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Conversación con la mente y la muerte
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Conversación con la mente y la muerte
Libro electrónico57 páginas36 minutos

Conversación con la mente y la muerte

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Información de este libro electrónico

En la madrugada de un domingo algo ha cambiado ¿Cómo he llegado a esta situación?

Los pensamientos y recuerdos despiertan las vivencias pasadas de una mente enferma.
Un viaje de sensaciones y dolor, una experiencia depresiva que te acerca a comprender cómo se convive con una enfermedad mental.
IdiomaEspañol
EditorialMirahadas
Fecha de lanzamiento26 abr 2021
ISBN9788417679071
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    Conversación con la mente y la muerte - Héctor Sahagún

    Epílogo

    Illustration

    Conversación

    con la mente

    Estábamos unidos por el alcohol y la energía.

    Me dejaste usar tu mundo para buscarme una salida.

    Mas palabras ya no encuentro,

    mi futuro es mi tormento.

    Y si la vida fuese un sueño…

    Entonces sé que estoy despierto.

    Illustration

    Si no duele no existe

    «Es interesante, incluso poético, que hoy sea domingo. Es como si mi mente siempre hubiera sabido que llegaría este momento, prediciendo las sensaciones y avisándome del peligro.

    Aterrándome cada semana desde que tengo memoria».

    Domingo, 27 de agosto de 2023

    Me pesa el alma… Mis manos están entumecidas y mi respiración se acelera si no tomo conciencia de ella. No hace frío pero mis músculos tiemblan, es una sensación tan conocida que me resultaría desconcertante no vivirla un día como hoy. Me ahogo en un mar negro de sensaciones de desesperanza y miedo. La ansiedad me abraza con tanta fuerza que siento reventar mis órganos… Una vez más. Creo que no recuerdo un solo día que este endiablado ente no se pose sobre mi cabeza, obligándome a odiar el mero hecho de existir. Aunque, con el tiempo, he aprendido a enamorarme de mi demonio. Es una especie de síndrome de Estocolmo en el que un trastorno gana mi pleitesía con la idea de hacerme sentir especial con respecto al resto de las personas, aunque sea negativamente. Como una noche nublada difuminando la luz de las farolas. Belleza en lo oscuro y triste.

    Se oyen sirenas ahí fuera, las luces intermitentes iluminan la oscuridad del salón. Veo los cuadros teñirse de azul, sombras alargadas recorren las paredes y parece que todo se mueve, que todo baila, que todo está vivo… Menos yo.

    La mente no filtra la espontaneidad de las ideas de autoinculpación. Sensaciones descomedidas campan a sus anchas por las puertas de mi subconsciente provocando una sobreestimulación de un cerebro dañado que amplifica el dolor hasta de las situaciones más baladíes. Me nublan tantos pensamientos y recuerdos. Deseo que sean solo parte de una cruel pesadilla que me provoque un amor más fuerte por la realidad que me espera cuando mi sueño acabe. Pero no es así. Solo despiertan recuerdos dolorosos.

    Una vivencia pasada aumenta su notoriedad con respecto al resto de los pensamientos. Vuelvo a despertar como cuando era un niño. Vuelvo a tener miedo.

    Lunes, 7 de octubre de 2002

    Estoy despierto, llevo horas despierto. Son las cuatro de la mañana y me encuentro tumbado en la cama empapado en sudor. Tengo mucho frío.

    Veo luces que se cuelan entre las rendijas de la persiana y se posan en el techo sobre mi cama. Cuento cada una de ellas para evitar dar libertad a los pensamientos que me mantienen desvelado. Tengo pánico a mi futuro. Tengo pánico de mi aspecto.

    Me levanto para intentar despejarme.

    Salgo de mi habitación y camino en silencio por el pasillo con las manos acariciando las paredes. Al llegar al baño enciendo la luz y cierro la

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