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Colombia (2016-2021): De la paz territorial a la violencia no resuelta
Colombia (2016-2021): De la paz territorial a la violencia no resuelta
Colombia (2016-2021): De la paz territorial a la violencia no resuelta
Libro electrónico213 páginas2 horas

Colombia (2016-2021): De la paz territorial a la violencia no resuelta

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En noviembre de 2016, tras años de diálogo entre el Gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo (FARC-EP), se consiguió firmar un Acuerdo de Paz que puso punto y final a más de medio siglo de violencia armada. El conflicto con las FARC-EP, así como con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), había venido perdiendo intensidad desde 2012, gracias a la voluntad de negociación de ambas partes. Sin embargo, la firma de este Acuerdo no fue más que el comienzo de un proceso que aún está muy lejos de cumplirse (desde la eliminación de las plantaciones de coca hasta el reparto equitativo de tierras entre los campesinos). Ello ha dado lugar a una multiplicación de disidencias y grupos residuales que, sumados a estructuras armadas anteriores, han terminado por consolidarse en zonas periféricas del país. Este libro tiene por objetivo analizar la evolución de la violencia armada en Colombia, desde la firma del Acuerdo de Paz y hasta la actualidad, poniendo de manifiesto lo alejado que se encuentra cualquier atisbo de paz territorial.
Jerónimo Ríos Sierra es doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid e investigador postdoctoral en la misma universidad. Ha sido profesor en distintas universidades de Colombia, España y Canadá, además de ejercer como asesor de la Organización de Estados Iberoamericanos en Colombia durante el proceso de diálogo e implementación del Acuerdo de Paz con las FARC-EP.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento26 may 2021
ISBN9788413522609
Colombia (2016-2021): De la paz territorial a la violencia no resuelta
Autor

Jerónimo Ríos Sierra

Licenciado en Derecho y en Ciencia Política por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Ciencia Política por la Universidad Complutense. Posee un Máster en Política y Democracia por la UNED, y otros dos en Relaciones Internacionales y en Estudios Contemporáneos de América Latina por la UCM. Sus principales líneas de investigación han sido el conflicto armado colombiano y la violencia política en América Latina. De estos temas ha publicado más de cincuenta trabajos académicos entre artículos académicos y capítulos de libro. Ha sido profesor e investigador en diferentes universidades de España, Canadá, Perú y Colombia y actualmente es profesor de la Facultad de Administración, Finanzas y Ciencias Económicas de la Universidad EAN, en Colombia. Colaborador habitual en El Huffington Post, Esglobal y CNN en Español.

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    Colombia (2016-2021) - Jerónimo Ríos Sierra

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    Índice 

    PRÓLOGO, por Ernesto Samper Pizano

    PRESENTACIÓN

    CAPÍTULO 1. COLOMBIA Y EL ACUERDO DE PAZ CON LAS FARC-EP: ENTRE UNA PAZ TERRITORIAL QUE NO LLEGA Y UNA VIOLENCIA QUE NO CESA

    CAPÍTULO 2. LA VIOLENCIA ASOCIADA A LAS DISIDENCIAS DE LAS FARC-EP

    CAPÍTULO 3. LA VIOLENCIA ASOCIADA AL EJÉRCITO DE LIBERACIÓN NACIONAL

    CAPÍTULO 4. LA VIOLENCIA ASOCIADA AL CLAN DEL GOLFO

    CAPÍTULO 5. LA VIOLENCIA ASOCIADA AL EJÉRCITO POPULAR DE LIBERACIÓN - LOS PELUSOS

    BIBLIOGRAFÍA

    LISTADO DE ABREVIATURAS

    NOTAS

    Jerónimo Ríos Sierra

    Es doctor en Ciencias Políticas (Premio Extraordinario de Doctorado) por la Universidad Complutense de Madrid —de la mano de Heriberto Cairo y María Lois— y actualmente investigador posdoctoral en la misma universidad, dentro del programa de excelencia Atracción del Talento Investigador 2018, cofinanciado junto a la Comunidad de Madrid. Ha sido profesor de distintas universidades de Colombia, España y Canadá, y ha realizado estancias de investigación en universidades como la de Granada, Valencia o San Martín de Porres (Perú), además de ejercer como asesor de la Organización de Estados Iberoamericanos en Colombia durante el proceso de diálogo e implementación del Acuerdo de Paz con las FARC-EP. Sus principales líneas de investigación son la violencia política y las guerrillas en América Latina —con especial atención al caso de Colombia—. Ha publicado un total de 67 artículos científicos y 40 colaboraciones en libros y capítulos de libros, destacando revistas como Latin American Perspectives, Rationality and Society, Peace Review, Geopolitics, Journal of Iberian and Latin American Research, Canadian Journal of Latin American and Caribbean Studies o Journal of Policing, Intelligence and Counter Terrorism, entre muchas otras.

    Jerónimo Ríos Sierra

    Colombia (2016-2021)

    DE LA PAZ TERRITORIAL A LA VIOLENCIA no resuelta

    Prólogo de Ernesto Samper Pizano

    Este trabajo es resultado del proyecto PR65/19-22461, denominado Discurso y expectativa sobre la paz territorial en Colombia: una mirada comparada entre las antiguas FARC-EP y las Fuerzas Militares, cuyo investigador principal es Jerónimo Ríos Sierra. Se trata de un proyecto financiado por la convocatoria de Proyectos de I+D para jóvenes doctores, resultado del marco del convenio plurianual entre la Administración de la Comunidad de Madrid y la Universidad Complutense de Madrid de 2019.

    © Jerónimo Ríos Sierra, 2021

    © Los libros de la Catarata, 2021

    Fuencarral, 70

    28004 Madrid

    Tel. 91 532 20 77

    www.catarata.org

    COLOMBIA (2016-2021).

    DE LA PAZ TERRITORIAL A LA VIOLENCIA no resuelta

    isbne: 978-84-1352-260-9

    ISBN: 978-84-1352-242-5

    DEPÓSITO LEGAL: M-13.543-2021

    thema: JPWS/JWCG/1KLSC

    impreso en artes gráficas coyve

    este libro ha sido editado para ser distribuido. La intención de los editores es que sea utilizado lo más ampliamente posible, que sean adquiridos originales para permitir la edición de otros nuevos y que, de reproducir partes, se haga constar el título y la autoría.

    Las insurrecciones son como las olas del mar, que se suceden unas a otras.

    Gabriel García Márquez, El general en su laberinto (1989)

    Prólogo

    La lectura de Colombia (2016-2021). De la paz territorial a la violencia no resuelta de Jerónimo Ríos Sierra es, simple y sencillamente, sobrecogedora. En ella se presenta una dramática radiografía que muestra cómo el conflicto armado colombiano, a pesar de los acuerdos de paz firmados en La Habana en el 2016 o, más precisamente, por su falta de ejecución, se está reactivando en ciertas zonas periféricas de Colombia. Para ilustrar sus hallazgos, el autor presenta, inicialmente, un marco teórico sobre la problemática de lo que se ha denominado, en distintos círculos académicos, como paz territorial, violencia periférica o geografía de la violencia.

    En Colombia se sabía, desde hace muchos años, que una parte sustancial de la problemática del conflicto armado se derivaba de la inexplicable ausencia social del Estado en los municipios donde se fueron estableciendo distintas estructuras criminales, responsables del escalamiento de la violencia durante más de 50 años. A esta dinámica contribuyó de manera notable la presencia de actividades relacionadas con el narcotráfico que convirtieron lo que inicialmente pudo ser un enfrentamiento ideológico en una disputa económica.

    La estructura centralista del Estado colombiano y su incapacidad para sacar adelante, por los conflictos entre intereses egoístas locales, el mandato de reordenamiento territorial dispuesto por la Constitución de 1991 para equilibrar regionalmente la institucionalidad democrática, completó el cuadro, hoy exacerbado, del desarrollo de una violencia periférica que examina el excelente trabajo de Ríos.

    Las reflexiones de este libro ofrecen un toque de actualidad a lo que está sucediendo hoy con el desarrollo de los Acuerdos de La Habana firmados entre el Estado y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP) en el 2016. La decisión de la Mesa negociadora de La Habana de acordar, como el primer punto de su agenda, el tema de las tierras, respondía al origen histórico del conflicto mismo nacido del hecho, aún en pie hoy, de que el 1% de los propietarios rurales sigan poseyendo el 50% de las tierras. Asimismo, en el tratamiento represivo —erradicación militar y aspersión aérea con glifosato— que se está dando hoy a la solución del grave problema de los cultivos ilícitos campesinos, especialmente de la coca, contrariando la condición privilegiada que se otorgaba en el Acuerdo a la sustitución social y voluntaria de los mismos. Este manejo tiene convertidos a los campesinos cocaleros en objetivo militar de los grupos alzados en armas irregulares y del Estado que los acosa en medio de la guerra sin ofrecerles las alternativas de vida que fueron pactadas.

    La concentración de la producción cocalera en un 87% en estas zonas periféricas de violencia (Nariño, Cauca, Catatumbo, Chocó y Antioquia) explica por qué la mayor parte de los asesinatos de líderes sociales y desmovilizados de las FARC de los últimos dos años se han producido en estas zonas.

    Aunque el Estado ha venido implementando algunos programas de desarrollo territorial (PDETS) que fueron acordados en La Habana para asegurar una mayor presencia social en los 346 municipios que ocupaba las FARC, ha sido más notorio el aumento de la presencia disuasiva del Estado, a través de operaciones de consolidación militar en las zonas, que la ejecución de acciones de presencia legitimante. La narrativa de estos proyectos de descentralización territorial se parece más a la zaga del Plan Colombia que empezó como una iniciativa de redención territorial y terminó como una bitácora de lucha antiguerrillera disfrazada de plan de lucha antinarcóticos.

    El estudio de Ríos lleva a la dura conclusión de que el conflicto nacional, por la desidia del actual Gobierno de Colombia para poner en ejecución los acuerdos de paz de La Habana, se está reproduciendo en unas zonas geográficas fácilmente identificables por la presencia de nuevas y antiguas estructuras criminales, dinámicas como la presión migratoria y la presencia de otros cárteles internacionales del narcotráfico y la mayor presencia militar del Estado. Se trata de tumores metastásicos del conflicto que, localizados en enclaves geográficos, podrían llegar a configurar, en poco tiempo, un nuevo escenario de conflicto armado nacional. Una dura realidad: preocupante pero todavía evitable.

    Ernesto Samper Pizano

    Expresidente de Colombia (1994-1998)

    Bogotá, 18 de abril de 2021

    Presentación

    No recuerdo si era Marx, o Lenin parafraseando a Marx, quien decía que había días que parecían años (y viceversa). Apenas van a cumplirse cinco de la firma del Acuerdo de Paz entre la extinta guerrilla de las FARC-EP y el Gobierno de Juan Manuel Santos y pareciera que han sido décadas las transcurridas desde entonces. Desde 2012 el conflicto con las FARC-EP, y también después con el ELN, fue perdiendo intensidad gracias al talante negociador del Ejecutivo e, igualmente, de las guerrillas. Medio siglo de violencia armada era demasiado tiempo. Eran demasiadas víctimas. Demasiados inocentes.

    Se avanzó más que nunca en el diálogo con las FARC-EP, hasta el punto de firmar un Acuerdo de Paz en noviembre de 2016. Con el ELN se llegaba a identificar una agenda y a materializarse, no sin dificultades, diferentes rondas de negociación que se sucedieron a lo largo de 2017. Anteponer la palabra al fusil, como me diría hace unos años el mayor general Henry Medina, era imprescindible para desactivar cualquier atisbo de violencia. Una violencia, como también me recordaba en una charla con café colombiano, el entonces vicepresidente Angelino Garzón, que en realidad, tras todo, no sabía de vencedores. Solo tenía derrotados. Y de ahí, la necesidad de entender el proceso de paz como un acuerdo mutuamente favorable.

    Durante prácticamente toda la década pasada viví en Co­­lombia, analizando e investigando las dinámicas territoriales del conflicto armado interno. Además de profesor en diferentes universidades que siempre respaldaron mis proyectos académicos, gracias a la Organización de Estados Iberoamericanos y, especialmente, a su director, Ángel Martín Peccis —hoy embajador de España en Cuba—, pude recorrer buena parte de la geografía de la violencia y entrevistarme con cientos de alcaldías del país. Allí, en la OEI, pude experimentar de cerca la relevancia que tenía el Acuerdo de Paz con las FARC-EP, gracias a mi labor en el apoyo al proceso de seguimiento e implementación transcurrido en 2017 y 2018.

    En esos años pude entrevistarme con un gran número de guerrilleros y exguerrilleros que me contaban sus impresiones sobre la relevancia y el significado que para ellos implicaba el Acuerdo de Paz. También lo hice con Iván Márquez y Jesús Santrich, en su momento cabezas visibles del proceso de paz de parte de la guerrilla. Sigo convencido de que más allá de reparos y dudas, ambos en ese momento estaban completamente convencidos de que el Acuerdo y, sobre todo, su implementación, eran imprescindibles para transformar la geografía de la violencia en Colombia. Hay años que parecen décadas y de aquello queda muy poco: Iván Márquez y Jesús Santrich actualmente comandan la disidencia Segunda Marquetalia y ya no están en el proceso de reincorporación a la vida civil que contempla, aún hoy, a casi el 95% de los exguerrilleros firmantes del Acuerdo.

    En las últimas semanas, fruto del proyecto de investigación en el que se inscribe este libro, he estado entrevistándome, en compañía de Heriberto Cairo y David Gómez, con numerosos excomandantes de las FARC-EP, muchos de ellos, otrora miembros del Secretariado y del Estado Mayor Central, así como de la Dirección Nacional del actual partido heredero de la guerrilla deno­­minado Comunes. Claro que hay discusión interna, posicionamientos más o menos críticos e, incluso, hasta fracturas ideológicas, pero en todos ellos queda la firme convicción de que el Acuerdo de Paz es el instrumento imprescindible para la transformación de los condicionantes estructurales y simbólicos que durante décadas han soportado la violencia.

    El panorama actual que presenta Colombia, como intentan mostrar las páginas de este libro, distan mucho de cualquier escenario que invite al optimismo. Las disidencias de las FARC-EP, entendidas como antiguos frentes de la guerrilla que no se acogieron al Acuerdo de Paz, sumado a excombatientes y exmilicianos que han sido (re)movilizados a la violencia, se han erigido como actores protagónicos de una violencia que presenta algunas lógicas particulares. Esto es, un elevado número de grupúsculos y estructuras residuales que, en buena parte, buscan ser organizadas y/o cooptadas por disidencias de mayor calado, como la comandada por Gentil Duarte y la referida Segunda Marquetalia, hoy enfrentadas entre sí. Asimismo, tiene lugar una intrincada representación local, de modo que las alianzas y las confrontaciones entre grupos vienen marcadas por contextos específicos y, en todo caso, de acuerdo con circunstancias coyunturales que en cualquier momento pueden cambiar.

    A lo anterior hay que añadir otros tres actores de referencia. Primero, el ELN, que organizativamente se erige como la principal estructura armada, y que está muy alejada de cualquier eventual marco de negociación. En buena parte, porque ha consolidado su posición y sus recursos una vez que se han desmovilizado las FARC-EP. De otro lado está el Clan del Golfo, que dentro de una compleja lista de estructuras criminales y herederos del posparamilitarismo, se erige como uno de los grandes protagonistas de la violencia en Colombia. Asimismo, quedaría hacer mención a Los Pelusos, autoconcebidos como la continuación del Ejército Popular de Liberación, y que actúan como una de las estructuras criminales con mayor presencia en la región del Catatumbo, en el departamento de Norte de Santander.

    De acuerdo con la Jurisdicción Especial para la Paz, y con los informes de seguimiento que, entre otros, realizan Naciones Unidas o el Instituto Kroc de la Universidad de Notre Dame, desde la firma del Acuerdo han sido asesinados en Colombia más de 900 lí­­deres sociales y 260 exguerrilleros. Dicho Acuerdo no termina por impulsarse, en buena medida, por la oposición y las resistencias gubernamentales del actual Gobierno, y ello desemboca en un plano de incertidumbre, cuestionamientos y violencia no resuelta. Mientras que el objetivo de la firma del Acuerdo es poner fin a la confrontación armada, la construcción de paz, mucho más compleja, implica transformar de manera estable y duradera los condicionantes. Una circunstancia, en cualquier caso, totalmente alejada de la realidad.

    Restaría agradecer a la Universidad Complutense de Madrid y a la Comunidad de Madrid por su respaldo a un proyecto como este. Asimismo, agradecer a Ernesto Sesma, becario durante cuatro meses de este proyecto, por su colaboración a la hora de encontrar ciertos informes y documentación que ha sido necesaria para la elaboración de este libro. También agradecer a Arantza Chivite por su profesionalidad y confianza en todos los proyectos editoriales que le propongo.

    Llegados a este punto, queda admitir que jamás pensé, allá por 2016, que en solo cinco años estaría escribiendo estas páginas. En cualquier caso, seguiremos trabajando y soñando para que, como reconoce el himno colombiano, más pronto que tarde cese la horrible noche de la violencia.

    Capítulo 1

    Colombia y el Acuerdo de Paz con las FARC-EP: entre una paz territorial que no llega

    y una violencia que no cesa*¹

    El Acuerdo de Paz suscrito entre el Gobierno de Colombia y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) supuso un hito destacable en la historia del conflicto armado colombiano. Este se remontaba formalmente a 1964, y a expensas de saber cómo se resolvería la negociación con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN),

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