La idea de lo que un Estado debe o no ser es sumamente diversa y controversial. Los últimos siglos nos han permitido conocer una infinidad de tipos y modelos de Estado y aprender que no existe un modelo absoluto y exitoso, ni una fórmula mágica que pueda seguirse y que garantice paz y prosperidad para la población; sin embargo, algo en lo que la gran mayoría de los teóricos del Estado han conciliado es la finalidad esencial y la razón principal por la que debe existir un Estado.
Para hablar al respecto tenemos que recurrir obligatoriamente a los teóricos contractualistas: Thomas Hobbes, John Locke y Jean-Jacques Rousseau, quienes postularon que la existencia de los Estados no era una mera cuestión optativa o de