Belona dea urbis
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Belona dea urbis - José María Vargas Vilas
Saga
Belona dea urbis
Cover image: Shutterstock
Copyright © 1910, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726680867
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
www.sagaegmont.com
Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com
El Espanto ha extendido su mano sobre la Tierra;
y, la sombra de esa mano vela el Sol;
no hay sombra igual a la sombra de la mano del Espanto, bajo la cual tiembla la Tierra;
el Mar aulla, la Tierra aulla, porque los lobos del Espanto aullan, sobre la Tierra y sobre el Mar;
y, pasan en jauría, hostigados por las manos del Espanto...
las alas de Azrráel cubren la superficie del globo, hecho una copa repleta de lágrimas y sangre;
¿quién cortará las alas de este Arcángel de las desolaciones?...
¿quién las hará plegarse sobre el cuerpo desnudo de esta divinidad sin corazón?
con el pincel rojo en sangre, con que marcó las puertas de los hebreos en una Noche de Maldición, ha marcado los límites del Mundo conocido, y el eje de la Tierra, se ha inclinado bajo la mano violenta de la Fatalidad;
el blanco cendal de los polvos, se ha hecho rojo, porque la sangre de los hombres ha represado sobre ellos, en un reflejo de Horror;...
el río de la Muerte ha desbordado y ahoga el Mundo...
¿quién salvará al Mundo, pronto a ser sumergido por la Muerte?...
las cuádrigas desenfrenadas, que los ojos de los viejos visionarios, vieron turbando la serenidad de los cielos antiguos, desplomarse sobre la Tierra, para desorbitarla, son juegos de niños, vuelos de nubes apacibles, ante este carro de la Devastación, que hoy rompe el Mundo;
el cañón habla...
solo él, tiene voz, sobre la superficie ensangrentada de la Tierra...
el corazón del Silencio le pertenece, y él, lo desgarra con una trepidación de tempestades;
los pueblos desaparecen, con una lúgubre monotonía de olas tragadas por el Abismo...
los hombres mueren, con los ojos desmesuradamente abiertos ante la Catástrofe, sin que otras manos, que no sean las manos enrojecidas de la metralla, vengan a cerrarles los ojos sorprendidos...
el corazón de Níobe se ha licuado en llanto, y su gemido, no conmueve ya nada, fuera de las regiones intempestivas de la Fábula...
¿qué vale ya ese Mito, hecho funambulesco, ante este río de lágrimas, con que las madres actuales han hecho desbordar los mares, empujándolos violentamente hacia riberas desconocidas hasta hoy por el humano Dolor?...
¡el grito de Hecuba!...
¡miseria de la creación homérica!...
¿qué vale ese sollozo, hasta hoy formidable, junto al grito de las madres de hoy, que hace recular de espanto, las selvas de la Antigüedad y las fronteras del cielo, donde se albergaron y se albergan los dioses irresponsables, incapaces de consolar el Dolor y de sentirlo?
la marea de la sangre sube...
estrella sus olas contra las costas trágicas...
y, las escupe sobre el mundo, hecho un vasto desierto...
. . . . . . . . . . . . . . . .
los peces solitarios, que en la riberas de la Catástrofe, vemos morir el Mundo... ¿qué haremos de nuestra Soledad?
¿poblarla de gemidos?
eso es inútil;
los gemidos y las lágrimas han perdido todo prestigio...
son algo tan vulgar como la Muerte...
la Muerte, de la cual «vive» el Mundo;
hoy, no hay raro sino la Vida;
¿qué haré yo de la mía, que me pesa como una carga?
¿qué haré de esta hora crepuscular que me ha tocado vivir en el corazón de la Tragedia?
inclinarme sobre esta y escribirla;
contar al mundo de mañana, cuyo germen se nutre en las frondasones obscuras que abona el calor de la sangre, esta lucha de titanes enfurecidos, de la cual plugo al Destino hacernos testigos, ya que pasarán muchos siglos, antes que los jueces imparciales de ella, puedan nacer;
los archivos del Mundo, sepultados en la sangre, harán rojas, contra su querer, las manos que mañana los exhumen, para contar estas horas de heroica Abominación, en la cual murieron los hombres, por salvar la Ambición del Hombre, que se cree eterno sobre una tierra precaria, sacudida por su Audacia...
lo que hace triste todo Sacrificio, es su Inutilidad...
su imbécil y absoluta Inutilidad;
ningún Sacrificio, ha fundado nada;
los dioses, los pueblos y los hombres, que se han ofrecido en Sacrificio, han muerto inútilmente...
no han fundado nada, no han libertado nada, no han salvado nada;
aunque hayan sido llamados fundadores, libertadores, salvadores...
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han edificado sobre el agua;...
han muerto por una Quimera, que ella misma se encargó de estrangularlos...
fanáticos de su Ilusión o de su Orgullo, colgado de una cruz, o pendientes de una horca, muertos sobre el jergón de una cárcel, o de hambre sobre las playas del Destino, nada hicieron, sino perpetuar su desastrosa y aberrante Ilusión sobre la Tierra...
esta guerra ha venido a demostrar, la inanidad, la falsedad, la inutilidad de todos los ideales;
¿para qué murió el Cristo?
para crear este mundo de cristianos, que hoy se devoran unos a otros, escupiéndose el nombre de su Dios, como un proyectil, mascujeándolo con sus mandíbulas, trémulas de Odio y de Iniquidad?...
¿qué fundó?
¿estas sociedades en orgasmos, que no emplean su fuerza, sino para matarse, y, para morir?...
¿qué fundó Washington?
esa colonia de filibusteros, que desde las riberas del Hudson y del Misisipí, se lanzan sobre la América latina, para asesinarla, despojarla, y uncirla a su carro de mineros afortunados y, brutales?
¿qué fundó Bolívar?
¿ese bazar de pueblos que unos se venden al mejor postor, y otros no saben cómo defender su soberanía ultrajada por los bárbaros?
generaciones de generaciones han muerto para fundar en el Mundo, esto que se llamaba: la Civilización...
¿qué queda de la trágica Quimera?
el polvo de la Mentira Miserable...
el mundo se conservaba bárbaro, hasta la médula de los huesos, y, en su mentida Civilización, no había hecho sino afilar las garras...
tal vez Guillermo de Prusia, es el Símbolo Viviente, del Mundo que hoy sucumbe;
la Barbarie Primitiva, oculta bajo el fasto de la púrpura y el esplendor de