SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, Chis.– Chiapas nunca transitó hacia la paz. De la estrategia contrainsurgente que hace tres décadas desplegó el gobierno federal contra el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), la entidad pasó a la violencia de la delincuencia organizada por el control de los territorios, incluso algunos que estuvieron bajo la bandera del zapatismo.
Ahora, bajo el gobierno de la llamada Cuarta Transformación, la contrainsurgencia tiene nuevas expresiones, como la remilitarización sin precedentes e incluso programas como Sembrando Vida.
El despojo, la explotación y la marginación social siguen tan presentes como siempre y la impunidad han dado paso a graves violaciones a los derechos humanos, como el desplazamiento forzado masivo e intermitente de las comunidades; desapariciones de personas, despojo de tierras y asesinatos.
Tal es el desolador panorama que describe el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, que estudia la realidad chiapaneca desde antes del levantamiento indígena y sigue siendo testigo de las nuevas formas de la violencia.
A la organización, fundada en marzo de 1989 por el obispo Samuel Ruiz García y que contribuyó a la acreditación y legitimación del zapatismo en el mundo, le preocupa que el gobierno tenga una posición “negacionista y reduccionista de la situación”.
El equipo del