata, cantidad de cosas incalificables made in Taiwán, falsos mendigos con diferentes armas prestas al asalto de cualquier extranjero o provinciano inocente, y verdaderos mendigos analizados por investigadores primer mundistas como colorido fenómeno social. Durante la noche algún que otro demonio, fugado de los recovecos mas peligrosos del infierno, pasea por la plaza en busca de víctimas que tendrán que escalar eternamente una montaña repleta de agujas delgadas, hechas de acero quirúrgico, también made in china(exportables a mitologías japonesas), diez por medio dólar en los puestos callejeros. Lamentablemente, la ex morocha, debería haber considerado que algunas cuadras de Hipólito Irigoyen también son bastante peligrosas a las tres y media de la madrugada de un día sábado.  Y si jugó Boca y ganó, mucho más.  El aroma de la locura se respira en las calles, mezclado entre alegría y violencia.

    Noche oscura para pasear.  La joven no tenía la mas pálida idea del riesgo que corría.

    -Negra, quedate quieta o te hago boleta.

    Frase coloquial del léxico mas evolucionado de las nuevas poblaciones folklóricas de la República Federal Argentina.  La Real Academia Española debería analizar como esa conjunción de seis palabras, una vocal suelta, y una coma, consiguen que la mayoría de los seres inteligentes se paralicen al instante, mientras sus cerebros generan gran cantidad de drogas extrañas.  También los cabalistas deberían estudiarla.  Muchos hippies la envidiarían por la última de las propiedades que hemos nombrado.

    La voz salió del umbral de la puerta de una casa vieja.  Esos malditos umbrales profundos son un excelente escondite para cualquiera.  Un minotauro puede salir de sus largos pasillos de laberinto mal planificado. O algún individuo de forma mas humanoide que desee fumarse un porro[1] tranquilo, entre otras posibilidades.

    De haber ido caminando un poco mas alejada de la pared, quizás Mary se hubiera atrevido a correr, e incluso, hasta gritar un poco.  Pero el alcohol, que juguetonamente le hacia ir tambaleándose, la convenció de no alejarse de lo único que  podía servirle de apoyo, para no terminar en el piso si uno de sus tacos se enganchaba en alguna baldosa floja, de esas cada vez más abundantes en esta época, y que son las culpables del barro salpicado en las botamangas de los trajes de los señores elegantes en los días de lluvia.  Ahora ya era tarde para todo.  El brazo salido de la oscuridad la tomó por los cabellos y la arrojó hacia el mismo umbral.  Una mano dura le tapó la boca para que no grite.  El corazón parecía salírsele de su pecho, y la respiración se hizo cada vez mas fuerte, aunque el resto de su cuerpo estaba paralizado.  La hiperventilación le hizo creer que de un momento a otro se desmayaría.  Pero, quizás por el mismo instinto de preservación,  pensó que si perdía el conocimiento las consecuencias podrían ser peores.

    -Parece que esta vez me saqué la grande- dijo la voz áspera y grave, – mira lo que me encontré.

    Mary no sintió pasar su vida en un segundo, ni pensó en sus padres que hacía un mes que no tenían contacto con ella, ni en su perro al que no le había dado de comer.  Lo que si sintió, y le hizo pensar que de ésta imprevista circunstancia no se podría escapar fácilmente, fue una mano brusca tironeando de su cola less (pequeñísimo, diminuto, artilugio con poderes que llevaba cubriendo sus angelicales zonas pudendas, para que su ex novio no la volviera a dejar, si este tan solo llegara a tocarlo... o no...),  el frío metal de un cuchillo rasgando la fina prenda, y el pene duro del malhechor intentando penetrarla sin ningún tipo de preludio amoroso.  De mas está notar y resaltar la habilidad de este ser maligno para evitar con maestría que el vestuario mas visible de la muchacha se interpusiera en sus objetivos.

    Ella, un par de veces, había fantaseado con una situación así, pero esto no tenía nada de lo excitante que había resultado el juego con uno que otro amante, con quienes había tratado de reconstruir una de las escenas de una película de Gaspar Noe.  Su vagina se encontró sorpresivamente más cerrada que de costumbre, como si de repente fuera virgen nuevamente[2].  El primer empujón fue violento, seco, áspero, y no consiguió su cometido.

    Una delgada y acuosa capa de lágrimas inundo los ojos de la muchacha mientras un sabor metálico y amargo se apodero de su garganta. En pocas palabras, Mary comenzó a llorar, pero la mano posada en su boca  impidió que los gemidos que acompañan este acto se dispersaran por el infinito. De todos modos, nadie le habría asistido si hubiese podido gritar.  Ya no hay demasiadas personas que se metan en entuertos ajenos a menos que sean parte del caso.  Las armaduras de los caballeros pesan demasiado para los hombros de los humanos actuales, mas aun durante la decadencia de esta civilización. 

    Las manos de Mary, abiertas e inútiles, temblaban contra la pared, aunque no precisamente de frío. 

    Y llegó el segundo empujón.  Cruel, duro, nada poético.  La falda de ella ya estaba más levantada, las piernas un poco más abiertas, y el agresor tuvo la ingeniosa idea de flexionar sus propios muslos y contraer los glúteos haciendo que su miembro entrara desde un ángulo mas inclinado.  Por lo visto era un hombre ducho y genial en estas actividades.  Da Vinci, culpable de bellas obras de arte, pero también creador de algunos artefactos generadores de crueldades y torturas, no lo habría planificado mejor. Uno de los labios vaginales se encontró más abierto de repente, el otro raspó un poco, pero el violador logró su cometido.  Dolió y mucho.  Mary tuvo la sensación de que la estaban penetrando con un hierro candente, y sus uñas rasparon con violencia, en un masoquista movimiento reflejo, el cemento de la pared. 

    Cuando la presión en su interior se desvaneció, la joven comenzó a sufrir, anticipadamente, la nueva y quizás mas profunda penetración que vendría.  ¿Cuántas serían?  Dicen que los violadores llegan a excitarse tanto que su eyaculación es pronta, pero seguramente eso no está dicho desde la perspectiva de una víctima, ni desde la teoría de la relatividad. Ahí vendrá otra vez el golpe pélvico.  No hace falta que llegue para sentirlo.  Todo él lastima a ella.  Lastima su mano en la boca, que le impide desgarrar el manto de la oscuridad con alguna palabra gritada al viento.  Lastima su aliento agrio, delator de dientes negros y alimentos baratos, diluyéndose en el aire que entra por la nariz, y que no sale con facilidad de los pulmones.  Lastiman sus poros ásperos de suciedad, rozando la blanca piel de ella.  Todo él lastima.

    Ahí llegó el momento de la penetración, pero los relojes del universo parecen haberse detenido.  No sucede.  Un estallido cósmico corta todo lo tangible.  Mary no sabe que es esa explosión que detiene el mundo.  Todo desaparece, el cuerpo se estremece hasta la última célula, y hasta pareciera que ese maléfico ocupante indeseado de su vagina hubiese sido transportado hacia la nada.  Dicen que el Big Bang se repite eternamente, que la misma energía que crea todo, luego se contrae y absorbe lo creado.  Dicen que si cometes una estupidez la estarás cometiendo cada vez que la inmensidad te lleve hasta ese instante, te absorba, y te vuelta a traer hasta allí.  Quizás eso quiera decir que el universo de Mary termina aquí, y que se encontrará yendo y viniendo hasta ese lúgubre punto de la inmensidad.  Todo por un boludo que la dejó por una rubia natural.

    Por suerte no es así.  El eco agudo del estallido se apodera de los tímpanos de ella, y de alguna forma hace que sus ojos se abran y a través del centro de sus lágrimas pueda divisar el tiempo con claridad.  En otros momentos esta explosión abrumadora sería para ella la definición mas clara de un orgasmo, pero tampoco lo es.  Mary pensó desde la parte racional de su cerebro que el ruido podría ser un producto de su cabeza atontada por el shock, pero pronto llegaría un segundo estallido de idéntica naturaleza.  Pasos rápidos usurparon ilegalmente la soledad de la vereda sucia, y un profundo olor a pólvora hizo entender a la joven que se encontraba en el medio de un simple y mundano tiroteo. 

    Realmente una mala noche.

    -¡Quedate quieto, hijo de puta!- La voz resonó casi tan

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