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Desarrollo Integral Ilimitado: La altura a la que todos podemos aspirar
Desarrollo Integral Ilimitado: La altura a la que todos podemos aspirar
Desarrollo Integral Ilimitado: La altura a la que todos podemos aspirar
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Desarrollo Integral Ilimitado: La altura a la que todos podemos aspirar

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El crecimiento es parte de la vida, la creación de Dios se desarrolla y crece hasta alcanzar la madurez. La enfermedad y la muerte entraron en la creación a causa del pecado, de la desobediencia del ser humano. Pero en Cristo, hay una nueva oportunidad de volver al diseño original, al desarrollo integral e ilimitado.

Podemos crecer y nuestra meta es la estatura de Cristo, es decir, ser como Jesús, por supuesto no en el sentido de ser Dios, sino en el sentido de su modelo de hombre perfectamente alineado con el propósito de Dios para la humanidad.

El apóstol le escribe a los Efesios "hasta que todos lleguemos", ésta no es una meta para algunos, sino para todos. Juntos, en unidad, estamos llamados a crecer hasta la completa medida de Cristo. La perfección, en sentido de madurez, es posible en Cristo, mediante la acción del Espíritu Santo en nuestra vida.

Desarrollo:
Estamos llamados a un desarrollo integral e ilimitado. Desarrollarse tiene que ver con crecer, incrementar, aumentar, adelantar, progresar, desenvolverse, avanzar. Todos estos verbos involucran acciones hacia algo mejor de lo que vivimos ahora. El desarrollo nos habla de un proceso de cambios que nos conduce a cosas mejores. Eso es precisamente el desafío de la Palabra de Dios para nuestra vida. Hay un aspecto del desarrollo en el cual nuestra influencia es limitada, por ejemplo, el de nuestro cuerpo, no podemos hacer nada para ser más altos (Mateo 6.27; Lucas 12:25), pero sí podemos alimentarnos bien, hacer ejercicio, etc.
La parte del desarrollo que nos corresponde a nosotros no es opcional, sin ella no habrá desarrollo. Nuestra parte son acciones, cosas que se practican día a día y en los tiempos de Dios. Nuestras acciones en realidad son siempre verbo: sembrar, regar, cuidar, cosechar, buscar, tener fe, profetizar, orar, visitar, ayudar, perdonar, amar, esperar, actuar, perseverar, resistir, luchar, predicar, alimentar, vestir, dar, escuchar, hablar, ministrar, etc., etc.

Integral
Desarrollo integral o desarrollo integrado es un enfoque de análisis que se centra en unificar y aprovechar todas las causas de un problema para ofrecer una respuesta plenamente satisfactoria. En la creación de Dios vemos que todo está sujeto a cambio y transformación. Si pensamos en un ser vivo, su existencia obedece a unos procesos biológicos. En este sentido, por ejemplo, una semilla se convierte en un árbol y unas células se van alterando hasta convertirse en un ser individual de una especie. El desarrollo es parte natural pero no sucede en un aislamiento, sino en una interacción contínua con el medio donde se produce.

Cuando nos referimos al desarrollo integral del creyente lo hacemos desde el punto de vista del ser humano como espíritu, alma y cuerpo. A pesar de tener estas tres dimensiones, no podemos separarlas una de la otra, nuestro desarrollo debe involucrarlas de manera integrada.

Ilimitado
¿Cuál es el límite? La estatura de la plenitud de Cristo, puede definirse como algo infinito. Es que en un sentido, no hay límites para aquel que cree en Cristo y le sigue. No obstante, la definición de ilimitado tiene que ver con la posibilidad de que el desarrollo sea "sostenible", esto significa que pueda mantenerse en el tiempo, que no sea algo pasajero, momentáneo o sin permanencia posible.
IdiomaEspañol
EditorialBookBaby
Fecha de lanzamiento15 ene 2021
ISBN9781098357429
Desarrollo Integral Ilimitado: La altura a la que todos podemos aspirar

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    Desarrollo Integral Ilimitado - Daniel Chamorro

    pequeños.

    ESTUDIO 1

    Desarrollo integral ilimitado

    La conducta cristiana debe alcanzar la altura de la persona que nos ha amado, escogido, redimido y unido, Dios mismo.

    - Stanley Stamps

    No sabes lo que es capaz de hacer.

    Un viejo escritor, ya jubilado, pasaba sus días rellenando a puño y letra cuadernos con narraciones, ilustraciones, poemas. En su 78 cumpleaños, su hijo, un exitoso profesional, le regaló un ordenador de última generación con la intención de facilitarle el trabajo a su padre. Consciente de que su progenitor nunca había usado uno, descargó en el flamante aparato todo el software disponible en el mercado con el que un escritor se sentiría profundamente realizado. Pasaron los días y el anciano empezó a modernizarse y plasmar su producción literaria en el ordenador. Un día, el hijo decidió acercarse y leer lo que su padre escribía. Su sorpresa fue mayúscula al observar que el viejo sólo usaba su ordenador como máquina de escribir, ni siquiera sabía que podía utilizar distintos tipos de letra. Ni hablar de usar los potentes programas de edición que tenía disponibles. Es que, a pesar de tener una herramienta tan completa, el pobre escritor no sabía lo que con ella era capaz de hacer. Nunca había desarrollado su enorme potencial.

    Preguntas para el diálogo y reflexión

    ¿Por qué necesitamos desarrollo?

    ¿Qué significa que nuestro desarrollo debe ser integral e ilimitado?

    ¿Qué debemos hacer para tener un desarrollo integral ilimitado?

    Ese proceso continuará hasta que todos alcancemos tal unidad en nuestra fe y conocimiento del Hijo de Dios que seamos maduros en el Señor, es decir, hasta que lleguemos a la plena y completa medida de Cristo. (Efesios 4.13, NTV)

    El crecimiento es parte de la vida, la creación de Dios se desarrolla y crece hasta alcanzar la madurez. La enfermedad y la muerte entraron en la creación a causa del pecado, de la desobediencia del ser humano. Pero en Cristo, hay una nueva oportunidad de volver al diseño original, al desarrollo integral e ilimitado.

    Podemos crecer y nuestra meta es la estatura de Cristo, es decir, ser como Jesús, por supuesto no en el sentido de ser Dios, sino en el sentido de su modelo de hombre perfectamente alineado con el propósito de Dios para la humanidad.

    El apóstol le escribe a los Efesios hasta que todos lleguemos, ésta no es una meta para algunos, sino para todos. Juntos, en unidad, estamos llamados a crecer hasta la completa medida de Cristo. La perfección, en sentido de madurez, es posible en Cristo, mediante la acción del Espíritu Santo en nuestra vida.

    Desarrollo

    Estamos llamados a un desarrollo integral e ilimitado. Desarrollarse tiene que ver con crecer, incrementar, aumentar, adelantar, progresar, desenvolverse, avanzar. Todos estos verbos involucran acciones hacia algo mejor de lo que vivimos ahora. El desarrollo nos habla de un proceso de cambios que nos conduce a cosas mejores. Eso es precisamente el desafío de la Palabra de Dios para nuestra vida.

    Hay un aspecto del desarrollo en el cual nuestra influencia es limitada, por ejemplo, el de nuestro cuerpo, no podemos hacer nada para ser más altos (Mateo 6.27; Lucas 12:25), pero sí podemos alimentarnos bien, hacer ejercicio, etc. No todo desarrollo depende de nosotros, pero sí debemos contribuir para obtener resultados. Por eso, el desarrollo requiere una administración responsable.

    Si pedimos y recibimos más, tenemos que estar a la altura. Somos responsables de gran parte del desarrollo de nuestra vida y aquello que fue puesto en nuestras manos. De hecho Dios nos puso en el rol de administradores de muchas cosas: nuestra vida, nuestro cuerpo, la creación, la familia, la iglesia, el trabajo, la empresa, la formación, los recursos económicos, etc. El desarrollo está muy ligado a nuestra función de administradores (en el griego oikonomos = administrador de la casa) lo cual es una asignación de Dios de la que todos y cada uno de nosotros somos responsables y debemos ser fieles (1 Corintios 4:2).

    La parte del desarrollo que nos corresponde a nosotros no es opcional, sin ella no habrá desarrollo. Nuestra parte son acciones, cosas que se practican día a día y en los tiempos de Dios. Nuestras acciones en realidad son siempre verbo: sembrar, regar, cuidar, cosechar, buscar, tener fe, profetizar, orar, visitar, ayudar, perdonar, amar, esperar, actuar, perseverar, resistir, luchar, predicar, alimentar, vestir, dar, escuchar, hablar, ministrar, etc., etc.

    Integral

    Desarrollo integral o desarrollo integrado es un enfoque de análisis que se centra en unificar y aprovechar todas las causas de un problema para ofrecer una respuesta plenamente satisfactoria.

    En la creación de Dios vemos que todo está sujeto a cambio y transformación. Si pensamos en un ser vivo, su existencia obedece a unos procesos biológicos. En este sentido, por ejemplo, una semilla se convierte en un árbol y unas células se van alterando hasta convertirse en un ser individual de una especie. El desarrollo es parte natural pero no sucede en un aislamiento, sino en una interacción contínua con el medio donde se produce.

    Cuando nos referimos al desarrollo integral del creyente lo hacemos desde el punto de vista del ser humano como espíritu, alma y cuerpo. A pesar de tener estas tres dimensiones, no podemos separarlas una de la otra, nuestro desarrollo debe involucrarlas de manera integrada.

    También podemos hablar del evangelio como algo que es integral, es decir la comprensión del evangelio en sus múltiples dimensiones. La personal (o individual) y la social. Así también como las implicaciones que esto tiene en todas las esferas de la vida, que van desde la espiritual, cultural, política, económica, social, personal y familiar. En verdad, no hay otra manera de entender al Reino de Dios y al evangelio que lo proclama, que no sea de manera integral.

    Ilimitado

    ¿Cuál es el límite? La estatura de la plenitud de Cristo, puede definirse como algo infinito. Es que en un sentido, no hay límites para aquel que cree en Cristo y le sigue. No obstante, la definición de ilimitado tiene que ver con la posibilidad de que el desarrollo sea sostenible, esto significa que pueda mantenerse en el tiempo, que no sea algo pasajero, momentáneo o sin permanencia posible.

    Jesús enseñó mucho sobre el desarrollo y el crecimiento, ser productivos y crecer es un tema importante en toda su enseñanza, maldijo a la higuera por no dar fruto (Marcos 11:12-20), en la parábola de los talentos vemos el severo castigo al que no se hizo responsable del desarrollo de su administración (Mateo 25:14-30).

    Cuando habló del Reino de Dios y de la fe usó la semilla de mostaza que crece por encima de las demás hortalizas (Mateo 13:31-32). Se refirió al desarrollo y extensión del Reino de los cielos usando la figura de la levadura que afecta la masa completa (Mateo 13:21). Enseñó que somos como las ramas de la vid que es Él y que estábamos para dar fruto abundante y permanente (Juan 15:5), es decir dar fruto siempre, no sólo una vez, eso es un desarrollo sostenible.

    El apóstol Pablo decía: Yo sembré, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. Así que no cuenta ni el que siembra ni el que riega, sino sólo Dios, quién es el que hace crecer. (1 Corintios 3.6–7, NVI) Dios hace crecer las plantas, pero nuestro deber es sembrar, cuidar, regar, cosechar, almacenar en graneros, comerciar, volver a sembrar.

    Conclusión

    Dios anhela nuestro desarrollo integral ilimitado. La meta es la plenitud de Cristo. Nuestra parte es obedecerle, vivir en dependencia del Espíritu Santo.

    Crecer no es opcional para el seguidor de Cristo, habrá dificultades, cometeremos errores, trabajaremos mucho, pero tenemos la promesa de un día alcanzar aquello para lo que fuimos alcanzados, como afirmaba el apóstol Pablo:

    No que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3.12–14, LBLA)

    Seamos protagonistas de un desarrollo integral ilimitado, en nuestra vida personal, en nuestras familias, en la iglesia, en el ministerio, en cada desafío que Dios ponga delante nuestro. No nos detengamos, sigamos hacia el propósito, la plenitud de Cristo.

    ¡Vamos juntos, la meta estará cada día más cerca!

    ESTUDIO 2

    ¿Discípulo o multitud?

    No es ningún necio quien da lo que no puede retener (su vida) por lo que no puede perder (la vida eterna).

    - Jim Elliot

    Decisión urgente.

    El célebre corredor Wettes era totalmente abstemio. En cierta ocasión en que estaba recomendando su régimen a un compañero entregado a la bebida, éste, medio convencido, le dijo que estaba dispuesto a aceptar sus consejos, pero que dejaría el uso de licores fuertes poco a poco. - ¿Poco a poco? - exclamó Wattes-. Si usted cayera en el fuego, ¿Qué le parece si sus criados vinieran a sacarle de allí poco a poco? Esto puede decirse también de los que pretenden entregarse a Cristo poco a poco. La santificación es obra del Espíritu Santo, que por la dureza de nuestro corazón se realiza gradualmente, pero nuestra decisión por Cristo no puede hacerse poco a poco, sino que es un acto urgente de decisión, determinación y compromiso.

    Preguntas para el diálogo y reflexión

    ¿Qué significa ser un verdadero discípulo de Jesús?

    ¿Cuál es la diferencia entre un discípulo y la multitud?

    ¿De qué formas demostramos que Jesús es el Señor de nuestra vida?

    Un día cuando Jesús estaba orando para sí, estando allí sus discípulos, les preguntó: —¿Quién dice la gente que soy yo? —Unos dicen que Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que uno de los antiguos profetas ha resucitado—respondieron. —Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? —El Cristo de Dios—afirmó Pedro. Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran esto a nadie. Y les dijo: —El Hijo del hombre tiene que sufrir muchas cosas y ser rechazado por los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley. Es necesario que lo maten y que resucite al tercer día. Dirigiéndose a todos, declaró: —Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se destruye a sí mismo? Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras, el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria y en la gloria del Padre y de los santos ángeles. Además, les aseguro que algunos de los aquí presentes no sufrirán la muerte sin antes haber visto el reino de Dios. (Lucas 9.18–27, NVI)

    ¿Soy un verdadero discípulo de Jesús? La respuesta a esta pregunta puede resolverse más cabalmente si podemos responder primero ¿Quién es Jesús para mí?

    Jesús formula una pregunta a sus discípulos que les invita a la reflexión: ¿Quién dice la gente que soy? Ellos debían pensar en las conjeturas que la gente, y que ellos mismos, hacían acerca de la persona de Jesús y su rol. (nótese la similitud de las respuestas, con las que oía también Herodes el tetrarca en Lucas 9:7-8). Luego de oír sus respuestas, el Señor pregunta: ¿Quién dicen ustedes que soy? Ahora la pregunta no es qué dicen los demás, sino que les expone a develar las creencias de ellos mismos.

    Necesitamos tener muy claro en nuestro corazón quién es Jesús para nosotros. La honesta respuesta a esa pregunta revelará nuestra motivación para seguir a Jesús, y sobre todo nuestro compromiso.

    La gran diferencia

    Un discípulo sabe a quién sigue, en cambio la multitud sigue a la masa, a sus necesidades, o a las necesidades creadas por su propia cultura. Un discípulo acepta el desafío al sacrificio, pero la multitud solo quiere pan y pescado.

    Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. (Juan 6.26, RVR60)

    Si realmente creemos que Jesús es el Cristo, como confesó Pedro inspirado por el Espíritu Santo, entonces, no nos moveremos al son de la cultura, ni de nuestras necesidades, ni de nuestros caprichos, habrá algo más trascendente que nos hará mover por fe y en obediencia. La palabra de Cristo es autoritativa para el discípulo, no es un consejo o una opinión, es la verdad para creer, obedecer y vivir. Para el discípulo, Cristo es mucho más que un buen ejemplo, un modelo o un gran maestro, es el SEÑOR, la máxima autoridad y la razón para vivir. El seguidor de Jesús sabe que Él es el camino, la verdad y la vida.

    Políticamente incorrecto

    Aquello que todos pensaban acerca de Jesús, aún las expectativas que tenían de Él no eran acertadas. Jesús no era lo que todos creían, o lo que la mayoría hubiera querido. Aceptar su identidad y su plan iba en contra de lo políticamente correcto. No hay consenso cultural, ni ideología que pueda torcer la revelación de quién es Jesús y cuál es su plan para la humanidad.

    En ocasiones, puede parecer más cómodo, más confortable, ir con la corriente y opinar como la mayoría o acomodar las creencias a la cultura dominante. Pero la verdad no es algo que está a la venta para un discípulo de Jesús.

    Para seguirle, un discípulo debe negarse a sí mismo, debe estar dispuesto a cargar la cruz, lo cual es disponerse al sacrificio, entregar la vida; sólo quien hace esto puede seguirle de verdad. Aquel que quiere acomodarse a su época y ser todo lo políticamente correcto que exija su tiempo, no podrá ser un discípulo.

    No se puede vivir como si tuviéramos un Jesús a la carta, como quien elige la comida en un restaurante, o tener un Jesús que es lo que yo creo que es y no el Cristo que nos revela el Espíritu Santo en las Escrituras. El mensaje del Señor es claro, quien quiera salvar su vida, la perderá y aún más contundente, el que pierda su vida por causa de mí ese la salvará (Lucas 9.24).

    Conclusión

    No es lo mismo ser un discípulo que ir con la multitud.

    El discípulo se niega a sí mismo.

    La multitud piensa en sí misma.

    El seguidor de Cristo toma la cruz, se dispone al sacrificio por los demás.

    La multitud sólo se esfuerza por lo que le conviene y no le compromete.

    El que ama a Jesús le sigue sin mirar atrás, no negocia por comodidad. La multitud le sigue mientras sea cómodo y obtenga gratificación inmediata.

    Un discípulo entrega su vida.

    La multitud resguarda su vida.

    Un discípulo encuentra la salvación.

    La multitud se pierde y lo pierde todo.

    ¿Soy un verdadero discípulo o voy con la multitud?

    ESTUDIO 3

    Yo y mi casa serviremos al Señor

    La peor decisión es la indecisión.

    - Benjamin Franklin

    Familia ejemplar

    Andy Murray fundó su familia en su Sudáfrica natal. De su matrimonio, nacieron once hijos. Algunos de ellos fueron pastores, otros hombres y mujeres de carrera. La siguiente generación llegó a ser aún más admirable. Una vez, siendo él y su esposa ya mayores, alguien les preguntó, ¿cuál es el secreto para formar una familia tan ejemplar y exitosa? A lo que Andy respondió: - la verdad, no lo sé. Mi esposa y yo, sólo nos reuníamos cada noche en torno a la Biblia; la leíamos y orábamos con nuestros hijos. Lo demás, creo que fue cosa de Dios.

    Preguntas para el diálogo y reflexión

    ¿Por qué la familia tradicional es tan importante en una sociedad?

    ¿Cómo se está adoctrinando en nuevos valores a las personas?

    ¿Dónde, cuándo y cómo debemos mostrar nuestra postura cristiana sobre la familia?

    Ahora pues, temed al Señor y servidle con integridad y con fidelidad; quitad los dioses que vuestros padres sirvieron al otro lado del río y en Egipto, y servid al Señor. Y si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién habéis de servir: si a los dioses que sirvieron vuestros padres, que estaban al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa, serviremos al Señor. Y el pueblo respondió, y dijo: Lejos esté de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses; porque el Señor nuestro Dios es el que nos sacó, a nosotros y a nuestros padres, de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre, el que hizo estas grandes señales delante de nosotros y nos guardó por todo el camino en que anduvimos y entre todos los pueblos por entre los cuales pasamos. Y el Señor echó de delante de nosotros a todos los pueblos, incluso a los amorreos, que moraban en la tierra. Nosotros, pues, también serviremos al Señor, porque Él es nuestro Dios. (Josué 24.14–18, LBLA)

    Hay momentos claves. Existen situaciones donde las decisiones que tomamos serán cruciales para marcar y determinar nuestro futuro e impacto en el mundo que vivimos. Son algo así como ventanas temporales que se nos abren durante un tiempo y aunque la vida misma es una nueva oportunidad permanente, el tiempo que pasa ya no puede volver a vivirse. Por eso, es crucial tomar decisiones correctas, pero también saber hacerlo en el momento correcto.

    No es un secreto, ni una teoría conspiranoica que la familia como la presenta el modelo bíblico, está siendo atacada. El modelo de familia cristiana presentado en la Biblia, ha sido uno de los principales responsables de que tengamos una civilización occidental próspera que pudo dejar atrás la barbarie y hacer de la familia tradicional cristiana el núcleo central de la sociedad, su célula fundamental. A tal punto, es esto así, que si la familia no prospera, la sociedad caerá. No podemos pretender dinamitar los cimientos de un edificio y que lo construido encima no se caiga.

    Estos son tiempos para posicionarnos claramente como familia. No son tiempos para mirar hacia otro lado o para pensar que a mí no me incumbe. Las familias cristianas debemos ponernos de pie ante la sociedad y dejar bien clara nuestra posición. Josué y su familia lo hicieron, en el momento correcto dejaron clara su determinación como familia. Este es nuestro tiempo.

    Cambio de mentalidad

    El pueblo de Israel salía de 400 años de esclavitud egipcia. Llegaban a una tierra en la que sus pobladores estaban siendo juzgados por su idolatría. Necesitaban desaprender las costumbres paganas de Egipto y no adoptar las de la nueva tierra.

    La única manera era aceptar la revelación que habían recibido de Dios en el desierto, sus leyes, sus mandamientos. Esto era algo que cada familia debía guardar con la mayor determinación. En temas de principios y de valores morales, nunca la indecisión conducirá a una familia a algo bueno.

    La visión del mundo y de la realidad que adopta nuestra familia no puede ser una moda o una cultura construida a la medida y los gustos de algunos o de muchos.

    Durante las últimas décadas, en los medios de comunicación, en los colegios, universidades y en todo tipo de foros locales e internacionales se esta promoviendo la deconstrucción de la familia tradicional cristiana.

    En pocas palabras, se quiere destruir la familia, adoctrinando a las nuevas generaciones en una nueva ideología. En muchos temas esta ideología es abiertamente antibíblica y anticristiana, y en no pocas cuestiones es también anticientífica.

    Para los cristianos hay una verdad, y ésta no es relativa, es absoluta, se trata de la revelación de Dios en la Biblia. Los mandamientos de Dios no son negociables.

    Tres ejemplos sobre la vida y la familia:

    1. El valor y dignidad de toda vida humana desde la concepción.

    2. La existencia de sólo dos sexos, varón y mujer.

    3. El matrimonio heterosexual, con una sola persona, toda la vida.

    Esta lista de ejemplos podría ser muy larga, pero es a modo de ejemplo. Quienes tienen más años, recordarán que la sociedad ni siquiera cuestionaba estas verdades, eso era lo correcto y era raro pensar muy diferente. Hoy ya se ha conseguido adoctrinar en el error a toda una generación, gran parte de la juventud considera estos valores como algo relativo, sino retrógrado. Mientras tanto, como norma general, la familia cristiana, ¿no habrá guardado un cómplice silencio durante todos estos años?

    Integridad y fidelidad

    Integridad y fidelidad son los dos requisitos que plantea Josué al pueblo de Dios para hacer firme su compromiso y determinación de servir al Señor. "Ahora pues, temed

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