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El pasado
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Libro electrónico47 páginas39 minutos

El pasado

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«El pasado» (1921) es una novela corta de José María Vargas Vila. La llegada de su hijo perturba la tranquilidad conyugal del artista Doménico Saldini y lo sume en los recuerdos de su pasado, cuando la pasión juvenil lo enredó en una relación tormentosa entre su primera mujer, Francesca, y la hermana de esta, Paola. -
IdiomaEspañol
EditorialSAGA Egmont
Fecha de lanzamiento15 feb 2022
ISBN9788726680720
El pasado

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    El pasado - José María Vargas Vilas

    El pasado

    Copyright © 1921, 2021 SAGA Egmont

    All rights reserved

    ISBN: 9788726680720

    1st ebook edition

    Format: EPUB 3.0

    No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

    This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

    www.sagaegmont.com

    Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

    En el atelier de Doménico Saldini;

    afuera un cielo límpido y blanco, uno de esos cielos que por sus decoloraciones parecen acromos y son tiernos y son tristes, como la sonrisa de los seres enfermos que se sienten irremediablemente perdidos;

    el invierno llegaba con tibiezas primaverales y las alas de nieve teñidas de un suave bermellón;

    había temblores de oro en las ramas de los árboles desnudos, en las cuales cantaba el viento la elegía de las cosas muertas;

    nubes violentas se deslizaban bajo el cielo claro, en un ritmo lento, ajeno a todo vértigo, como si el aire al tocarlas las besara sin empujarlas;

    adentro, era como una locura de luz entrando por las grandes ventanas para envolver en una caricia adamantina los objetos en artístico desorden;

    se diría que un ritmo musical presidía la colocación de esos objetos, tal era la euritmia, la armonía de los contornos y de los colores, que reinaban en aquella sabia decoración;

    agudos de una música bárbara parecían reposarse en ciertas telas rojas, bordadas de pájaros lacustres y palmípedos enormes, con hilos de oro mórbido, hecho broncíneo por el paso de los años;

    se ostentaban extendidas en grandes atriles que desaparecían bajo los amplios pliegues de las telas flexuosas y pesadas, sabiamente combinadas como para hacer resaltar los matices violentos de aquellas telas purpúreas, color de sangre y fuego;

    en el cándido azul de otras, se diría oir llorar las tristezas de Beethoven, sobre la blancura de las rosas, tan pálidas que parecían reproducir la palidez de las manos que las habían bordado, tal vez las manos de alguna novicia sentimental, que coronaba con esas rosas la frente de un difunto amor;

    sobre una capa pluvial, color violeta, donde la paloma eucarística abría alas de ámbar prisionera en un triángulo de argento cándido semejaban vagar los trémolos coléricos de Palestrina, en una lluvia de furentes melodías;

    había una casulla blanca que empezaba a tomar tonos tiernos de marfil y en la cual una sola rosa enorme, que había sido purpúrea, se mostraba ya de un palor violáceo como un corazón exangüe conservado en alcohol, sobre ella el alma tierna de Schúbert, parecía verter sus lieds más apasionados como una lenta lluvia de lágrimas de amor;

    las tapicerías colgadas a los muros reproducían todas frescos pompeyanos, y sólo una había en la cual el pincel de Orcagna, aparecía como resucitado reproduciendo una escena tomada a los muros del Campo Santo de Pisa;

    los retratos pendientes del muro parecían comunicar al salón la austeridad de sus colores velazquezcos y riberianos, maneras picturales tan queridas al Maestro que las había pintado;

    en el atelier todo era artístico

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