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Advaita Vedanta: ser el Ser
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Libro electrónico375 páginas7 horas

Advaita Vedanta: ser el Ser

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Información de este libro electrónico

El advaita vedānta es una de las perlas fi losofías más depuradas del hinduismo. Está reservada para buscadores de la realidad que desean conocer su propia esencia y aspiran a la liberación, o mokṣa. Sugiere el sendero del conocimiento llamado jñāna-yoga, que es mucho más que u

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento5 mar 2019
ISBN9781945894176
Advaita Vedanta: ser el Ser
Autor

Prabhuji David Ben Yosef Har-Zion

David, Ben Yosef, Har-Zion, who writes under the pen name Prabhuji, is a writer, a painter, and an avadhūta mystic. Many consider him an enlightened spiritual master. When he was eight years old, he had a mystical experience that sparked his search for the Truth. Since then, he has devoted his life to deepening the early transformative experience that marked the beginning of his process of involution. For more than fifty years, he has been exploring and practicing various religions and spiritual paths. For Prabhuji, awakening at the level of consciousness, or the transcendence of the egoic phenomenon, is the next step in humanity's evolution.

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    Un libro lleno de verdad, escrito con amor y sabiduría.

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Advaita Vedanta - Prabhuji David Ben Yosef Har-Zion

ADVAITA VEDĀNTA

SER EL SER

Copyright© 2022

Cuarta edición

Impreso en Estados Unidos

Derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación, por cualquier medio o procedimiento, sin contar para ello con la autorización previa, expresa y por escrito del editor.

Publicado por Prabhuji Mission

Sitio: prabhuji.net

Avadhutashram

PO Box 900

Cairo, NY, 12413

USA

Pintura en la tapa por Prabhuji:

«Soy el que soy»

Acrílico en lienzo, Nueva York

Tamaño del lienzo: 24 x 24

Library of Congress Control Number: 2019902077

ISBN-13: 978-1-945894-16-9

Contents

Palabras del autor

Prefacio

Introducción

Capítulo 1:   ¿Qué es el vedānta?

Las escuelas ortodoxas y heterodoxas

El significado del término vedānta

¿Qué es el vedānta?

¿Para quién es el vedānta?

¿De qué habla el vedānta?

Brahma-vidyā o ‘la sabiduría del Ser’

Yoga-vidyā o ‘la sabiduría del yoga’

Capítulo 2:   Ātma-vicārana o ‘la autoinvestigación’

Capítulo 3:   La literatura sagrada

Los Vedas

Las secciones de cada Veda

Tri-vidyā o ‘tres clases de conocimiento’

Los vedāngas y los upāngas

El triple canon vedántico

Los upanisads

Los prakarana-granthas

Capítulo 4:   Brahman

Saguna-brahman

Nirguna-brahman

Brahman es sat-cit-ānanda

Sat - Brahman es existencia

Cit - Brahman es conciencia

Ānanda - Brahman es dicha

Lo manifestado y lo no manifestado

Capítulo 5:   La ilusión o māyā

Capítulo 6:   El conocimiento y la sabiduría

Jñāna y ajñāna o ‘el conocimiento’ y ‘la ignorancia’

La comprensión

Conocimiento trascendental y relativo

El conocimiento y la sabiduría

Capítulo 7:   Dios (Īśvara) y el alma (jīva)

Capítulo 8:   El mundo o jagat

Los niveles de realidad

Mithyā o ‘no real’

Los cinco factores del universo objetivo

El sustrato (adhistāna), la apariencia (āropita) y la superimposición (adhyāsa)

Capítulo 9:   La causalidad del vedānta o vivarta-vāda

Capítulo 10:   La creación según el advaita

Capítulo 11:   Una visión científica de nuestra percepción del mundo

Capítulo 12:   Las metas de los seres humanos o purusārthas

Los purusārthas o ‘las metas de los seres humanos’

Artha o ‘la riqueza’ o ‘la seguridad’

Kāma o ‘el placer’

Dharma o ‘la ética’ o ‘rectitud’

Moksa o ‘la liberación’

Capítulo 13:   Las cinco aflicciones o kleśas

La ignorancia o avidyā

El egoísmo o asmitā

La atracción y la repulsión, o rāga y dvesa

Abhiniveśa o ‘el apego a la vida’

La visión vedántica

Capítulo 14:   La disciplina espiritual cuádruple o sādhana-catustaya

1. Viveka o ‘el discernimiento’

2. Vairāgya o ‘desapasionamiento, desapego’

3. Sat-sampat o ‘el tesoro de las seis virtudes’

3.1. Śama o ‘serenidad’

3.2. Dama o ‘control de los sentidos’

3.3. Uparati o ‘renuncia al deseo mundano’

3.4. Titiksā o ‘tolerancia’

3.5. Śraddhā o ‘confianza’ o ‘fe’

3.6. Samādhāna o ‘la atención al Ser’

4. Mumuksutva o ‘la aspiración a la liberación’

Capítulo 15:   Las disciplinas en la vía del autodescubrimiento

1. Śravana o ‘audición’

2. Manana o ‘reflexión’

3. Nididhyāsana o ‘meditación vedántica’

Ātma-sāksātkāra o ‘la percepción directa del Ser’

Capítulo 16:   La epistemología vedántica

Āroha-panthā o ‘método ascendente’

Avaroha-panthā o ‘el método descendente’

Pramānas o ‘los medios de adquirir conocimiento’

Capítulo 17:   La conciencia

Capítulo 18:   La liberación o mukti

Jīvan-mukta o ‘el liberado en vida’

Mumuksu o ‘el aspirante idóneo’

La Verdad no es un medio

La motivación del buscador

Epílogo

Aceptar la soledad

Solo la realidad es

Apéndice: La vida y obra de Śrī Śankarācārya

Sus padres y su nacimiento

La orden de vida renunciante o sannyāsī

En busca de su maestro espiritual

Kashi

Badrikāśram

Kumārila Bhatta

Mandana Miśra

El funeral de su madre

Su labor misionera

El debate con los kāpālikas

Gokarna

Hariharapura

Śrngeri

Cachemira

La partida

La pronunciación del idioma sánscrito

Biografía

Sobre la Misión Prabhuji

Sobre el Avadhutashram

El Sendero Retroprogresivo

Prabhuji hoy

om ajñāna-timirāndhasya jñānāñjana-śalākayā chakṣur unmīlitaṁ yena tasmai śrī-gurave namaḥ

Salutaciones a ese santo Gurú que, aplicando el ungüento (medicina) del conocimiento (espiritual), elimina la oscuridad de la ignorancia de los cegados (no iluminados) y les abre los ojos.

Dedicado con profundo agradecimiento y eterno respeto a los santos pies de loto de mis amados maestros Su Divina Gracia Avadhūta Śrī Brahmānanda Bābājī Mahārāja (Guru Mahārāja) y Su Divina Gracia Avadhūta Śrī Mastarāma Bābājī Mahārāja (Bhagwan).

Palabras del autor

La historia de mi vida no es más que un largo viaje, desde lo que creía ser, hasta lo que realmente soy. Es un relato de trascendencia de lo personal y lo universal, de lo parcial y lo total, de lo ilusorio y lo real, de lo aparente y lo verdadero. Mi vida es un vuelo más allá de lo temporal y lo eterno, de la oscuridad y la luz, de lo humano y lo divino. Esta historia no es pública, sino profundamente privada e íntima.

Solo lo que empieza, termina; solo lo que principia, finaliza. Pero quien vive en el presente no nace ni muere, porque lo que carece de comienzo no perece jamás.

Soy discípulo de un veedor, de un ser iluminado, de alguien que es nadie. Fui iniciado en mi infancia espiritual por la luz de la luna. Me inspiré en una gaviota que más que ninguna otra cosa en la vida amaba volar.

Enamorado de lo imposible, atravesé el universo obsesionado por una estrella. Anduve infinitos senderos, siguiendo las huellas de quienes vieron… Cual océano que anhela el agua, busqué mi hogar dentro de mi propia casa.

Soy un simple intermediario que comparte su experiencia con los demás. No soy guía, profesor, instructor, educador, psicólogo, iluminador, pedagogo, evangelista, rabino, posek halajá, sanador, terapeuta, satsanguista, psíquico, líder, médium, salvador ni gurú, sino solo un caminante a quien puedes preguntarle sobre la dirección que buscas. Con gusto te señalo un lugar donde todo se calma al llegar… más allá del sol y las estrellas, de tus deseos y anhelos, del tiempo y el espacio, de los conceptos y conclusiones, más allá de todo lo que crees ser o imaginas que serás.

Soy solo un capricho y quizás un chiste del cielo y el único error de mi amado maestro espiritual. Conscientes del abismo que separa la revelación y nuestras obras, vivimos en un intento frustrado de expresar con fidelidad el misterio del espíritu.

Pinto suspiros, esperanzas, silencios, aspiraciones y melancolías… paisajes interiores y atardeceres del alma. Soy un pintor de lo indescriptible, lo inexpresable, lo indefinible e inconfesable de nuestras profundidades… y quizás solo escribo colores y pinto palabras.

Desde la infancia, ventanitas de papel cautivaron mi atención; a través de ellas recorrí lugares, conocí personas e hice amistades. Aquellas mandalas diminutas han sido mi verdadera escuela primaria, mi escuela secundaria y mi universidad. Cual avezados maestros, esas yantras me han guiado a través de la contemplación, la atención, la concentración, la observación y la meditación.

Al igual que un médico estudia el organismo humano, o un abogado estudia leyes, he dedicado mi vida a estudiarme a mí mismo. Puedo decir con certeza que sé lo que reside y vive en este corazón. No es mi intención convencer a nadie de nada. No ofrezco ninguna teología o filosofía, ni predico o enseño, sino que solo pienso en voz alta. El eco de estas palabras puede conducir a ese infinito espacio donde todo es paz, silencio, amor, existencia, conciencia y dicha absoluta. No me busques, búscate a ti. No me necesitas a mí ni a nadie, porque lo único que realmente importa eres tú. Lo que anhelas yace en ti, aquí y ahora, como lo que eres.

No soy mercader de información reciclada ni pretendo comerciar con mi estado espiritual. No enseño creencias ni filosofías sino que hablo únicamente de lo que veo y comparto solo lo que sé.

Escapa de la fama, porque la verdadera gloria no se basa en la opinión pública, sino en lo que eres en realidad. Lo importante no es lo que otros piensen de ti, sino tu propia apreciación acerca de quién eres.

Elige la dicha en vez del éxito, la vida en lugar de la reputación, la sabiduría por encima de la información. Si tienes éxito, no conocerás solo la admiración sino también los verdaderos celos. Sin embargo, la envidia es el homenaje que la mediocridad le rinde al talento: tan solo es una aceptación y una declaración abierta de inferioridad.

Te aconsejo volar libremente y jamás temer equivocarte. Aprende el arte de transformar tus errores en lecciones. Jamás culpes a otros de tus faltas: recuerda que asumir la completa responsabilidad de tu vida es un signo de madurez. Volando aprendes que lo importante no es tocar el cielo, sino poseer el valor para desplegar tus alas. Cuanto más alto te eleves, el mundo te parecerá más graciosamente pequeño e insignificante. Caminando, tarde o temprano comprenderás que toda búsqueda comienza y finaliza en ti.

Tu bienqueriente incondicional,

Prabhuji

Prefacio

nāsad āsīn no sad āsīt tadānīm

nāsīd rajo no vyomā paro yat /

kim āvarīvah kuha kasya śarmann

ambhah kim āsīd gahanam gabhīram //

«Entonces no existía lo existente ni lo inexistente. No existía el espacio etéreo, ni la bóveda celeste que está más allá de este. ¿Qué cubría? ¿Dónde? ¿Bajo la protección de quién? ¿Existía el agua, insondable y profunda?». (Rg Veda, 10.129).

La búsqueda de la realidad ha apasionado a muchos desde los primeros albores de la humanidad. El legado de dicha pasión son los grandes monumentos escriturales como la Biblia, el Corán, el Zend Advesta, el Dhammapada, el Tao Te Ching y demás. Pilato pregunta en el Evangelio de Juan (18:38), «¿qué es la Verdad?». Esta pregunta ha despertado enconados debates entre teólogos, filósofos, lógicos y estudiosos.

La Verdad absoluta es inmodificable y completamente indiferente a los cambios de tiempo, espacio y circunstancias. El advaita vedānta, o ‘vedānta no dual’, la denomina Brahman. La realidad es permanente y no está sujeta a modificaciones. Obviamente, si algo cambia de la noche a la mañana no debe ser aceptado como verídico. Podemos soñar que somos una mariposa, un pez, o incluso Superman, pero al despertar, recuperamos nuestra identidad anterior. Por lo tanto, distinguimos entre la realidad cotidiana y los sueños porque estos últimos son ficticios.

A la luz de lo mencionado, ¿acaso el mundo que percibimos puede considerarse real? El advaita postula que lo que percibimos a través de los sentidos es ilusorio porque está sujeto a cambio constante. En otras palabras, ningún fenómeno temporal debe ser considerado real.

Podemos percibir el movimiento de las manecillas del reloj porque la esfera del reloj permanece estática. De la misma manera, la percepción de cualquier movimiento requiere tanto un elemento cambiante como un componente invariable. La esfera de nombres y formas es mudable o ilusoria, mientras que la realidad es el fundamento inmutable. El Vedānta Sūtra declara de manera enfática athāto brahma jijñāsā o «ahora investigaremos a Brahman, o ‘lo absoluto’» y sugiere explorar el trasfondo permanente del mundo, es decir, el fundamento inmutable del universo entero.

Toda búsqueda de la realidad basada únicamente en la lógica es infructuosa, porque la mente es capaz de argumentar en favor de cualquier verdad, como los sofistas solían hacer. Sin embargo, el buscador sincero intuye lo trascendental y formula la misma pregunta que Miguel de Unamuno en su libro Del sentimiento trágico de la vida: «¿Es solo verdadero lo racional? ¿Podría haber una realidad que por su naturaleza es inasequible a la razón y tal vez incluso opuesta a ella?».

Mientras no logremos trascender el nivel mental —saturado de ideas, conceptos, conclusiones e hipótesis lógicas— continuaremos desarrollando meras teorías filosóficas. Una demanda de Verdad mezquina solo originará nuevas doctrinas. El fruto de una débil urgencia de realidad es solo otra filosofía. Pero la sed sincera y honesta de la Verdad desemboca en una visión reveladora de la realidad que trasciende el pensamiento.

La mente es memoria; es la bodega de nuestro pasado, y como tal, es un instrumento inadecuado para buscar lo desconocido. Siendo la mente un producto del pasado, lejos de aspirar a la realidad, solo puede soñar con sus propias proyecciones; es incapaz de encontrar la Verdad y ni siquiera puede buscarla: no busca lo desconocido sino lo opuesto a lo conocido.

Para explicarlo en las palabras de Alejandro Jodorowsky: «Los Buscadores de la Verdad, dándose cuenta de que era imposible encontrarla, se convirtieron en Buscadores de la Mentira. A medida que la descubrían y la eliminaban, se iban esfumando. Al desaparecer ellos, brilló la Verdad».

La mayoría de los buscadores espirituales confeccionan un concepto mental de la iluminación basado en libros y charlas. Al perseguir la iluminación, no aspiran a un estado de conciencia puro sino a su propia versión de este. Pero cualquier esfuerzo por lograr la iluminación es superfluo, porque la conciencia ya es: ya somos aquello que ambicionamos ser.

Cuando esta búsqueda nazca de una genuina necesidad existencial de descubrimiento, continuará hasta que acaricie la realidad. Solo una búsqueda vital, seria y sincera puede concluir en la luz de lo que es, tal como es.

Introducción

Jñāna significa literalmente ‘conocimiento’, ‘sabiduría’, ‘comprensión’ o ‘cognición’, que se refiere a un conocimiento existencial. Los griegos denominaban gnosis a este poder revelador. La palabra yoga significa ‘unión’. Así, jñāna-yoga es el sendero que apunta a realizar la unión esencial entre la parte y el Todo mediante el conocimiento. Es una de las cuatro vías yóguicas clásicas de desarrollo, la cual desemboca en la disolución de la ignorancia y la revelación no solo de que el mundo es una proyección ilusoria sino de que nuestra auténtica naturaleza es Brahman.

El jñāna-yoga está estrechamente asociado con el advaita, o la línea del vedānta que reconoce una única realidad tras este universo de nombres y formas. Este sistema yóguico constituye el aspecto práctico de la escuela del vedānta. Según la visión del jñāna, el Ātman reside en todo lugar y en toda criatura.

Esta vía de sabiduría te lleva a descubrir que el centro de tu existencia no es solo tuyo, sino que es el centro de todo lo que existe: el Ser o la conciencia. Propone restructurar la concepción occidental de la conciencia. Desde nuestra perspectiva dual y relativa, consideramos que la conciencia es una facultad o capacidad que poseemos. Pero desde la perspectiva absoluta, es la conciencia la que nos posee a nosotros; la conciencia no nos pertenece, sino que somos nosotros quienes le pertenecemos a ella. Ella nos precede, ya que, como mentes, ocupamos un lugar subsecuente en el proceso de la manifestación cósmica.

El jñāna-yoga es considerada una senda destructiva, dado que contribuye a la evaporación de nuestro habitual estado cognitivo de sujeto-objeto. Nos anima a cuestionar la fuente de nuestra existencia porque su enseñanza básica es que nuestra verdadera naturaleza es divina, la realidad última que yace en lo profundo de cada criatura viviente.

Aunque el jñāna-yoga es el sendero de la sabiduría por excelencia, cabe aclarar que no se trata del conocimiento que es conocido por un conocedor; sino que es la sabiduría que elimina toda diferencia entre el conocimiento, el conocedor y lo conocido. Jñāna no es el resultado del pensamiento sino de la toma de conciencia de la realidad.

Muchos consideran que embarcarse en una búsqueda interna es un acto egoísta. Sin embargo, examinar nuestra propia conciencia es una indagación universal y no personal. Al observar, caen los muros que demarcan nuestra supuesta individualidad y se evaporan las diferencias. Obviamente, lo que intuimos está más allá del dominio mental y no acepta definición alguna. Sin embargo, no debemos frustrarnos por esta incapacidad de verbalizarlo, ya que estamos buscando precisamente lo inefable.

El jñāna-yoga apunta hacia aparoksa anubhava, o ‘la experiencia directa de nuestra propia autenticidad’: a realizar a ātman, como la realidad absoluta, o Brahman.

En el Katha Upanisad leemos:

nāyam ātmā pravacanena labhyo

na medhayā na bahunā śrutena

yam evaisa vrnute tena labhyah

tasyaisa ātmā vivrnute tanūm svām

«Este Ser no puede ser alcanzado mediante el estudio de las escrituras, mediante la percepción intelectual o escuchando (sobre este) de manera frecuente; solo puede alcanzarlo aquel a quien el Ser elige. A él, el Ser le revela su verdadera naturaleza». (Katha Upanisad, 1.2.23).

El jñāna-yoga no aspira al conocimiento intelectual, pero en lugar de rechazar la mente, la utiliza para alcanzar un proceso evolutivo más amplio. El intelecto explora y examina su propio funcionamiento. Más que una investigación filosófica, el vedānta promueve una autoindagación: un estudio del acto cognitivo mismo.

El estudio de los upanisads es un aspecto importante de este sendero, pero es un error creer que la erudición será suficiente para conducirnos a la autorealización. Las escrituras, las enseñanzas del maestro y la sādhana están destinadas a despertar la memoria del discípulo. El ego es solo olvido o amnesia. Esta sabiduría no puede ser inculcada como en la escuela, porque el jñāna-yoga no es un proceso de estudio sino más bien de recuerdo de lo que realmente somos, de nuestra auténtica naturaleza.

En la actualidad, adquirimos conocimiento mucho más rápido que sabiduría. Nuestra habilidad nos permite fabricar teléfonos celulares, pero nuestras conversaciones carecen de profundidad. Armamos computadoras avanzadas, pero terminamos perdiendo el tiempo en juegos. Hemos hecho grandes progresos en la superficie, pero estamos estancados internamente. Aunque hemos madurado superficialmente, estamos estancados en la niñez en el ámbito psicológico y espiritual.

Cuando nos aburríamos de niños, buscábamos de manera obsesiva formas de matar el tiempo. Ya en la edad adulta, algunos acuden a periódicos, radio, televisión, computadoras, y otros a la espiritualidad. Muchos han convertido la búsqueda de la Verdad en una diversión que consiste en ‘vitrinear’ en diferentes retiros, cursos, maestros, libros y demás. Si nuestra vida espiritual es solo otra recreación, la búsqueda se limitará a la palabrería y, con toda seguridad, nos mantendrá en la superficie. Al usar la vida espiritual como un entretenimiento, convertimos a Dios en otra diversión y la iluminación en una simple fuente de placer.

El misterio de lo desconocido no se rastrea de la misma manera que el dinero, la fama o el sexo. La mente no puede buscar lo que desconoce; solo desea aquello que logra proyectar desde su propio contenido. Si intentamos pensar en Dios, terminamos con una proyección mental de nuestro pasado. Pensar acerca de la Verdad se convierte en un trabajo relacionado con una herencia cultural de nuestra sociedad. La Verdad no acepta objetivación y, por ende, no puede ser buscada. Una vez encontrada, pierde su vitalidad. En esta vida, la conciencia es lo único que, a pesar de ser indefinible, es imposible de ignorar.

La Verdad se revela por sí misma cuando cesa toda búsqueda. Al dejar de perseguir nuestras proyecciones mentales de la Verdad, nos damos cuenta de que estamos iluminados. Tal como lo expresa el Maestro Kokuan en Los diez cuadros del pastoreo del buey de la tradición Zen:

«La mediocridad ha desaparecido. La mente está limpia de limitación. No busco ningún estado de iluminación; tampoco permanezco donde no existe la iluminación. Como no persisto en ninguna condición, los ojos no pueden verme. Si cientos de pájaros cubriesen mi camino de flores, semejante alabanza carecería de sentido».

Como una entidad egoica, eres una ilusión; un ser irreal no puede pretender ser auténtico. La Verdad solo puede revelarse en un momento libre de lo conocido, de la memoria, del pasado. No podemos buscar, alcanzar, lograr ni saber la Verdad: solo podemos serla. De pronto, notamos que somos aquello que ambicionamos. Obviamente, no podemos encontrar la Verdad buscándola, pero sin la búsqueda jamás la encontraríamos.

Capítulo 1

¿Qué es el vedānta?

Las escuelas ortodoxas y heterodoxas

La filosofía hindú incluye escuelas ortodoxas (āstikas), basadas en los Vedas, y escuelas heterodoxas (nāstikas), que no aceptan la autoridad espiritual védica.

Sanātana-dharma, o hinduismo como se denomina en la actualidad, es un término colectivo que incluye a seis escuelas ortodoxas, también llamadas sad-darśanas o sat-śāstras. El Haya-śīrsa Pañcarātra las enumera del siguiente modo:

gautamasya kanādasya

kapilasya patañjaleh

vyāsasya jaimineś cāpi

darśanāni sad eva hi

«Las darśanas son de hecho seis: la de Gautama (nyāya), Kanāda (vaiśesika), Kapila (sānkhya), Patañjali (yoga), Vyāsa (uttara-mīmāmsā) y Jaimini (pūrva-mīmāmsā)». (Haya-śīrsa Pañcarātra).

•Nyāya, fundada por Gautama Rsi, explora las fuentes de conocimiento.

•Vaiśesika, fundada por Kanāda Rsi, es un sistema empírico de atomismo.

•Sāmkhya, fundada por Kapila Muni, es un sistema que postula el dualismo de la conciencia y la materia.

•Yoga, fundada por Patañjali Maharsi, es una escuela que enfatiza la concentración, la contemplación y la meditación.

•Pūrva-mīmāmsā, fundada por Jaimini, explica los mantras del Rg Veda que se entonan en sacrificios de fuego. Este sistema no acepta la mística ni el ascetismo.

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