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Un viaje tan pequeño
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Libro electrónico249 páginas3 horas

Un viaje tan pequeño

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Información de este libro electrónico

Cuando la felicidad casi ha llegado,
cuando el camino está trazado, y fuera la hora de cambiarlo todo…

«La felicidad no está tan lejos. Elisa la toca con un dedo. Sin duda, su futuro se resolverá con la boda y el confeti y todo saldrá bien. Sin embargo, en medio de ese perfecto día de tranquilidad, ese miércoles trece de febrero de 2013, hacia las catorce horas cuarenta y cinco, cuando todavía está en la oficina, su móvil empieza a vibrar. Número desconocido».

Elisa, en la treintena, no sabe que una llamada telefónica puede cambiar una vida. Al aceptar las increíbles oportunidades que le ofrecen, Elisa se embarca en un sorprendente viaje que la llevará a descubrir el Pacífico Sur, en la Nueva Caledonia


 

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento10 feb 2021
ISBN9781071588208
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    Un viaje tan pequeño - Céline Fuentès

    un viaje tan pequeño

    Céline Fuentès

    «El viajero no sabe a dónde va. 

    El turista no sabe a dónde fue».

    Proverbio chino

    De la misma autora:

    Abecedario y pequeños poemas caledonios – Snk Editions 2016

    No importa si está arreglado 2016

    La gran travesía – Snk Editions 2017

    El peor ciclón de la galaxia Snk Editions 2018

    Mi pequeño libro para contar caledonio Snk Editions 2019

    ISBN-10 : 1521448914

    ISBN-13 : 978-1521448915

    Depósito legal junio 2017

    Todos los derechos reservados

    Contacto: lynsee.cf@gmail.com

    Para mi madre

    Para Sanka

    Para todos mis amigos de allá: Hugo, Seb, Auralie, Carole y los otros.

    Capítulo 1

    Hoy todo es perfecto, sin atrasos ni parloteos. Un día como los que le gustan a Elisa: suaves y cuidadosamente programados. Al mando de su aparato telefónico de competición, Elisa hace hábiles malabares con las líneas de la centralita. Incluso si se siente satisfecha, la bella treintañera no sabe si es feliz. De todas formas, nadie lo sabe. Excepto quizás su madre, Milana.

    La valiente mamá es la especialista de la felicidad. Ella derrama sobre su hija, hasta el cansancio, fórmulas irrefutables sobre el significado de la vida y el orden de las cosas. Milana sermonea en todo momento, en cualquier oportunidad que se presenta y termina siempre con este discurso:

    — No es difícil encontrar la felicidad, todo el mundo puede encontrarla, ¡incluso tú! ¡Vamos, avanza y sonríe un poco! ¡El destino no espera a la gente triste! ¡Organízate!

    Casi siempre apoyada sobre los codos en la inmensa mesa de la cocina, engullida por el mantel de flores, Elisa baja la cabeza. Retraída, cerrada. No responde nunca. Tampoco hoy. Con treinta y dos años sigue siendo una holgazana de la vida asustada.

    Mujer fuerte y de carácter, Milana es tan expresiva como lo es Elisa reservada. En los viejos tiempos, cuando no tenía hijos, esta bella italiana era una cantante sin igual, que actuaba en la región, una estrella local que se arrebataban para cualquier ocasión: del matrimonio al baile popular pasando por los cumpleaños estruendosos. Rápido, muy rápido, ella improvisó un rol de ama de casa y después sobresalió como mamá. Al menos es lo que ella creía... Para los dos hijos mayores, no había nada que decir, El crucero del amor en el palacio de la felicidad, pero su hija menor... ¿En qué falló para que Elisa fuera tan asustadiza, tan temerosa, tan frágil? Milana lo ha intentado todo: de los gritos intempestivos a las lágrimas inagotables. Para acabar, resignada, solo intentó encaminar a este pájaro intranquilo.

    Puso todo su empeño, otra vez, palabrería interminable. Positiva, le recuerda su belleza, un tesoro que la salvaría, luego le aconsejó apoyarse en su mejor amiga Lucie, tan alegre, tan ambiciosa, tan decidida. Cada día, concienzudamente, Milana orientó a Elisa un poco más hacia un futuro de mujer respetable, dado que, de todas las maneras, ella no se convertiría en una mujer de grandes proyectos:

    —Hija mía, encuentra un trabajo decente y cásate con un hombre bueno y estable, eso no será difícil para ti. Eres bella. Comienza por ahí, es muy sencillo.

    Por mucho tiempo, Elisa se distrajo de ese desafío fuera de su alcance. No era capaz, era muy difícil. Definitivamente, nada fácil para esta gran miedosa... ¿Milana le había mentido prometiéndole el cielo y la tierra? Desanimada, hizo tonterías algunos meses, algunos años. Muchas fiestas, muchos porros, mucho alcohol. Más de la cuenta, solo por emborracharse, solo por la vida, solo por Lucie... Abrumada, Milana no sabía qué hacer. Eso iba a salir mal. Lucie no era lo que ella esperaba. Todo se hundía. La pendiente era resbalosa. El sendero estaba agrietado, lleno de barro. Y entonces, en el colmo de la oscuridad, llegó Pierre. De repente todo se aclaró. Milana la empujó hacia ese yerno ideal, fue inesperado.

    — ¡Anda! Mi niña, es él.

    De golpe, Elisa se levantó y organizó todo para llegar a ser como toca, para acceder a ese nirvana del que le habían hablado tanto, tan accesible de aquí en adelante. Ahora, todo está listo, llegará en cualquier momento. Hay que aguantar, Pierre se va a decidir a hacer su propuesta de matrimonio. Será una cuestión de meses, tal vez de días. Primero, él esperará su ascenso, luego buscarán una casa para comprar, y al final... Al final él hará su petición. A él también le interesa respetar el orden de las cosas. Elisa cruza los dedos. La felicidad no está muy lejos, ella la toca con los dedos. Sin duda, su futuro se resolverá con la boda y el confeti, y todo saldrá bien. 

    Sin embargo, en medio de ese perfecto día de tranquilidad, ese miércoles trece de febrero de 2013, hacia las catorce horas cuarenta y cinco, cuando todavía está en la oficina, el móvil de Elisa empieza a vibrar. Número desconocido. Le pica la curiosidad: su móvil rara vez le reserva sorpresas... Pero es imposible contestar. En efecto, en Gobel Technologies está prohibido usar el teléfono personal. En caso de urgencias, los familiares saben que deben contactar con la recepción. Ella podría intentar hacer una pausa en la máquina de café o en el baño, pero la centralita hoy está a punto de explotar. Bérangère la atraparía, no podía manejar la recepción telefónica sola. No se puede dejar timbrar más de tres veces, de lo contrario todo se vuelve un caos. Las órdenes son claras y Boudard, el presidente, llama con frecuencia para verificar la buena aplicación del protocolo. Elisa esperará hasta esta noche para averiguarlo. Tres horas sin moverse de su asiento, tecleando como una experta en un gran aparato telefónico parecido a un puesto de pilotaje de un A 330. Tres horas recitando hasta el cansancio las frases exigidas manejando las líneas con rapidez:

    — Gobel Technologies buenos días, Elisa a sus órdenes.

    —No cuelgue, lo paso al departamento de contabilidad, gracias por esperar.

    —No, señora, los técnicos no están en nuestras instalaciones. Marque la línea directa de servicio.

    —Sí, yo sé, hay que esperar pero le responderán. Esta es la sede, aquí no hay técnicos. Llame a la línea directa, allí le solucionarán su problema. 

    Elisa miente todo el día, sin protestar. Porque evidentemente todos los técnicos están ahí, frente a ella, en ese gigantesco open space* al estilo americano. Pero no le permiten pasar las llamadas directamente de los clientes. No, ellos deben marcar el número con recargo y esperar horas y horas, arruinarse con la factura telefónica por nada. Elisa es impotente. Se convierte en un amable loro cada día de la semana, así son las cosas, eso es todo. Y a ella le gusta.

    Gobel Technologies es una sociedad con curva ascendiente y ella está muy orgullosa de pertenecer a esta firma de moda. Mareada por el ruido del demonio que invade sus oídos cada segundo, la joven morena ocupa el cubículo al final de la sala, justo antes de las oficinas privadas reservadas al personal de la dirección. Las miradas llenas de testosterona se dirigen hacia ella, inexorablemente, Elisa es atractiva. Una tigresa fría. Dejando de lado a las tres recepcionistas que comparten su espacio, todos los empleados son hombres. La media de edad son veinticinco años. La mayoría solteros, jóvenes principiantes en el mundo profesional. Desde lo alto de sus treinta y dos años, Elisa puede tomarse como una anciana, pero eso no les impide a sus colegas mirarla con ojos seductores. Elisa la bella. Sin comentarios. Está aquí como una portada de revista, pero no se le puede hablar, solo admirar de lejos, sin acercarse mucho.

    Los minutos pasan a tiempo perdido, llenos de cortesía, sin sentido, huecos de alegría, perforados de mentiras y de sonrisas obligadas detrás del auricular. Pero esa noche, Elisa se da prisa para salir del trabajo y por fin escuchar ese mensaje tan misterioso.

    «Señora Damin,

    Hemos tomado nota de su candidatura. ¡Tengo el honor de anunciarle que usted hace parte de los diez finalistas! La invitamos a una reunión este viernes quince de febrero a las dieciocho horas, con una duración de alrededor veinte minutos y que será seguida de una entrevista de trabajo. Quedará libre a las veinte horas máximo. Tome nota de la dirección: 44, calle de los benedictinos, edificio 3C, 2º piso, compañía Zalia lencería, dirección de Recursos Humanos.

    Hasta el viernes, señora Damin.

    Contamos con su presencia».

    Sorprendida, Elisa disminuye el paso hasta detenerse completamente. No entiende nada. Inmóvil en medio de una acera abarrotada, se convierte en un obstáculo a evitar, un intruso que parte el tránsito, atasca el movimiento cadencioso de la multitud. El código de circulación de los peatones está completamente desordenado, alterado por una Elisa inmóvil. Ella se deja empujar en varias ocasiones, zarandeada de derecha a izquierda sin oponer la mínima resistencia. La gente se voltea, algunos se disculpan. Uno de ellos le lanza:

    —Por favor, señorita, no se quede ahí plantada, ¡está impidiendo el paso!

    Normalmente, la bella camina con el mentón alto, al compás del río de transeúntes. Sobresale en este ejercicio de estilo, se transforma en estrella de la calle a la que las miradas siempre se dirigen. Pero ahora, nada funciona. Debe retomar el curso, poner un pie delante del otro a un ritmo más rápido que el acostumbrado para no perder el bus de la línea tres. Si no serían treinta minutos de espera y llegaría tarde para preparar la cena. Pierre llegaría a casa antes que ella y ¡eso no era posible! A paso ligero, zigzaguea entre los transeúntes y luego sube al autobús cansada pero aliviada por no haberse quedado en la calzada. Dos palabras chocan en el interior de su cabeza, sin descanso, sin silencios.

    —Diez finalistas.

    Capítulo 2

    Elisa se sienta cerca de la ventana en el centro del bus. Hoy no surfea en internet para buscar la receta de esta noche. Ya está todo planificado, será un plato congelado. Vuelve a coger el teléfono, escucha de nuevo el mensaje. Una vez, dos veces. ¿Diez finalistas? ¿Una entrevista de trabajo? ¡Elisa no ha presentado ninguna candidatura! Ella lo analiza a fondo, verifica otra vez que la mujer utiliza bien su apellido. Señora Damin. Sí, sin duda alguna es ella. Elisa se pregunta. ¿Puede ser una broma? ¿O un error? Sí, claro que es un error... ¡Debe haber muchas Madame Damin! Sobre todo porque no se especifica ningún nombre. Dieciocho horas quince, es muy tarde para llamar. Las oficinas deben estar cerradas. Aun así, va a intentar llamar, no se puede quedar así, sin saber. Si no hubiera  todo ese gentío a su alrededor se hundiría, seguramente temblaría como una lavadora en fase de centrifugado. Pero ahora, en este momento, ella ha crecido, ha aprendido, se controla, mantiene las apariencias.

    Zalia Lencería. Ella coge su Smartphone*, busca en la red el número y se encuentra con una descripción de la marca: « Nueva colección Zalia lencería, una colección colorida y muy de moda». Aquí, justo en la parte superior de la página: el contacto de la oficina principal. Elisa no pierde un minuto pero el contestador se activa: en estos momentos nuestras oficinas están cerradas. Por favor, llame en los horarios de apertura habituales: de ocho horas a dieciocho horas jornada continua de lunes a viernes, todo el año. Mientras tanto, puede encontrar a Zalia lencería en www.zalialingerie.com.».

    Elisa, la aficionada de las tendencias de moda, belleza y decoración no conoce esta marca. Le quedan algunos minutos para buscar en los blogs. Las opiniones de los expertos parecen unánimes.

    « Zalia, la pequeña marca que asciende»

    « Zalia, une pequeña que tiene todo lo de los grandes»

    « Zalia lencería, la pequeña francesa que enloquece a las estrellas americanas»

    El bus frena, Elisa se baja pero su mente está intranquila. Camina tecleando en su smartphone en búsqueda de nueva información. Su pie choca con un poste eléctrico. Tropieza, se agarra y finalmente no cae. Al evitar el desastre por los pelos, la joven decide  guardar el aparato antes de reanudar el paso habitual. Sus lindos taconcitos chasquean con ritmo en el pavimento, vuelve el contoneo a su manera de andar. La larga cabellera castaña baila de izquierda a derecha. Mira a su alrededor, todo va bien, todo es como de costumbre. La gente vuelve del trabajo, el tiempo es gris y los carros pitan. Empuja la pesada puerta de la entrada de su edificio con fachada impecable, sube las escaleras y gira la llave en la cerradura con un movimiento nada fácil. Elisa se pone sus protectores de zapatos y luego va hacia el computador de Pierre. Entre sus suscripciones a las newsletters de los blogs de moda o de decoración, descubre un correo de Lucie.

    Buenos días, Elisa,

    Recibí tu mensaje y estoy muy contenta de saber que te está yendo bien. Hacía mucho tiempo que no tenía noticias.

    ¿Ya pediste vacaciones? Espero poder pasar tres semanas contigo. Los meses de febrero y marzo pintan tranquilos...En cuanto se acabe el carnaval estaré libre como el viento, más o menos hasta junio. ¿Podrás fijar las fechas de tus vacaciones con la empresa?

    Sobre la decoración inspirada en América del Sur, me parece una excelente idea. Tienes que ser audaz: para las paredes opta por colores originales: ¡turquesa, verde anís, azul ultramar, coral o amarillo girasol! ¡Que sea en la cocina, la oficina o la sala, no puedes dejar una pizca de blanco! ¿Estás lista para esto? Trataré de llevarte unas cortinas impresas, pequeñas esculturas de madera, y cerámica. La artesanía suramericana es rica. También será necesario pensar en cambiar tus plantas, ¿por qué no cactus?

    Sobre tu idea de buscar trabajos de ensueño, investigué y efectivamente, hay grandes oportunidades para elegir... ¡Aunque los puestos deben ser muy pedidos! Presenté mi solicitud para una oferta que me interesa en particular: «Área de difusión de programas busca fotógrafos aficionados o profesionales para disparar en los lugares más bellos de Europa. Tipo de contrato: Contrato de duración determinada de dos semanas. Salario: seis mil euros. Viajes y gastos pagos». ¡Nada mal!

    A propósito, también envié tu solicitud. La tarea es asombrosa: «Modelo de fotos aficionada. Remuneración dos mil euros por lucir los vestidos de baño de la nueva colección Zalia lencería durante tres semanas en la Nueva Caledonia», ¡todos los gastos pagos! En cuanto a las condiciones de trabajo, alojamiento en hoteles de cuatro estrellas frente al mar. Un imperativo: venir acompañado de la persona de su elección que se encargará de las tomas. Por su puesto, ¡aquí estoy! Diversas actividades a la carta como clases de buceo, excursiones al mar, visitas, sesiones de bronceado... ¡Y no lo he puesto todo! Sería una locura de experiencia para los dos... ¡Soñar no cuesta nada!

    Te mando un beso, mi Elisa.

    P.D. ¡Avísame cuando tengas las fechas de las vacaciones!»

    Todo se aclara ahora. Elisa está atónita. Se levanta, se voltea, va al baño, vuelve a la cocina, hierve agua, se prepara un té, se devuelve, se mira en el espejo. ¿Yo? ¿Fotos para una marca de lencería? ¿Mis treinta y dos años y yo? ¿Mi fobia al agua y yo? ¿Clases de buceo? ¿Fotos en vestido de baño? ¿Retocadas o no las fotos? No lo indican... ¡Esta vez Lucie se volvió completamente loca! Elisa está furiosa. Una vez más, quiere hacerle un favor a Lucie dándole ideas para impulsar su carrera de fotógrafa y ahora se vuelve contra ella. Cuando vio ese reportaje la semana pasada, no pensaba en ella, ¡por Dios! No necesita un trabajo de ensueño. Su vida, la tiene, le gusta, todo está en su lugar. ¿Arruinarlo todo así? Hubiera sido mejor callarse. ¿Qué necesitaba probarse al hablarle a Lucie de ese reportaje? Era para ayudarla, por supuesto... ¡Dices tonterías! De verdad... encontrarse medio desnuda... ¿Por qué Lucie había enviado la solicitud? ¿Por su carrera o por Elisa?

    Ella coge el teléfono, trata de comunicarse con el hotel de su amiga. Nadie, nada, Lucie no ha llegado. Invadida de angustia, Elisa se rocía con agua fría. El líquido golpea la cara pálida. El maquillaje chorrea. Intenta respirar a pleno pulmón, luego respira tres veces, como el psiquiatra del servicio pediátrico le enseñó hace años, cuando la vida era tan dura que también tuvo que volver a aprender a respirar. Elisa coge dos o tres discos de algodón y leche desmaquillante que aplica nerviosamente. Una vez calmada, al menos exteriormente, Elisa vuelve delante del computador de la sala, como si nada hubiera pasado. 

    Capítulo 3

    Para despejar la cabeza, Elisa se apoltrona en el cómodo sillón de la oficina de Pierre. Pero su mente da vueltas, muchas, ¡demasiadas! La película de esa tremenda noche se desarrolla con fuerza en su cabeza dispersa sin pedir permiso. Ella se ve a sí misma ahí, preparando la cena y con un ojo se distrae con la televisión de la cocina ocre rojo.

    De inmediato, la emisión le llamó la atención. Desde el primer instante, sus pensamientos se dirigieron hacia Luci. Ayudarla a abrirse camino, por qué no... Por una vez darle una idea. Ser útil, tal vez. El título del reportaje habría hecho soñar a cualquiera: Los franceses que presentaron su candidatura para un trabajo de ensueño. La primera entrevistada era una francesa que había conseguido un trabajo en Australia con todos los gastos pagos. Durante seis meses, la joven tenía como tarea prestar atención a los animales y a las playas del noreste del país. En la agenda: explorar la Gran Barrera de Coral, la selva virgen, los parques nacionales, las tierras rojas...

    Todo eso bajo el sol de Oceanía. Por ese trabajo tan agradable recibía de salario  setenta y ocho mil euros, ¡con eso podría darse unas bellas vacaciones cuando regresara de ese trabajo! Mientras terminaba de aplastar las papas en la leche, Elisa le echó un vistazo a esa joven aventurera. Debía tener su misma edad. Pensó en hablar con Lucie. El periodista había precisado que una docena de trabajos de ensueño se ofrecían en línea cada mes.

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