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Cuando La Caridad Destruye La Dignidad: Venciendo La Dañina Dependencia En El Movimiento Cristiano
Cuando La Caridad Destruye La Dignidad: Venciendo La Dañina Dependencia En El Movimiento Cristiano
Cuando La Caridad Destruye La Dignidad: Venciendo La Dañina Dependencia En El Movimiento Cristiano
Libro electrónico320 páginas4 horas

Cuando La Caridad Destruye La Dignidad: Venciendo La Dañina Dependencia En El Movimiento Cristiano

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Este libro es un compendio de los escritos del autor en el transcurso de una década o más. No es un trato conciso, ni concentrado de la dependencia en el movimiento cristiano. Tampoco busca enfocarse en una sola audiencia. Algunas secciones son dirigidas a líderes de iglesias, otras a misioneros, ejecutivos de misiones y misioneros de corto plazo. Algunas secciones están dirigidas a donantes, como en el capítulo cuatro donde se refiere a lo que deberían hacer los occidentales con su dinero. Alguien debe escribir más específicamente acerca de la dependencia y la autosuficiencia para cada una de estas audiencias, pero si quisiera hacer eso ahora, demoraría más la publicación de esto que ha estado en proceso ya por mucho tiempo.

La clave para entender lo que presento en ese libro se puede encontrar en el extracto biográfico que he llamado La Biografía detrás de los Asuntos: El Trayecto Personal del Autor. Al principio de ese extracto explico el papel que juega esa biografía en un tema como este.

Si usted está convencido de que el financiamiento norteamericano o de otra fuente externa es la clave para la plantación de iglesias transculturalmente, usted se decepcionará con lo que contiene este libro. Estoy usando mi experiencia en África para mostrar que el movimiento cristiano occidental tiene la necesidad de encontrar una nueva manera de utilizar los recursos personales y otros tipos de recursos para esta expansión.
IdiomaEspañol
EditorialAuthorHouse
Fecha de lanzamiento20 ene 2018
ISBN9781546221340
Cuando La Caridad Destruye La Dignidad: Venciendo La Dañina Dependencia En El Movimiento Cristiano
Autor

Glenn Schwartz

SUR L’AUTEUR/PRESENTATEUR Glenn Schwartz est né à York, en Pennsylvanie en 1938. Il a grandit dans une ferme et a terminé ses études secondaires en 1956. Après avoir travaillé plusieurs années, il est sorti diplômé de Messiah College de Grantham en Pennsylvanie. Au cours des années 1960, il a servi pendant sept ans et demi avec l’Eglise « Brethren in Christ » en Zambie et au Zimbabwe (alors la Rhodésie). En 1973, il a obtenu sa maîtrise en missiologie de Fuller Theological Seminary School de World Mission à Pasadena, en Californie. Ensuite, il a servi comme Assistant du Doyen et Conseiller des Etudiants Internationaux de 1973 à 1979. Après plusieurs années dans les affaires commerciales à Lancaster, Pennsylvanie, Glenn est devenu le directeur exécutif fondateur de World Mission Associates en 1983. WMA est une organisation de consultation pour les missions. Elle exerce un ministère en Amérique du Nord, Amérique Latine, en Angleterre et en Afrique. Glenn a beaucoup voyagé en Afrique et en Europe et a sillonné l’Asie, l’Australie, le Pacifique et l’Amérique Latine dans l’intérêt des missions. Il cherche à se tenir au courant de ce que le Seigneur est en train de faire sur l’échiquier de la scène missionnaire. Lui et sa femme, Verna, vivent présentement à Lancaster, Pennsyvanie d’où ils exercent un ministère de séminaire pour les leaders d’églises, surtout en Afrique. Ils participent aussi à un projet de concordance biblique dans les langues autres que l’Anglais. Glenn et Verna ont deux enfants qui sont mariés et qui vivent en Pennsylvanie.

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    Cuando La Caridad Destruye La Dignidad - Glenn Schwartz

    © 2018 Glenn Schwartz. Todos los derechos reservados.

    Ninguna página de este libro puede ser fotocopiada, reproducida o impresa por otra compañía o persona diferente a la autorizada.

    Publicada por AuthorHouse 04/25/2018

    ISBN: 978-1-5462-2135-7 (tapa blanda)

    ISBN: 978-1-5462-2134-0 (libro electrónico)

    Numero de la Libreria del Congreso: 2017919101

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    Ciertas imágenes de archivo © Thinkstock.

    Debido a la naturaleza dinámica de Internet, cualquier dirección web o enlace contenido en este libro puede haber cambiado desde su publicación y puede que ya no sea válido. Las opiniones expresadas en esta obra son exclusivamente del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor quien, por este medio, renuncia a cualquier responsabilidad sobre ellas.

    Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera 60 de la Biblia.

    Tabla de Contenido

    Reconocimientos

    Prólogo

    Prefacio

    La Biografía Detrás de los Asuntos

    Capítulo 1 Introducción General a la Dependencia

    Capítulo 2 Historias de Iglesias que Progresaron hacia la Auto-suficiencia

    Capítulo 3 Características del Síndrome de la Dependencia

    Capítulo 4 ¿Qué es lo que las Iglesias Adineradas deben hacer con su Dinero?

    Capítulo 5 El Desarrollo Histórico del Síndrome de Dependencia

    Capítulo 6 ¿Qué Pueden hacer los Misioneros para Evadir o Romper el Síndrome de Dependencia?

    Capítulo 7 ¿Qué Pueden hacer los Líderes de la Iglesia Local para Evadir o Romper el Síndrome de Dependencia?

    Capítulo 8 Temas Varios Relacionados con la Dependencia y la Auto-Suficiencia

    Capítulo 9 Tres Cosas de Importancia para las Instituciones Establecidas por Misiones

    Capítulo 10 Cuestiones sobre la Dependencia entre los Pobres y los Desempleados

    Capítulo 11 El Gozo de Ofrendar y la Ley del Diezmo desde la Perspectiva Bíblica

    Capítulo 12 Explorando el Concepto de la Iglesia Autóctona y el Envío de Misioneros

    Capítulo 13 Aspectos de la Conversión en un Contexto Africano

    Capítulo 14 Cosmovisiones Conflictivas y el Problema de la Dependencia

    Capítulo 15 Etnicidad y la Plantación Transcultural de Iglesias

    Capítulo 16 El Papel de los Empresarios en la Auto-Suficiencia para las Iglesias

    Glosario De Términos Especiales Usados En Estas Lecciones

    Dedicación

    Este libro es dedicado a aquellos líderes y misioneros de iglesias africanas que, no por fallas propias, vivieron las consecuencias de la dañina dependencia de recursos externos.

    Producido por

    Glenn Schwartz Ministry

    Lancaster, Pennsylvania, USA

    Traducido por

    Patricio Paredes

    Reconocimientos

    Como muchos otros han dicho, es muy arriesgado mencionar a unos y dejar por fuera a otros cuando se reconocen las contribuciones a un trabajo como este. Sabiendo de ese peligro, mencionaré a algunos, con mis disculpas de aquellos a quien no mencione.

    Primero que todo, estoy en total deuda con mi Señor quien me salvó, me llamó, y quien a través de Su gracia, hizo posible mi ministerio cristiano. El tener su compañerismo en este trayecto es un privilegio más allá de toda descripción.

    Estoy en deuda con un sin fin de líderes eclesiásticos, misioneros y ejecutivos de misiones de la iglesia africana quienes compartieron conmigo sus experiencias personales en el curso de la recolección de información. Muchos de ellos no son identificados en el texto, pero no minimiza mi aprecio a ellos por las ilustraciones que proveyeron.

    Estoy en deuda con los profesores de la Escuela de Misiones Mundiales (que ahora se llama la Escuela de Estudios Interculturales) del Seminario Teológico Fuller en los 1970s, quienes afirmaron el potencial que vieron en mi. En particular, le debo mucho al ya fallecido Profesor Alan R. Tippett y a Donald A McGavran. El Dr. Arthur F. Glasser todavía impacta mi vida y, al escribir estas páginas, tiene 92 años. La influencia de estos y otros puede ser identificada en página tras página de este libro. También estoy agradecido con el Dr. Ralph Winter quien primero sugirió en 1996 que pusiera este material en un formato de video, que luego se convirtió en la base de este libro.

    No hubiera podido hacer nada sin el apoyo y el ánimo de la Directiva y mis colegas de World Mission Associates. Ellos me ayudaron más de lo que yo pudiera recordar.

    ¿Cómo puede uno reconocer el apoyo de mi mejor amiga de toda la vida y esposa, Verna, quien ha estado a mi lado por más de cuarenta años de ministerio? Ella aguantó grandemente mientras viajábamos juntos por espacio de varios años, muchas veces quedándonos despiertos toda la noche en aviones y durmiendo en diferentes camas noche tras noche. Además, ella tomó innumerables horas introduciendo en la computadora y editando este material. Su conocimiento del buen inglés es una parte importante de que este texto se fácilmente leíble. Donde no lo es, yo tomo responsabilidad.

    Finalmente, estoy en deuda con el sabio consejo de Joe McCullough en Author House quien me guió a través del proceso de publicación. No sólo fue profesional y competente, pero un placer poder trabajar con él. También deseo agradecer a Robby Butler por ayudarme a hacer algunos cambios importantes mientras me preparaba para enviar el manuscrito a la editorial.

    Gracias a muchos otros que no menciono aquí por ayudarme a alcanzar este meta. De nuevo, yo acepto la responsabilidad del texto final, sabiendo que habían muchas otra formas en que se podía mejorar.

    Prólogo

    A mediados de la primera década de los años 2000 Dios nos trajo como familia a los Estados Unidos para servir como misioneros a los hispanos que viven en este país. Durante esos años de adaptación y aprendizaje de lo que significa servir en un país diferente al propio, tuve el privilegio de conocer al hermano Glenn Schwartz.

    Al pasar el tiempo fui apreciando la pasión con que Glenn trataba un tema tan complicado y poco atractivo para muchos que están involucrados en el cumplimiento de la Gran Comisión, llevando el evangelio y la Palabra de Dios a toda tribu, lengua y nación alrededor del mundo. El síndrome de la dependencia es un tema que pocos desean tratar y confrontar, porque se carece del entendimiento de lo que realmente significa la dependencia, y de los efectos que tiene y de las consecuencias que acarrea por años en toda esfera donde se ha arraigado.

    Yo mismo estuve en un ministerio donde la dependencia produjo que hubiera un divorcio entre la iglesia nacional y ese ministerio. En los años 1980 fue establecido un instituto bíblico a nivel denominacional, fundado por varios pastores nacionales y misioneros norteamericanos que vieron una necesidad de entrenar y preparar a los líderes que llegarían a ser pastores de las iglesias que se estaban fundado en esos años. La situación económica del país y del mundo en general estaba haciendo muy difícil que los estudiantes viajaran a otro país para prepararse, además de que había la preocupación de que esos que salían del país no regresaran a servir en sus iglesias.

    La organización y dirección del instituto estuvo a cargo, desde el principio, en excelentes hermanos misioneros estadounidenses que tenían la visión de ver a las iglesias siendo fortalecidas y reproducidas por una buena enseñanza y ministerio de los graduados. El programa de estudios y el énfasis en cursos bíblico-teológicos eran casi una copia exacta de otras instituciones en otros países con niveles más altos de enseñanza.

    Por muchos años el instituto estuvo ubicado en las instalaciones de una de las iglesias en el centro de la ciudad. Por la ubicación, y el hecho de que las instalaciones no se usaban mucho durante la semana, hacía que no hubiera conflicto entre las actividades de la iglesia y las clases del instituto. La graduación al final del año lectivo también se realizaba en el templo de la iglesia, haciendo que hubiera una conexión fuerte entre los miembros de la iglesia local y los estudiantes.

    Con el correr del tiempo los directores cambiaron y se elaboró un plan para comprar una propiedad en las afueras de la ciudad para construir las instalaciones del instituto. Cambios en el liderazgo de la iglesia local forzaron la aceleración de la construcción de las instalaciones de la institución y de la salida de esa iglesia local.

    Los directivos se vieron obligados a buscar los medios económicos necesarios para hacer una realidad ese sueño y se buscaron ofrendas de muchos medios fuera del país. Las iglesias nacionales no vieron este proyecto como prioridad para ellas porque habían perdido el sentido de pertenencia hacia el instituto. Y, posiblemente, nunca lo tuvieron realmente. Algunos llegaron a decir que el instituto era de los misioneros, y en cierto sentido tenían razón.

    Yo llegué a ser el primer director nacional del instituto, pero la tarea no fue fácil. La gran mayoría de las iglesias se identificaban poco porque no sentían que esa era su institución. Por nueve años luchamos para terminar las instalaciones y por mantenerlas. El modelo que habíamos aprendido y que queríamos sostener no era fácil de manejar.

    No fue sino hasta que los misioneros norteamericanos dejaron el país y la iglesia nacional se vio en la necesidad de tomar en sus manos la administración del instituto, que se dieron cuenta de la gran responsabilidad que eso conlleva. El instituto se ha visto afectado hasta ahora, por los errores que cometimos en el pasado. Varios años la institución se mantuvo sin actividad. Se crearon cuartos donde grupos de personas e individuos puedan hospedarse y así proveer un recurso financiero para la institución. Las oficinas de la denominación al fin se establecieron en el edificio y ahora el presidente vive en una de las casas que se construyeron para los directivos del instituto.

    El síndrome de la dependencia no es reciente en América Latina. Si nos remontamos a los años de la conquista de América, podemos observar que los españoles impusieron un control total sobre los pueblos conquistados y una dependencia de la corona española. Los caudillos de la independencia no cambiaron mucho el sistema, sino sólo el enfoque de la dependencia, ya no en España, sino en los gobiernos de turno. Muchos de nuestros países hoy viven con una idea de que el Estado es el que debe proveerle todo a los ciudadanos. Para eso pagamos impuestos, decimos. Muchos de nuestros compatriotas creen que son pobres y por eso merecen que les regalen todo.

    Cuando el evangelio llegó a nuestras tierras a mediados de los años 1800s, vinieron misioneros que llegaron con muy buenas intensiones de compartir el mensaje de Jesucristo y de servir en las iglesias que se establecían. Sin embargo, esas buenas intensiones, combinadas con un pensamiento de que ellos eran los que sabían cómo vivir como iglesia, a la par de una falta de un discipulado bíblico, produjo en muchos casos iglesias débiles y carentes de identidad autóctona.

    El libro que escribe Glenn nos ayuda a ver lo que ha sucedido con estos temas en otras partes del mundo, especialmente en el continente africano, pero que no son ajenos a lo que ha sucedido y sigue sucediendo en nuestras tierras latinoamericanas. Glenn también comparte con nosotros varias soluciones al problema de la dependencia y nos anima a poder confiar en un Dios que puede proveer todo lo que la iglesia nacional necesita, según su propio contexto, para la gloria de Dios y el avance de Su evangelio.

    Glenn, gracias por haberme permitido conocer de primera mano lo que significa la dependencia y poder haber participado muchas veces en la búsqueda de soluciones y en la forma de evitar caer en este problema que agobia a muchos alrededor del mundo.

    Patricio Paredes

    Director para América Latina

    Leadership Resources International

    Lancaster, Pensilvania

    Prefacio

    Este libro es un compendio de los escritos del autor en el transcurso de una década o más. No es un trato conciso, ni concentrado de la dependencia en el movimiento cristiano. Tampoco busca enfocarse en una sola audiencia. Algunas secciones son dirigidas a líderes de iglesias, otras a misioneros, ejecutivos de misiones y misioneros de corto plazo. Algunas secciones están dirigidas a donantes, como en el capítulo 4 donde se refiere a lo que deberían hacer los occidentales con su dinero. Alguien debe escribir más específicamente acerca de la dependencia y la autosuficiencia para cada una de estas audiencias, pero si quisiera hacer eso ahora, demoraría más la publicación de esto que ha estado en proceso ya por mucho tiempo.

    La clave para entender lo que presento en ese libro se puede encontrar en el extracto biográfico que he llamado La Biografía detrás de los Asuntos: El Trayecto Personal del Autor. Al principio de ese extracto explico el papel que juega esa biografía en un tema como este.

    Si usted está convencido de que el financiamiento norteamericano o de otra fuente externa es la clave para la plantación de iglesias transculturalmente, usted se decepcionará con lo que contiene este libro. Estoy usando mi experiencia en África para mostrar que el movimiento cristiano occidental tiene la necesidad de encontrar una nueva manera de utilizar los recursos personales y otros tipos de recursos para esta expansión.

    Habrá algunos que se beneficiarán de lo que he escrito aquí. De hecho, muchos ya me han dicho cuánto esta investigación y escritos ha significado para ellos. Habrá otros que se decepcionarán, y estarán desconcertados o hasta hostiles hacia lo que he escrito. Pido disculpas de antemano a cualquiera que concluya que esto no es apropiado al tratar de llenar las necesidades de un mundo lastimado. Sólo puedo orar de que juntos podamos ver las contribuciones de los demás a través de la caridad y de la comprensión cristianas.

    Para aquellos que tienen su posición firme en un lado o en el otro acerca de estos temas, doy la bienvenida a la interacción. Tal vez podamos encontrar un punto en común y nuevas formas de ayudarnos unos a otros.

    Reconozco que al principio del Siglo Veintiuno algunos de los vientos de los círculos misioneros tienden a soplar en dirección opuesta a lo que digo aquí. Esto es una realidad en varias áreas.

    Primero, existe un alejamiento significativo de las iglesias autóctonas auto sostenibles hacia lo que se llama alianzas estratégicas internacionales. Yo trato de alejarme del uso de alianzas estratégicas por causa del uso que se le da actualmente. Creo que se usa cuando sería mejor usar patrocinio", algo de lo que he estado diciendo por largo tiempo.

    Una segunda manera en que el viento está soplando tiene que ver con el hecho de simplemente enviar dinero en lugar de personas con el fin de cumplir con la Gran Comisión. Algunos sienten que esta es la nueva forma de hacer misiones económica y eficientemente. Yo veo esto como algo que no es nuevo, sino algo viejo que necesita ser retado al buscar vencer la dañina dependencia en el movimiento cristiano. Aquellos que están comprometidos a sólo enviar dinero no estarán contentos con lo que he escrito en este libro.

    Un tercer viento que está soplando es el que tiene que ver con el surgimiento de las misiones de corto plazo. Se estima que más de un millón de jóvenes y personas mayores están saliendo de Estados Unidos cada año por términos tan cortos como diez días a dos semanas. Para algunos, viajes misioneros de corto plazo han llegado a ser su única manera de hacer trabajo misionero. Un amigo recientemente me dijo que fue invitado a hablar en una conferencia misionera y le fue dado el tema de Un Compromiso de por Vida a las Misiones: de Corto Plazo o de Largo Plazo. Si un compromiso de por vida a las misiones es hacer misiones de corto plazo, es totalmente algo diferente a lo que yo estoy tratando en este libro. Yo enfatizo el aprendizaje del idioma y de la cultura así como también el desarrollo de relaciones, algo que es virtualmente imposible en diez días o dos semanas, aun si se repiten de vez en cuando.

    Yo creo firmemente que hay un lugar para los misioneros de largo plazo que están dispuestos a hacer lo siguiente: 1) profundizar en asuntos culturales, 2) demostrar un interés amoroso a través del aprendizaje del idioma, y 3) luchar con asuntos bíblicos transculturalmente. Desafortunadamente, estas cosas son muchas veces consideradas como muy difíciles o que toman mucho tiempo para muchos occidentales, quienes creen que, o son una pérdida de tiempo o algo que simplemente podemos pagar a otros que hagan.

    Algo más es necesario para finalizar. Algunos me acusarán de no ser solidario con las necesidades de los pobres. Creo que aquellos que en verdad tienen necesidad deberían ser ayudados. Jesús lo ordenó y reservó una dura crítica para aquellos que ofenden a los pobres. Mi propósito es promover la ayuda para aquellos en necesidad en una forma en que no cree dependencia perpetua. Eso significa hacer un esfuerzo conjunto para encontrar los recursos que están más cerca, en la medida de lo posible, antes que aquellos que están lejos en la comunidad global.

    Glenn J. Schwartz

    Enero del 2007

    GJS

    La Biografía Detrás de los Asuntos

    La Travesía Personal del Autor

    Introducción

    Esta biografía es presentada para mostrar las bases con las que estos temas de la dependencia y la autosuficiencia son tratados. El Profesor Alan Tippett nos dijo a los misioneros y líderes eclesiásticos que estábamos estudiando en la Escuela de Misiones Mundiales en el Seminario Fuller que uno no puede entender la misionología aparte de la biografía. El lector entenderá mejor por qué trato los asuntos de la dependencia y la auto suficiencia al conocer algo sobre mi travesía personal como misionero.

    Llegué a conocer al Señor en la Pensilvania rural a través de vecinos preocupados quienes llevaron a mi familia a la Escuela Dominical y a los cultos en una Iglesia de los Hermanos en Cristo. A la edad de 13 años acepté al Señor y a la edad de 17 fui llamado al servicio cristiano a través de la lectura de la historia de cinco misioneros que murieron en la selva ecuatoriana. Fue un domingo por la tarde que leí esa historia el una revista llamada Reader’s Digest. (Tengo que reconocer que es un poco inusual el ser llamado al ministerio a través de la lectura del Reader’s Digest.) En todo caso, el Señor me habló tan claramente como si alguien hubiera estado en ese cuarto conmigo. Era un simple mensaje que recibí mientras me sentaba a la orilla de mi cama con esta revista en mi regazo. La voz simplemente dijo: Hay un tiempo y un lugar para ti en el servicio cristiano. No fue nada más ni nada menos dramático que eso. Pero, desde ese momento en adelante empecé a dar un paso a la vez, atravesando las puertas que el Señor me abría en las siguientes cinco décadas.

    Mi Primera Experiencia en África

    En enero de 1961 me fui al África en un buque carguero, partiendo desde la ciudad de Nueva York a Capetown en Suráfrica. ¡Este viaje duró dieciocho largos días! Estaba incómodo y algo aburrido en este largo viaje. Después de todo, había sólo seis pasajeros en el carguero. Gracias a Dios, fui uno de los últimos enviados en barco, y no derramé ninguna lágrima por haber cambiado la forma de viajar al campo misionero. Una de las luchas con las que me enfrenté en ese viaje fue la de pasar tiempo con el Señor, aun cuando el horario contenía sólo el tiempo de tres comidas y el tener que jugar Damas Chinas con el capitán. Más de eso luego.

    El avistar Capetown con la bahía Table y la montaña Table era algo muy bien recibido. Sin embargo, el momento más emocionante para mí después de arribar en África llegó varios días después cuando viajamos en carro a través de Suráfrica a lo que entonces se conocía como Rhodesia del Sur (ahora Zimbabue). Recuerdo la emoción cuando aparecían en el horizonte las primeras aldeas africanas (con sus casas redondas y sus techos tradicionales de pasto). Fue entonces que supe que estaba en África. Casas como esas llegarían a tener una importancia mayor para mí con el correr de los años.

    Mis dos años como voluntario en Rhodesia del Sur y del Norte fueron en muchos sentidos tranquilos. La lucha espiritual para tener un tiempo a solas con el Señor continuó, pero del lado positivo, encontré gran satisfacción en aprender a hablar la lengua de la gente. Compré libros de texto de primaria (de primero a sexto grado) con dibujos y palabras simples. Al final del día me sentaba con un amigo africano y él me ayudaba a entender los misterios de este fascinante idioma, incluyendo los clics, que son particulares a varias de las lenguas Bantu.

    Nunca fui muy bueno con el Sindebele, pero mi determinación de tratar lo notaron muchos de mis amigos africanos. Aun mi insignificante éxito produjeron algunos comentarios sarcásticos de misioneros veteranos quienes habían racionalizado todo sobre el aprender el idioma. Cuando dejé el África central después de dos años, podía orar públicamente y dar un sermón sencillo en Sindebele cuando me lo pedían. Pero era muy elemental por cierto.

    Regreso a los Estados Unidos

    Durante este corto período en África vi al pecado en una nueva forma. Vi el alcoholismo, la hechicería, el adulterio y mucha otras cosas casi a diario, cosas de las que había sido protegido en mi crianza conservadora en Pensilvania. Entre estas cosas me enfrenté con la violencia política, algo de lo que no sabía nada. Al inicio de los años 60, gente frustrada en Rhodesia del Sur estaban descarrilando trenes y quemando los techos de paja de las escuelas en las aldeas rurales. En cierto momento, la policía llamaba a la estación misionera cada quince minutos para saber si estábamos a salvo. Eso indicaba los tiempos en que estábamos viviendo. Habiendo sido testigo de todo eso, retorné a Pensilvania en enero de 1963 a la iglesia étnica en donde había crecido.

    Regresar a mi iglesia fue mi primer encuentro directo con el choque cultural. Poco después de haber regresado a los Estados Unidos asistí a un culto evangelístico en mi iglesia, donde el evangelista estaba predicando en contra del pecado de usar una corbata. Me senté ahí con escepticismo mientras reflexionaba en lo que había visto en África Central. Mi respuesta inicial fue (y aun lo es) Este hombre no sabe lo que es el pecado. La diferencia cultural, mencionada anteriormente, se notaba fuertemente.

    Desde entonces he llegado a creer que la teología de esos predicadores es una seria confusión del cristianismo y de la cultura, y que es el resultado de una hermenéutica bíblica seriamente inadecuada. Lo que sucedió conmigo en ese momento fue sólo un despertar parcial a la tensión entre el cristianismo y la cultura. Luego, después de estudiar misionología, llegaría a entender mucho más acerca de este conflicto, un conflicto definitivamente relacionado con asuntos de la dependencia.

    Lo que me sucedió en esa reunión evangelística es digno de reflexión. Cuando me uní a la Iglesia de los Hermanos en Cristo me convertí culturalmente así como espiritualmente. En otras palabras, había involucrado un distanciamiento social muy grande. Aunque yo nunca había usado vestimentas simples (las que usan comúnmente los Menonitas o las Amish), dejé de usar una corbata y empecé a usar ropa colorida conservadora. Luego me uní a la hermandad (que incluyen hoy también a los obispos) haciendo una transición hacia el uso de una corbata negra, luego una verde oscuro y eventualmente una de varios colores. Alguien que lee esto no entenderá la importancia de estas prácticas diseñadas para mostrar la separación del mundo.

    Al reflexionar en lo que experimenté, me sorprendió de que hubiera muy pocos de mi generación que aceptaban tal separación social radical con el fin de entrar en el Reino de Dios. Me preguntaba, ¿Cuántos habrían respondido de forma diferente si a ellos no se les hubiera pedido hacer tan enorme transición cultural con el fin de entrar en el Reino de Dios? Nunca lo podremos saber. Pero, como lo mencioné anteriormente, que la separación social tiene un papel importante que jugar en el desarrollo del síndrome de la dependencia. Se incluirá más de esto en el Capítulo 15 cuando se traten los asuntos de etnicidad.

    Preparándome para el Regreso a África

    Después de terminar mis estudios universitarios de cuatro años en 1965 era

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