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La buena normalidad: Sus bases y fundamentos
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Libro electrónico340 páginas5 horas

La buena normalidad: Sus bases y fundamentos

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No es suficiente el poder económico, no alcanza con comprar armas o voluntades para dominar. Esto no es nuevo, los grandes imperios siempre buscaron ejercer el control por medio de relatos, mitos y épica. Los poderes supranacionales necesitan imponer en la conciencia de los pueblos un nuevo estándar moral y cultural. De igual manera, los avances científicos que contemplan la manipulación genética para la mejora del ser humano, el trans-humanismo, el control demográfico, la ideología de género, el aborto y un buen número de asuntos similares, han encontrado en la iglesia de Cristo, la que sostiene un cristianismo bíblico, el mayor obstáculo para lograr sus fines. Pues para los cristianos bíblicos el fin nunca justificará los medios y el rol de Dios no le corresponde al hombre. Se nos habla de una "nueva normalidad", se nos asegura que deberemos normalizar prácticas, costumbres, cultura, pensamientos, acciones, etc. y amoldarlos a una nueva realidad. Como si de un dogma religioso se tratase, no puede aceptarse en partes, disentir aunque sea en un solo punto te convierte en "negacionista" (los nuevos herejes de la religión globalista). ¿Cuál es esa nueva realidad? ¿Qué es lo normal? y allí encontramos una batalla cultural, en ocasiones violenta, con importantes visos de totalitarismo desde las esferas gubernamentales y mediáticas sujetas a poderes supranacionales. Las redes sociales se polarizan. La guerra cultural está servida, y no parece que pueda acabar en acuerdos, por lo que es muy probable, como nos enseña la historia, que los disidentes sean, perseguidos en todos los casos, ignorados en los mejores casos y exterminados o silenciados en lo peores.
Pero hay una "buena normalidad", si entendemos normal como un estándar, una línea que traza lo correcto de lo incorrecto o inapropiado. Los cristianos bíblicos podemos afirmar que la normalidad es algo que ha fijado Dios para la conducta humana.

Esa buena normalidad tiene su esencia en Dios, el creador y dueño de la creación, quien se ha revelado al ser humano, siendo Jesucristo la revelación definitiva. Él ha establecido leyes, que si las cumplimos, nos irá mejor, como individuos, como familia, como sociedad. El mundo sin Dios siempre caminará hacia la ruina. El hombre sin Dios nunca será libre, siempre será esclavo. La buena normalidad se manifiesta en la vivencia de cada creyente, que puede tener una vida completa y con propósito. Los frutos de vivir en esa buena normalidad, son la paz, el amor, la armonía, el gozo, la justicia y cosas similares que el ser humano y el mundo en su conjunto tanto necesitan. Esa misma buena normalidad genera una influencia de transformación, que afectará toda persona, familia, cultura, nación en donde sea abrazada. Afirmamos que se puede vivir una buena normalidad, que nos hará mejores personas, en cada ámbito y circunstancia de la vida que nos toque transitar. Avancemos hacia el plan de Dios, es la hora de los valientes, de los que nadan contracorriente, de los que no se rinden ante nada. Es el tiempo de los David que enfrentan a Goliat, es la hora de las Débora que se levantan para defender a su pueblo; es el momento de los Esteban que ven el cielo abierto y no temen la sentencia de los poderosos. Junto a los pastores que prepararon con oración, dedicación y esfuerzo este manual, descubramos una parte importante y relevante de la "buena normalidad" que Dios desea para nuestra vida.
IdiomaEspañol
EditorialBookBaby
Fecha de lanzamiento21 ene 2022
ISBN9781667827261
La buena normalidad: Sus bases y fundamentos

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    La buena normalidad - Daniel Chamorro

    La buena normalidad tiene su esencia en Dios. Se trata de Dios, del creador y dueño de la creación, de su diseño, su revelación, su Palabra, sus principios y mandatos para que nos vaya bien.

    ESTUDIO 1

    La buena normalidad

    El Cristianismo, si es falso, es simplemente irrelevante. Si es auténtico, es de vital importancia. Es la única cosa que no puede ser a medias.

    ──- C.S. Lewis

    El Hombre en la arena.

    El crítico no cuenta, ni el que señala cómo tambaleó el hombre fuerte, ni dónde podría haber mejorado el que hizo las obras. El mérito pertenece al hombre que en realidad está en la arena, el que está con el rostro cubierto por el polvo, el sudor y la sangre; que lucha valientemente; que se equivoca y falla vez tras vez; que conoce los grandes entusiasmos, las grandes pasiones y se desgasta por una causa digna; el que, en el mejor de los casos, conoce al final el triunfo de los grandes logros; el que, en el peor de los casos, si falla, por lo menos falla por atreverse en grande, de manera que su lugar jamás sea con esas almas frías y tímidas que no conocen ni la victoria ni la derrota.

    Theodore Roosevelt.

    (Tomado del discurso La Ciudadanía en una República que pronunció en La Sorbona, Univer-

    sidad de París, Francia, en 1910)

    Preguntas para el diálogo y reflexión

    ¿Qué es la buena normalidad para los cristianos?

    ¿Cuáles son las dificultades que enfrentamos cuando queremos vivir en el plan de Dios?

    ¿Cómo nos afecta conocer y vivir en la verdad de Dios?

    "Por esto, ya que por la misericordia de Dios tenemos este ministerio, no nos desanimamos. Más bien, hemos renunciado a todo lo vergonzoso que se hace a escondidas; no actuamos con engaño ni torcemos la palabra de Dios. Al contrario, mediante la clara exposición de la verdad, nos recomendamos a toda conciencia

    humana en la presencia de Dios. Pero si nuestro evangelio está encubierto, lo está para los que se pierden. El dios de este mundo ha cegado la mente de estos incrédulos, para que no vean la luz del glorioso evangelio de Cristo, el cual es la imagen de Dios… Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros. Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos. Dondequiera que vamos, siempre llevamos en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, para que también su vida se manifieste en nuestro cuerpo…Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día. Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento. Así que no nos fijamos en lo visible sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno." (2 Corintios 4:1-4, 7-10, 16—, NVI)

    Hoy nos hablan de nueva normalidad, y debemos hacernos la pregunta ¿Qué es normal? ¿Qué cosas podemos aceptar como normales y cuáles no? ¿Todo lo que se enseña desde los ámbitos oficiales o de gobierno, es correcto? ¿Todo lo que se acepta socialmente, está bien?

    Hay una buena normalidad, que es infinitamente mejor que cualquier nueva normalidad que se nos quiera sugerir o imponer. No cuestionamos que todos los cambios sean malos, sino el que perdamos de vista lo que a los ojos de Dios y su verdad es lo normal, lo normativo, aquello que nos indique cómo vivir mejor, cómo convivir mejor, cómo ser mejores personas y cuáles son los valores que harán una mejor sociedad.

    Existe una buena normalidad, se trata de los principios de Dios, del plan trazado desde la eternidad para la humanidad. La verdad absoluta existe, y la tiene sólo Dios. Es una verdad que nos es revelada en Jesucristo quien afirmó: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Por eso, la buena normalidad es posible. La normalidad para los cristianos es que Cristo sea el modelo a seguir y la Palabra de Dios la guía de nuestra conducta. Eso es una buena normalidad, que nos permitirá tener una vida abundante y significativa.

    La buena normalidad

    No nos desanimamos

    Es muy revelador el pasaje de 2 Corintios 4:1-18. El apóstol le escribe a una iglesia para enseñar que vivir en el plan del Señor implica una lucha con cosas visibles e invisibles, pero que hay una seguridad única en esa manera de vivir. Nos deja ver que no importa lo difícil que sea la situación, Dios está en control y no debemos rendirnos ante la adversidad. Sabemos en quién hemos creído, sabemos lo que queremos, tenemos confianza en una esperanza segura y firme (Hebreos 6:19).

    También nos muestra que el fin no justifica los medios, por lo que no necesitamos recurrir a lo oculto, a lo vergonzoso, ni torcer la Palabra de Dios, sino que debemos poner la verdad de la Palabra de Dios por delante. ¡Nos ha sido dado un tesoro! Nosotros somos como vasos de barro que portan oro puro.

    Tenemos fe y esperanza para seguir luchando, porque sabemos quién tiene la última palabra, quién reirá último, quién es el vencedor que comparte su victoria con nosotros. El diablo ciega los ojos de las personas para que no vean la luz del mensaje de Cristo, pero la luz del evangelio debe ser llevada a pesar de la adversidad. Creer en un Dios real, creer en la verdad, es no fijarnos en lo que se ve, sino en lo invisible. Es vivir mirando lo eterno por encima de lo pasajero de este mundo. Allí está nuestra victoria.

    Dios tiene un plan, una buena normalidad para nosotros ¿Cuál es ese plan? ¿Cuál es esa verdad que hay que poner por delante? ¿Cómo es esa fe que nos dará la victoria? ¿Qué podemos esperar que produzca en nosotros y en el mundo? En los estudios de este año, estaremos buscando respuestas a éstas y a otras preguntas.

    La buena normalidad, su esencia

    Creemos en Dios. Un solo Dios, trascendente pero cercano. Los teólogos utilizan palabras específicas para intentar ser precisos al describir los atributos de Dios en palabras humanas. Por ejemplo, todopoderoso, para describir que todo lo puede; omnisciente, para expresar que todo lo sabe; omnipresente, para decir que está en todo lugar a la vez.

    Dos palabras describen atributos de Dios importantes para nosotros, trascendente e inmanente. La primera palabra hace

    referencia a que Dios está por encima de todas las cosas, que su realidad existe más allá de nuestro universo físico o del de las ideas humanas. Él supera todo lo que podamos incluso llegar a imaginar. Dijo C.S. Lewis, un catedrático ateo convertido al cristianismo: Dios no puede ser producto de mi imaginación, porque, para nada, Él es lo que yo pude imaginar de Él. La segunda palabra, inmanente, describe a un Dios que no está lejos, ni ajeno a nuestra realidad, que es cercano y por lo tanto podemos relacionarnos con Él.

    Dios es trascendente e inmanente, si sólo fuera trascendente, no tendríamos posibilidad de alcanzarle nunca, si sólo fuera inmanente, de poco nos serviría llamarle Dios, sería como nosotros. Pero Él es ambas cosas, entender que tenemos un Dios cercano, pero que a la vez habita en la eternidad, nos da la posibilidad de acceder a una vida de una calidad superior a la mera existencia biológica.

    Dios, que es trascendente, se ha revelado a los hombres, se acercó a nosotros, es inmanente y algo más maravilloso aún, se hizo carne, tomó la forma humana en Cristo. Vino a salvarnos, a pesar de que nosotros le dimos la espalda y le traicionamos. Es fundamental saber lo que creemos, cuáles son los principios que nos son revelados en Cristo, pues son los cimientos de la vida que debemos edificar.

    La buena normalidad, la vivencia

    De poco sirve saber muchas cosas si no las vivimos. Una cosa es saber y otra es conocer. Una cosa es acumular datos en la cabeza y otra muy diferente es experimentarlos. Así pasa con las verdades que se nos revelan en la Palabra de Dios. Necesitamos aprender a vivir bajo los valores del reino de Dios y no sólo saberlos.

    Cuando oramos, venga tu reino, le estamos diciendo a Dios que queremos que su gobierno se haga presente en nuestra manera de vivir, que su voluntad se haga en la tierra donde nosotros habitamos y nos desenvolvemos.

    Vivir en el plan de Dios, es una experiencia cotidiana que produce cosas significativas y trascendentes en nuestra vida, familia, relaciones, sociedad.

    La buena normalidad, los frutos

    Los resultados de vivir en el plan de Dios son extraordinarios. Hay bendiciones que se experimentan aquí y ahora, hay otras que son para la vida venidera. Las bendiciones que ofrece estar alineado con el diseño de Dios son innumerables.

    La vida cristiana no es una invitación al sufrimiento, a la pobreza, a la tristeza o al dolor. Es cierto que aún en esas situaciones el creyente puede encontrar beneficios, pero es un error creer que son el propósito de Dios para nosotros.

    Dios ofrece paz, gozo, amor, abundancia, paciencia, bondad, amabilidad, fortaleza, victoria, y una larga lista de beneficios para quien se alinea con los planes del cielo. La vida cristiana es una aventura para disfrutar, y una fuerza indestructible para enfrentar las tragedias que pueda traer la vida.

    La buena normalidad, la influencia

    Cuando vivimos la buena normalidad, en el diseño de Dios para el ser humano, todo lo que nos rodea se ve afectado. Definitivamente nuestra fe puede cambiar nuestra vida, la cual transformada por la buena normalidad de Dios, afectará todas nuestras relaciones e interacciones. El alcance que tiene caminar en los planes de Dios es imposible de calcular, generaciones, naciones, pueblos, pueden ser afectados por nuestras acciones y el tiempo puede amplificarlas a niveles insospechados.

    Como la levadura que contamina toda la masa; como la semilla de mostaza que se convierte en árbol; como la luz que se pone sobre la mesa y alumbra toda la casa. Así los seguidores de Cristo que viven bajo la buena normalidad de Dios, son una poderosa y transformadora influencia en el mundo.

    Dios es amor, y aquellos que seguimos sus normas, debemos amar como Él. Nada tiene más poder para transformar el mundo que el amor verdadero puesto en la práctica.

    Conclusión

    No todo lo que el mundo llama normal debe ser aceptado como norma. Hay una buena normalidad, Dios abre nuestros ojos para poder verla y

    nos da de su poder para que seamos capaces de vivirla.

    La buena normalidad tiene su esencia en Dios y su revelación. La vivencia de las enseñanzas de la Palabra de Dios es posible y maravillosa. Nada puede igualarse en valor a los frutos que produce vivir en el plan de Dios, son bendiciones extraordinarias. La influencia de quienes viven la buena normalidad es suficientemente poderosa para transformar la realidad presente y futura.

    Lo normal, lo normativo, aquello que marca la pauta a seguir para los cristianos es Cristo y sus enseñanzas, siendo la Biblia el instrumento a través del cual podemos conocer la revelación de Dios. Escojamos vivir la buena normalidad. Dios nos ha enseñado cuál es y cómo vivirla, por lo tanto no tenemos excusa.

    ESTUDIO 2

    Un Padre maravilloso

    Cuando nos es revelada la paternidad de Dios, nuestro corazón queda anclado a un puerto seguro.

    ──- Ángel Casas

    El tamaño de Dios.

    "Cuentan que una vez un niño le preguntó a su padre: ¿De qué tamaño es el Padre Dios? Entonces al mirar al cielo, su padre observó un avión en lo alto. Le preguntó a su hijo de qué tamaño él lo veía. El niño le contestó: - Muy pequeño, tanto que ni se alcanza a ver.

    Entonces el papá lo llevó al aeropuerto y al estar cerca de un avión le preguntó: -¿Y ahora de qué tamaño es el avión? Y el niño le respondió muy asombrado: - Papá, es enorme.

    El padre entonces le dijo: —Del mismo modo es Dios Padre para ti. Su tamaño va a depender de la distancia que tú tengas de Él, y así mismo tu experiencia con Él. Cuánto más cerca estés del Padre Dios, mayor Él será en tu vida.

    Como el padre de esta historia Dios nos quiere enseñar caminando junto a nosotros como Padre. Como la enseñanza de esta historia, Dios quiere ser un Padre cercano y eso depende de nosotros. "

    Preguntas para el diálogo y reflexión

    ¿Cuáles son los beneficios de ser hijos de Dios?

    ¿Cómo puedo tener la certeza de que estoy viviendo como un hijo de Dios?

    ¿De qué manera puedo accionar para disfrutar esta verdad?

    Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios. (Juan 1:12, NVI)

    Jesús pudo mantenerse firme en el propósito que le había sido asignado en la tierra porque tenía en claro quién era. Él siempre se supo Hijo, de un Padre maravilloso, y conocía bien su ADN espiritual.

    Cuando hay un problema de un hijo no reconocido se hace un análisis de ADN para cotejar que alguien es el progenitor del mismo. Si existiera un examen de ADN espiritual, daría como resultado el 100% de compatibilidad con Dios. Esto significa que la misma esencia de nuestro Papá Dios nos habita. Fuimos creados a su imagen y semejanza.

    Tener un Padre como Dios nos abre una puerta a una vida increíble. Experimentar esta realidad nos sumerge en una buena normalidad, que nos permite disfrutar la plenitud de sus verdades en nuestra vida.

    Padre de amor

    Tenemos Padre, ya no estamos más necesitados de amor. Dice la Palabra que Dios nuestro Padre, es amor. (1 Juan 4:8).El amor no es algo que debemos mendigar, es una verdad para ser experimentada.

    El mundo mendiga amor a gritos, tanto adultos, como adolescentes, jóvenes y niños, claman por un amor real que les haga sentir seguridad. Esto sucede porque, más allá de que venimos del Padre y al Padre vamos, una vida lejos de Dios nos desconecta de la fuente y esa profunda sed que nos embarga sólo puede ser saciada por el Padre.

    Podemos vivir sin esa pesada carga de la necesidad de amor, el Padre nos ama y anhela que experimentemos su amor en cada momento de nuestra existencia.

    Padre presente

    Tenemos Padre, ya no somos huérfanos. El sentimiento de orfandad es uno de los grandes males de esta era. La tecnología nos ha conectado con los de lejos y nos ha alejado de los cercanos. El mal de esta generación es sentirse solos, aunque estén rodeados de personas.

    Dios Padre nos promete estar con nosotros donde quiera que vayamos, y esa es nuestra certeza. No se trata sólo de la seguridad de una compañía, sino también la de un modelo que guía, aconseja, corrige, anima, en fin, la de un verdadero Padre.

    Tenemos un Dios que es Padre, y además cercano, accesible, disponible. Él no mira para otro lado en nuestros problemas, en el dolor, en el sufrimiento, en la soledad. Dios está ahí, presente, de la manera exacta que le necesitamos. Es verdad, el Padre no siempre hace lo que queremos, pero siempre hará y nos dará lo que necesitamos.

    Hogar, seguridad y destino

    Tenemos Padre, tenemos casa. Los corazones desamparados se sumergen en la desesperanza. El desamparo hace que tengamos que hacernos los fuertes, por la inseguridad que llena nuestra vida. Un hogar provee lo necesario para todas las áreas de nuestra vida, física, emocional y espiritual, y nos impulsa en medio de un ambiente de plenitud.

    La paternidad de Dios no sólo nos da un hogar, también nos ofrece seguridad y un destino. No hay mal que pueda alterar nuestro destino eterno cuando la casa del Padre es nuestro ámbito de desarrollo.

    La Palabra nos habla claramente:

    Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor. (Romanos 8:38—, NVI)

    Nuestro destino es el propósito de Dios. No vivimos más sin sentido y sin dirección. Su Palabra nos habla incansablemente de que Dios ha pensado propósito y buenas obras para cada uno de sus hijos. Cuando conectamos nuestros corazones de hijos con su paternidad ese propósito nos es revelado y nuestra vida cobra sentido.

    Plenitud

    Tenemos Padre, tenemos todo.

    Así que mi Dios les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús. (Filipenses 4:19, NVI)

    Confiar en cada Palabra que sale de la boca de nuestro Padre, debiera ser la buena normalidad que sostiene nuestras vidas en un mundo que parece caerse a pedazos.

    Somos hijos en los brazos del Padre, esos brazos son un espacio de fe del que nunca debiéramos salir. Es lo que nos mantendrá firmes en su propósito y viviendo en plenitud, más allá de las circunstancias. Esto permitirá que ningún acontecimiento temporal, nos haga quitar nuestros ojos de lo eterno.

    Conclusión

    Estar conectados a la fuente es disfrutar de un Padre que nos ama y está presente como ningún otro. Vivir esa realidad nos hará disfrutar de un hogar significativo, donde encontramos seguridad y la certeza de que hay un destino profético escrito en la eternidad para cada uno de nosotros. En definitiva, ésta es la plenitud que buscamos como seres humanos, pero que sólo encontraremos en los brazos del Padre.

    Dejemos de buscar estas cosas en otros lugares o aun en personas, sabiendo que sólo en Dios podremos disfrutar plenamente cada una de ellas. Dios es un Padre maravilloso. ¿Lo está siendo en nuestra vida?

    ESTUDIO 3

    Dios Hijo

    Dios es esencialmente un Ser en el que subsisten tres Personas y que son el único Dios verdadero.

    ──- Samuel Pérez Millos

    El agricultor y las hormigas.

    "Un agricultor, amante y protector de los animales, contemplaba cómo uno de sus obreros araba con el tractor un gran campo, cuando divisó un hormiguero.

    A medida que el tractor se acercaba a la casa de las hormigas el agricultor se arrodilló y comenzó a gritar ¡Salid de vuestro agujero! ¡Os van a destruir las palas del tractor! ¡Seguidme y yo os conduciré a un lugar seguro donde podréis construir un nuevo hormiguero!. Pero las hormigas, desconcertadas al no entender el significado de los gritos del buen hombre, se refugiaron en su cueva.

    El agricultor pensó ¿Cómo podré comunicarme con las hormigas, advertirles del peligro y guiarlas a un lugar seguro?… Sólo hay una opción dijo-, me convertiré en hormiga, entraré en su casa, les explicaré lo que se avecina y me ganaré su confianza para que me sigan hasta un lugar en el que puedan hacer un nuevo hormiguero.

    Y así lo hizo, salvándolas de una destrucción segura."

    Preguntas para el diálogo y reflexión

    ¿Cómo explicarías la divinidad y la humanidad de Dios Hijo?

    ¿Cómo es tu relación con Dios Hijo?

    ¿En qué áreas de tu vida debes hacer ajustes para adoptar la misma actitud de Jesús?

    "Dijo entonces Tomás: -Señor, no sabemos a dónde vas, así que ¿cómo podemos conocer el camino?

    -Yo soy el camino, la verdad y la vida contestó Jesús-. Nadie

    llega al Padre sino por mí. Si ustedes realmente me conocieran, conocerían también a mi Padre. Y ya desde este momento lo conocen y lo han visto.

    -Señor Felipe- muéstranos al Padre y con eso nos basta.

    -¡Pero, Felipe! ¿Tanto tiempo llevo entre ustedes, y todavía no me conoces? El que me ha visto a mi ha visto al Padre. ¿Cómo puedes decirme: Muéstranos al Padre? ¿Acaso no crees que yo estoy en el Padre, y que el Padre está en mi?" (Juan 14:5-10 NVI)

    Para muchas personas resulta difícil entender que Dios es uno, pero en tres personas. Para otras el concepto de padrehijo les lleva a entender que un hijo es descendiente, por tanto inferior a su padre, nacido de una mujer, colocando a Dios Hijo en un lugar secundario. La corriente actual del pensamiento (que se denomina post-verdad) cuestiona cualquier afirmación absoluta, entre ellas la divinidad y humanidad de Jesús simultáneas.

    Igual que el ser humano es uno, aunque tenga cuerpo, alma (mente, voluntad, emociones y sentimientos) y espíritu, sigue siendo un ser integral; igual que la mañana y la tarde forman un solo día; igual que el hombre y la mujer en el matrimonio forman una sola carne, Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo son un solo Dios, en tres personas.

    Dios Hijo es Dios hecho hombre, es la revelación de Dios al ser

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