Cuadernos de Horacio Morell
Por Eduardo Chirinos
5/5
()
Información de este libro electrónico
Eduardo Chirinos
Eduardo Chirinos (Lima,1960 - Montana, 2016) fue uno de los poetas peruanos más importantes de su generación, con mucha presencia internacional y un legado bastante amplio. Además de ser ensayista, traductor y autor de cuentos para niños, se desempeñó como profesor de literatura hispanoamericana y española en la Universidad de Montana. Varios de su libros han sido traducidos al inglés. En 2013 recibió una beca de creación literaria de la Fundación Civitella Ranieri (Nueva York). Algunos de sus libros son «Cuadernos de Horacio Morell» (1981), «Crónicas de un ocioso» (Premio Municipalidad de Lima, 1983), «Archivo de huellas digitales» (Premio Copé, 1985), «El libro de los encuentros» (1988), «Canciones del herrero del arca» (1989), «El Equilibrista de Bayard Street» (Premio El Olivo de Oro, 1998), «Abecedario del agua» (2000) «Breve historia de la música» (Premio Casa de América de Poesía, 2001), «No tengo ruiseñores en el dedo» (2006), «Mientras el lobo está» (XII Premio de Poesía Generación del 27, 2010), «35 lecciones de biología (y tres crónicas didácticas)» (2013), «Medicinas para quebrantamientos del halcón» (2014), «Harmonices Mundi» (2016) y «Naturaleza muerta con moscas» (2016).
Relacionado con Cuadernos de Horacio Morell
Libros electrónicos relacionados
A veces salto fuera de lo humano: Antología poética Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAntología poética Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPostales desde el fin del mundo (2017-2022) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesJack Boner and the rebellion Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMi jardín salvaje: Antología Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesA sol y a sombra: Selección antológica (1967-2015) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl deseo es una pregunta: Ensayos sobre poesía latinoamericana Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLocuaces gorriones Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCorazonada Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTierra negra Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAlguien de lava Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDilemas en el aire Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa cabellera de Berenice Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Mitad Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesParliament Hill Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMarginalia III: Tercera serie (1949-1959) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl azar de los hechos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa gran oscuridad Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Bosque Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUltramar: Odas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPájaros de la luz y la lluvia Calificación: 1 de 5 estrellas1/5Paso de ciervo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUna vida corriente Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHorroroso Chile Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPalabra el cuerpo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa hora y la neblina Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPoemas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLejos alcanzado aquí Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPasajera del viento: Antología poética Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Estancias del tiempo Calificación: 3 de 5 estrellas3/5
Poesía para usted
Valentía Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Huellas del Amor Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Poemas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Valentía II Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Kamasutra (texto completo, con índice activo) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Mis suicidas predecesores Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Las cosas que dije en silencio Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Erótica: Antología poética Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Poemas de amor Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Emocionario Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El pequeño libro de la vida de Rumi. El jardín del alma, el corazón y el espíritu Calificación: 4 de 5 estrellas4/5100 Maneras distintas de decir te quiero Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Antología poética Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Rumi esencial Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Hojas de hierba Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Antología poética para jóvenes Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCantar de los cantares. (Anotado): Traducción Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPoemas náhuatl Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Aforismos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Poemas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Podría estar hablando de ti Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La belleza oculta de las palabras cotidianas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMero Cristianismo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Mariposas rotas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Libro de oro frases celebres Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Iliada: Clásicos de la literatura Calificación: 4 de 5 estrellas4/536 poemas cortos en la noche de insomnio Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Sabines a la mano: Poesía escogida Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Arte de amar Calificación: 3 de 5 estrellas3/5El Paraíso Perdido: Clásicos de la literatura Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Categorías relacionadas
Comentarios para Cuadernos de Horacio Morell
1 clasificación0 comentarios
Vista previa del libro
Cuadernos de Horacio Morell - Eduardo Chirinos
1980
1.
Crónicas de la gallinita ciega
—¿Y después qué pasó?
—Nada, pero recuerdo que cuando me tocó ser la
gallinita ciega me vendaron los ojos con un trapo
negro y luego de darme como veinte vueltas
se marcharon todos a sus casas.
de «Diálogos a solas»
Perros en la calle
Se trata de erigir un monumento a los perros, compararlos con los dioses que alguna vez crearon de sus vientres la piedra con la que más tarde habrían de construir su casa.
La calle es un marco de perros infinitos y perdidos; la acera, embotada de polvo y de basura, corre tan simplemente bajo nuestros pies que ya desearíamos morir para ubicarla.
Seguimos con lo del perro.
Un perro no le rinde cuentas a nadie, ignora todo aquello que nosotros conocemos y, pensándolo bien, nos gustaría ser perro. Un perro inmenso que usurpe las tinieblas, maleducado y feliz.
El último cruzado
«Por último reirías. La soledad es chistosa, no seas tonto, calatéate y dale tus ropas al desnudo, hazte eremita, viaja a Jerusalén, no en avión sino en tu burro, lleva contigo el crucifijo fosforescente (para la noche, por si acaso), reza el credo, no vaciles en beber el vino y en comer el pan, rechaza a la serpiente, al chancho, a los infieles. Pero, si te ves acorralado sin ninguna esperanza, diles que eres un pobre calato que va en busca de su ropa, en el desierto...».
Captado en París
(Montparnasse, 1935)
Señor, amable señor, dibuje usted la cara de mi novia, pero quítele los ojos y procure obviar la boca. Me pertenecen, amable señor, y sé que si usted la dibujara sentiría como si algo de ella se perdiera para siempre en la inmovilidad del cuadro.
Epigrama
Jamás arribaré en tu cuerpo a la tierra prometida
el silencio es para mis ojos tan lejano
como el tenue rastro de un cometa achicharrado
entre las líneas de un poste de teléfonos.
El gimnasta asciende al cielo
Reduciremos a polvo las oscuras llaves de tu Reino
limaremos las patas del sol que florecen bajo las ancas
de los caballos y las yeguas
jugaremos a ser el dios de los incrédulos
para tener por fin a quién temer iniciaremos al gimnasta
en el rito del misterio.
Solo así aceptaremos su sombra:
desgarrada como los harapos de un ángel pordiosero.
Gulliver en el país de los burgueses
«Gulliver Pérez atravesó, no sin cierta curiosidad, aquel extraño país en que se odiaban los unos a los otros. Gulliver a la sazón iba armado con una escopeta calibre X-27 para fulminar de un solo rayo a todo aquel que pretendiendo amarlo terminara odiándole.
Los habitantes de aquel país se vestían a la manera bárbara: un trapo de tela azul los cubría de la cintura para abajo. La costura se efectuaba de manera tal que daba la impresión de que cada pierna estuviese metida en un tubo de cuero. Ellos bebían en cómodos aparatos de vidrio y fumaban como los indios americanos, a los que, sin duda, despreciaban…».
(De: Viajes inéditos de Gulliver, cap. IV, segunda parte, p. 286 y ss.)
Del mundo maravilloso de los músicos
O Bach no se equivocó en la ejecución de la Pequeña serenata nocturna o Stravinsky sufría a causa de sensaciones emotivas cuando escuchaba Para Elisa si no está probablemente loco; pero, si Bach no se equivocó en la ejecución de Tosca entonces, si los Beatles son psicópatas, serán internados en el Conservatorio de Milán. Ocurre que, o los Beatles no son psicópatas o sufren a causa de sensaciones emotivas cuando escuchan la ejecución de la Pequeña serenata nocturna. En consecuencia, o sufren porque Elisa no compra sus discos o serán internados en el Conservatorio de Milán, ya que Bach se equivocó tontamente en la ejecución de Las cuatro estaciones y Vivaldi se quedó