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Un nuevo Sabbat: Vivir al ritmo de Dios en la era digital
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Un nuevo Sabbat: Vivir al ritmo de Dios en la era digital
Libro electrónico176 páginas3 horas

Un nuevo Sabbat: Vivir al ritmo de Dios en la era digital

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El Sabbat era el día de descanso sagrado para el pueblo judío, día dedicado a Yahvé, y antecedente del domingo, nuestro día de descanso laboral.
Los agobios de la vida diaria nos hacen complicado desconectar un día a la semana de nuestros trabajos diarios para disfrutar de ese regalo que hizo Dios a su pueblo en la antigüedad recordando el final de la creación. Y, aunque muchos nos ofrecen remedios para liberarnos de la ansiedad, hay que reconocer que pocas veces lo consiguen.
El hecho de dejar en descanso nuestros móviles y ordenadores una vez a la semana para encontrarnos con nosotros mismos y entablar conversación con el Creador es una disciplina que no nos llega de forma natural pero que nos puede transformar cuando nos comprometemos a practicarla.
Las páginas de este libro nos muestran también cómo Dios tiene una visión mucho más amplia del descan­so; de hecho, desde el principio del Génesis hasta el fi­nal del Apocalipsis está llevando a toda la creación ha­cia la plenitud y el descanso en Él.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento29 abr 2021
ISBN9788427728165
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    Un nuevo Sabbat - Mark W. Scarlata

    Shalom

    PREFACIO

    Durante varios años, mientras escribía un comentario teológico sobre el Éxodo (The Abiding Presence), me llamó la atención la frecuencia con que el Sabbat (el sábado) aparecía en la narración. Ya sea en la historia del maná en el desierto, en el relato de los diez mandamientos o en los elementos que rodean la construcción del tabernáculo, el motivo del Sabbat se abre camino a través de esta historia arquetípica de la salvación de Dios. Sin duda esto se debe, en parte, al hecho de que el Sabbat se convirtió en uno de los signos más significativos del judaísmo en el período del segundo templo, cuando se estaba formando el Antiguo Testamento. A medida que el culto y el estudio se iban formando en torno a las muchas comunidades dispersas en toda Palestina y en sus alrededores, tener un día de descanso sagrado y de cese del trabajo se convirtió en algo fundamental para la vida del pueblo de Dios. Reunirse para leer la palabra de Dios, mantener las relaciones y celebrar el descanso del trabajo preservaron las comunidades judías y su vida de fe en el mundo antiguo, como continúa haciéndolo hoy.

    Cuanto más estudiaba y reconocía la importancia del Sabbat en el Pentateuco, los profetas y el período del segundo templo, más me daba cuenta de que, como cristiano, había desatendido en gran medida el mandamiento del descanso. De alguna manera, había relegado el sábado a un asunto de disputa legalista entre Cristo y los fariseos en el Nuevo Testamento, que tenía poco que ver con la vida de fe. Me debatía entre esa interpretación y la de que se había espiritualizado el sábado a través de Cristo y ahora era solo otra forma de hablar del descanso que el Espíritu Santo hace experimentar a los cristianos. Sin embargo, cuanto más investigaba, más se hacía evidente que el Sabbat era un signo del movimiento de Dios en la creación hacia la plenitud y el descanso que era central para el florecimiento de Israel y para la misión de Cristo a través de la Iglesia.

    Después de haber reconocido mi propio abandono del sábado, empecé a reservar un período de veinticuatro horas, de puesta de sol a puesta de sol, cada semana. Pensé en ese período como en una disciplina espiritual y quería probar si el ritmo del Sabbat era realmente importante para mi propia formación cristiana. Lo que comenzó como un corto viaje se ha convertido en un largo peregrinaje que continúa llevándome a lugares a los que nunca había esperado ir. El Sabbat ha abierto y profundizado las relaciones familiares, las relaciones con la Iglesia y el deseo de traer la liberación a los oprimidos y a la tierra. Practicar el Sabbat también me ha revelado la inquietud de nuestra sociedad digital y de consumo. De hecho, uno de los mayores obstáculos para mi propio descanso sabático semanal era mi incapacidad para separarme de los dispositivos digitales durante un período de veinticuatro horas. Pasó algún tiempo antes de que me diera cuenta de que para muchos (entre los que me incluyo) dejar nuestro trabajo significa desconectarse del mundo digital y reconectarse con los que nos rodean.

    Lo que sigue son una serie de reflexiones no de un experto, sino de un compañero de viaje hacia el descanso del Padre. Ofrezco algunas sugerencias prácticas para mantener el descanso del Sabbat, pero sobre todo he tratado de explorar los textos bíblicos para ofrecer argumentos convincentes de por qué el Sabbat sigue siendo decisivo para la vida y el testimonio del pueblo de Dios hoy en día. Reconozco haber fallado a la hora de guardar muchos sábados, pero sigo aprendiendo de mis fracasos. El Sabbat es una disciplina que no nos llega de forma natural pero, como cualquier disciplina espiritual, nos transforma cuando nos comprometemos a practicarla en nuestras propias vidas.

    Este libro es una invitación a descubrir uno de los grandes regalos de Dios a su pueblo. El descanso sabático semanal es urgentemente necesario en nuestra inquieta era digital. Es un descanso ofrecido por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo que primero se le dio a Israel y ahora se le ha dado a la Iglesia para ser un signo de la plenitud y de la reconciliación de Dios en el mundo.

    Como siempre, este libro no habría sido posible sin el apoyo de mi esposa, Bettina, de mis hijos, Nathaniel, Madeleine y Annabelle. Estoy agradecido a Chris Scarlata, Sara Schumacher y al P. David Neuhaus SJ que leyeron y me hicieron acertados comentarios sobre los primeros capítulos de este libro. También, a los miembros de la comunidad de Cambridge que han seguido influyendo en mi teología: Rowan Williams, Jeremy Begbie, Malcolm Guite y Matthias Grebe. Este libro me ha dado la oportunidad de hablar con mis colegas de la diócesis de Londres sobre el descanso sabático y les agradezco mucho cada uno de sus comentarios, que han contribuido no poco a la formación de estas páginas. Me sentiré siempre en deuda con las ideas y las respuestas de mis colegas y alumnos del Colegio St. Mellitus. Por último, quiero dar las gracias a mi comunidad sabática de San Eduardo, Rey y Mártir, que sigue enseñándome lo que significa experimentar la belleza del descanso, la liberación, la plenitud y la vida en el cuerpo de Cristo.

    La belleza

    del Sabbat

    Encontrar el descanso

    Hace siglos, un obispo del norte de África llamado Agustín escribió: «Nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti». Su profunda visión de la condición humana surgió de su propia lucha por encontrar la paz. Agustín tenía un alma muy sensible y aguda. Se dedicaba a todos los placeres mundanos que podía como joven intelectual, pero le faltaba algo. A pesar de su formación y de su éxito, su inquietud fue en aumento hasta que un día, en medio de un torrente de lágrimas, leyó esta frase en la carta de Pablo a los cristianos de Roma: «Vestíos del Señor Jesucristo». Más tarde describió ese momento diciendo: «Enseguida, con las últimas palabras de esta frase, fue como si una luz aliviara toda la ansiedad que inundaba mi corazón» (Confesiones 9.29). Agustín había encontrado su descanso. Sin embargo, como todos los creyentes, continuaría entrando en ese descanso para descubrir a quien lo había llamado a la plenitud.

    Independientemente de la raza, la cultura o los antecedentes personales, a los seres humanos suele acompañarles un cierto sentido interno de inquietud, una sensación de malestar e inseguridad. Hay un anhelo en cada uno de nosotros que busca el descanso, que las ruedas dejen de girar, para que podamos sentarnos en quietud ante nuestro Creador. Agustín lo comprendió hace más de mil años y la humanidad ha permanecido igual desde entonces.

    En el mundo consumista y digital de hoy la gente está desesperada por escapar de la agitación y el estrés que provienen de estar constantemente conectados. Busca la paz interior a través de libros de autoayuda, retiros de yoga, espás de la serenidad o diferentes tipos de drogas. Tratan de encontrar un ritmo de vida sostenible que no lleve al agotamiento total. Los publicistas capitalizan estos deseos y venden productos que prometen liberarnos de la ansiedad y traer tranquilidad a una vida que, sin ellos, sería caótica. El problema es que estos remedios para la ansiedad y el estrés a menudo están marcados por el individualismo narcisista. Es importante cuidar de nosotros mismos, pero la preocupación excesiva por nuestro propio bienestar puede acabar, muchas veces, en la falta de consideración por el bienestar de la comunidad en general. Podemos buscar la paz interior, pero si el objetivo final es simplemente experimentar el descanso personal, entonces ese objetivo ha fallado.

    Dios tiene una visión mucho más amplia del descanso. De hecho, desde el principio del Génesis hasta el final del Apocalipsis está llevando a toda la creación hacia la plenitud y el descanso en Él. Las Escrituras nos dan una visión de la plenitud de ese descanso cuando en el día final una fuerte voz desde su trono proclame: «Esta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo y él, Dios-con-ellos, será su Dios» (Ap 21,3). Cuando Dios regrese en la plenitud de su gloria no habrá más sufrimiento, ni más miedo, ni más estrés, ni ansiedad, sino que todas las cosas encontrarán su plenitud en Él.

    Mientras llega ese momento, el pueblo de Dios ha vivido siempre con la expectativa de experimentar el descanso que viene con su presencia divina. Para los antiguos israelitas era la promesa de libertad y de una vida en la tierra donde las abundantes bendiciones de Dios serían derramadas sobre su pueblo. Se verían libres de tener que guerrear con sus enemigos. Producirían cosechas abundantes, ganado sano y familias extensas que podrían celebrar en paz. Para ello, los israelitas firmaron una alianza con Dios para ser obedientes a sus mandamientos. No se trataba de un conjunto de leyes destinadas a ser una carga para su pueblo, sino de unos mandamientos que, si se cumplían, traerían la prosperidad.

    Para los cristianos, esos mandamientos se cumplieron a través del Hijo único de Dios, Jesucristo. En Él se nos ofrece una imagen o representación de lo que significa vivir el corazón de los mandamientos de Dios en el Antiguo Testamento: amar a Dios y amar al prójimo. Como nos recuerda el Evangelio de Juan: «Y la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, la gloria que recibe del Padre como Unigénito, lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,14). La gloria que presenciamos en el Hijo brilla por su obediencia al mandato de Dios, por su enseñanza sobre los mandamientos, y por su entrada en el Reino por medio de las obras de curación, perdón y rehabilitación de las personas. Sin embargo, uno de los mandamientos más importantes del Antiguo Testamento —que a menudo pasa desapercibido para los cristianos— y que Cristo lleva a cumplimiento en el Nuevo, es el mandamiento del descanso del sábado.

    El mandamiento de recordar y guardar el sábado fue fundamental para la vida y la fe del antiguo Israel y sigue siendo hoy una práctica esencial para muchos judíos. Una razón por la que el mandamiento del Sabbat es vital para la vida de fe es porque no se trata de la paz interior individual. Ciertamente traerá paz interior, pero ese no es su objetivo final. El Sabbat mira al descanso comunitario y a la plenitud que viene cuando vivimos conscientemente la presencia de Dios. El Sabbat es el regalo del descanso para la comunidad de la creación, la comunidad de Israel, la comunidad de la Iglesia y la comunidad de toda la humanidad. Trae liberación y descanso a todos los niveles de la sociedad. El Sabbat es tanto una cuestión de libertad política y económica como de descanso físico y espiritual. El Sabbat restaura las familias y comunidades, y da paso a una época de Shalom, esa maravillosa palabra hebrea que transmite el sentido de justicia, paz y alegría que existe en toda relación humana y en nuestra relación con Dios. El regalo del Sabbat es la invitación de Dios a que entremos en comunión con Él, a experimentar la santidad del tiempo y a habitar en su presencia.

    ¿Qué es el Sabbat?

    Entraremos en detalle sobre la naturaleza del sábado en los próximos capítulos, pero podemos empezar con una breve visión general de sus orígenes en el Antiguo Testamento y de sus desarrollos al entrar en el período del Nuevo Testamento y en la Iglesia primitiva.

    El sustantivo hebreo Sabbat significa cesar o detenerse, y por lo tanto el significado implícito es también descansar. Sabbat se usa por primera vez en la Biblia en Éxodo 16,23 cuando en el desierto Dios ordena a los israelitas que observen un «sábado santo» en el que dejarán de recoger maná el séptimo día para descansar. Sin embargo, el verbo «cesar, descansar» se utiliza en los primeros capítulos del Génesis cuando Dios «descansó el séptimo día de todo el trabajo que había hecho» (Gén 2,2). La historia de la creación revela el ritmo de vida que Dios ha tejido en el entramado del mundo. Si Dios trabaja durante seis días y descansa durante uno, toda la creación debe hacer lo mismo, lo que luego se hace explícito en los diez mandamientos.

    Cuando Moisés recibe la ley en el Monte Sinaí, Dios refuerza la necesidad de que Israel imite este mismo patrón de trabajo y descanso.

    Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, pero el día séptimo es día de descanso en honor de Yahvé, tu Dios. No harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado, ni el forastero que habita en tu ciudad. Pues en seis días hizo Yahvé el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen, y el séptimo descansó, por eso bendijo Yahvé el día del sábado y lo santificó (Ex 20,9-11).

    El mandato de descanso santo se aplica a toda la comunidad de la alianza e incluso al extranjero que viva entre ellos. El descanso es obligatorio para el pueblo de Dios y está en el centro de lo que significa guardar el Sabbat. Dios mismo descansó y nos dio un ejemplo a seguir. Así que el patrón de seis y uno para el trabajo y el descanso son esenciales para nuestro propio crecimiento, para la salud

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